Lourdes Dávila y Mariana Martínez Pazzi
Nuestra lucha entonces ha de comenzar con la re-apropiación de nuestro cuerpo,
la re-evaluación y re-descubrimiento de su capacidad para resistir, y la expansión y celebración
de sus potencias, individuales y colectivas. La danza es central a esta reapropiación.
En esencia, el acto de danzar es una exploración e invención de lo que un cuerpo puede hacer:
sus capacidades, sus lenguajes, sus articulaciones de los esfuerzos de nuestro ser.
He llegado a creer que hay una filosofía en la danza, pues la danza imita los procesos
por los que nos relacionamos con el mundo, conectamos con otros cuerpos,
nos transformamos a nosotros mismos y al espacio a nuestro alrededor.
Silvia Federici, “En alabanza al cuerpo danzante”.
En 2015, Silvia Federici publicó “In Praise of the Dancing Body” (A Beautiful Resistance: Everything We Already Are), texto mínimo y complejo que articula la intersección del movimiento de la danza con una lectura política de los cuerpos en la historia. La articulación danza-política, como veremos en los textos de Mark Franko y Michelle Clayton para este número 15 de Esferas, tiene, desde la danza, una larga historia crítica. “En alabanza al cuerpo danzante” es clave para nuestro número no tan solo porque se origina desde el campo de las teorías feministas (conocemos a Federici particularmente por su texto de 2004, Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria) sino porque resume los puntos esenciales del activismo feminista más reciente y, al hacerlo, coloca a la danza en su centro.
Fue este eje conceptual el que dio origen al número 15 de Esferas: Movimiento~Movimientos/Movement~Movements. Comenzamos el dossier con la transcripción de la conversación entre la crítica y activista argentina Verónica Gago y Silvia Federici realizada en la primavera de 2023, cuando Gago estuvo en NYU como Andrés Bello Chair del KJCC. Titulada “¿Qué significa reencantar el mundo hoy?: una conversación entre Silvia Federici y Verónica Gago”, la conversación no habla de la danza (aunque sí finaliza con una alusión a la performance de protesta Un violador en tu camino, creada en 2019 por el colectivo feminista chileno LASTESIS). Y sin embargo, va proponiendo cada una de las apuestas presentes de forma condensada en el texto de Federici citado más arriba. Max Weber, nos dice Federici en la conversación, “hablaba de que el capitalismo desencanta el mundo porque introduce una especie de racionalidad burocrática en el proceso de toda relación social”. Si el capitalismo ha “desencantado” nuestra relación con la naturaleza, les otres y nuestros propios cuerpos, tratando de transformar nuestras “energías y poderes corporales” en mera “fuerza de trabajo” y reprimiendo aquellos aspectos de la materialidad humana que exceden la lógica productivista, el proceso de reencantar debe de comenzar con un “tipo particular de conocimiento” (y aquí Federici nos dirige a la palabra magia, del griego mageia, es decir, “conocimiento”) constituido como relación con nuestro propio cuerpo y “observando nuestra relación cotidiana con otras personas”. Restituir esa relación, con nuestro cuerpo, con les otres, nos lleva a nuevas prácticas activistas contemporáneas de resistencia, movilización y trabajo colectivo. Como nos dice Gago al principio de la conversación, “Silvia nos comparte un método, una comprensión histórica y una orientación política” que apuntan a la radicalidad y ampliación de los movimientos feministas, que asumen un trabajo colectivo y que apuestan a “una militancia gozosa” que incluya, en las palabras de Federici, un “comprometerse con alguna forma de transformación social y mejora en la vida cotidiana.” ¿Cómo podemos pensar desde ahí en los movimientos (feministas) del presente? ¿Qué lugar ocupan los proyectos estéticos dentro de esos movimientos? ¿Hasta dónde puede (re)instituirse en ellos, articularse en ellos, la danza y el movimiento del cuerpo como método de conocimiento, relación, resistencia y orientación política? A lo largo de toda nuestra revista late una búsqueda común por recuperar el movimiento como fuente de conocimiento, agencia y transformación social. Es en este horizonte de “reencantamiento” donde cobra sentido la diversidad de aproximaciones que este dossier despliega. Tal como argumenta Silvia Federici, el cuerpo en movimiento es un “terreno de resistencia”, donde la capacidad de automoción se vuelve inseparable de las luchas por la autonomía y la autodeterminación. En este sentido, el movimiento funciona como un lenguaje que articula demandas, construye identidades colectivas y desafía estructuras de poder.
De ahí el lugar de la foto de la portada del fotógrafo Humberto Brito para este número. Se trata de un momento de Pérola Sem Rapariga (Perla sin niña-2023), inspirada en la lectura de Voyage of the Sable Venus and Other Poems de Robin Coste Lewis y el archivo fotográfico de Alberto Henschel, con la intervención visual del artista Kiluanji Kia Henda. La foto muestra un momento de la puesta en escena de los textos de Djaimilia Pereira de Almeida bajo la dirección y escenificación de Zia Zoares. ¿Cómo pensar en la historia del cuerpo, su explotación, sus movimientos, sus representaciones? ¿Cómo definir, cómo hacer visible los gestos y procesos históricos que existen entre una imagen fotográfica y su pie de foto? La exposición explora “la vida de un gesto, la historia de una mirada y la profundidad de una carcajada”, revelando cómo el movimiento del cuerpo puede desafiar y transformar las formas opresivas de representación. Al instalar signos del apocalipsis en el espacio escénico, Kia Henda crea una tensión entre lo visible y lo invisible, sugiriendo que el movimiento tiene el poder de hacer visible lo que ha sido silenciado o borrado. La risa, en particular, como nos dice Djaimilia Pereira de Almeida, emerge como un acto de resistencia y liberación, capaz de “engullir” a quien observa y escapar a su mirada. Pérola Sem Rapariga, nos dice Pereira de Almeida, nos invita a sumergirnos en el movimiento de la risa y a despertar del otro lado, transformados por su poder subversivo. Esta imagen sirve como punto de partida para el presente dossier, que explora las múltiples articulaciones del movimiento, desde lo político hasta lo estético, y observa cómo los cuerpos en movimiento(s) pueden desafiar y reconfigurar las estructuras de poder. Los diversos movimientos explorados en este dossier
–desde la danza hasta la organización de colectividades o la protesta– tienen el potencial de “hacer temblar la tierra” y “agrietar el fondo del mar”, abriendo nuevas posibilidades para la resistencia y la transformación social.
El portafolio fotográfico de Humberto Brito para Esferas responde a otra intervención comunitaria artístico-literaria de Brito con Djaimilia Pereira de Almeida. Las fotografías forman parte de la muestra final de una residencia de palabras, cuerpos, diarios, fotos, a las afueras del pueblo costero de Setúbal, en la escuela secundaria Lima de Freitas. Nos dice Brito:
They had been placed here by the system as a safety measure, creating a daily distance between their bodies and their residence. It was also clear after a while that sometimes they lied (more often than not, to themselves), that there were episodes of closeness followed by episodes of defensiveness, that there was vulnerability and tension, a dimming of their eyes, that between sessions something serious had happened that altered our connection.
Cuerpos vulnerables, en continuo movimiento, estableciendo y volviendo a establecer relaciones y rupturas, y la fotografía como posible huella de una serie de momentos, de encuentros. Esa relación entre imagen fotográfica y el cuerpo en movimiento es la base también del proyecto de Djaimilia Pereira de Almeida, Sennhauserweg, basado en los viajes del padre de Pereira de Almeida por el desierto de Sahara en los años setenta. ¿Dónde comienza y termina un cuerpo, un territorio, una experiencia, en estos collages de viaje donde un cuerpo es y no es un cuerpo, está y no está en movimiento?
La magnitud teórica que implica pensar entre el movimiento de los cuerpos y los movimientos políticos plantea una dificultad básica sobre cómo ordenar y presentar los artículos contenidos en este número. Algunos se desprenden directamente de las teorizaciones examinadas en la conversación entre Federici y Gago, como el de Camila Valle, “Nos tenemos entre nosotres: aborto autogestionado, formas de saber y legado de cuidados”, que realiza un análisis histórico del lugar de la colectividad y las redes de cuidado dentro de la autonomía corporal y el aborto autogestionado. Patricia González, en su “Territorios del conocimiento y archivos del cuerpo trans en Cartografía de un fragmento de la historia (Argelia Bravo)”, analiza la obra de Argelia Bravo a partir de la comprensión del cuerpo como un territorio donde se inscribe la violencia del estado y donde sus cicatrices evidencian la historia de las tensiones que surgen a partir de la institucionalización de los conceptos de ciudadanía, familia y comunidad. Seamus Hogan une el movimiento feminista con el movimiento de la danza al hacer una lectura sobre la performance Un violador en tu camino de LASTESIS como “danza de la desobediencia”. En respuesta a las teorías de Andrew Hewitt explicitadas en Social Choreography. Ideology and Performance in Dance and Everyday Movement, Hogan utiliza el ejemplo de LASTESIS para sostener que “la continuidad del cuerpo entre el trabajo y la danza, entre la coreografía social y la coreografía “real” es tan consciente y explícita como la continuidad del espacio que ocupa”.
Una pregunta básica en la conversación entre Gago y Federici que se repitió también en la conversación más reciente entre Silvia Federici, Gayatri Chakravorty Spivak y Hortense Spillers (“A Global Feminist Critique of Capital: Reflecting on Fanon, Federici, Spillers, and Spivak” –NYU, 29 de marzo de 2024), giró en torno al desarrollo de un posible feminismo internacional y la crítica global del capitalismo. En la conversación de 2023 entre Gago y Federici, Gago observa cómo “una experiencia extraordinaria en la protesta y las movilizaciones feministas ha sido pasar por este sentimiento de internacionalismo, de transnacionalismo, que se traduce en una capacidad de conectar y producir proximidad entre diferentes geografías y diferentes luchas”. Federici responde:
Necesitamos lo local. No estoy en contra de lo local; al contrario, lo local es la base. El conocimiento más profundo que tenemos está en lo local. Pero necesitamos lo internacional porque el capitalismo es internacional, porque las formas de explotación también lo son, porque son las mismas personas quienes están organizando el trabajo y el uso de los recursos, y lo están haciendo internacionalmente. Es muy importante insistir en que no tenemos modelos de una sociedad futura que tengan que ser universales o generales, ni mucho menos. Son muy diferentes las historias culturales, las trayectorias en cada lugar.
Esta tensión entre la posible fuerza internacional y las diversas situaciones locales se repitió en la conversación del 29 de marzo, cuando Spivak subrayó la imposibilidad de establecer una crítica globalista del capitalismo. No existe un sujeto “global”, nos dicen las tres pensadoras, pero sí existe una necesidad de construir puentes. ¿Cómo se experimenta(n) entonces el(los) movimientos en su expansión y circulación internacional? El artículo de Michelle Clayton, “Dance as a Contact Zone”, toma como punto de partida el trabajo de Mary Louise Pratt de las zonas de contacto (“Arts of the Contact Zone”) y, siguiendo la circulación internacional de tres bailarinas a principios del siglo XX (Antonia Mercé, Anna Pavlova, Tórtola Valencia), piensa en la circulación de ideas, movimientos y prácticas para revelar lo que la danza hace y hace visible en el movimiento del cuerpo, sus giras y giros por el continente americano y el proceso de inscripciones locales y borraduras que resultan de esas experiencias. Clayton observa un doble eje por el cual estas bailarinas concretas se convierten en reflexión abstracta al tiempo que adquieren modulaciones situadas en cada región latinoamericana que visitan, produciendo una fricción generativa entre los cuerpos materiales móviles y los públicos activos situados que responden a las especificidades de la cultura intelectual. Por su parte, Ellie Dillon trabaja la intersección entre danza y política de forma posicionada en “Breaking the System through Movement”, donde explora la danza como activismo feminista en Trinidad y Tobago y entre las mujeres Uyghur en China. En espacios dominados por inestabilidad política y sujeción de los cuerpos femeninos, la danza tiene la capacidad, nos dice Dillon, de hacer de los cuerpos en movimiento territorios de resistencia.
Si vamos a establecer una relación entre el movimiento y los movimientos (es decir, entre el movimiento de la danza y los movimientos políticos) en su especificidad histórica, tendríamos que, en lugar de “localizar lo político en la danza, preguntar cómo la danza se articula con una instancia política” específica. Esta es la apuesta de Mark Franko en “Hacia una teoría coreo-política de la articulación”, traducción al español de “Toward a Choreo-Political Theory of Articulation” realizada por Edgardo Núñez Caballero para Esferas. Franko concluye enfatizando el carácter independiente de la historia de la danza, que lo lleva a inferir que la articulación de la danza con la política es coyuntural, en lugar de homogénea, constante, invariable y continua:
[…] es decir, no es simplemente un reflejo de fenómenos sociales y artísticos heterogéneos ni existe en el vacío: existe, como diría Althusser, en una temporalidad diferencial. Tiene su propio tiempo de desarrollo histórico y debe ser considerado en relación con este desarrollo como tal, que existe, ante todo, como discurso en relación con su propio pasado.
“Abrir el “ya”. Movimiento y fuga en ¡Que viva la música! de Andrés Caicedo” parte justamente de la posibilidad de establecer una lectura coyuntural entre las prácticas del baile, la política y la historia tal y como quedan plasmadas en la literatura latinoamericana. El trabajo observa “la tendencia particular que tiene la narrativa latinoamericana para volcarse al baile y al movimiento como forma de enfrentarse a determinados momentos y procesos histórico-políticos” y se enfoca en los “lugares en la narrativa latinoamericana donde el cuerpo, frente al tiempo, se juega a través del baile y el movimiento”. Esto “puede aprovecharse para leer momentos claves del sujeto en su devenir histórico” –en este caso, para realizar una lectura del baile en la novela de Caicedo ¡Que viva la música! en comparación con la novela de Alejo Carpentier, Consagración de la primavera. “Disparas contra tu pasado: danza, dinamismo y movimiento político, estético y temporal de Soy Cuba” plantea una articulación similar; Seamus Hogan, el autor, utiliza el texto de Giorgio Agamben “Movimiento”para realizar una conexión metafórica entre el movimiento del paisaje, el movimiento político y el movimiento a través del tiempo como eje discursivo de la película.
Nos dice Federici en “Alabanza al cuerpo danzante” que “[d]e la danza aprendemos que la materia no es estúpida, no es ciega, no es mecánica, sino que tiene ritmos, tiene lenguaje, y es auto-activada y auto-organizante”. El ensayo “Yesenia Selier o el saber en movimiento” rinde homenaje a la bailarina, educadora, investigadora y activista afrocubana Yesenia Selier, explorando cómo su vida y obra encarnaron esa noción del movimiento en múltiples sentidos. Desde su infancia inmersa en la naturaleza y las danzas afrocubanas, pasando por su formación en psicología y su pasión por el baile como forma de conocimiento, hasta su emigración a Estados Unidos y su incansable activismo, la trayectoria de Selier se presenta como un perpetuo movimiento físico, intelectual y político. Su baile, nutrido por su profundo conocimiento de las religiones afrocubanas, se convierte en “saber en movimiento”, mientras que sus investigaciones y proyectos artísticos buscan desafiar las representaciones estereotipadas de la negritud y reclamar un espacio propio para la autorepresentación. El texto de Del Risco captura la energía vital de Selier y su capacidad para crear comunidades y conexiones entre mundos diversos, al tiempo que lamenta su trágica y prematura muerte. En su incesante movimiento y su compromiso con la igualdad y la libertad, la figura de Yesenia Selier resuena poderosamente con el tema del dossier. Y en “Disfraces rebeldes”, Amanda Dorval realiza una investigación, basada en la práctica textil y fotográfica, de las relaciones posibles entre la cultura de los vejigantes y el Islam en Puerto Rico y su diáspora. Tanto en el texto de Del Risco como el de Dorval, el baile y los gestos potencian una coyuntura política entre la inscripción en los cuerpos, el saber histórico y la posibilidad de agencia en el futuro.
Además del trabajo de Ellie Dillon antes mencionado, los trabajos de Ksenia Goel, Katherine Mousseau, Catherine Yang-Dwyer y Jiawen (Wendy) Liu surgieron a partir del seminario de primer año “Gestures, Movement and Literature” dictado por Lourdes Dávila en otoño de 2023. El ensayo “The Ballet of the Cosmos” –basado en el libro de la bailarina Emily Coates y la física Sarah Demers (Physics and Dance, 2019)– ofrece una visión única de la danza como una manifestación primaria de la existencia física, trascendiendo las narrativas preconcebidas y etiquetas externas. Desde esta perspectiva filosófica, la danza se convierte en un fenómeno físico que habla por sí mismo, una expresión no mediada de la realidad física que articula la narrativa de la mecánica del universo a través del elegante lenguaje del cuerpo humano. Y sin embargo, si el movimiento es la esencia de la existencia física y su agencia, ¿qué ocurre cuando el cuerpo no tiene o pierde la capacidad de moverse? Ante la importancia de la danza y el movimiento en el arte, la historia y la política, Camila Islas, en “Manifiesto al movimiento (del cuerpo inmóvil)”, sacude nuestras convenciones fáciles sobre política y movimiento al enfrentarnos a la realidad de un cuerpo inmóvil. ¿Quién piensa en esos cuerpos? ¿Cómo ubicamos su conocimiento en nuestras historias sobre el movimiento?
Más allá del dossier, tenemos, como todos los años, los resúmenes de las tesis de honor de nuestro departamento. Sophia Moore realiza un estudio de la diáspora portuguesa en Nueva Inglaterra y el rol de los museos y los centros culturales en el mantenimiento de la cultura. Este estudio de Moore se refleja también en su artículo en portugués, “O Lugar de mulher é onde ela quiser—tocando música”. Hanahmia Lauricella utiliza estadísticas, análisis socioculturales y material primario para examinar la xenofobia que resulta de la migración de venezolanos al Perú. Paige Anderson centra su estudio en la Guerra Civil Española y las razones por las cuales grupos marginales norteamericanos participaron en la guerra. Por último, Zaskia Torres examina la historia de los falsos positivos en Colombia y el lugar de la imagen (fotográfica y fílmica) en la construcción de la historia colombiana. Publicamos en nuestro número de Esferas la entrevista que Zaskia Torres realizó con el sociólogo de Princeton Sebastián Ramírez, quien, junto con Carlos Saavedra, trabajó en la producción del libro Madres Terra. Nos pareció importante incluir aquí esta entrevista, ya que reflexiona sobre la relación del activismo con el arte y es testimonio del poder de la organización de las madres de Soacha, quienes aunaron sus fuerzas para denunciar al ejército colombiano y su práctica sistemática de asesinar a civiles inocentes, identificados falsamente como guerrilleros. La serie fotográfica incluida en el libro Madres Terra, y sus contra-archivos, forman parte de su demanda por justicia al tiempo que nos incitan a pensar en cómo el régimen estético puede producir una interrupción posible del orden policial dominante en el país.
Entre los trabajos creativos y críticos más allá del dossier destacamos el cuento de Rita Indiana, la directora de la Maestría de Escritura Creativa en el Departamento de Español y Portugués de NYU. Si el personaje de Arsenio escapa de la pobreza material, el tipo de pobreza al que se enfrenta después es la falta de moral y ética que surge cuando se es un instrumento del poder controlado por el Estado. El cuerpo aquí se revela como un campo de batalla donde se disputan sentidos y se vuelven visibles las lógicas de poder.
Desde las exploraciones filosóficas de la danza como expresión cósmica hasta las luchas políticas de los cuerpos disidentes, desde las cartografías afectivas de la migración hasta las prácticas artísticas que desafían los regímenes de representación, cada contribución nos muestra que el movimiento no es solo un objeto de estudio, sino una fuerza que puede transformar nuestra relación con nosotres mismes, con les otres y con el mundo que nos rodea. Al hacerlo, este dossier nos invita a redescubrir la magia inherente de nuestros cuerpos en movimiento y a hacer de esa magia un principio activo de conocimiento y agencia. En un momento en que las estructuras de poder buscan constantemente constreñir y colonizar nuestros cuerpos, este número de Esferas nos recuerda que el baile y los movimientos, en todas sus manifestaciones, sigue siendo un acto radical de liberación y regeneración. Al movernos juntes, al ritmo de nuestra propia música interior, podemos comenzar a tejer ese hechizo que promete reencantar el mundo y restaurar nuestra conexión vital con todo lo que nos rodea. Que estas páginas sean, pues, no solo una invitación a pensar el movimiento, sino también a vivirlo, a encarnar sus posibilidades transformadoras en cada gesto, en cada paso, en cada baile que emprendamos. Porque después de todo, es a través del movimiento que podemos no solo imaginar, sino también crear activamente un mundo más justo, más solidario y más humano. Este número de Esferas nos invita a reconocer el poder transformador del movimiento y a dejarnos mover por él en la incesante danza de la existencia.