La voz poética de Gabby De Cicco se revela a sí misme en un grito potente y desgarrador, un grito que denuncia y acompaña en el dolor a quien lo padece. Un grito, sobre todo, político, post-apocalíptico y punk, como le autore nombra al poema-manifiesto que cierra esta colección, que propone hacer explotar la violencia heteropatriarcal, la violencia contra los cuerpos queer, contra los cuerpos de las mujeres, la violencia ejercida sobre esos cuerpos que han sido intervenidos “sin consentimiento/para que encaje, donde sea que sea,/pero que encaje.” Y en medio de este grito, la voz poética se mira hacia dentro, busca su lugar en el mundo y lo encuentra en el deseo, en lo marginal, en la lucha. “Yo soy lo que te apela y contradice. Yo soy lo otro,/ lo inabarcable. Lo indecible.”, grita al fin.
Ella me susurra caballos de arena;
me levanta en vuelo
para que los fantasmas se dispersen.
Me dice que escriba, que sea libre,
que gire en cueros
sobre la boca mi amante.
Susurro de caballos.
Montada en la boca oscura
la luna se retuerce y grita.
Montada en la punta de la lengua
el riesgo de correrse es infinito
y la caída solo divina.
Ella me susurra caballos de fuego.
Me incendia con su aliento.
Me adiestra con su saliva de lava, me desanuda lento
y me vuelve a atar a su cama.
Los caballos vuelven, al galope.
Por sus narices, cien mil lenguas de fuego.
Veo el riesgo de la caída, veo la boca
de ella susurrando mientras me coge.
Veo la gloria del cielo en la boca de la yegua
que me traga, me parte, me deshace.
La otra sigue susurrando caballos.
Caballos, como hormigas luchando
contra el peso de una hoja.
Ella me susurra lento, caliente, y se despide
cerrando la puerta con cuidado
para no volver abrirla.
Del libro “La tierra de los mil caballos”, Baltasara Editora, 2016.
Todes nos haremos traficantes de armas.
Todes terminaremos nuestros días
con una pierna menos, con la fiebre alta
del fastidio, del desamor.
Alguna vez creí en la poesía.
Era pura ilusión como cuando Cristo fue tentado:
«todo eso podrás tener, todo lo que desees».
L’artista en la arista escarpada, puño cerrado, arenga:
«El pueblo tiene el poder». El poder de cambiar cosas.
Yo creí en eso. Creo en eso. Yo era ese creer.
Ahora no veo nada en claro salvo el total vacío.
¿Miento? Digo la verdad.
¿Verdad? Miento.
Mato ese lado iluso. Intento el crimen perfecto
y no me sale. He estado mucho tiempo aquí,
y ahora no quiero morir. Alguna vez quise.
Dos veces en particular lo quise.
Yo soy eso otro que se te escapa, cada fucking día.
Yo soy lo que te apela y contradice. Yo soy lo otro,
lo inabarcable. Lo indecible.
Soy en mi lo que soy en vos
que sos eso que no podés ni siquiera nombrar.
También soy la mentira, el fuego, el deseo,
los elementos esparcidos por todos lados.
Del libro “La tierra de los mil caballos”, Baltasara Editora, 2016.
Me dijeron que todo
lo que está fuera
de la ley es criminal.
Sin embargo vi
que lo marginal terminó
por darme la vida y un poder
en particular: ser
quien soy.
Desde el borde
de la infancia dibujé
un mapa que invalidó toda
cartografía previa a mi deseo. A
las maneras que tuve de crecer
en el infierno. De eso no me dijeron
nada, era
lo prohibido, lo que golpeaba
a la puerta sangrando, pidiendo
refugio. Ahora no puedo
culpar
a quien no abrió, por miedo.
Sólo me queda
por hacer un espacio nuevo
con lo descubierto: aquello
que está del lado criminal
en donde nací, sin siquiera
sospecharlo.
Del libro “Queerland”, Hipólita ediciones, 2011.
Manifiesto post-apocalíptico punk
(Que explote)
que exploten estas cabezas
armadas de chatarra
llenas de arena
de un desierto post-apocalíptico
que exploten
como en la película Scanners
y que nada quede
del pensamiento patriarcal
que arrastramos desde que nacemos
que explote la cabeza
la Matrix
el dolor mismo
del cuerpo pariendo-me
que explote
y se vuelva armar
en cámara lenta
hacia atrás
hacia la semilla
como en el cuento de Carpentier
sería mejor que exploten
los quirófanos
antes que nos sometan
sin consentimiento
a tantas operaciones
que explote el cuerpo
médico y se claven
bisturíes en los cuerpos
de quienes deciden lo que podés ser
y lo que no
que exploten los géneros
que no sean un límite
o que sean
a imagen y semejanza
de tu deseo cambiante
si se te canta
estar del otro lado
de donde te esperan encontrar
que explote este cuerpo torta
en tu boca y se haga agua
ripio en el roce de los pezones
que explote el mapa
que no sabe adónde te lleva
que explote el cuerpo
de quien empala
de quien incendia
a las mujeres que no ama
que exploten esos cuerpos
ese odio
hacia afuera
que los ciegue
que no sea solo
el motor de un movimiento
las palabras no alcanzan
para hablar de nuestrxs muertas
mujeres, tortas, travas
que explote lo que necesite
explotar cuando sea
la reserva moral
la económica
la moralina
que explote todo
en tu cara
en la historia familiar
en lo poco familiar
que suena cuando
hablamos de lo siniestro
que explote en el bulto del
violador, en la mano de
quien abusó, que explote
Del libro inédito “Transgénica”.