Hay algo en el nombre. Si lo temporal, en singular, es aquello que dura poco, ¿de qué hablamos al hablar de temporales? Quizá sea lo que se repite una y mil veces en rebeldía, en franco rechazo a la condición efímera que le impone el diccionario a la palabra. En ocasiones la literatura es justo eso: la voluntad de que las palabras duren más allá del tiempo que le toma al ojo recorrer la línea impresa o en la pantalla.
Temporales, un concepto paradójico, dos letras al final que niegan al resto de la palabra. La terquedad de agregarle ese sentido extra, de releer, repensar, reescribir. Ya no es sólo la literatura la que podría robarse la definición sino la Maestría en Escritura Creativa misma: el lugar al que llegan diez, quince, veinte valientes cada año para agregarle letras a las palabras de otros, volverlas suyas.
Ya van diez años. Diez generaciones de escritores que han pasado por las mismas aulas de seminario de la Universidad de Nueva York, que se han quejado de los precios en la ciudad, a los que los ha dejado mal parado el metro. Diez años también de esta revista como epicentro creativo y editorial, en manos de los estudiantes y bajo la mirada atenta de Lila Zemborain, que trata de extender los brazos y recoger textos desde otras latitudes. Temporales es la fiesta que no termina, a la que invitamos a autores de nuestros países de origen, de otros países, de cualquier lado, para que participen en un esfuerzo colectivo y generoso donde uno encuentra desde poesía neobarroca hasta dramaturgia contemporánea, crónica, fragmentos de novelas inéditas.
Esta edición especial de la revista, la segunda dedicada a la celebración del décimo aniversario, está compuesta por textos que nacieron en o a partir del programa: como pavorreales, mostramos algunas de las mejores plumas que han egresado de la maestría, en el ejercicio puro de aquello que hacen mejor: literatura.
Además, esta es la edición de Temporales que estrena nuestro rediseño web; un trabajo comprometido para que la experiencia de lectura se acerque lo más posible al goce.
Desde acá, y a nombre de todos los que formamos parte de este proyecto –aunque sea, ahí sí, de forma temporal–, nuestro agradecimiento más profundo a todos los que han confiado su trabajo a la revista a lo largo de estos diez años. Y, por supuesto, gracias del mismo tamaño a quienes leen, comparten y disfrutan con cada número. A final de cuentas, esa es la única manera de vencer al tiempo.
Luis Madrigal y Laura Rojas son estudiantes del segundo año de la Maestría en Escritura Creativa en Español de NYU y editores en jefe de Temporales.