Un panorama de la obra de la poeta argentina Denise León, a través de una selección de poemas de cuatro de sus libros: Poemas de Middlebury (2014), Sala de espera (2013); El trayecto de la herida (2011); y El saco de Douglas (2011).
Somos más lentos
que tu muerte
y hay que acostumbrarse:
entre mis brazos
se desliza
un largo tren
de carga
y el aire
vuelve a llenar
los espacios
donde
tu cuerpo estuvo.
Todo lo que queda
del grito
es el aliento.
Vacío mis bolsilos,
vacíos mis zapatos
y los dejo
al lado del camino.
Digo mi nombre
Digo adiós.
Una tras otra
las palabras
siguen viniendo.
Cómo se hacen las cosas
1
Las mujeres deben cubrirse el pelo cuando los hombres piadosos rezan.
Los hombres piadosos se tapan los ojos
o se cubren la cabeza con el talit cuando rezan.
Se sabe: hay gestos que se conservan y se repiten.
A los hombres piadosos los distrae el pelo de las mujeres.
2
Así se hace un ojal;
así se pega un botón;
así se hace coincidir botón con el ojal que acabas de hacer;
no se dejan cosas sucias en la pileta de la cocina (ni siquiera un rato);
así se barre un rincón y así, toda una casa;
así se sonríe a alguien que no te gusta mucho;
así se sonríe a alguien que no te gusta nada;
así se toca la fruta para saber que no está podrida o rancia.
Los verduleros son todos tramposos.
3
Necesito dormir pero el sol me despierta.
Me hice grande pero mi madre es más grande
y será siempre así.
4
Tu rostro oscuro y verde se asoma como un hacha
como un barranco
como un precipicio.
Ruega por mí.
No quiero que me toquen las mujeres que usan mi nombre en diminutivo
ni el ojo de los médicos
ni el poder de la ciencia.
Los timbres de mi voz están húmedos
y mis ojos se abren de una manera que no les conocía.
No quiero ser tocada por los sueños.
5
Abren la canilla para limpiarme el mal.
Todas las lágrimas de mi vida
vuelven a mis ojos.
Tengo que ser fiel a algo
pero no necesariamente a los hechos.
A la siesta, el aire era espeso y dulce
y entre las sillas caídas,
el río crecido
y los juncos
comienzan a reventarse los vasos de sangre más pequeños de mi nariz.
6
La vi encender las velas y cubrirse los ojos.
Vi sus manos inclinarse levemente
encantando el humo.
Vi arder las velas durante algún tiempo.
Una de las velas titiló hasta agotar su espesor
y mis ojos buscaron los restos de luz.
Vi tantas cosas y ahora no las recuerdo.
7
Fue enseñado que antes de la festividad se sacrifica ritualmente
un animal salvaje o un ave.
Las escuelas de sabios discuten aún
cómo se debe cubrir su sangre.
Todavía recuerdo la gente alrededor,
las paredes blancas de la casa
y la mirada del gallo ahogándose
lentamente
en el esfuerzo de una desesperación sin objeto.
Conozco bien su mirada de asfixia
conozco bien su mirada de sangre
conozco bien su mirada de gallo.
8
Voy de la mano de mi madre a tomar el tranvía.
Nos subimos y me quedo así,
quieta,
como un cuerpo tendido sobre un colchón,
latiendo
El tranvía hace mucho ruido y se mueve hacia los costados.
Pero este tranvía no se mueve.
9
Como un animal perseguido
que se percibe otro
en su sombra
y salta el cerco
-no por saltar
sino para estar del otro lado-
así salto las palabras
sólo para apurarlas
sólo para estar del otro lado.
Los chicos no saben.
Y no tienen por qué saber.
Esto han hecho conmigo.
Quiero gritar:
esto han hecho
con mi cuerpo.
Esto han hecho
con mis venas
que bajan flotando
-sosegadamente-
como un pájaro,
como una red
de pesca
lanzada
al mediodía.
Y la sombras
crecen
-de prisa-
en el agua:
podemos rasgarlas
pero no desaparecen.
Esto han hecho conmigo.
Quiero gritar
pero los chicos
no saben.
Luisa, 1914
yo kumplo las leyes sekretas de los muertos. Voy a toparlo. Voy a toparlo. Voy a toparlo. Miro al muro i las solombras se ajigantan komo dedos. Era enverano. Lavoro sin parar. Era enverano i mi madre me disho no te kites los chapines. Hasta las alfilercikas son biudas en esta sombrerería i kumplen las leyes sekretas de los muertos. Voy a toparlo. Kada una de las partes iguales en las que se divide el día el korazón me se apreta mientras las tijeras marmullan komo si estuvieran meldando. Adelante. Atrás. Los dedos siguen al filo. El filo sigue los dedos. Los dedos siguen los oyos. Los oyos kumplen las leyes secretas de los muertos. Este es mi precio. Voy a toparlo. Dende ke el gayo a kantado mi karne i mi gueso son piedra: la hora de la partensia se eskuende en mis labios – mansos – como perras.
yo acato las leyes secretas de los muertos. Voy a encontrarlo. Voy a encontrarlo. Voy a encontrarlo. Miro hacia la pared y las sombras se agigantan como dedos. Era verano. Trabajo sin parar. Era verano y mi madre me dijo no te quites los zapatos. Hasta las alfilercitas son viudas en esta sombrerería y acatan las leyes secretas de los muertos. Voy a encontrarlo. Cada una de las partes iguales en las que se divide el día se me aprieta el corazón mientras las tijeras murmuran como si estuvieran rezando. Adelante. Atrás. Los dedos siguen al hilo. El hilo sigue los dedos. Los dedos siguen los ojos. Los ojos acatan las leyes secretas de los muertos. Este es mi precio. Voy a encontrarlo. Desde que el gallo ha cantado mi carne y mis huesos son piedra: la hora de la partida se esconde en mis labios – mansos – como perras.