con Dani Zelko
En abril pensaba en células. Veía la textura de mi mano, el cabello oscuro de una compañera y los brotes verde y amarillo en Washingtong Square Park. Tenía en mente la movilidad de las unidades microscópicas que dejaban atrás el invierno en cada hoja, las que incrementaban en micras la extensión del pelo de mi amiga y aquellas que conformaban el tejido de mis dedos tipeando un verso. Los procesos vitales más pequeños se convirtieron en un tema cautivador para mí y pensarlos con relación al proceso de escritura lo era más todavía. Pensar el texto como un tejido, no solo desde el tejer o entrelazar palabras que sugiere la etimología, sino como un conjunto de células cuyos procesos mantienen vivo al todo, me pareció tener mucho sentido.
Recordé lo que Yolanda Acosta (La Yoli)1 contaba sobre la visión de Enrique Buenaventura respecto a las piezas de teatro. Decía que toda obra era como un cuerpo, en el que, al pinchar un dedo, la sangre que manaba de la piel lastimada era la misma que había estado en el cerebro, en el pulmón o en el intestino. Todo dentro de sí debía ser consecuente y trabajar en conjunto, tanto estética, como política y éticamente.
Como la célula, la palabra tiene partes imperceptibles que funcionan aún lejos de nuestra consciencia. Como el núcleo de ADN, con información genética transmitida de generación a generación para construir un individuo, se puede decir que la palabra tiene un núcleo semántico, siempre ligado a una lengua, una política, un contexto y una historia. Igual que la célula, que tiene una membrana que la limita, la protege y permite su relación con otras células, la palabra, como se ha señalado desde Chomsky y posteriores teóricos, pertenece a ciertos campos semánticos, pese a ser flexible y poderse relacionar con otras. También en la palabra “flotan” una serie de elementos que definen su función en el mensaje, su particularidad o su necesidad de estar o no en un enunciado; así como la célula tiene un citoplasma en el que flotan organelas: ribosomas, mitocondria, etc.
La palabra como célula era una idea, si no innovadora, atractiva. Pensaba usarla para una exposición de un curso de poesía. En ese tiempo, un lunes, durante la clase de doctorado sobre “Los mundos del precariado”, Dany Zelko había sido invitado a la Universidad de Nueva York, mi universidad, para hablar de su proyecto “Reunión” durante tres días: en la clase, en un evento y en el taller de poesía de Lila Zemborain. Contaría sobre un procedimiento en que él se sentaba a escuchar a una persona en condiciones de precariedad. Esta relataba su testimonio sobre situaciones límite, mientras él apuntaba la historia en un cuaderno versificando cada vez que la persona en cuestión respiraba2.
Asistí a todas sus participaciones y, en cada una, Zelko contó algunas anécdotas, respondió preguntas sobre la relación con sus entrevistados, discutió las decisiones formales de su libro publicado: poner en amarillo las páginas con la Reunión en que estaban escritos los testimonios de los académicos o tener su nombre en el lomo y la portada del libro. Él explicó que esto le repugnaba, pero había sido idea de su editor. Al terminar la exposición de Zelko, él realizó una lectura y los asistentes fueron invitados a comprar su libro.
Durante los tres días, anoté todo en silencio. La repetición de algunas palabras hizo palpitar mi curiosidad sobre el procedimiento de Reunión y la persona tras ella. Se me ocurrió reunirme con Dany Zelko. Quería aplicar el procedimiento con él, que él fuera quien hablara y yo escribiera sus palabras, versificando sus pausas, encontrando la puntuación en sus oraciones y determinando el espacio en blanco en sus respiraciones, juntando las células. Solo habría una diferencia: antes de que empezara a hablar, yo recitaría las palabras que, sin asentarse, habían recorrido los tres días de su asistencia: autor, anonimato, yo y testimonio. El último día de sus tres eventos, una compañera preguntó sobre el trauma y decidí añadir también esa palabra. Poco antes de la entrevista, agregaría una más: biopolítica.
La Reunión no se pudo realizar en Nueva York. Durante abril, permanecí con la idea de palabras células y continué con ella en adelante. El semestre terminó a principios de mayo y la reunión con Dany Zelko se hizo por videoconferencia; yo, desde el décimo piso de la biblioteca de NYU, y Dani Zelko, desde su casa en Argentina.
DANI ZELKO
Dame un minuto.
Voy a buscar un papel para armarme un tabaco
y empezamos.
Con tabaco se piensa más lindo.
(Ruido rasposo de papel que arma tabaco.
Fuego.
Exhalación.
Humo. Una pitada en cada espacio en blanco. Yo apunto)
De lo que te puedo hablar hoy
es de la nueva edición de reunión,
que es lo que estoy por hacer.
Voy al sur de Argentina
a trabajar con una persona
de una comunidad mapuche,
que está quedando como terrorista.
Me baso en el libro de Pilar Calveiro…
(Yo interrumpo.
Le recuerdo mi idea:
Las palabras resonantes)
¡Vos querías que yo hable con palabras!
(Asiento.
Prefiero algo menos armado. Células simples en posible proceso de mitosis antes de ser tejido)
Tengo menos armado esto que te iba a decir
que cómo pienso la biopolítica o la autoría
(Leo las palabras)
Bueno,
voy a insistir
porque en este momento
todas las capas de mi cuerpo
piensan en la próxima edición de Reunión.
Las palabras que me decís
son palabras muy grandes,
y yo elijo relacionarme con esas palabras
a través de la práctica.
Así que prefiero contarte qué estoy pensando hacer
sí
y confío que esas palabras y esas preguntas
son parte de eso.
Voy a hacer Reunión con Facundo Jones Huala,
un indígena Mapuche
que está preso por agitación y terrorismo.
Esta relación indígena-terrorista
me está quemando la cabeza.
Esa visión del terrorista como una categoría global
que es capaz de nombrar a casi cualquier otro.
La categoría de terrorista
que construyó el capitalismo global
para marcar como enemigo
a cualquier persona que interpela
el sistema político y social hegemónico,
desemboca en Argentina
para marcar a un indígena,
a un grupo de personas que practican
formas de producir y reproducir
que hace siglos interpelan al capital.
Voy a visitarlo a la carcel de Temuco,
en el sur de Chile.
Es la primera vez que visito a alguien preso.
Dicen que es muy encantador, él
un encantador de serpientes.
Esta edición se armaría con Facundo,
con Soraya, la ex vocera de Pu Lof Cushamen,
con Pilar Calveiro,
con la antropóloga Claudia Briones,
y con la abogada de Facundo,
que también es la abogada de Milagro Sala,
una presa política,
quizás la presa política emblemática
de este nuevo gobierno neoliberal.
En fin,
ese es un poco el plan
es la primera vez que empieza una edición de Reunión
y yo tengo tantas cosas pensadas de antemano:
lugares, encuentros…
que haya tantas ideas me inquieta.
Espero que el procedimiento
sea lo suficientemente lúcido,
para poder
cambiar
ajustar
y expandir
su forma de funcionar.
Me intriga.
Siento que en esta edición
hay decisiones formales de larga duración
que salen a la superficie de una forma nueva.
El otro día estaba una abogada
estaba arreglando los papeles
para que yo pueda entrar a la prisión.
Me decía, tenemos que empezar a hacer la burocracia
para concretarte la visita de periodista,
para que puedas entrar el grabador o la cámara.
Yo no soy periodista, le dije,
Mi procedimiento tiene prohibido grabar.
Solo necesito una lapicera
y unos papeles.
Ah, me dijo
si solo entrás con lapicera y papeles,
podés entrar como amigo.
Increíble.
Me encanta cuando pasan situaciones concretas
que
(pitada entre palabras)
vuelven relevantes
de distinta manera
algunas decisiones formales
que están tomadas hace mucho tiempo.
Me entusiasma también esta situación
de hacer un esfuerzo desmesurado,
en tiempo y dinero y trámites,
y entrar a esa sala
encontrarme con una persona que no conozco
y no hacer preguntas.
No hacer preguntas.
Solo entrar,
sentarse con él
y escuchar lo que le parezca importante decir.
Creo que las palabras que van a sonar
van a tener mucho jugo,
pero veremos
te contaré después.
Nunca se sabe.
Siempre es lindo reconocer entusiasmos,
tener más propósito y menos expectativas
(pitada larga de tabaco)
Me di cuenta
que en los últimos años estoy
haciendo mucho hincapié
en los enemigos del Estado.
La ley antiterrorista,
en Argentina,
se firmó como requisito para aceptar su entrada al G20
y solo se implantó para este caso:
para procesar a Facundo.
Hasta hace poco
no sabía que era la primera vez que se había implementado.
Estamos tan al sur,
es obvio que la alerta terrorista
es improbable.
Mezclar los discursos de terrorismo
con las demandas de las comunidades indígena
Me parece un montón de información,
el indígena fue el otro que marcó la nación argentina
desde sus inicios
para pensarse blanca y europea,
y ahora al indígena se lo marca como terrorista,
es el otro al cuadrado.
Cuando hablé con la vocera,
me contó que están viajando mucho,
haciendo charlas
para que la gente más joven se sume
a la lucha
a la recuperación de tierras
a la reconstrucción de su conocimiento.
Lo primero que va a pasar con esos textos:
Vamos a imprimir mil libros
para que puedan regalarle a esa gente
su voz escrita
regalarle un objeto que hablará de su lucha,
aún sin que estén presentes…
Estaba pensando en algo
y se me fue.
¡En fin!
(Estudiantes hablan a mis espaldas)
¡Cuánto ruido que hay ahí!
¡Me desconcentra!
(Fuma)
¡Me acordé!
Antes de que habláramos de los libros,
subrayo:
La vocera me dijo:
vas a sentir mucha resistencia
estamos acostumbrados a que vienen blancos
hacen libros grandes
los presentan en Buenos Aires
los venden a quinientos pesos
y después nunca vuelven
y con suerte nos dejan uno o dos libros
La misma resistencia
que vos sentís
como mapuche
hacia esa forma de trabajar
la siento yo como artista.
Yo construí mi forma de trabajar
con esa forma como anti-referente.
Le dije:
no solo voy a volver
sino que te propongo que hagamos mil libros,
y te voy a pedir que los regales
que los repartas
que los distribuyas.
Es lindo cuando el trabajo
puede escuchar las demandas,
las necesidades,
las intenciones,
de la gente que invitamos a trabajar.
Es un punto de reciprocidad clave
para que esto sea un trabajo
hecho por muchos
y que le sirva a muchos.
Igual,
si soy sincero
tengo que decir,
que lo que más, más me preocupa
es que en el sur de Argentina y Chile
en este momento
hace mucho frío
y me pregunto
si podré mover la mano lo suficientemente rápido
(café)
Espero que mi mano
como escriba
se haya gestionado
algún tipo de calefacción
(tabaco)
¿Qué decir ya?
¿Cómo te fue escribiendo?
¿Querés decirme las palabras de nuevo?
(palabras)
Estoy pensando en las dudas,
los problemas,
que pueden generar esas palabras,
en principio a mí,
y al procedimiento.
No quiero hablarte de mis certezas.
Prefiero hacer sonar mis dudas.
Si no se dicen,
las palabras se quedan mudas
en nuestra cabeza,
cuando hablamos con un otro
las palabras suenan.
Una de las dudas:
¿Cómo se construye el yo,
el sujeto
en una comunidad mapuche?
¿Cómo se piensa un yo dentro de una comunidad?
Reunión siempre escribe con una persona
y en la tapa lleva su nombre de pila.
Y eso,
que siempre fue así,
ahora lo tengo entre signos de pregunta.
Sospecho que hay una especie
de voz colectiva
en la comunidad,
una voz colectiva
que quizás se materialice
en la gente que tiene liderazgo,
pero no lo sé
todavía no entiendo cómo se materializa.
No sé si te lo estoy diciendo articulado
realmente es una duda que tengo
¿cómo entra la voz colectiva en este proyecto?
¿cómo pueden los libros incorporar
y nombrar
esa voz colectiva?
No sé,
Veremos
Es lindo porque,
uno
como escriba
escucha
a la persona,
después en la ronda de nueve sillas,
escucha
en voz alta
relatos de ciertas personas
problemáticas del mundo,
pero también
más alla de uno
el procedimiento escucha
el procedimiento aprende
reformula
insiste.
Me gustaría que mis procedimientos
tengan cada vez más escucha
unas orejas gigantes
y una piel resistente
pero permeable.
(enciende otro tabaco)
Pasó algo muy hermoso
en Nueva York cuando estuve con ustedes
que puedo aprovechar para contar.
Creo que fue el viernes,
después de encontrarnos.
No lo conté a nadie.
Una de las personas de Frontera Norte,
que se llama Valeria.
Vive en Queens.
La fui a visitar.
Valeria es una mujer que
es parte de un colectivo feminista de danza.
Cruzó como tres veces la frontera caminando.
Nuestro encuentro
fue especialmente memorable
porque tuvo un momento
en que ella empezó a llorar
como media hora.
Nos abrazamos y esperamos
y cuando terminó de llorar
contó
que fue usada como sexoservidora en México
contra su voluntad
por muchos años.
Eso no lo sabía nadie
ni sus hijas
ni sus compañeras
nadie sabía de esa violencia.
Me dijo
que todavía no estaba preparada para contarlo,
así que decidimos no imprimir su libro.
Me dijo que incluya su relato
en el libro grande
para que les sirva a otras mujeres
en otras partes del mundo.
También me dijo que su nombre verdadero era Beatriz.
Se lo había cambiado cuando llegó a Estados Unidos
porque quería dejar toda su historia atrás.
Así que esta vez
le escribí y le dije,
Vale,
¡quiero verte!
¿Querés que te lleve copias?
Y ella dijo:
Sí
ya estoy lista.
¿Querés cambiar algo?
Solo quisiera cambiar mi nombre.
Me gustaría tener unas copias con el nombre de Beatriz.
Nos juntamos en Queens,
en un café mexicano.
Ella, yo, y las chicas del colectivo feminista.
Tomamos jugo de chía y arepas.
Saco los libros,
se los doy a Vale
y ella los apoya,
y dice:
Bueno, chicas,
llegó el momento de contarles algo
que nunca me atreví
es algo tan fuerte
que no se los quiero contar yo
porque lloraría demasiado.
En estos libros van a poder leer
eso que les quiero contar
y no me animo a decir3
(Dani Zelko levanta sus pulgares
Aplaude)
Bueno
Muy bien
Se me acabó el tiempo
Gracias, estuvo lindo.
También agradezco y cierro la conversación.
Leo las palabras que le mencioné una a una, quiero saber su citología. Luego, miro mi cuaderno, la letra apenas inteligible que yo misma he escrito. Redondeo algunas a y algunas o, a veces frases enteras mientras reviso mi Reunión con Dany. Este es el conjunto de células, el tejido, el cuerpo. Lo miro antes de transcribir. Qué clase de criatura es esta. Qué clase de criaturas son los textos de Dany Zelko.
- Yolanda Acosta, actriz y directora ecutoriana, miembro del TEC (Teatro Experimental de Cali).
- https://danizelko.com
- Durante mucho tiempo dudé si publicar este momento íntimo de Beatriz, de alguien que no he visto, que no sé si confiaría en mí, que no sabía que yo era voyeur de su momento por medio de la escucha y que publicaría algo de su vida. Entonces decidí no hacerlo.