Simeón
A mí me daba vergüenza
el nombre que a él le daba vergüenza.
Simón, él decía a veces
Simón, decía yo,
cuando me preguntaban
pero la respuesta no era un Simón contundente:
cuando él decía Simón
cuando yo decía
aparecía un poco el sonido oculto
un poco de la persona detrás de ese sonido
pero luego se guardaba, como él se guardaba.
O yo decía Simeón con todas sus letras
para comenzar de inmediato
a contar que los niños de cuando él era niño
se reían de su nombre.
Que se mea, que se mea, decían
y él, parece
(parece y estoy segura), se quedaba callado.
Una vez su hermana quiso defenderlo
de los niños que quiebran nombres
no se llama Simeón, les gritó enojada.
Se llama, se llama
se llama Chintungo.
La última vez que fui a Las Cruces
un viejo que leía el diario al lado de un montón de leña
se acercó a nosotros y le palmeó la espalda
qué bueno verte Chintungo, le dijo.
1 de noviembre
Nos montaban en el auto para llevarnos a la costa.
A ver quién ve primero el mar, desafiaban.
Entonces una gritaba, ahí está, yo vi el mar, yo gané
y la otra alegaba desventajas
de altura, de edad, de ubicación dentro del auto.
Y luego estaba el puesto de lechugas y el caminito por el que salíamos
de la carretera hacia el cerro, suspendiendo el mar.
Así llegábamos a la tumba blanca de la Ana que no conocimos
una tumba con un cerrito de cemento hinchado
que jugábamos a saltar o que recorríamos corriendo
siguiendo la grieta que separaba su cuerpo
de los otros cuerpos sin nombre.
No salten arriba de los muertos, nos decían
mientras Chintungo y la Alconda traían agua del estero
para limpiar la piedra, el nombre, las fechas,
lavándole la cara a una Ana muy dormida.
Mi hermana y yo dejábamos los saltos para inspeccionar los baldes
buscábamos renacuajos que luego abandonaríamos en la tierra caliente.
El mar no se veía desde ahí, pero podíamos oler la sal.
Marca de nacimiento
Ya no los hacen así, dice mientras instala el proyector
y nos manda a apagar luces, a sentarnos, a callarnos.
Entonces aparecen los dientes
de Chintungo
de la Alconda
mis dientes
dientes grandes como firmas
diente por diente de la misma sangre.
Imagen: Juan José Richards