Traducción de Carla Imbrogno.
*Al igual que el original en idioma alemán, la traducción no se atiene estrictamente a reglas ortográficas.
El estreno de la versión en español tuvo lugar en México en 2014 con dirección de David Gaitán. En 2015, la puesta de Gaitán sobre el texto en español fue invitada además al festival Heidelberger Stückemarkt, de Alemania. En Buenos Aires, el texto fue estrenado en el marco del Festival Europa + América 2014 con dirección de Diego Faturos y luego puesto en escena en el teatro Timbre 4 en 2015. En Santiago de Chile, la puesta se realizó en el marco del Encuentro de Dramaturgia Europea Contemporánea en Septiembre de 2015, con dirección de Heidrum Breier.
Consideraciones
—En ella habitan unos quince pensamientos a la vez
—Lo crees
—Unos quince pensamientos a la vez girando en torno de lo mismo: es injusto, es injusto, es injusto
—Acaso lo es
—el pensamiento no lo es
—el pensamiento: es injusto, es injusto
—el pensamiento no lo es per se, y es solo uno el pensamiento, no quince
—qué más quisiera ella que estar enfurecida, pero la furia sería furia consigo misma y cómo podría estar enfurecida consigo misma, tan enfurecida… la furia destructiva uno la deja dentro
—De dónde sacas eso
—es lo que le dijeron a ella, que mejor la dejara dentro porque descargarla pondría en riesgo su vida y su vida en riesgo podría tener efectivamente un desenlace fatal, y todo esto es porque las personas con semejantes historias evidencian un comportamiento autoagresivo incapaz de brotar hacia fuera, más bien brota hacia dentro, como una pequeña marca de fuego, o un juego: qué tanto puedo tajarme el antebrazo izquierdo con la mano derecha, cortes en los genitales, alfileres en los labios vaginales etc. etc., estas personas tienen años para elucubrar suficientes de estos jueguitos
—Nadie dice que lo haga, acaso un ocultamiento de los indicios
—por eso… por eso, solo se lo imagina
—una forma de encontrar satisfacción
—Hace rato que olvidó el capítulo de la satisfacción
—punciones, la sola idea de volver a rascarse y abrir una herida de dos días, evitar adrede cortarse las uñas de los pies encarnadas, cigarros encendidos rozando el sobaco, las partes íntimas: solo se lo imagina, no lo lleva a cabo, coraje le falta
—eso sería coraje
—no, quizá falta de furia suficiente consigo misma
—porque ella misma ya se ha perdonado
—puede ser que en cierto sentido se haya perdonado, es que le han dicho que debe, tiene que perdonarse, que ahora es indispensable que de una vez entienda –aunque más no sea con la cabeza– que da igual el lugar, el tiempo, cómo, qué tan duro, da igual cuál haya sido su participación, quién es o era el o la autora del hecho, da igual porque no había forma de que ella pudiera evitarlo y todos, TODOS, literalmente TODOS los adultos saben que está terminantemente prohibido hacer este tipo de cosas con menores de edad: terminantemente prohibido, y se lo han dicho y es como un mantra que ahora ella repite para sí, a diario, como un ruego a la Meca sin mirar a la Meca, lo repite para sí a diario: tengo que perdonarme, tengo perdonarme
—Y como se lo repite a diario, se lo repite frente al espejo de un probador, frente al reflejo que le devuelve la ventana del autobús cuando afuera ya es de noche, ahora lo sabe muy bien y lo saca a la luz como algo valioso, revuelve entre sus huesos craneales sacándolo afuera como un obsequio de tiempos remotos, así de extraño le resulta
—Eso de perdonarse
—obviamente, porque da igual que digan que debe perdonarse, porque no es posible llegar hasta un lugar donde la palabra PERDÓN realmente tenga sentido, hasta una superficie que sea sensible al perdón, porque aquellos que se lo insinúan buscando convencerla no saben nada de esa superficie, apenas saben reaccionar como lo han aprendido, con la mejor voluntad, y por gratitud frente a esa buena voluntad, por esa buena intención ella repite ahora su pequeño mantra
Tengo que perdonarme
Debes repetirlo mientras te lavas los dientes, mientras doblas tus soquetes, mientras pelas zanahorias, mientras te atas los cordones
—se entiende
—también le han dicho, es bueno que nos lo cuentes. Y entonces escarbaron, insistieron, querían, debían examinar las circunstancias del caso, claro que con cuidado, claro que con ternura casi, pero igual hay que indagar los hechos concretos, ir a fondo, será que esta criatura ha mentido, esta criatura está mintiendo, hay que ponderar todas esas informaciones, y toda esa indagación a la criatura no la ha perjudicado en absoluto porque al final le dijeron:
—Contarlo todo es parte del proceso de elaborarlo
—y ella asintió
—y lo contó, cuando tuvo ganas
—en lo más íntimo de sí quizá lo hayan admitido, en voz baja, sin que nadie lo escuchara realmente, que a lo mejor sentían algo de curiosidad, por ese objeto de escrutinio, dicen que no es bueno barrer el polvo bajo la alfombra, hay que sacarlo afuera para que todo esté bien
—y le hablaron de respeto y quizá, de a poco, hasta lo tuvieron
Créditos de la foto: Christian Inglize.
Montaje argentino del texto original de Katja Brunner.