Striptease
Conversación telefónica. Una Mujer, un Hombre y un Bebé.
En el pasado.
MUJER: Hola.
HOMBRE: Hola.
MUJER: Hola.
HOMBRE: Soy yo.
MUJER: …
HOMBRE: ¿Estabas durmiendo?
MUJER: Más o menos.
HOMBRE: Perdón.
MUJER: ¿Por qué?
HOMBRE: ¿Por llamarte? ¿Estás sola?
MUJER: …
HOMBRE: No puedo dormir.
MUJER: Leé un libro.
HOMBRE: No puedo leer, no puedo dormir, no puedo respirar. Cierro los ojos y veo carteles de neón
que dicen: “COMPRE UNA CASA, UN BEBÉ Y UN AUTO Y SEA FELIZ…” Es como si mi cabeza
fuera una máquina repleta de frases de la publicidad, de la televisión, de otras personas…
MUJER: Mi madre me decía que cuando no podía dormir tenía que tratar de pensar en algo que me gustara hacer y yo pensaba que nadaba hasta que me quedaba dormida…
HOMBRE: Odio nadar.
MUJER: …
HOMBRE: ¿No me vas a decir nada?
MUJER: No sé qué decir.
HOMBRE: Siempre parece que estuvieras adentro de un frasco. Nunca sé lo que estás pensando.
El Bebé respira. Su corazón es la banda sonora del mundo.
MUJER: Pensaba en el bebé, ¿por qué lloran los bebés?
HOMBRE: Porque tienen hambre, sueño o están tristes…
MUJER: Los bebés no lloran porque están tristes, lloran para decir algo. Y yo a veces no entiendo qué
es lo que me quiere decir.
HOMBRE: ¿Puedo ir a visitarlo?
MUJER: Son las dos de la mañana.
HOMBRE: ¿Qué está haciendo?
MUJER: Está tomando leche sentado en la cuna. Ahora se levantó y se puso la mano en la oreja. Ahora mueve la cabeza hacia el costado como si estuviera pensando algo. . .
HOMBRE: ¿Y no duerme?
MUJER: Ahora no, después va a dormir. Cuando duerme hace ruidos con la boca. A veces creo que sueña conmigo o con partes de mí: mi ombligo, el borde de una teta, mi pelo. Otras veces, me parece que debe tener sueños abstractos como nubes, colores, fórmulas matemáticas.
HOMBRE: Yo creo que los bebés deben soñar con Dios.
MUJER: ¿Porque lo vieron antes de venir al mundo?
HOMBRE: No, porque Dios está adentro de todos los bebés hasta que empiezan a hablar.
MUJER: ¿Y después?
HOMBRE: En el momento preciso en que dicen la primera palabra, Dios sale de su cuerpo y los abandona para siempre …
MUJER: Yo lo miro y no lo entiendo, es como una hoja en blanco, Ayer cuando lo bañaba, hundió la cabeza debajo del agua por largo rato… ¿Vos creés que los bebés se pueden suicidar?
HOMBRE: …
MUJER: ¿Estás ahí?
HOMBRE: Sí…
MUJER: ¿Te aburre que te hable del bebé?
HOMBRE: Necesito ir a verte.
MUJER: No me parece.
HOMBRE: Estás con alguien.
MUJER: Voy a cortar.
El Bebé pestañea y estira los brazos y emite pequeños gritos.
HOMBRE: Hoy a la mañana, cuando me desperté, tuve la sensación de que estabas en la cama. Yo estaba durmiendo de costado y sentí el peso de tu cuerpo en el colchón detrás de mí.
MUJER: Yo varias veces soñé que vos, yo y el bebé estábamos en una nave espacial con trajes plateados.
HOMBRE: Una familia de astronautas.
MUJER: Comíamos comida en tubo de pasta de dientes, mirábamos las estrellas, apretábamos los botones de la nave; a veces la nave se rompía o faltaba el oxígeno o nos atacaban extraterrestres y el bebé con una capita y una espada nos defendía como un superhéroe.
HOMBRE: ¿Puedo ir a verte? Te prometo que me voy a portar bien.
MUJER: Es mejor hablar por teléfono.
HOMBRE: Odio el teléfono. Es un aparato inventado para mentir. Como nadie te ve, podes decir y hacer cualquier cosa.
MUJER: Yo pienso lo contrario. Uno sólo puede ser sincero por teléfono porque no tenés que mirar a los ojos. Cuando uno mira a los ojos siempre miente.
HOMBRE: ¿Qué estabas haciendo cuando llamé?
MUJER: Estaba escribiendo.
HOMBRE: ¿Qué escribías?
MUJER: Un poema.
HOMBRE: ¿Sobre qué?
MUJER: Se llama “El pony y yo”.
HOMBRE: ¿Me lo podés leer?
MUJER: No está terminado.
HOMBRE: No importa.
MUJER: Está bien.
El día que te fuiste me compré un pony
que duerme desnudo al lado de mi cama.
El pony es mi guardaespaldas
no me deja salir ni llamar por teléfono ni pedir perdón
Tengo que contar los días en la pared
y comerme mi corazón como una manzana.
HOMBRE: ¿Como qué?
MUJER: Como una manzana.
HOMBRE: ¿Quién es el pony? ¿Estás fumando?
MUJER: ¿Cómo te das cuenta?
HOMBRE: Por tu respiración, es distinta. ¿Volviste a fumar?
MUJER: Fumo un par de cigarrillos a la noche. A espaldas del bebé, cuando duerme.
HOMBRE: Yo no creo que a él le importe.
MUJER: No quiero que vea humo saliendo de su madre, como una casa que se incendia.
HOMBRE: Hay personas que se embellecen y otras que se vuelven horribles cuando fuman. Siempre que te veo fumar pienso que hay algo muy artificial en tu forma de fumar, como si estuvieras posando.
MUJER: No estoy posando. No sé. Fumo como me sale.
HOMBRE: Fumás como una adolescente.
MUJER: A vos sólo te gustan las adolescentes, sobre todo tus alumnas.
HOMBRE: No te entiendo.
MUJER: Yo te vi con una chica hace un mes.
HOMBRE: ¿Cuándo?
MUJER: Era domingo, yo salí a comprar cigarrillos y vos venías a traer al bebé. Ella tenía un jean, el pelo suelto y llevaba al bebé en los brazos como si fuera un animal doméstico.
HOMBRE: A ella le gustaba el bebé.
MUJER: Supongo que a todo el mundo le gusta pasear a los bebés ajenos.
HOMBRE: Ella te admiraba, decía que quería ser escritora como vos.
MUJER: Qué bien. Yo cuando era adolescente quería ser puta.
HOMBRE: …
MUJER: De verdad, me parecía que si uno podía elegir con quién acostarse era un trabajo perfecto. Había hecho un cálculo que si cobraba bien y trabajaba una vez por día podía dedicarme a viajar, leer. Me resultaba muy divertida la idea de coger con muchos hombres diferentes, nunca te podías cansar de eso. Todavía pienso que debe ser tan mal trabajo…
HOMBRE: No te imagino como puta.
MUJER: ¿Por qué?
HOMBRE: No sé. Me parece que las putas son como enfermeras: simpáticas, serviciales, distantes… Vos sos más temperamental…
El Bebé gatea como un robot melancólico.
MUJER: ¿No te acostaste con nadie mientras estábamos juntos?
HOMBRE: No voy a contestar.
MUJER: Quiero saber. Ya no estamos juntos. No me importa.
HOMBRE No…
MUJER: Estás mintiendo.
HOMBRE: Puede ser.
MUJER: Yo estuve con alguien antes de separarnos.
HOMBRE: Ya sé.
MUJER: ¿Cómo te diste cuenta?
HOMBRE: Por el olor.
MUJER: ¿Cómo por el olor? No puede ser. Siempre me bañaba antes de volver a casa.
HOMBRE: Cada persona tiene un olor personal. El tuyo para mí es como el olor de los aeropuertos. Cuando empezaste a acostarte con él tu olor cambió… Estabas enamorada.
MUJER: No sé muy bien qué es estar enamorada. Hace mucho alguien me dijo que el amor es un striptease pero no sólo te sacás la ropa, sino también los órganos: el corazón, el cerebro, el estómago…
HOMBRE: Escuchá esto. Es una canción que compuse para vos:
Voy a entrar en tu casa con un bidón de nafta.
Cuidado, voy a prenderte fuego.
Fumando un cigarrillo con mi peinado nuevo.
Estoy lista para hacer un incendio.
Voy a quemar tus libros,
voy a quemar tu ropa interior, tus cosas.
El amor es un francotirador.
El amor es un francotirador.
¿Te gusta?
El Bebé llora veinticinco segundos.
HOMBRE: ¿Qué comés?
MUJER: Una manzana.
HOMBRE: ¿Estás comiendo en la cama?
MUJER: Estoy sentada en la cama con el pelo atado, una musculosa y unas botas tejanas, ¿Y vos?
HOMBRE: Yo tengo la cabeza apoyada contra el vidrio de la ventana y tengo puesta una remera y un pantalón de jean.
MUJER: ¿Qué remera?
HOMBRE: Una con camuflaje.
MUJER: Ésa no la conozco. ¿Cuándo te la compraste?
HOMBRE: Me la regaló la adolescente.
MUJER: Me gustaba conocer tu ropa. Por eso siempre me molestaba cuando te veía con ropa nueva. Era como si no te pudiera reconocer. Ahora cuando encuentro una remera o un slip tuyo entre mis cajones me dan ganas de llorar, es como la ropa de un muerto.
HOMBRE: Yo desde que nos separamos duermo con la luz del baño prendida.
MUJER: Tenés miedo.
HOMBRE: Sí.
MUJER: Yo también tengo miedo.
HOMBRE: El miedo es de los niños, ¿no? Los adultos no deberíamos tener miedo.
MUJER: Yo cuando tengo miedo, tengo miedo como si tuviera siete años.
HOMBRE: ¿Y el bebé de qué tiene miedo?
El Bebé hace ruidos con la boca y mueve las manos.
MUJER: Dice que tiene miedo de la oscuridad… las ratas… su madre… el futuro… los aeropuertos… morir de cáncer… la guerra nuclear… los ciegos… la gente sin sentido del humor… su corazón… ella misma…
HOMBRE: ¿Vos crees que el bebé se dio cuenta de que nos separamos?
MUJER: No sé.
HOMBRE: ¿No hace nada raro desde que me fui?
MUJER: Todo lo que hace es raro. Es un bebé.
HOMBRE: Yo creo que si intenta suicidarse debe ser por eso.
MUJER: Yo no dije que tratara de suicidarse. Yo pregunté si un bebé se podía suicidar.
HOMBRE: Es lo mismo.
MUJER: No. No es lo mismo. Todo gira en torno tuyo, lo que hace el bebé. Lo que hago yo. El bebé puede tener miles de razones para suicidarse…
HOMBRE: Nunca me escuchás.
MUJER: Antes de separarnos, yo lloraba todas las noches con la cabeza debajo de la almohada y vos leías al lado mío, como si yo no existiera.
HOMBRE: Odio las personas que creen que porque lloran, todos debemos ocuparnos de ellas.
Pausa. El Bebé deja de respirar por tres segundos.
MUJER: Esta conversación no tiene sentido.
HOMBRE: No. No tiene sentido.
Pausa. El Bebé hace una respiración larga como una ola.
HOMBRE: Tengo ganas de irme a vivir a otro lugar.
MUJER: ¿Adónde?
HOMBRE: Al campo.
MUJER: El campo es muy grande, no podés decir al campo.
HOMBRE: El campo no es un lugar, es una idea. Se huye al campo para ser feliz… Me gustaría pasar horas en una sillita como un gaucho mirando el sol contra la llanura.
MUJER: No te imagino fuera de Buenos Aires. Serías el primer gaucho drogadicto de la llanura pampeana.
HOMBRE: Me drogo cuando quiero y como quiero. Por eso quiero irme al campo, para estar solo y pensando sin tanto ruido a mi alrededor.
MUJER: No vas a resistir mucho tiempo solo.
HOMBRE: Me gusta estar solo.
MUJER: No, no te gusta estar solo. Te gusta presumir. Me acuerdo una noche que te fuiste de casa diciendo que no ibas a volver nunca y a la mañana, cuando abrí la puerta para buscar el diario, te encontré durmiendo en el escalón de calle tapado con una campera.
HOMBRE: Salí dando un portazo y cuando estaba afuera, me di cuenta de que no tenía adónde ir, de que no quera ir a ningún lado. Entonces di una vuelta manzana en cámara lenta pensando en vos y cuando llegué a la puerta, me di cuenta de que no tenía las llaves. Y como no quería humillarme tocando el timbre, me dormí en el escalón, al lado de una bolsa de basura.
MUJER: ¿Estás en el baño?
HOMBRE: ¿Qué?
MUJER: Escuché agua.
HOMBRE: Estaba haciendo pis.
MUJER: No hagas eso.
HOMBRE: ¿Cuál es el problema?
MUJER: Ya no tenemos intimidad. Intimidad. Odio esa palabra. Pero no la tenemos. No podés hacer pis en frente mío.
HOMBRE: Pero no me ves.
MUJER: No importa.
HOMBRE: No tiene remedio. Ya entraste en mi intimidad que es como una cajita de fósforos. Conocés todo de mí: la forma de dormir, de mear, de comer. De eso no te vas a olvidar aunque no me veas nunca más.
El Bebé cierra los ojos.
MUJER: ¿Nunca pensaste por qué tuvimos al bebé?
HOMBRE: Porque queríamos.
MUJER: Yo no quería.
HOMBRE: Es normal tener bebés cuando pasás los treinta años.
MUJER: Yo no soy una persona madura.
HOMBRE: Yo tampoco. Por eso tuvimos un bebé, para curarnos la inmadurez.
MUJER: El bebé está pegado a mí y me sigue a todos lados como un robot melancólico.
HOMBRE: Si querés, lo puedo traer a mi casa.
MUJER: Bueno, te lo mando en un taxi.
HOMBRE: ¿Vos pensás que sos más inteligente que yo?
MUJER: Sí, puede ser.
HOMBRE: ¿Por qué?
MUJER: No sé. Es una sensación.
HOMBRE: Entonces, ¿por qué te enamoraste de mí?
MUJER: Eras pobre, ibas a todos lados en moto, te vestías mal, sabías muchos idiomas, decías que tenías un ejército de francotiradores…
HOMBRE: La primera vez que te vi tuve la sensación de que frente a vos yo era un idiota, pero no un idiota circunstancial sino un verdadero retardado mental.
MUJER: Supongo que eso es amor a primera vista.
El Bebé abre los ojos finitos como un espía.
MUJER: No sé cómo voy a resistir el verano en Buenos Aires con un bebé y un ventilador en miniatura. Siempre me pongo triste en verano. Es un momento de año donde todo está quieto. No tengo nada que hacer.
HOMBRE: Tenés al bebé. Cuando alguien tiene un bebé ya no está solo nunca más.
MUJER: Eso es mentira. Paso todo el día con el bebé pero el bebé no me habla. Cuando lo miro tengo la sensación de que es como un espejo, como si estuviera siempre mirándome a mí misma.
HOMBRE: Podrías hacer un viaje a la playa.
MUJER: No tengo dinero.
HOMBRE: Yo puedo darte algo.
MUJER: No, gracias.
HOMBRE: Yo creo que voy a aprovechar las vacaciones para operarme la rodilla. Quiero pasar el verano en un hospital. Enfermeras con tacos y buen olor, comida en bandejas, TV todo el día. Todo blanco como la felicidad. Porque si el sufrimiento es negro, la felicidad se supone que debe ser blanca.
MUJER: Puede ser.
HOMBRE: Y si la rodilla se infecta y me quedo paralítico, ¿volverías conmigo?
MUJER: …
HOMBRE: Es un chiste.
MUJER: Tengo ganas de llorar.
HOMBRE. ¿Querés que cortemos?
MUJER: No, solamente quiero llorar.
HOMBRE: Bueno.
Pausa. El Bebé mira a su madre como a un rascacielos.
MUJER: Lo estoy intentando.
HOMBRE: ¿Y?
MUJER: No puedo.
HOMBRE: …
MUJER: Hoy te mandé algo por correo.
HOMBRE: ¿Qué?
MUJER: El revólver que me regalaste. No lo quiero.
HOMBRE: ¿Por qué? Si cuando te lo regalé te pusiste muy feliz. Era Navidad, vos estabas embarazada y me dijiste que era el regalo más hermoso y extraño que puede recibir una madre.
MUJER: Desde que nos separamos, a veces tengo la sensación de que me voy a despertar como una sonámbula cuando el bebé llora sin parar y le voy a disparar.
El Bebé se ríe o algo así.
HOMBRE: Yo tengo un sueño con un revólver que se repite de manera diferente cada semana. Estoy jugando a la ruleta rusa con otras cinco personas. Hay una nena pelirroja que tiene un dado y un revólver y cuando sale el número, uno tiene que ponerse el revólver en la cabeza y disparar.
MUJER: ¿Y vos qué hacés en el sueño?
HOMBRE: Yo soy espectador pero también soy uno de los concursantes. Soy yo y no soy yo porque en el sueño tengo cincuenta años, estoy pelado y hago el papel de Don Juan.
MUJER: ¿Y te disparás con el revólver?
HOMBRE: No me dejan suicidarme porque dicen que ya estoy viejo…
MUJER: Yo no estoy en el sueño.
HOMBRE: Sí, en el sueño vos sos una mujer vestida de cowboy que canta canciones de amor.
MUJER: ¿Y me mato?
HOMBRE: A veces sí…
MUJER: …
HOMBRE: ¿Qué pasó?
MUJER: No sé. Se cortó la luz…
HOMBRE: Toda la calle está a oscuras. No hay ningún cartel, ninguna persona…
MUJER: Es la segunda vez en esta semana que se corta la luz en toda la ciudad. Seguramente mañana tampoco tengamos agua. Este verano va a ser un verano posnuclear. Sin agua, sin electricidad, la comida pudriéndose en las heladeras, las personas sucias y ciegas.
HOMBRE: ¿Y el bebé?
MUJER: Está acá, sobre mí. Su corazón hace mucho ruido, como una bomba de tiempo.
HOMBRE: Si quieren, puedo ir a buscarlos.
MUJER: Estamos bien.
El Bebé se queda dormido.
HOMBRE: Te quedaste callada.
MUJER: Tengo una sensación rara, como si hubiera estado muerta durante mucho tiempo.
HOMBRE: Pero no estás muerta.
MUJER: Ya sé qué es. Es una certeza. Por primera vez tengo una certeza. No estoy enamorada de vos.
HOMBRE: ¿Y yo?
MUJER: Vos tampoco estás enamorado de mí. Esto es el final. Es como cuando en una película la cámara se va alejando de los personajes y uno sabe que en cualquier momento va a aparecer en la pantalla la palabra “Fin” pero no quiere que pase.
HOMBRE: Voy a tratar de dormir.
MUJER: Yo también.
HOMBRE: Chau.
MUJER: Chau.
HOMBRE: Hola. ¿Todavía estás allí?
MUJER: Sí.
HOMBRE: Ya sé que voy a hacer para dormir. Voy a salir a la ciudad a oscuras, voy a ir en la moto a ciegas hasta tu casa, voy a entrar en tu cama cuando estés durmiendo, voy a dormir con vos y me voy a ir antes de que te despiertes.
MUJER: Chau.
HOMBRE: Chau.
Fin.
Las tres fueron publicadas juntas en el año 2007 por la editorial argentina Entropía.
Trailer de Striptease disponible en https://vimeo.com/47815150
Fotografía gentileza de Lola Arias. / www.lolaarias.com