Publicamos en este número la poesía de Luis Cháves, Thaís Espaillat Ureña y César Cañedo, donde encontrarán los destellos eléctricos entre Cáncer y Capricornio, la potencia de la voz que retumba por los cielos y las pantallas de los celulares, el cuerpo que se consume y se contempla consumiendo. Hay algo de los trópicos que nos une: será la nostalgia, la contemplación de los aguaceros o el jugo de alguna fruta mordida algún día, que todavía chorrea de la memoria. El Sur Global. Aquellos hemisferios unidos por líneas invisibles, calores, desastres y distancias; disolviéndose en sus diásporas, en sus transnacionalismos. Sin embargo, nos une además el retorno a nuestros cuerpos entrópicos, al vacío del pasado, como el cantar de las ranas y los insectos nocturnos, la estática de la niñez.
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LUIS CHAVES / Costa Rica
La nieve, la electricidad
La ropa tendida
y esas nubes.
Hay un perro nuevo,
me sigue a todas partes
aquí está debajo de la mesa,
cuando llueve con truenos
se clava al piso y no lo mueve nadie.
La casa está igual
menos la cocina,
la ampliamos botando la pared de atrás.
Ahora es más moderna,
tiene mostrador de granito
como en las revistas que mandaste,
cuando mandabas cosas.
Pusimos piedras blancas en el jardín,
hacen camino hasta la puerta.
Antes de llover
o cuando ya casi oscureció
entra el olor de la albahaca.
Eso tampoco ha cambiado,
todos los días
de todos los años,
esté quién esté,
ese aroma entra apenas
a la parte de la casa
que da al jardín
como siguiendo el camino de piedras.
Entra la albahaca
luego llueve
u oscurece.
Tenemos la misma tele
aunque parezca mentira.
Anoche, por cierto,
mientras pensaba en otra cosa
en un programa pasaban
la imagen de unas torres enormes
clavadas en campos verdes
para sacar electricidad del viento.
Todas en fila, formadas,
las hélices enormes y lentas
giraban a destiempo,
perdían la sincronización.
Entonces dejé la otra cosa
y pensé en eso
un buen rato:
cómo sería ir ahí,
el silencio mecánico talvez
al pie de una torre.
Luego me quedé dormida.
Afuera pasan las nubes
en formación,
las piedras del cielo parecen,
piedras rodantes.
Va a llover
y tengo ropa tendida.
Los truenos son el sonido
de la electricidad.
Te dejo esa frase de revista
mientras el perro tiembla,
atornillado al piso.
Puede ser tu lugar
donde están esas torres,
no entendí mucho
era el canal alemán o el francés,
a mí me suenan igual.
Unas praderas extensas,
parches verdes
de gramíneas diferentes
como corrientes de agua
o manchas de diesel
que se juntan
sin mezclarse.
Cómo será tu casa,
la ruta que lleva a la puerta,
la ropa secándose en un balcón.
En la tele veo programas de lugares y viajes
como el de anoche
o uno con gente rodeada de blanco
hundida hasta las rodillas.
Luego el mismo lugar sin gente,
sin otro sonido que el tic tac interno,
el que no viene del televisor.
Daban ganas de estar ahí.
La nieve en la tele,
detrás de la electricidad,
me pregunto cosas,
tu lugar, qué pensarás
antes de que llueva
o anochezca,
cosas así pienso
hasta que me duermo.
Me sigue el perro
pero se queda afuera,
al pie de la puerta.
No entra a este sueño
como de aspas gigantes
en cámara lenta,
la nieve al otro lado
de la electricidad.
Huele a albahaca,
es de noche
o va a llover.
Cuánto pesarán,
me pregunto,
sacando la mano
por el balcón de tu casa,
los copos,
los copos de nieve,
cuánto duran en la mano.
∞
THAÍS ESPAILLAT UREÑA/ República Dominicana
Mi casa ha sido tomada
Amigo,
te escribo esto
desde el escondite
He visto dos arañas
guardando las esquinas
del techo del baño
Me han amenazado de muert
con un mensaje en macramé
Te adjunto foto:
xxxx x
x Xx
x
x x x
xx
Tengo tres sábanas escudo
encima y como quiera tiemblo
Espero este mensaje
te llegue pronto
Evito el Internet
como a mí misma
Las arañas hablan
en unos y ceros
y HTML5
Las redes,
la fibra que une
las placas tectónicas
del ciberespacio,
ya están bajo su control
Han tomado al rosado
como rehén,
prisionero de guerra,
camisa sin fuerza
Está todo perdido
Me miran de cabeza
con ojos que se repiten
y se repiten
en el microscopio,
en el microcosmos
detrás del polvo
y la cortina manchada de azul
Confío que este mensaje
servirá de bengala,
o que su completa autodestrucción
no será en vano
(Fin de la transmisión).
Sin título
Ustedes fueron
los que destruyeron todo esto
Así que no voy a ser yo
la que cosa las frutas a los árboles
La lluvia seguirá cayendo sobre la ciudad,
yo seguiré pretendiendo hablar con vehemencia
de cualquier cosa sin importancia
Como la cordillera de nubes en la ventana de la tarde
o la taza de café amarilla, demasiado llena
La música lejana,
los carros,
las alas,
los niños,
otra advertencia para el fin del mundo
A mí que no me vengan a buscar
cuando me vaya me iré yo sola
agarrándome la mano con la otra,
mirando un punto rojo en el cielo
que saldrá directo
desde mi rayo láser.
Contemplaciones copulativas de ayer y hoy
A veces no sé
si quiero tener sexo
o si sólo quiero usar mi cuerpo para algo
Me aburro a mitad de camino
no importa la calidad o el tamaño
de nada
No sé si sólo quiero ser mi cuerpo,
dejar que sea
el espacio cómodo
que otros dicen que es
Mi cuerpo alimentado con fruta
con vegetal
con carbohidrato compuesto
Mi cuerpo que odié
toda mi preadolescencia
adolescencia
joven adultez
Que todavía tengo que mirar
por más de lo recomendable
para poder decirme
que está bien que algo desborde
que está bien lo que heredé
de la maraña genética
Que realmente no importa
si veo o no a alguien parecida a mí
como objeto de deseo
para vender ropa o cerveza
En vez de tener sexo
podría jugar futbol
o correr
o nadar contracorriente
podría bailar en un concierto oscuro
podría tocarme
El problema con tocarse
es que nadie te besa
y yo no quiero una vida
donde nadie me bese
donde nadie me mire con ganas de besarme
Podría besar hasta la desintegración
porque los besos son como ideas
y en lo que las bocas hacen lo que hacen
y en lo que las manos hacen lo que hacen
yo me voy imaginando lo demás
Todo siempre me gusta más cuando está en mi cabeza
En el sexo no puedo estar en mi cabeza
porque distrae
En el sexo no me puedo distraer
porque se cierran las entradas
y me doy cuenta de que estoy desnuda
de que alguien más también lo está
arriba o abajo o al lado
y todo se me hace extraño
¿por qué estoy haciendo esto?
¿por qué me están tocando?
¿por qué me cae una gota de sudor ajena
tan de repente
en la esquina del ojo?
A mi cuerpo a veces le gusta el sexo
a veces lo agradece
pero el acto tiene que durar
lo que duran en disolverse
mis muros de contención
Nunca estoy completamente presente en ningún lugar
Mi cuerpo estará en el lugar que esté
haciendo lo que esté haciendo
y yo lo voy a mirar
y voy a ir anotando cada movimiento
y con cada palabra
me voy a alejar más del presente.
∞
CÉSAR CAÑEDO / México
CUANDO ESTOY MUY ALEGRE COMPRO FRUTA
porque es mi manera de despertarme menos solo.
La escojo con detalle y pienso
en la deliciosa golosina que son las uvas
y en lo bien que se llevan con las tardes sin lluvia.
En las vidas enganchadas de los plátanos
y en las escondidillas que juegan las semillas de sandía.
Disfruto esa función
de adorno vivo que pueden tener en ciertas mesas,
esa función de fiesta en serio,
de familia reunida que son las frutas,
porque es difícil comprar una fruta sola,
pensarla sola,
dejarla ennegrecer.
MASTURBARSE
a veces,
tiene que ver con esperar a que llamen de un nuevo trabajo,
a que el teléfono suene con el regreso de alguien,
a que el día nos alcance.
La masturbación
es como ir siempre al mismo supermercado
y pagar lo mismo todas las veces
y olvidar lo de siempre.
Monótona y segura
como el que se pone los bóxers a toda prisa
al casi ser sorprendido.
A veces es tan seca
que me recuerda a un hombre caminando por una vieja calle
en la que podría o no nevar,
en la que podría o no haber otro hombre viéndolo nevar.
Pero puede a veces
tener que ver con desmoronarse,
con hacer de uno mismo
el cansado ejercicio de deshacerse de uno mismo.
QUÉ HACE EL NIÑO
meciendo a escondidas la muñeca de su hermana,
soportando distintas fragilidades,
como si esa muñeca y el niño
juntos
tuvieran otra vida,
más respirable, más de niña.
En ese jugar a la maternidad a escala
el niño la protege
cuidándose de que nadie lo vea,
perseguido por unos dientes adultos,
por tres gritos azules
y por unos ojos que nunca parpadean.
Es como si el niño
quisiera dormir toda la angustia de su casa
arrullando a la muñeca,
como si con eso detuviera los golpes del futuro.
Como si durmiéndola
toda la tormenta del cuarto de sus padres también durmiera,
se tomara un descanso para tener sueños de niños.
Qué hace el niño,
desesperado porque no logra dormirla,
destapándose la camiseta
para amamantar a la muñeca de su hermana
con un pezón que se sueña más grande.