Frank A. Alonso Cintrón
Ilustración por Azul de Metileno
Titane
Julia Ducournau
Kazak Productions · 2021
108 min.
Durante un viaje reciente a la ciudad de Nueva York, en uno de esos momentos lánguidos donde no tenía mucho que hacer salvo caminar por la ciudad unas horas, cargando con una compra pesada, entré a una sala de cine en la cual estaban presentando la nueva película de la directora francesa Julia Ducournau. Llegué un poco tarde, no lo suficiente tarde para perderme el principio de la película, pero sí para sentirme desorientado al entrar a la sala oscurísima. Dicha desorientación desvaneció rápido, ya que Titane es una película que, como el acto de insertar una llave al arranque del carro y girarla mientras pisas el freno, rápido te agarra y te posiciona en una relación activa con lo que está sucediendo y con lo que ha de suceder desde ese entonces. De ahí, estuve completamente comprometido con la pantalla, sus luces y los objetivos de estas, a lo largo de los 108 minutos que duraba la cinta. Como un ser sumiso ante un fenómeno autoritario, experimenté los choques, las sacudidas, las tensiones, los consuelos y la liberación que el filme quería que yo sintiera. Desde su latigazo inicial lleno de la ultraviolencia y la sexualidad explotada, hasta sus momentos más melodramáticos y transcendentales, no había manera de no estar en el momento con esta película, de no sentir su desenvolvimiento correr por todo mi cuerpo.
Poco tiempo tras regresar del viaje, en una noche de fiesta y vino, mientras comía y platicaba acerca de 1001 cosas contingentes con una amistad, decidí hablarle de esta película. Un punto de nuestra conversación me llevó a relatarle Titane a este compañero, para el cual el cine es algo de segunda importancia a los estudios, el fútbol, el YouTube; algo a ser olvidado y hecho cuando no hay más nada. Le conté del horror del filme, de su violencia, sus explosiones sexuales con la mecánica automotriz, acompañadas de la inseminación aceitosa, de su intensidad, luego de su transformación a algo de lo más tierno y humano, con escenas llenas de momentos íntimos y personales, que exploran las intricadas conexiones entre dos seres solitarios, hasta luego culminar en un crescendo cargado de todo lo que practica la narrativa de esta obra: el bodyhorror, la transgresión, la conexión humana profunda, la transformación, la vida, la muerte y la mecánica. Tras culminar el cuento y la explicación de la película, la cual tuvo que parecer absurdamente ridícula, mi amigo solo fue capaz de responderme “No te creo.” Yeah, it’s that good.
Con esta película, Ducournau propone una historia que es tan metamórfica con los géneros que practica, como con sus personajes principales y los acontecimientos que experimentan. Esta comienza con Alexia (interpretada por Agatha Rousselle), una joven bailarina que trabaja dentro de una exhibición de automóviles. Una noche es seguida por un fanático que busca un autógrafo y un beso de ella, y esta lo asesina violentamente. Luego, la película nos presenta una escena sexual entre ella y uno de los carros sobre los cuales estaba bailando. Poco después, se revela que Alexia es una asesina en serie que ya ha matado a varias personas. Como si fuera poco, ella termina embarazada con el niño del carro, lo que provoca que mate a su propia familia y una amiga, huyendo a otro pueblo. Alexia se entera que la policía anda buscándola lo cual la lleva a cambiar su apariencia. En un baño público, Alexia se corta el pelo, cubre sus senos y su barriga crecida con un vendaje dolorosamente apretado y se rompe la nariz para que se asimile a un niño desaparecido llamado Adrien. Al concluir su transformación, se reporta con las autoridades, declarando que es Adrien. Estos llaman a su papá, un bombero llamado Vincent (interpretado por Vincent Lindon), que confirma que es su hijo. Una vez concluye esta primera parte, la película abandona su comienzo violento y grotesco, por un relato que se ancla más en los melodramas familiares, explorando la relación complicada entre un padre sumamente adolorido y una chica que no tiene con quién contar. Dicho eso, el génesis grotesco y horrífico de la película no desvanece, sino que permanece a lo largo de todo el filme, como un fenómeno que activamente resiste la represión, con recordatorios de que los policías están buscando a Alexia y con el progreso de su embarazo doloroso. Así, la exploración de las dinámicas interpersonales que surgen con la relación de Alexia y Vincent corre paralela al desarrollo de eso que Alexia intenta ocultar, hasta culminar con una escena final que lleva estas dos corrientes a sus conclusiones lógicas y catárticas.
Es asombroso cómo Titane logra atravesar tantos campos en menos de dos horas. El impulso con el cual va brincando entre géneros cinemáticos y dominándolos, así elaborando unos fragmentos sublimes que parecen de distintos filmes, es simplemente admirable. Inicialmente la película se presenta como una descendiente de algo como Tetsuo: The Iron Man de Shinya Tsukamoto, lista para explorar las relaciones extrañas que vamos desarrollando con la tecnología moderna y lo que esto implica para las relaciones interpersonales y la sexualidad. Para así luego restablecerse como algo que se puede considerar parejo a Magnificent Obsession de Douglas Sirk, tanto en el tono y los temas que trabaja, como en su estructura y la trama intersubjetiva entre Alexia y Vincent. Dicho eso, la película no abandona sus comienzos sangrientos y sobrenaturales, sino que se propone mezclar y balancear lo profundamente humano con lo extravagantemente monstruoso, como si fuese un funámbulo tan experimentado que decide atravesar la cuerda floja corriendo, en vez de cuidadosamente. Es esa misma confianza que tiene la película que le facilita sus trucos, saltos y contorsiones y que le permite subvertir lo que se supone que sea una película extrema de horror al integrarla en un drama íntimo.
Ahora bien, Titane no solo se preocupa con la subversión de géneros cinemáticos, sino que también le interesa explorar y transgredir los géneros humanos y cómo estos se manifiestan en nuestras relaciones personales. Lo primero, y si acaso lo más presente, que se puede apreciar relacionado a esto es la premisa de que el género es un fenómeno fluido que se desprende de construcciones intersubjetivas. Este no es fijo ni determinado absolutamente, sino que es formado a partir de las relaciones que guardamos con nuestros cuerpos y las personas que interactúan con este. Así, el género puede aflorar como una solución creativa que permite desenvolvernos y hacer sentido de nuestras subjetividades, tal como sucede cuando Alexia asume su feminidad para seducir y expresarse artísticamente; o puede brotar como algo a ser sufrido tras la imposición del mismo con todas sus cargas, lo cual se aprecia en las partes de la película que Alexia tiene que asumir la masculinidad para poder sobrevivir. Es así como Titane presenta la fluidez de género como un fenómeno liberador para aquellos que buscan jugar con este y contestarle a la heteronormatividad, a la vez que también se presta para el abuso y el condicionamiento de los cuerpos por una hegemonía sociocultural. Doucournau se asegura de presentar el dolor y daño que causa el tener que suprimir el género y su expresión para poder sobrevivir. Tanto así que cuando Alexia tiene que asumir la identidad de Adrien, tienen que herir su cuerpo para poder lograrlo. No solo eso, sino que, aun habiendo completado la transformación, el tener que esconder sus senos y su barriga creciente con un vendaje le deja marcas aterradoras en su espalda y torso.
Este mensaje, el cual pertenece al ámbito propiamente humano, es algo que Titane puntualiza con tremenda efectividad a pesar de sus momentos más afectados y extremos, y a pesar de su acercamiento sobrenatural. Asimismo, logra explorar, de manera profunda e interesantísima, cómo es que las relaciones emocionales entre dos personas intensifican estos mismos asuntos. A pesar de que inicialmente Alexia asume la identidad de Adrien para aprovecharse del dolor y la soledad de Vincent, eventualmente sus motivos cambian, sintiendo una presión de mantener la imagen para cuidarlo y aliviar su malestar emocional. Es a través de ese desarrollo que estos dos forman una relación emocional substancial, que culmina con un momento en el que ambos reafirman su cariño por el otro, invitando a Alexia a reasumir su identidad ante Vincent, que la acepta con la misma ternura. Momento que, sin duda alguna, presenta a la narrativa en su estado más vulnerable y humano.
Nacida en París, Julia Ducournau es una directora y escritora de cine contemporánea egresada de La Fémis. Titane tuvo su estreno el 13 de julio del 2021 en el festival de Cannes, donde fue premiada con la Palma de Oro, por lo que Ducournau pasó a ser la segunda mujer reconocida con este en la historia del festival. Es el segundo largometraje de Ducournau, siguiendo a su película del 2016, Grave.
Frank A. Alonso Cintrón (Bayamón, Puerto Rico · 1999) estudió Psicología en la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad de Puerto Rico. Actualmente cursa sus estudios graduados en la Universidad Interamericana de Puerto Rico, donde anticipa obtener su grado de maestría en el campo de Trabajo Social Clínico. Recientemente escribió un artículo teórico a ser publicado titulado Reorientando a Freud: claves psicoanalíticas para pensar lo cuir (2021) sobre la importancia de la teoría freudiana y lacaniana para conceptualizar la sexualidad y el género.