Rachel Levitsky es feminista, escritora, poeta y autora de Cartographies of Error, Neighbor y The Story of My Accident is Ours, entre otros títulos. Su obra ha sido publicada en diferentes revistas y es además fundadora del colectivo Belladonna, definido por la propia Rachel como un espacio para “mujeres escritoras aventureras, experimentales, políticamente activas, multiculturales, imposibles de definir, impredecibles y peligrosas con el lenguaje”.
La cita para la entrevista fue en una galería de arte en Chelsea. Aquí parte de esa conversación.
¿Cómo empezaste a escribir poesía? ¿Cuál es tu proceso a la hora de escribir?
Empecé a escribir poesía en mis treintas y tuvo que ver con la idea de recordar mis sueños. Me tomó por sorpresa, así que durante mucho tiempo escribía antes de ir a dormir o era la primera cosa que realizaba por la mañana. En ese momento, me di cuenta de que tenía que utilizar las mañanas para escribir y busqué trabajos que me permitieran empezar hasta el medio día. Sucedió de ese modo por un tiempo, y he tratado de mantener ese ritmo hasta ahora.
Siempre he tenido un diario y allí escribo mis sueños. Pienso en mis sueños como una forma de resolver problemas representados en el lenguaje. Y eso también es la escritura en cierta forma. No trato a los sueños como interpretaciones, no en el sentido freudiano, no es que esté en contra de eso, pero no es lo que me interesa.
Hubo una época en la que tuve varios sueños y estos terminaron en un chapbook de poesía llamado Cartography of Earth. Se trataba de una serie de sueños en los que viajaba a lugares en los que nunca había estado. Eran muy específicos. A partir de ahí escribí esos poemas.
Cuando escribes, ¿piensas en un lector? ¿En alguien que esté leyéndote?
Tengo un proceso muy intenso de edición. Pienso que el proceso de escribir está asociado con editar. Si escribes algo que piensas que es asqueroso, en alguna medida debe ser un poco asqueroso. Sin embargo, quizá lo que piensas como asqueroso, no lo sea. Las cosas que crees que son muy lindas, tal vez no sean tan lindas. Lo que quiero decir es que el genio de tu escritura no es el genio de tu juicio. En mi opinión, el juicio importante llega después de la escritura.
Leí una reseña sobre tus libros en Goodreads, y alguien percibía tu poesía como escritura llena de ira política, ¿tú también la percibes así?
Definitivamente tengo ira política. No hay ninguna emoción que yo tenga que no sea también política. Si el punto es que en mi poesía hay emoción, entonces ¡buenísimo! Si pienso por ejemplo en Neighbor, más que ira hay frustración. Es un libro sobre las limitaciones, y las limitaciones también son ira política.
¿Cómo nace Belladonna? ¿Cómo ha sido ese proceso?
Soy feminista desde que tengo 20 años. Desde entonces sentí que debía crear una comunidad que no existía en ese momento. En Belladona comenzamos publicando libros, realizando conferencias, eventos, activismo. No soy una feminista liberal, no me interesa llegar a las grandes corporaciones o replicar el sistema patriciado de las relaciones, y para mí esa es una de las mejores cosas de Belladonna: no hay una estructura, la descubrimos cuando nos reunimos. Y no es que no seamos una organización, lo somos, pero siempre avanzamos, la gente viene, la gente se va. Yo quería cerrar Belladonna en 2009 y muchas personas me llamaron para decirme que querían hacer un proyecto con Belladonna, Así que hicimos algo colaborativo. Y ahora soy miembro del colectivo.
Hace unos días dijiste “Creo que cualquier cosa que le pasa a una mujer, no recibe la atención suficiente”. ¿Cómo ves el lugar de la mujer hoy?
Desde mi perspectiva queer, lo que puedo percibir es que en la cultura heterosexual el hombre actúa como hombre y la mujer actúa como mujer, y estas maneras de ser son muy impuestas. ¿Puedo imaginar un mundo en el que eso se termine? Sí, y la única forma de imaginarlo es a través del movimiento transexual.
En Neighbor hay muy poca claridad de género y hallamos ahí a alguien, una voz poética mucho más neutral. Pero lo último que estás trabajando es definitivamente la poesía de una mujer hablando sobre la menopausia. ¿Cómo ves ese cambio?
Dejé de creer en el hecho de que debamos ser considerados como “hombres” y “mujeres”, pero como feminista sé que lo que le pasa a una mujer es reprimido y opresivo, y por esa razón uso, en este caso, la categoría de lo femenino. No creo que por tener hormonas diferentes, deba pensar de manera distinta a la de un hombre, o probar la comida de una forma diferente a como le ocurre a un hombre. Sin embargo, física y biológicamente estoy atravesando este proceso, el de la menopausia, y me interesa erradicar la idea de que no se pueda hablar de esto porque ‘es algo femenino’ y porque no es poético. Pero el pene es súper poético. Creo que la poesía debe hablar sobre cualquier cosa.
Rachel, además de eso, ¿en qué otra cosa estás trabajando ahora?
Tengo varios proyectos, o quizá tres secciones de un solo libro. Un título posible puede ser Wherever Sex Memoir. No se realmente cómo funcionará, pero se trata del cuerpo definiendo o imponiendo el género, y luego, de la imposibilidad de reconocerse en él. También tengo un proyecto sobre la soledad vista a través de personajes de películas. Y también tengo un proyecto sobre miembros de una clase social, refugiados o inmigrantes, y la imposibilidad de ocupar un espacio.