By Costanza Maio
Pedro Páramo, de Juan Rulfo, explora sutilmente la tumultuosa historia contemporánea de México, su país de origen. La novela trata de una ciudad llena de fantasmas y narra los pensamientos y las alucinaciones tanto de seres vivos como de seres muertos. Estructuralmente, Rulfo se mueve con fluidez entre el pasado y el presente, así que Pedro Páramo se desarrolla en fragmentos, con personajes principales diferentes y estilos literarios alternantes. Más que nada, el autor trasmite sus sentimientos de desencanto con las reformas sociales mexicanas resultantes de la Revolución Mexicana (1910-1917), sugiriendo una crisis constante que se debate en varios planos, entre los que figura fuertemente la crisis de identidad religiosa.
Esta crisis religiosa se despliega en la inutilidad de los personajes religiosos y su doble identidad, como por ejemplo con el padre Rentería, quien por un lado, en público, enfatiza su posición superior y su sabiduría religiosa, pero en el espacio privado, se demuestra empático y lejano de su fe. Sin embargo, las dos partes contrapuestas terminan con la misma insinuación del papel inútil del padre en la sociedad. El comentario de Rulfo aborda la función de la Iglesia católica en el contexto histórico de México, imbricada simbólicamente en la cultura mexicana desde la conquista española, y particularmente visible como problema durante la Revolución Mexicana y la guerra Cristera subsiguiente. La declaración en 1917 de la separación del Estado y la Iglesia católica en la nueva constitución mexicana provocó la Guerra Cristera, donde los campesinos católicos empezaron a protestar violentamente contra la nueva ley y lo que ellos interpretaban como el control invasor del gobierno, de la burguesía urbana y de las fuerzas de otros países extranjeros (Hart 367-347).
Rulfo utiliza la religión católica para interpretar este momento histórico a base de una serie de cuestionamientos, como por ejemplo cuando el padre Rentería se interroga después de conversar con María Dyada, la hermana de Eduviges, la residente de Comala que se suicidó. Cuando trabaja en público, el padre está en una posición de superioridad, tanto de capacidades como de inteligencia. Su identidad pública se define a base de una elaboración de una fuerte distancia entre el padre y la gente que lo necesita. En el fragmento que consideramos aquí, se contraponen dos momentos: en un plano vemos al padre, acostado solo en su cuarto, en estado de reflexión; en otro plano vemos cómo narra la memoria de su encuentro durante el día con María Dyada, donde le dice a ella que no puede salvar a Eduviges porque el suicido está contra los mandados de Dios. La relación entre María y el padre, por ejemplo, es como aquella de una abogada frente a un juez frío que ha decidido negar la petición antes de que la conversación empezara. Como abogada, María defiende a su hermana con el pathos, presentándola como una víctima: “Abusaron de su hospitalidad […] Murió retorcida por la sangre que la ahogaba” (Rulfo 91-92). Sin embargo, el padre, apropiándose de su posición como juez distante y poderoso, responde con sentencias breves, sin vacilar y con referencia a las leyes de Dios: “Pero ella se suicidó. Obró contra la mano de Dio […] Falló a última hora” (Rulfo 91-92). Las réplicas negativas del padre lo mantienen lejos de María y establecen su autoridad. Además, él duda las contestaciones de María, diciendo que Eduviges “Tal vez rez[aba] mucho” (Rulfo 92), como si fuera falso. De esa manera, el padre intenta echarle la culpa a Eduviges en vez de examinar a aquéllos que la llevaron al suicidio. A través del padre, quien se centra públicamente en su posición como intérprete y portavoz de Dios, Rulfo representa a la iglesia católica como una institución rígida, incapaz de cumplir su objetivos con la humanidad.
Esta figura del padre está contrapuesta con su carácter en su cuarto durante la noche. Rulfo juega con nuestra interpretación de la realidad y la ilusión: como si le hubiera quitado la máscara, en este segundo momento el padre es empático, se siente confundido y débil, mientras que antes había sido frío, obstinado y decidido frente a María. Rulfo consigue esta percepción a través de su construcción del entorno y de la conciencia del padre. El escenario descrito al principio de la noche y del cuarto, indicadores de un momento de privacidad, reflejan como un espejo la mente preocupada del padre. La noche y la casa no trasmiten tranquilidad; por el contrario, revelan una fuerte agitación. Al anochecer, en el cielo hay “estrellas fugaces […] Llovían estrellas” (Rulfo 91-92), dando la impresión de una perturbación. En el cuarto del padre, el acto de dormir no se puede cumplir, ya que él “se revolcaba en su cama” (Rulfo 91). Es decir, el espacio privado está turbado, informando entonces el lector de una ansiedad secreta que revela la otra identidad del padre.
En esta parte de la novela, Rulfo deja al lector observar el fluir de conciencia del padre Rentería, quien está destrozado por varias sensaciones de conflicto interno. Mientras su carácter delante de María lo pone en una posición de juez, ahora Rulfo lo pinta como una víctima de su propio error. El primer pensamiento que le pasa por la cabeza es una profunda noción de culpa, razonando que “todo esto que sucede es por mi culpa” (Rulfo 91). En la reflexión que sigue, insiste que ha cometido un fallo y tiene una responsabilidad hacia los otros – “Mi culpa […] He traicionado a aquellos que me quieren” (Rulfo 91) – que es un contraste chocante con la manera superior y fría del padre delante María. Ahora el padre es empático y piensa en la imagen de “la mirada de María Dyada” (Rulfo 91), provocando emociones fuertes, en vez de la racionalidad y la distancia que demostró cuando estaba hablando con ella.
Al mismo tiempo, el personaje presenta evidencia de sentirse sometido al miedo y a la economía, aspecto que complica aún más la relación entre el espacio privado y público de este representante de la religión. A solas, el padre no emite su poder; por el contrario, ahora se confiesa a sí mismo que siente el “temor de ofender a quienes me sostienen. Porque ésta es la verdad […] las oraciones no llenan el estómago” (Rulfo 91). Las decisiones del padre no son motivadas por sus creencias religiosas sino por su avaricia, lo que aleja al padre aún más de la posición superior que mostraba frente a María. La Iglesia católica revela aquí no su posible vínculo con la divinidad, sino su relación con el dinero y los sistemas económicos. La palabra “verdad” se carga entonces aquí de ironía, se desestabiliza para revelar todos los espacios por donde transita y pierde su significado.
El desafío del autor de distinguir entre lo verdadero y lo percibido es ampliado además en la duda que muestra el padre sobre el papel de la Iglesia católica y su propia función. En cada caso, el lector entiende la incertidumbre del padre por su uso de interrogaciones retóricas. Sobre la Iglesia católica, el padre trata de entender el objetivo de tener fe – “¿La ganancia del Cielo? ¿O la purificación de sus almas?” (Rulfo 91) – pero no logra reconciliar sus suposiciones con lo que acaba de pasar con María: “Y para qué purifican su alma, si en el último momento…” (Rulfo 91). La meta de la religión católica debería ser la salvación, pero el padre no puede sostener esta razón. Sabe ‘la verdad’: que la salvación cuesta dinero y se la niega a los pobres como María.
De esta manera, la confusión del padre Rentería sobre el papel de la Iglesia católica está en oposición con su propio trabajo. Como padre, debería ser la voz de Dios, pero reflexionando sobre el hecho de haber negado la petición de María – “Qué le costaba a él perdonar, cuando era tan fácil decir una palabra o dos, o cien palabras” (Rulfo 92), se revela que bajo las apariencias, hay un conflicto interior. Le cuesta caro perdonar si está pensando en el dinero, pero no le costaría nada si no tuviera este peso financiero sobre sus espaldas. Sin embargo, el problema no es simplemente la presión exterior que siente, sino que él mismo está implicado también. El padre se pregunta “¿Qué sabía él del Cielo y del Infierno?” (Rulfo 92), y así contradice su propia función. Aunque antes, con María, había dado la impresión de estar seguro de las leyes de Dios, ahora parece sugerir que la verdad es que entiende poco. De repente, especifica que sabe aclarar esta frase los nombres de los santos – “Había un catálogo” (Rulfo 92) – pero no es bastante para tranquilizarlo. Se da cuenta que está “repasando una hilera de santos como si estuviera viendo saltar cabras” (Rulfo 92), un acto del autor para insinuar con ironía que el padre – y entonces la Iglesia católica – están convirtiendo su trabajo espiritual en algo material, dos intenciones que no se pueden reconciliar.
No obstante la oposición entre las dos identidades del padre Rentería, tienen una similitud: la idea de la inutilidad. Cuando está solo, el padre propone tantas preguntas pero no es capaz de dar respuestas. Está reducido a describir la tierra como una “valle de lágrimas” (Rulfo 93), una renuncia a su existencia impotente. Lo mismo ocurre con María, donde primero dirige la responsabilidad de cumplir la petición de María a los sacerdotes, y luego se queda en un último consejo: “Dejemos las cosas como están. Esperemos en Dios” (Rulfo 92). Son palabras vacías las suyas, que en realidad no ayudan a María y enfatizan la espera pasiva en vez de una acción activa. Este última conclusión comprende su crítica total de la Guerra Cristera y otros movimientos mexicanos de manifestaciones religiosas: a pesar de las varias interpretaciones del conflicto entre el gobierno y la Iglesia católica, al fin y al cabo, es una lucha fútil porque los dos estarán siempre liados por cuestiones de dinero y poder.
En general, en este fragmento de Pedro Páramo, Rulfo pone en evidencia una crisis de identidad profunda dentro de la religión católica en México durante ese periodo. Después de haber revelado la contradicción, Rulfo deja al lector con la idea que la función del padre y entonces de la Iglesia católica es inútil: la crisis de identidad no se resolverá y la separación del Estado y la Iglesia no es real y no resolverá el problema.
Bibliography
Hart, John M. Revolutionary Mexico: The Coming and Process of the Mexican Revolution. Berkeley: University of California, 1987. Print.
Rulfo, Juan, and José Carlos González Boixo. Pedro Páramo. 24th ed. Madrid: Ed. Cátedra, 1983. Print.