Carley Clement
En un mundo que progresa rápidamente hacia un futuro cada día más globalizado, interconectado, y homogéneo, el proceso de la creación de una identidad única se vuelve una tarea más difícil, pero a la vez más imprescindible. En Bolivia, un país en que una mayoría de ciudadanos se identifican como indígenas, las últimas décadas han sido marcadas por un proceso de reclamación y reapropiación de la identidad indígena, lo cual ha cambiado el ambiente político del país y resultado en un nuevo discurso político predominante. Invocando los nombres de los líderes indígenas de épocas pasadas, como Túpac Amaru y Túpac Katari, los movimientos indigenistas de Bolivia reconstruyen una historia indígena para dar a luz una nueva identidad indígena e inspirar un movimiento capaz de reescribir las reglas de la jerarquía social y derrocar las injusticias que han prevalecido por siglos.
Cuando Evo Morales asumió la presidencia de Bolivia en 2006, comenzó su discurso de toma de posesión localizando la historia política dentro de una larga lucha por la dignidad y la liberación de la gente común e indígena. Dijo: “Para recordar a nuestros antepasados por su intermedio señor presidente del Congreso Nacional, pido un minuto de silencio para…Túpac Katari, Túpac Amaru, Bartolina Sisa … por los hermanos caídos en la defensa de la dignidad del pueblo alteño… de millones de seres humanos que han caído en toda América y por ellos presidente pido un minuto de silencio ¡Gloria a los mártires por la liberación!” (Morales 22 Enero 2006). Éste no fue el primer intento de recrear una larga historia política de la lucha por los derechos indígenas, sino que representa un clímax para un movimiento que retoma y reapropia esta historia para reescribir las divisiones y normas sociales, y la toma de poder de este movimiento que tiene la cumbre de su expresión en Evo Morales y su partido MAS (Movimiento al Socialismo).
La elección de Evo Morales en diciembre 2005 como el primer presidente indígena de Bolivia marcó un nuevo comienzo para el país, y un clímax de los años precedentes de descontento civil y manifestación contra un sistema político desigual e injusto que ha durado desde la época de la colonia. La historia de Bolivia es una historia de un país definido por su desigualdad, y la explotación de sus ricos recursos naturales. Desde la época colonial, cuando el país pertenecía al reino español, la elite boliviana explotó la plata de las minas de Potosí, el estaño, y cualquier otro recurso para el beneficio de España y a expensas del desarrollo de la mayor parte de Bolivia. La población indígena fue esclavizada. Cuando se liberó el país de las cadenas de la colonia, no mejoró la situación de los indígenas; la gran mayoría permanecieron en un estado de pobreza abyecta, mientras el poder continuaba a manos de la elite no indígena. En un país en el cual la mayoría de los ciudadanos se identifican como indígenas, la minoría blanca mantenía todo el poder político y económico. Con la revolución de 1952, finalmente la población indígena recibió todos los símbolos de la ciudadanía con el sufragio aun para los indígenas analfabetos, pero persiguió una desigualdad de derechos y de poder económico que ponían un límite en el ejercicio de esta ciudadanía. En su artículo sobre la creación de una identidad indígena en Bolivia, Xavier Albó describe el lado negativo que conllevó la revolución de 1952 para los indígenas. Escribe “However, there was a price to be paid for this incorporation of the rural sector, as the state came to ignore and, indeed, actively suppress the cultural identities of Bolivia’s rural population” (Albó, The “Long Memory” of Ethnicity in Bolivia and Some Temporary Oscillations, 19). Albó describe que este proceso de incorporación en la vida política de Bolivia solamente sería aceptable para la minoría en poder si los indígenas perdían su identidad como indígenas, o sea, si privilegiaban su identidad como bolivianos en vez de su identidad indígena.
A pesar de la historia trágica de sus ancestros, y sus propias historias de opresión y marginalización política, económica, y cultural, la población indígena boliviana de las últimas décadas ha retomado esta historia para inspirar un fuerte movimiento político de derechos y orgullo por su herencia étnica y cultural. En su artículo sobre los movimientos políticos de etnicidad y clase en Bolivia, Douglas Hertzler explora las maneras particulares en que varios grupos emplean un conocimiento de su historia de opresión para hacer hincapié en su propósito. Sobre los cocaleros, escribe “By emphasizing Andean cultural roots, coca growers have sought to legitimize their cultivation of a crop with many uses in indigenous … culture” (Hertzler 65). Contra un gobierno que ha intentado prohibir la cultivación de coca, la cual es la única forma de ganarse la vida para muchos campesinos, al localizarla en una historia más allá del gobierno o el estado boliviano, una que forma los raíces culturales de la gente, los cocaleros reafirman su derecho de cultivar y usar la coca y se identifican como herederos de una historia de lucha para su cultura más allá de sí mismos. Además de los cocaleros, Hertzler afirma que este reencuentro con una historia es una de las herramientas más importantes para los grupos políticos indigenistas; escribe “regardless of the language they currently speak or the way they dress or appear, workers and campesinos across Bolivia can claim the history of oppression of indigenous people,” lo cual sirve para localizar su lucha como algo que honora sus antepasados que experimentaban la misma opresión política o cultural que sigue hoy en día (Hertzler 66).
Más que solamente invocar la idea abstracta de una historia de represión de la población étnica, el surgimiento de muchos grupos políticos y culturales que luchan por los derechos indígenas y el orgullo cultural buscan invocar una historia de lucha contra esta represión, especialmente encarnada en las historia de ciertos “padres de la lucha”. La utilización simbólica de los padres de la patria o fundadores que contienen para la mente popular los valores básicos del estado es muy común en muchos países. En los países latinoamericanos se toman los líderes de la independencia como encarnaciones de valores como la libertad, la igualdad, y más. Los movimientos indigenistas de Bolivia utilizan este tipo de símbolo de los valores básicos de sus movimiento, pero los padres fundadores que utilizan no son padres de la independencia nacional sino líderes de varias rebeliones durante la colonia, los cuales defendieron su tierra y cultura natal contra los conquistadores y colonizadores.
Uno de los padres de la lucha más importantes no solamente en Bolivia sino también a lo largo de la región andina es Túpac Amaru II, el líder de una rebelión importante en Cusco contra los colonizadores españoles en el siglo diecinueve. Túpac Amaru II, un mestizo cuyo nombre real era José Gabriel Condorcanqui, reclamó que fue un descendente de Túpac Amaru I, el último rey de los incas. Llevando este título inca real, en 1780 Amaru II condujo una rebelión de los indígenas de la región de Perú contra los españoles que duró casi un año (Serulnikov 15). En la actualidad su nombre se reconoce como uno de los líderes de la causa indígena más importantes y existen muchos grupos que emplean su nombre, como La Organización Barrial Túpac Amaru bajo el liderazgo de Milagro Sala en la Argentina[1].
Aunque la lucha de Túpac Amaru se usa para conjurar una historia de la lucha indigenista en Bolivia, la historia de Túpac Katari es aún más importante para los indígenas bolivianos. En vez de venir de un linaje real como Túpac Amaru, Katari era un hombre común, pero “en cuestión de semanas, el poder y prestigio de Túpac Katari solo sería comparable al del propio Túpac Amaru” (169). Katari era aymara-parlante como los otros indígenas de la región, y trabajó como viajero comerciante de coca antes de asumir el liderazgo de un sitio contra la ciudad de La Paz (168). Además de ser el líder de una rebelión dentro del territorio actual de Bolivia, los grupos indígenas bolivianos pueden relacionarse con la historia de Katari por su aceptación de la cultura aymara. Ésta sigue siendo una de las culturas indígenas más importantes en Bolivia, y sus raíces políticas y económicas comunes representan a la gran mayoría de los indígenas de la zona hoy en día.
En los años setenta surgió en Bolivia una corriente política que reapropió el nombre de Túpac Katari para sus nuevos pensamientos políticos sobre los derechos políticos y culturales para los indígenas del país: nació el katarismo (Cristoffanini 11). El katarismo no corresponde solamente a un partido político sino que es una manera de pensar en los asuntos indigenistas, o sea, representa un filosofía política. Esta corriente originó varios sindicatos, organizaciones, y partidos políticos, por ejemplo el Movimiento Revolucionario Túpac Katari, la organización política dentro del Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, el sindicato de campesinos más grande en Bolivia (Cristoffanini 12). Aunque dentro de la corriente de katarismo existían, y siguen existiendo, muchísimas diferencias de un grupo a otro, ellos llevan el nombre de Katari para apelar a la memoria de los primeros luchadores por la dignidad indígena. El artículo de Albó examina más este fenómeno de la creación en la conciencia popular de la idea de padres de la lucha, diciendo “In a broader sense, it [Katarismo] also implied going beyond the “short memory” (Rivera 2003, 179) that extended no further than the 1953 agrarian reform… In its place, it invoked a long memory that harked back to the (neo)colonial state and the need to destroy it” (Albó, The “Long Memory” of Ethnicity in Bolivia and Some Temporary Oscillations, 23). Es decir, con la utilización del nombre de Katari, los partidarios del katarismo pueden relacionar su propósito político con un historia de lucha más grande, no solamente contra un gobierno específico sino contra la estructura de una economía de explotación y una sociedad desigual que excluye la población indígena que ha permanecido desde la conquista española.
Xavier Albó nos da un anécdota perfecta para entender la mentalidad de katarismo; escribe sobre una barrera construida por un grupo de kataristas en una carretera central que había dejado sin salida a un grupo de viajeros y otra gente. Los kataristas protestaban así por sus derechos políticos. Albó resume: “The Red Cross mobilized itself and went to Jenaro Flores to beg for compassion for these poor travelers who had already been waiting for four days. Had he no heart? The katarista leader replied: ‘We have been waiting for four hundred years!'” (Albó, From MNRistas to Kataristas to Katari, 405). Aunque obviamente mucho ha cambiado en las vidas de los indígenas de Bolivia desde la época de Katari, la reapropiación de su nombre y de su historia permite que el grupo se conecte, de una manera reverente o casi sagrada, a una lucha que ha durado siglos y siglos.
Sin embargo, si siempre ha habido una historia de lucha por los derechos de la población indígena y control de la desigualdad del país, ¿por qué reaparece el asunto indígena específicamente hoy en día, y de modo tan fuerte, en Bolivia? Pablo Cristoffanini plantea que este asunto reapareció como una fuerza tan importante en la política de Bolivia hoy en día a causa de los nuevos impulsos de la globalización como amenazas a las culturas tradicionales indígenas de América Latina. No es que solamente la globalización disminuya la importancia de mantener una identidad basada en la cultura tradicional o la etnicidad sino que los cambios económicos hacia una estructura neoliberal seguían permitiendo que los ricos de Bolivia, en su mayoría blancos, se enriquecieran a expensas de los pobres, en su mayoría indígenas. Cristoffanini analiza la aparición del asunto indígena y cómo se relaciona con los asuntos económicos que afectan a los pobres del país, como el movimiento hacia el modelo neoliberal y la privatización de recursos naturales que quedaron en manos de compañías multinacionales, cambios que empeoraron las condiciones económicas de muchos. Por ejemplo, en la guerra por el agua en Cochabamba en el año 2000, mezclaron las demandas basadas en preocupaciones económicas, y en preocupaciones indígenas. Escribe “Durante toda la campaña, la Coordinadora basó su estrategia en la utilización consciente de los usos y costumbres y el derecho consuetudinario de los indígenas”, es decir, los organizadores de la guerra por el agua localizaron sus demandas en los derechos indígenas tradicionales y los asuntos económicos de la gente de clase baja contra las compañías multinacionales que aumentaron los precios del agua (Cristoffanini 10). Estas dos demandas de la gente pobre e indígenas se mezclaron y se reforzaron, dando a luz a una guerra por el agua que a la vez dio a luz a un nuevo impulso hacia la formación de organizaciones que luchan para los dignidad indígena. Después de una historia larga de desigualdad económica fortalecida por una estructura económica que excluye los indígenas, los cambios neoliberales fueron para la población otro intento de excluirla económicamente, una exclusión que conlleva exclusión étnica de los indígenas pobres además.
Aunque Cristoffanini analiza bien el impacto de la cuestión indígena en el descontento social que definió el comienzo del siglo veintiuno, no examina la historia larga de la exclusión de la población indígena en Bolivia ni considera cómo esta historia impacta y formula los nuevos movimientos indigenistas. O sea, Cristoffanini no nos da una respuesta adecuada sobre por qué surgieron estos movimientos frente a esta represión económica y social cuando toda la historia de la población indígena ha sido marcado por este tipo de exclusión. Se puede localizar una respuesta posible en el proceso de recordar y reconstruir la larga historia de lucha indígena, la cual los líderes políticos y sociales revivieron, reescribieron, y reapropiaron. La historia de la lucha que los grupos utilizan para aumentar la importancia de sus propósitos y el acto de invocar los nombres de los padres de la lucha es parte de un proceso de construcción de la historia para evocar en los partidarios los sentimientos de solidaridad y hermandad con un linaje de luchadores y para sentirse parte de algo más allá de sí mismos. No es que la historia sea falsa, sino que cada proceso de recordar es activo, y cada historia representa una construcción de hechos y detalles para crear una imagen concreta, sólida, la cual se puede utilizar como herramienta política, o como base para un futuro deseado.
Sobretodo, la revitalización de los movimientos indígenas en Bolivia permite que los indígenas redefinan lo que significa ser indígena en el contexto global moderno, y en el caso boliviano. O sea, el proceso de reencontrar la historia de los indígenas no es simplemente una herramienta política sino también juega un papel importante en el proceso de crear una nueva identidad en el base de la etnicidad y cultura indígena. Cristoffanini explica cómo la popularidad del movimiento ha cambiado la manera en que mucha gente boliviana se define. “En el caso de los bolivianos se puede apreciar claramente cómo grupos que se definían un par de decenios atrás como mineros o campesinos, se autodefinen hoy como miembros de una étnica indígena o como indígenas” (Cristoffanini 13). En vez de ser una etiqueta vergonzosa que ha sido degradada época tras época en Bolivia por las clases altas, los raíces indígenas se convierten en un hecho de orgullo; para muchos ésta es la primera vez que pueden sentir orgullo por su etnicidad y herencia cultural.
Hoy en día, la presidencia de Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, marca un paso importante para los movimientos indigenistas del país, especialmente en el proceso de redefinir lo que significa ser indígena en la sociedad boliviana. Además de asegurar que hay un defensor de los derechos de los indígenas en el sede presidencial, la presidencia de Morales añade mucho a la creación de una nueva identidad indígena, y rompe los estereotipos racistas e injustos contra los indígenas que han permanecido a lo largo de la historia postcolonial del país. Al dejar los primeros segundos oficiales de su mandato presidencial a la memoria larga de la lucha indígena, Morales asegura que los movimientos se fortalecerán cada vez más y la población indígena cada vez se sentirá cada vez más orgullosa de sus raíces étnicas y culturales.
Bibliografía
Albó, Xavier. “From MNRistas to Kataristas to Katari.” Resistance, Rebellion, and Consciousness in the Andean Peasant World, 18th to 20th Centuries. Ed. Steve J.
Stern. University of Wisconsin, 1987. 379-419. Print.
–. “The “Long Memory” of Ethnicity in Bolivia and Some Temporary Oscillations.” Unresolved Tensions: Bolivia Past and Present. Ed. John Crabtree and Lawrence
Whitehead. Pittsburgh: University of Pittsburgh, 2008. 13-34. Print.
Cristoffanini, Pablo. “Globalización Y Etnicidad En America Latina: El Caso Boliviano.” Diálogos Latinoamericanos, junio, número 13. Web.
Hertzler, Douglas. “Campesinos and Originarios! Class and Ethnicity in Rural Movements in the Bolivian Lowlands.” Journal of Latin American Anthropology
(2005): 45-87. ProQuest. Web. 25 Nov. 2012.
Morales Ayma, Evo. “Discurso De Posesión Del Presidente Constitucional De La República.” Discurso De Evo Morales Al Asumir La Presidencia De Bolivia. El Portal
De La Presidencia De La República De Bolivia, La Paz, Bolivia. 22 Enero 2006. Discurso.
Serulnikov, Sergio. Revolución En Los Andes: La Era De Túpac Amaru. Buenos Aires, Argentina: Editorial Sudamericana, 2010. Print.
[1]
[1] La Organización Barrial Tupac Amaru se fundó en el año 2001 por Milagro Sala, y se centra en la provincia de Jujuy, justo a la frontera de Bolivia, aunque tiene sedes en varios otros provincia de Argentina además. La Tupac Amaru sigue un pensamiento político peronista, y también expresa su adhesión a la política de la presidenta actual de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner y adhiere a la idea de una lucha popular. Con mas de 70 miles de afiliados, es una agrupación importante en el norte del país, y representa uno de los movimientos indigenistas mas importantes en la Argentina. (Información del sitio web de la Organización Barrial Tupac Amaru, http://www.tupacamaru.org.ar/)