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11 septiembre 2023 – 11 octubre 2023
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Marisa Cornejo, Alfredo Jaar, Cristóbal Lehyt, Felipe Mujica, Iván Navarro & Courtney Smith, Johanna Unzueta, Cecilia Vicuña
Han pasado casi cincuenta años desde el golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en Chile el 11 de septiembre de 1973. Incluso medio siglo después, los efectos posteriores se llevan en los cuerpos políticos e individuales de aquellos que fueron destrozados por esa ruptura violenta. Si bien los traumas a menudo exigen un enfrentamiento con el pasado, también pueden establecer un camino hacia adelante, un camino que sea transformador, constructivo e, idealmente, optimista. La exposición “Chile: Memoria y Futuro” presenta artistas cuyo trabajo refleja las largas reverberaciones históricas del golpe.
Salvador Allende fue el presidente democráticamente elegido de Chile, un socialista alineado con los movimientos de izquierda de América Latina en la década de 1960 y principios de la década de 1970. El golpe fue liderado por miembros del ejército chileno con el apoyo del Secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, y la CIA. Cuando Augusto Pinochet tomó el poder después de bombardear La Moneda (la sede del Presidente de la República de Chile), comenzó un reinado de terror que incluyó la prisión, el asesinato y el exilio de miles de chilenos. Una de las tácticas de desestabilización utilizadas fue la desaparición de más de 3,000 personas, cuyos cuerpos nunca fueron encontrados. Más tarde se reveló que muchos fueron violados y torturados y luego arrojados al océano, una técnica que se utilizaría ampliamente en Argentina, bajo su dictadura (1976-1983). El golpe chileno de 1973 fue una de las primeras demostraciones del poder combinado de lo que luego se conocería como “Operación Cóndor”, una red de terror respaldada por Estados Unidos activa en dictaduras militares sudamericanas en Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay, Brasil y Perú.
El uso de tácticas de terror también fue una manifestación de la incursión neoliberal en América Latina por parte de aquellos que se oponían a las reformas populares y las políticas de izquierda. Para los fines de esta exposición, el golpe es significativo en cuanto a que fue una de las primeras y más violentas demostraciones del poder estadounidense en América Latina (véase Guatemala en 1954 y la República Dominicana en 1963 para versiones anteriores). El proceso de desestabilización que condujo al golpe fue detallado en el libro de Naomi Klein “La Doctrina del Shock”, que describe el uso de la turbulencia económica o desastres naturales para implementar políticas económicas neoliberales que benefician cada vez a un grupo más reducido de accionistas, a menudo a expensas de las llamadas clases populares (pobres, trabajadores pobres y, en cierta medida, la clase media). En este sentido, el golpe fue una señal para los movimientos antiimperialistas de lo que enfrentarían.
Los artistas de la exposición se dividen en dos generaciones: la primera incluye a aquellos que fueron exiliados por el golpe en 1973. La segunda incluye a aquellos nacidos alrededor de la época del golpe, todos ellos viviendo en el extranjero. Lo que une a estos artistas es su enfoque continuo y activista en su trabajo. En todos los casos, estos artistas mantienen la realidad del golpe presente en su pensamiento, pero también abordan cuestiones sociales y políticas contemporáneas con una perspectiva personal, crítica y visionaria. El título, “La Memoria y el Futuro”, no pretende ser un lamento mirando hacia atrás, sino más bien un reconocimiento del pasado con una visión esperanzada del futuro.
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