Los tres poetas incluidos en el presente número son considerados dentro de la generación más joven de la poesía cubana, la cual sucede a la llamada “generación cero” de comienzos del milenio. Estos escritores mantienen cada uno un estilo particular, apartándose así de una estética conjunta. Quizás por esto es que ellos mismos no se consideran una generación aún, aunque sí un grupo que mantiene un diálogo sobre la palabra poética.
Martica Minipunto (Martha Luisa Hernández Cadenas. Guantánamo, 1991) trabaja una escritura marcada por un afán performático que incluso lleva a que el lector se imagine la puesta en escena de sus versos, lo que conjuga bien con su oficio teatral. Por su parte, Rubiel G. Labarta (Holguín, 1988) propone una poesía en prosa, con narraciones breves y cotidianas que dan cuenta de lo poético de la vida misma. Por último, Antonio Herrada Hidalgo (Holguín, Cuba, 1992) presenta poemas cortos con un espíritu crítico e irónico frente a temas políticos como la ecología o la geografía.
Quizás lo único que estas poéticas dispares mantienen en común es que los tres artistas se han tenido que enfrentar desde el inicio de su carrera con los bloqueos comerciales de Estados Unidos, los cuales han aumentado durante la administración del presidente Trump, provocando que el papel (entre otras cosas) escasee en la isla y, por tanto, las publicaciones se dificulten, lo que no ha mermado el entusiasmo y creatividad de esta joven generación de poetas cubanos.
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MARTICA MINIPUNTO
Guanabo Beach
En el suelo pegajoso
arena y sal
arena y sal del mediodía.
En la mesita de la sala
dos pies y dos manos
dos pies y dos manos de arena y sal.
He visto cumplir su ciclo de vida a una mosca:
el huevo
la larva
pupa
imago.
He visto gozar su muerte a una perra moribunda:
la sangre
las patas
hocico
gime.
Sobre el cadáver
dos manos y dos pies
la mosca y la perra se anidan
mi hermana empieza a decir sus primeras palabras
doce perros conté con mi hermana
doce moscas conté con mi hermana
mi hermana quiere nadar sus primeras braceadas
bocinas e insectos
familias y humedad
casas sin terminar o sin empezar
huecos y manchas de peces
doce casas conté con mi hermana
mi hermana atardece
un oleaje de moscas supervivientes
un oleaje de perras sin hijos
mi hermana anochece
en la mesita de la sala
doce moscas repiten el ciclo:
el huevo
la larva
pupa
imago.
Una postal de Guanabo al mediodía:
En el suelo pegajoso
arena y sal
heces y espuma
quemaduras y cangrejos
moscas
sobre todo moscas
mi hermana y yo mirando a una perra moribunda.
Necrópolis Local
Hace mucho tiempo no existe el mundo. No existo yo, como no existen la pérdida y la descendencia. Hace mucho
tiempo me vi entre los escombros y las ramas cortadas. No existe la raíz, como no existen el silencio y la humedad. Por eso estoy viva. Aunque hace mucho tiempo me rasgué durante 16 minutos los párpados y me estrujé miles de veces la memoria para olvidar lo inalterable de mi existencia. Ha pasado todo este tiempo, el otro tiempo, nuestro tiempo, ha pasado sin gloria ni existencia para el hierro.
La ciruela la embajada la colonia
En estas estampas religiosas dibujo sus retratos
Por los hijos de los hijos
Y los hijos de los hijos
Que se encuentran inscritos en la tarja:
El gallego, la negra, el jíbaro
La ciega, el borracho, la muda
El postrado, la santera, el hijo
La curandera, la jabá, el trillo
El epiléptico, la asmática, el chino
La ciega, el infartado, la Chiqui
La grúa, la presidenta, el barco
El esquizofrénico, el enano, la linda
El macho, el bobo, la coja
El bodeguero, la loca, el majá
El negro, la flaca, el bárbaro
El macao, la lucha, la sirena
La espiritista, la úlcera, la embarazada
La gastritis, la pensión, el gato
El buche, la rabia, el pez peleador
La cría, el buzo, la enfermera.
Pongamos una fecha en su honor
27 de enero de 2017
Pone en el suelo una cruz
María se me aparece bailando
También canta, canta una canción de cuna
Canta para ti desde todos los tiempos.
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RUBIEL G. LABARTA
Caballo de madera vol. 1
Tallé un pequeño caballo de madera para mi hijo menor. Un caballo bastante tosco, en el que no usé otra herramienta que un cuchillo de cocina que había pasado de generación en generación en la familia. Esculpí la figura de un animal lo más equino que pude. Los artistas de la madera son hombres de pocas palabras y la belleza a veces se esconde en ciertas formas imperfectas. La belleza a veces puede sorprendernos. Tallé un pequeño caballo de madera para mi hijo. No parece un caballo, me reprochó. Luego pensé que las cosas no siempre son lo que parecen.
Matrioshkas
En casa siempre tuvimos una matrioshka de madera bruñida y un bonsái. Al mediodía sacábamos la planta al sol y a veces desmontábamos las piezas del juguete con algún secreto propósito que jamás me fue revelado. El bonsái era el símbolo del triunfo y la matrioshka era el símbolo de la tristeza. Cada uno cumplía bien su función. Nos mudamos tres o cuatro veces. La casa cada vez más pequeña. La planta siguió creciendo con las lluvias. Nuevos árboles tendríamos, un jagüey, un tilo, otro bonsái prácticamente idéntico. Matrioshkas no. Cuando dejamos de encontrar muñecas en el interior, no supimos qué hacer. De vez en cuando nos quedábamos mirando algún tronco de árbol. Buena madera pensábamos. Pero no movíamos un dedo.
Ausencia quiere decir olvido
¿Te he contado alguna vez de que ese era el sillón de mamá? Un sillón de ébano, estilo Luis XVI, que había heredado de la abuela. Allí se sentaba, en el rincón, después de colar café, para ver pasar a los viajeros con sus pequeños bultos de ropa al hombro. Dos o tres días después de que mamá muriera el sillón perdió una pata en circunstancias que no valdría la pena recordar. Entonces quisimos repararlo, pero nunca era un buen momento. Y con el tiempo lo olvidamos. Hasta que hoy nos hizo falta algo de leña para el fogón y pensamos casi con tristeza en el rinconcito en que mamá bebía el café viendo pasar a los viajeros. Casi con tristeza vemos arder el ébano con el consuelo de creer que hicimos lo correcto.
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ANTONIO HERRADA HIDALGO
Impacto
Una bala no pregunta no duda no supone.
Una bala se dispara en la cabeza
se incorpora a la cabeza
la destruye.
Antes de la cortina vegetal
No es aconsejable que crezca el árbol
si desconoces el nombre de la semilla.
Por qué vegetar
Algo se deshoja cuando dicen:
siembra esta semilla.
El árbol que asome tendrás que cortarlo.
Ley ecológica fundamental del sistema radicular
Las características finitas de la materia vegetal
y el carácter mercantil de sus ramificaciones
provocan el afán de todo árbol de sobrevivir a la palabra trascendencia.
Origen de las especies invasoras
Anemocoria: por el viento
Balocoria: mecanismos explosivos
Hidrocoria: por el agua
Zoocoria: por el pelo o el estómago de los animales.
Habiendo llegado a las cuatro puertas de salida
puedes elegir por dónde irte.
Tomar un barco al Nuevo Mundo
en la mierda de las vacas europeas
o esperar por las políticas de forestación.
Lo que importa es dar sombra rápidamente.