César Brie
Ilustración por Jaque Jours
Personajes
CARONTE
EURÍDICE
ORFEO
FLOR
JULIA
DOCTOR
PARIENTE MUJER
PARIENTE HOMBRE
ENFERMERO
JUEZ
MULTITUD
1. Prólogo
CARONTE: No señora, ¿Por qué me mira? Ah, entendí… No, mire que hay un misunderstanding, un cuiprocuo, un malentendido. No soy un actor, los actores están en los camarines, calentando la voz, el cuerpo. Yo soy Caronte… Caronte, el del bote, el que transporta a los muertos… ¿No le dice nada? El infierno, Cancerbero, Tiresias, la Estigia… Disculpe, ¿algo de reminiscencias clásicas… nada? ¿Pero qué estudian en la escuela? Es una falta de respeto. Bueno, ¿te hago ver el bote?, ¿el barquito?… eh, no, no puedo mostrártelo… me lo secuestraron. Dicen que la aseguración estaba vencida, que el barco no era seguro. ¿Alguien me lo puede explicar? ¿Para qué quiero un barco seguro si yo transporto muertos? ¿Alguno de ustedes vio un muerto que se cae al agua y muere? ¡No! Está muerto…y yo transporto muertos, muertos, muertos, que más muertos que así… se mueren. Uno vivo aquí adentro no entró nunca… Alt, marcha atrás, uno entró, pero estoy hablando de una historia de hace cinco mil años. Yo había transportado en la barca a esa Eurídice, un minón notable… bueno, no exageremos, era linda, pero en el infierno lleno de viejos los jóvenes son más vistosos, y todo sirve al puchero. Parece que la había mordido una serpiente. Y detrás de esta chiquilina, tipete tipete, llega este pibe vivo. No estoy bromeando, estaba vivo. Era uno de esos melenudos, hippies, con un instrumento colgado del hombro (una cítara… eléctrica). Se para ahí en medio del infierno y grita “Soy Orfeo, devuélvanme a mi esposa”. Nos quedamos todos mirándolo. Se creó un silencio de… tumba. Escuchamos solamente los pasos del patrón que bajaba corriendo por todos los círculos y giros; los de los golosos, iracundos, haraganes, envidiosos. Se le para delante, da una vuelta con la cabeza de 360 grados, porque desde que vio el exorcista le gusta hacer este número para causar impresión y le dice: “repetí lo que dijiste ahora mismo.” Ahora, este hippie vivo, se encuentra delante al señor de todos los infiernos y qué carajos se le ocurre hacer? ¿No va y se pone a cantar Muchacha ojos de papel de Spinetta? Nos quedamos todos con las caras de piedra. Ahora sucede lo peor… Ahora lo destroza… Y en vez de eso… ahí está el patrón con lágrimas en los ojos que lo mira y le dice. “Me gustó tu canción, llevate tu mujer. Esperá, con una condición, vos delante y ella atrás hasta la puerta de entrada. Si te das vuelta, ella se queda aquí, para siempre. Y así, los dos pibes se encaminan, porque el camino era largo. Esto me lo contó Hermes que tenía que acompañarla. Con Hermes somos parejas en el truco. Y a él el patrón le había dado la tarea de acompañarla. Orfeo, a un cierto punto, se dio vuelta. Nadie nunca entendió por qué. Al final, yo hinchaba por él. La última cosa que recuerdo es la carita de esa chiquilina, de Eurídice que despacio despacio volvía a bajar al infierno. Él salió solo al final, y afuera a esperarlo había una multitud que gritaba. Gritaban los que lo apoyaban y los que lo atacaban.
2. El encuentro
Caminan una hacia la otra. Se paran en el centro como para una foto.
EURÍDICE: Esta foto nos la sacamos en Tucumán, en el verano del dos mil.
ORFEO: Yo todavía no era Orfeo.
EURÍDICE: Yo todavía no era Eurídice.
ORFEO: Pensé, demasiado chica para mí.
EURÍDICE: Pensé, demasiado grande para mí.
ORFEO: Pero lo pensé.
3. Al público
EURÍDICE: ¿Disculpen, nos sacan esta foto? No, no nos conocemos, es por el paisaje detrás.
ORFEO: Si uno está solo, el paisaje se entristece.
EURÍDICE: Gracias.
ORFEO: Gracias. (Entre ellos.)
EURÍDICE: Gracias, soy Liza ¡nos vemos!
ORFEO: Yo soy Sofía, un gusto… ¡nos vemos!
Liza camina delante y Sofía detrás. La misma acción del principio pero ahora en fila.
EURÍDICE: ¡Ay, no!, me está siguiendo.
ORFEO: Si me pidió que nos sacáramos una foto juntas, no me va a rechazar un café.
EURÍDICE: Ahora, ¿quién se la saca de encima?
ORFEO: Un café no, cualquier porteña la invitaría a tomar café, ¿qué le digo? (La mira). Es re linda. Tiene cara de brasileña. Se debe mover súper bien. Seguro, hace teatro. Debe ser de esas porteñas que cuando hablan te citan a Kartun, a Bartis y a Spregelburd. Che, Víctor García era tucumano. Y Alberdi, y Lola Mora, y Miguel Ángel Estrella y Mercedes Sosa, y… Palito Orte… No, mejor no le digo nada… debe ser re careta… Empanadas, eso, la invito a comer empanadas…
Se dan vuelta, ahora Eurídice sigue a Orfeo.
EURÍDICE: ¿Pero qué hace? ¿Me siguió una cuadra y ahora arruga?
ORFEO: Maldita timidez.
Ahora es Eurídice quien comenta.
EURÍDICE: Es hermosa. Tiene manos largas. ¿Nos llevaremos bien? Es tucumana, seguro que me presenta a toda la familia. Me van a hacer comer como una animal. Mínimo engordo dos kilos. Es alta como me gustan a mí. Parece una gitana. ¿Pero si no tengo una aventura, qué cuento cuando regreso? Capaz ahora con la nueva ley va a querer casarse antes de que le dé un beso. (Vuelve a seguirla). ¿Me siguió una cuadra y ahora hace como si nada?
ORFEO: Empanadas no, me va a quedar gusto a cebolla.
EURÍDICE: Le digo que nos tomemos algo y basta…
ORFEO: Gaznates, la invito a comer gaznates.
Hablan al unísono mirando al público. De vez en cuando se miran.
ORFEO: ¿Querés probar los gaznates tucumanos? Son los mejores del país. Conozco un lugar donde los hacen caseros. ¿Una merienda? Un café con leche con tortillas. Me encantaría…
EURÍDICE Y ORFEO: ¿Sabés dónde se puede ir a comer algo? A mí me gustan los Carlitos. ¿Querés que vamos a dar una vuelta? Qué linda que sos. ¿Un alfajor de caña? ¿Querés que te baje la caña? Ah, me miró las tetas…
EURÍDICE: ¿Tortillas?
ORFEO: ¿Carlitos?
EURÍDICE: Un sándwich tostado.
ORFEO: Ah…
EURÍDICE: Ahí supe que era un poco celosa. ¿Café con leche con tortilla?
ORFEO: Tortilla, bizcocho, librito, bollo… o unos gaznates.
EURÍDICE: ¿Gaznates? Suenan rico los gaznates.
ORFEO: Un café con leche con gaznates.
EURÍDICE: Esta foto nos la sacamos en la casita de Tucumán.
ORFEO: Casa Histórica.
EURÍDICE: Casa Histórica.
ORFEO: Me pasé la tarde enseñándole palabras: Chuy, tuy, chuncas, ancazo, panchuque, achilata, Se sacan la segunda foto.
EURÍDICE: Esta foto nos la sacamos en la gaznatería más famosa de San Miguel.
ORFEO: En Tucumán, la masa del gaznate se prepara separada para que quede crocante, los ingredientes se colocan luego.
EURÍDICE: Me volví una experta en fabricación de gaznates.
ORFEO: Los gaznates son pastelitos fritos envueltos sobre sí mismos, rellenos de dulce de leche y glaseados, ideales para el café.
EURÍDICE: Yo engordaba mientras la escuchaba.
ORFEO: Pero el ingrediente principal, el que nunca cambia, lo que vuelve único todo…
ORFEO Y EURÍDICE: …es el azúcar de caña.
Avanzan lentamente, uno al lado del otro.
EURÍDICE: Ahora me va a preguntar qué hago esta noche.
ORFEO: ¿Qué hacés esta noche?
EURÍDICE: Si puede verme mañana.
ORFEO: ¿Puedo verte mañana?
EURÍDICE: Y mañana, va a tardar una vida en acariciarme la mano (Orfeo le acaricia la mano). Y después me va a presentar a su mejor amiga (Flor canta una canción y ellas se acuestan juntas).
4. El amor
Eurídice flota sobre Orfeo
EURÍDICE: ¿Qué decir para decir amor? ¿Un huracán? ¿Un cuerpo que flota? ¿Un astronauta en un mar caliente y suspendido?
ORFEO: Despertarse, descubrirla entre tus brazos y sentir que no pesa.
EURÍDICE: ¿Las palabras repetidas y siempre nuevas? ¿Las ganas de llorar?
ORFEO: ¿Qué decir para decir amor? ¿Quedarse en silencio? ¿No decir nada?
EURÍDICE: Acostados, vencidos en la guerra, la guerra de los amantes.
FLOR: No les ofrecemos el beso, sino el después, el tiempo, el espacio entre los cuerpos.
EURÍDICE: Ahora me preguntará si estoy bien, si quiero agua.
ORFEO: ¿Estás bien? ¿Querés agua?
EURÍDICE: Me dirá que no tiene palabras.
ORFEO: No tengo palabras.
FLOR: Parecía que se conocían desde toda la vida.
5. Vida juntos
EURÍDICE: Así poco a poco, nos fuimos a vivir juntos.
Se alza y extiende una sábana.
ORFEO: A la mañana yo me alzaba antes para ir a trabajar y la dejaba dormir.
Se va. Luego se va ella. Él regresa y se pone a dormir.
EURÍDICE: Yo volvía tarde. Orfeo estaba tan cansado. (Ella se acuesta a dormir sobre él). Los domingos quería dormir y yo lo dejaba.
ORFEO: La escuchaba respirar en la noche. Tenía el sueño profundo. En el sueño a veces, hablaba. No, no equivocaba mi nombre, decía así: Orfeo, te amo.
EURÍDICE: Lo escuchaba respirar. Cuando estaba cansado roncaba. ¿Me amás? Le preguntaba. Así dejaba de roncar. Y suspiraba, sí, suspiraba, bueno, tel vez rezongaba.
6. Julia y las fotos
Entra Julia mientras ellas están acostadas.
JULIA: Esta foto se las saqué un año más tarde en su nueva casa. Se habían ido a vivir a San Martín de los Andes.
Se alzan, Julia se acuesta. Sofía queda Cerca y Liza más lejos.
EURÍDICE: Esta foto la sacamos al año siguiente, cuando Julia volvió a visitarnos. Había manejado un día entero y estaba cansada. Sofía le lleva el desayuno a la cama.
ORFEO: Esta foto la sacamos un año después en el bosque de piedra, las tres trepadas al árbol. Tenemos las manos congeladas. Julia se estaba por casar.
7. El accidente de Julia
Se colocan para una foto. Julia sentada en una silla, casi caída. Una coloca una almohada detrás de su cabeza y la otra le quita lentamente un zapato.
EURÍDICE: Esta foto no llegamos a sacarla. Julia había viajado para visitarnos. Había manejado un día entero. 60 kilómetros antes de llegar, se durmió en una curva.
ORFEO: El coche había volado 20 metros y aterrizado sobre unas piedras. La habían llevado al hospital más cercano. Estaba viva.
JULIA: Estoy viva, pero destrozada. Tengo lesiones en el cerebro. Respiro con un tubo que me pusieron en la garganta. Me tienen viva con máquinas.
ORFEO: Y los médicos ¿qué dicen?
JULIA: Que no volveré a ser la de antes. En la mejor de las hipótesis, si recobrara la conciencia quedaré paralizada.
EURÍDICE: Durante un año entero fuimos a visitarla. Estaba llena de tubos, alimentador, respirador, hidratador. No reaccionaba.
ORFEO: Luego de un año Julia murió. Junto al dolor, sentimos también alivio, que había acabado su calvario.
8. La promesa
Música. Eurídice se alza, camina, sube a la silla del lado opuesto.
ORFEO: ¿Qué sucede?
EURÍDICE: Tenés que prometerme que si me encontrare alguna vez en una situación así, me dejarás morirme, no me mantendrás con vida.
ORFEO: ¿Por qué pensás en estas cosas?
EURÍDICE: Porque puede ocurrir. No quiero vivir como un vegetal. Vivir así no es justo. Prometelo.
ORFEO: Vos también tenés que prometer lo mismo.
EURÍDICE: Lo prometo.
ORFEO: Lo prometo.
EURÍDICE: ¿Te das cuenta de lo que nos estamos prometiendo?
ORFEO: Me doy cuenta. Vamos a dormir.
Duermen, ella tiene la sábana en la cara. Trata de alzarse y esa sábana se le queda pegada a la cara.
EURÍDICE: ¡Dejá que me vaya! ¡Dejá que me vaya!
ORFEO: ¿Qué te ocurre, mi amor? Despertate.
Ella se despierta y él la abraza.
EURÍDICE: Tuve una pesadilla. Estaba en un pasillo. Yo era yo, pero era también Julia. No lograba hablar. En el fondo había aire, era un lugar tranquilo pero oscuro. No tenía miedo a la oscuridad. Trataba de ir allí pero vos me sujetabas. Me pedías que me quedara con vos pero yo te rogaba que me soltaras
ORFEO: Fue un sueño. Descansá ahora mi amor. Tuve un sueño yo también. (Eurídice se duerme). Estaba en una habitación con muebles de aluminio, feos. Me hablabas. Detrás de vos había alguien, tenía mi rostro pero no era yo. Masticaba chicle. Yo te tocaba como si estuviera ciego. Reconocía tu frente, las cejas, los pómulos, los ojos, reconocía tus labios. No podía detenerme porque si me paraba ibas a desaparecer. Mientras tocara tu rostro vos ibas a estar allí. pero no estabas, pero no estabas. Ese hombre, el hombre que tenía mi cara, me decía que me calmara, que tomara una pastilla.
Se duerme. Ella se alza y se va.
9. El accidente
EURÍDICE: Era domingo, estabas cansado, ni siquiera te había besado. Agarré el coche para volver antes. Hacía frío pero todavía no nevaba. Manejé quince minutos. Luego apareció la curva, resbalé en el hielo, un trompo, otro trompo. Al fondo había un poste de la luz…
Él se despierta, responde al teléfono. Ella desenrolla un corredor blanco que cruza el camino de su casa. Ese corredor será el hospital.
ORFEO: Hola… sí, ¿cómo? Pero si estaba aquí hace un rato…
EURÍDICE: ¿Dónde estoy? ¿Qué sucede? ¿Orfeo?
ORFEO: Sí, soy su marido, sí. Eurídice si… ¿En qué hospital? Corro… corro… ¿La dirección?
EURÍDICE: Aquí está todo blanco… ¿Por qué está todo tan claro? Orfeo, ¿qué me están haciendo? ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren? Orfeo se alza, se pone un guardapolvo blanco. Se vuelve el doctor. Luego coloca en la cara de Eurídice una película transparente de plástico y la hace retroceder como las riendas a un caballo.
DOCTOR: Llamó alguien que había visto el accidente. Código rojo. La ambulancia partió con el personal médico de emergencia. El coche había resbalado, luego de dar vueltas como un trompo se incrustó contra un palo de la luz. Una mujer joven adentro, estaba en coma, se había golpeado la cabeza. Nos dimos cuenta enseguida de que su estado era gravísimo. Reflejos ausentes, extremidades inmóviles. Apenas respiraba. La sacamos del coche, la colocamos en la ambulancia.
La desviste y le pone un camisón de enferma.
EURÍDICE: ¿Qué me hacen? ¿Qué me hacen?
DOCTOR: La desvestimos. Tenía contusiones en todo el cuerpo, pero los daños más importantes eran en la cabeza. La frente fracturada. No sabíamos la dimensión del daño cerebral. Dejó de respirar. Usamos el desfibrilador. Volvió a respirar, la oxigenamos. Las radiografías en el hospital confirmaron la fractura en la frente y otra en una vértebra cervical. Hemorragia en el hemisferio izquierdo y lesiones en distintas partes del cerebro. Le hicimos tracción cervical, entubación traqueal y ventilación mecánica.
Mientras habla le coloca torniquetes de goma en la cara.
EURÍDICE: Déjenme, déjenme… Dejen que me vaya…
DOCTOR: Sus condiciones empeoraron. Los hemisferios cerebrales se hincharon comprimiendo el tronco encefálico y apareció una nueva hemorragia. Estaba en terapia intensiva, cuadro clínico gravísimo, aunque luego, poco a poco los hematomas comenzaron a reabsorberse. Siempre en coma. Si alguna vez logrará salir del coma, quedará paralizada. Hay que esperar.
EURÍDICE: ¿Cuánto hay que esperar?
DOCTOR: Dos días para saber si sobrevive.
EURÍDICE: ¿Y luego?
DOCTOR: ¿Y quién lo sabe?
Ella queda sentada en camisón. El doctor es un guardapolvos sostenido por un globo negro detrás de ella.
ORFEO: Yo me había vuelto Orfeo, el Hades era el reino de los muertos vivos. El Hades era el reparto de terapia intensiva.
EURÍDICE: Yo me había vuelto Eurídice. Ni viva, ni muerta.
10. El trauma. La entrada en el Hades.
ORFEO: Volví a casa dos días más tarde. Dormí en el hospital en las sillas de la sala de espera. No me dejaban entrar en la habitación en que ella estaba. Dormir en nuestra cama era imposible.
EURÍDICE: ¿Orfeo?
ORFEO: ¿Eras feliz conmigo? ¿Vas a volver?
EURÍDICE: ¿Orfeo?
ORFEO: ¿Me oís? ¿Te das cuenta cuando entro, cuando te miro?
EURÍDICE: ¿Orfeo?
ORFEO: ¿Aprendiste algo, ahora? ¿Aparecerás en mis sueños ahora? ¿Sos el silencio a mis preguntas?
EURÍDICE: Orfeo.
ORFEO: ¿Qué mirás ahora? ¿Que ves? ¿La curva, la ruta helada que resbala a tu lado?
EURÍDICE: Orfeo.
ORFEO: Pasaron los días, no sentiste, no pudiste, no quisiste despertarte. ¿Y yo? No me ves. También yo perdí el sueño, los bordes de las cosas. ¿Existís? ¿Sos mi compañera? ¿Qué podemos hacer juntos ahora? ¿Qué somos ahora?
11. Pensamientos de Orfeo
ORFEO: Cada día, no falté ni un solo día. Ahora puedo decirlo. Prefería que muriera a que quedara así, pero tenía una esperanza. Luego de un mes me dijeron que debían hacerle una traqueotomía. Me rebelé. Respondí que no iba a dar mi permiso. Me respondieron que mi permiso no servía, que lo decían solo para advertir a los parientes y no traumatizarlos con ese tubo que entraba en la garganta y el sonido del respirador que los obliga a respirar. Se abrazan y dan vuelta en modo que siempre se vea el rostro de quien habla.
EURÍDICE: Dejá que me vaya, por favor, me lo habías prometido.
ORFEO: Dicen que hay que esperar. Que deben conservarte con vida.
EURÍDICE: ¿Qué es lo que hay que esperar?
ORFEO: Que todo se vuelva normal, que quedés estable.
EURÍDICE: ¿Quedar estable sería un respirador? ¿Una sonda para comer? ¿La parálisis absoluta?
ORFEO: No puedo hacer nada, no me dejan hacer nada.
EURÍDICE: ¿Por qué me mantienen viva?
12. La esperanza
ORFEO: Luego de unos meses fue claro que no iban a retroceder. Los médicos seguían su rutina y yo no podía intervenir. Veía los parientes de otras personas en coma. El dolor reprimido, los silencios, el llanto. Algunos se agarraban a cualquier cosa a pesar de que sabían que los daños eran irreversibles.
Cada uno trae los elementos para el aseo. Una palangana con agua, un lápiz labial, un cepillo para los cabellos. Ella tendrá vendas colocadas en sus pulsos.
PARIENTE MUJER: Hoy es un día maravilloso. Hoy movió el dedo gordo del pie. Lo movió, no está paralizado. ¡Mueve el dedo gordo!
PARIENTE HOMBRE: Hoy deglutió. Con estos ojos lo vi. Hizo ggggg y tragó algo de saliva. Falta poco para que logre comer algo…
PARIENTE MUJER: Además abrió los ojos. Con la luz. La enfermera alzó las persianas y él abrió los ojos. Si abrió los ojos, quiere decir que ve…
PARIENTE HOMBRE: Luego, ¿saben?, cuando abrieron las ventanas para ventilar el cuarto, se le puso la piel de gallina. ¡Reaccionó! Todo el brazo y el hombro con piel de gallina.
PARIENTE MUJER: Y después…. la brisa por la ventana, la brisa le agitaba los cabellos. ¡Qué día! ¡Qué día! Abrió los ojos, deglutió, le vino la piel de gallina, movió el dedo gordo del pie y la brisa le desordenó los cabellos. ¡Qué día! Gracias a Dios, ¡qué día!
13. El aseo
Orfeo desenrolla las vendas de los pulsos de Eurídice y le hace hacer el aseo como si fuera una marioneta.
ORFEO: Ahora nos arreglamos. Nos lavamos. ¡Qué fresca está el agua!… Luego de algunos meses, Eurídice salió del coma. Quitaron el respirador. Tenía una respiración débil, que bastaba a mantener en vida un cuerpo inerte… Más agua, para lavarnos las manos… Abría los ojos a la mañana y los cerraba a la noche. Reflejos automáticos en los que no había conciencia… Nos peinamos, qué lindas que quedamos cuando estamos bien peinadas… No era un caso de locked in, encerrada adentro, esas personas conscientes atrapadas en un cuerpo que no logra hablar, moverse, comunicar nada… Otros ejercicios más, así los músculos no se atrofian… Había pasado un año. Estado vegetativo. Carne doliente e inconsciente. Debíamos limpiarla, darla vuelta, alimentarla con una sonda… Ahora un poco de Rouge. Estamos cada vez más lindas… La diagnosis decía: ninguna señal de vida consciente, no se logra establecer contacto con ella… Ponemos color en las mejillas, qué luminosas que estamos, qué bellas… Interpelé a los médicos para acabar con su calvario.
14. La foto
Se ponen en pose para la foto. Ella sale de la foto, la mira, vuelve a entrar y comenta.
EURÍDICE: Esta foto nunca la hicimos. Debíamos ir juntos al lago. La hubiéramos tomado luego de un paseo en el bosque, cansados, hambrientos. Pero yo no volví nunca.
15. Diálogo con el médico
Él la alza y le arroja el guardapolvo del médico. Ella se lo pone mientras hablan. Eurídice hace la parte del doctor.
ORFEO: Respóndame.
DOCTOR: ¿Qué tendría que decirle?
ORFEO: Si la vida me pertenece, decido yo sobre mi cuerpo.
DOCTOR: No sobre el cuerpo de su esposa.
ORFEO: ¿Y quién decide sobre su cuerpo?
DOCTOR: Ella misma.
Orfeo le baja el guardapolvos y le pone un vestido de mujer sobre las espaldas. El vestido cae y el doctor vuelve a alzar el guardapolvos.
ORFEO: Feliz cumpleaños, mi amor… Pero si ella no puede decir nada.
DOCTOR: Entonces decidimos nosotros.
ORFEO: Pero soy yo su tutor.
DOCTOR: Usted decide por su bien. ¿Dejarla morir es su bien?
ORFEO: ¿Impedirle morir es su bien?
Orfeo llega con otro vestido.
ORFEO: Feliz cumpleaños amor, es un regalo de mamá.
Eurídice vuelve a ponerse el guardapolvos.
DOCTOR: Nosotros no podemos matarla.
ORFEO: Permitirle morir no significa matarla.
DOCTOR: Para nosotros sí.
ORFEO: ¿A qué precio?
DOCTOR: No lo decidimos nosotros.
ORFEO: Sí, son ustedes quienes deciden. Esta no es vida para ella. Ella no quería vivir de este modo.
DOCTOR: ¿Cómo lo sabe?
ORFEO: Lo habíamos hablado muchas veces.
DOCTOR: ¿Puede probarlo?
Orfeo regresa con un tercer vestido, le baja bruscamente el guardapolvos y le coloca el vestido que resbala.
ORFEO: Sí, se lo había dicho a todos.
Eurídice vuelve a alzar el guardapolvos.
DOCTOR: Yo no puedo matarla
Orfeo trae los vestidos cada vez más rápido y los apoya no sobre Eurídice sino sobre el doctor que desiste de subir y bajar el guardapolvos. La escena se vuelve violenta.
ORFEO: La matan dos veces así. Le ofrecen esto a cambio de su vida. Ustedes se volvieron dioses. Dioses torpes, groseros, de serie B. Le impiden morir con sus socorros de emergencia. Feliz cumpleaños. Bloquean las hemorragias, reducen las fracturas, hacen funcionar el corazón; si no respira le abren el cuello y a través de la traquea la conectan a un respirador. Si no logra deglutir la alimentan con una sonda. Feliz aniversario mi amor. Hoy estás realmente hermosa. Ella no muere, se queda aquí, a la espera. ¿Esperando qué cosa? ¿Quedar inválida y disminuida para siempre? ¿Esperando envejecer sin despertarse nunca? ¿Esperando la vida? ¿Qué vida? ¿Enganchada a estas máquinas? Feliz cumpleaños.
DOCTOR: Yo no puedo matarla. Yo encontré una mujer en coma dentro de un coche. La sacamos de allí. La socorrimos. ¿Debíamos dejarla allí?
ORFEO: No, nunca dije eso. Hicieron lo que debían.
DOCTOR: ¿Y entonces? ¿Qué teníamos que hacer? Delante de mí había un cuerpo. Yo lo mantuve en vida.
Orfeo ahora lo golpea. Los vestidos en la espalda caen como si fueran piedras.
ORFEO: Feliz navidad, amor mío. Ahora usted tiene delante una persona que no se curará nunca.
DOCTOR: Yo no puedo decir basta. Mire a los otros parientes, ellos esperan.
ORFEO: Hacen bien en esperar. Feliz Pascua. Ellos decidieron así. Yo no decido por ellos, sino por nosotros. Nos lo habíamos prometido. Feliz aniversario amor, feliz aniversario.
Orfeo se acuclilla. El doctor toma los vestidos y mientras habla se los devuelve sin violencia. Orfeo se queda acuclillado.
DOCTOR: Escuche, llévela a su casa. Tiene el derecho. Y en la oscuridad de la habitación, una tarde de sábado, en paz con su conciencia, apague el alimentador. ¿Sabe que va a suceder? Pasará una semana antes que su mujer muera. ¿Se anima? ¿Tiene ese coraje?
ORFEO: No se trata de coraje. No es un hecho privado que se realiza en la sombra. Luego de dos días llegaría el enfermero para el control, la traerían aquí de vuelta y a mí me acusarían de haber tratado de matarla. Debe ser legal. Debe ser un derecho. Ustedes la arrancaron de la muerte, la obligaron a este limbo, a este purgatorio y ahora deben devolverla.
DOCTOR: Devolverla a la vida, no a la muerte.
ORFEO: Todos vamos a morirnos. Devuélvanla al destino que ella había elegido.
DOCTOR: No se elige morir.
ORFEO: Sí, si la vida te pertenece, podés elegir que lo que estás viviendo es tortura y no vida.
DOCTOR: Usted pide la eutanasia.
ORFEO: Pido interrumpir la cura.
DOCTOR: Pide interrumpir la vida.
ORFEO: Pido interrumpir esta humillación.
16. La foto
Ella se pone el camisón, luego un torniquete, luego otro, cambia de lugar y se sienta mientras dice:
EURÍDICE: ¿Te acordás de esta foto? Estábamos en el mar y mirábamos el más bello de los atardeceres. Estábamos juntos desde hacía seis meses. ¿Y esta, te la acordás? Estábamos en la costa, un atardecer inolvidable. Eran dos años de vivir juntos. ¿Y esta? ¿El verano pasado? ¿Te la acordás? Estábamos en la orilla del mar y mirábamos el atardecer más hermoso…
17. Rehabilitación
El enfermero le hace hacer ejercicios en los brazos y luego la mueve hasta que lo llaman a su celular.
ENFERMERO: Veamos si ahora reacciona. (Golpea con los dedos sobre el brazo de Eurídice que no reacciona). No reacciona. Veamos el brazo izquierdo. (Golpea sobre el otro brazo y ella le da una cachetada). Reacciona. Veamos ahora los músculos del cuello… (Agarra el celular con una mano). Hola… sí… decime. No, estoy ocupado, una paciente, sí, estado vegetativo, sí, tenemos que moverla si no se atrofian los músculos. Esperá… Esperá… (Le coloca el celular en una mano). No, no te decía a vos, decime, decime… ¡No! Tenés que darle sólo las croquetas. No, nada de papas, ¿te volviste loca? No, si no después se enferma. Es delicado ¿sabés? ¿Está ahí? Hacémelo oír, hacelo ladrar. Dale movete… No, no te decía a vos sino a esta. ¡Qué tierno, como ladra! Wof, Wof, Rufus, aquí está tu dueño. ¿Movió la cola? ¿Ves? Me reconoce, me reconoce. Bueno, te llamo más tarde.
18. La foto de los ausentes
EURÍDICE: En esta foto estábamos con Julia y con tu mamá. Hace seis años. Tu mamá, Julia, vos y yo. Luego Julia tuvo el accidente y pocos meses después murió. Hace 12 años. Mamá se había vuelto vieja y una mañana no se despertó. Se fue en el sueño. Así quedamos vos y yo. Si vos te vas voy a quedar sola en la foto. Pero yo no puedo recordar nada. Decime ¿A qué sirve una foto si nadie puede mirarla?
19. La conjura
CARONTE: ¿Cómo que no puedo entrar? No soy un médico, no. Soy Caronte. El del barco. Caronte, el infierno, el que transporta los muertos, cancerbero… ¿no me conoce nadie? ¿Le quieren prohibir a Caronte que entre en terapia intensiva? Tanto, antes o después todos pasan por mi barca. La crisis me llegó también a mí. Hoy, con estas salas de terapia intensiva mueren demasiado pocos. Es la crisis. Mis amigos me lo dicen siempre, hoy el mercado está en Oriente. Es cierto, pero no tengo llegada entre los musulmanes. Claro il business sería China… pero ustedes lo ven a Caronte que transporta a los chinos. Sí, se la podés hacer la foto a Tiresias. También con flash, si no ve nada. Está ciego el pobrecito. Dejalo tranquilo a Cancerbero, dejalo tranquilo que te muerd… te lo dije. Tanto ya estabas muerto. ¿Y en India? Ahí mueren como moscas pero enseguida los queman. ¿Qué debería transportar? ¿Cenizas? Las cenizas en el Hades no sirven para nada. Sin sol no podés abonar nada. Y ahora estas salas de terapia intensiva. Antes les ponían dos monedas en los ojos y con mucho respeto me los mandaban. Ahora les ponen dos tubitos en la nariz y con mucho respeto se los quedan. Así terminó todo. Los tienen vivos años y años. Es una conjura.
20. Los tribunales
La acción consiste en envejecer a Orfeo. El juez lo maniobra como una marioneta.
JUEZ: El tribunal debe dar su parecer sobre el pedido del ciudadano Orfeo. Su mujer, Eurídice, en estado vegetativo permanente desde hace seis años, alimentada e hidratada a través de un tubo. Incapaz de reaccionar, de entender y de expresarse. Orfeo pide la autorización para desconectarla.
ORFEO: Nueve sentencias en diez años. Primero dijeron:
JUEZ: Usted quiere matarla. Quitarle el tubo significa matarla.
ORFEO: Luego afirmaron.
JUEZ: La voluntad de Eurídice puede manifestarse sólo a través de un tutor.
ORFEO: Fui nombrada su tutor, pero no bastaba.
JUEZ: Se necesita un observador que controle que el tutor no quiera deshacerse de la paciente incapaz.
ORFEO: Lo nombraron pero luego quisieron verificar.
JUEZ: Si la alimentación artificial puede considerarse una forma de terapia.
ORFEO: La ciencia la define una terapia. Pero luego objetaron.
JUEZ: El derecho a vivir de Eurídice se opone a su voluntad de no aceptar la cura.
ORFEO: El derecho a vivir se había vuelto la obligación de quedar con vida, una obligación absoluta decidida por una autoridad suprema. Pero luego ocurrió el milagro, la última instancia, la última playa. El tribunal supremo de casación nos dio la razón.
JUEZ: No se puede obligar a la salud. El derecho del paciente de renunciar a curarse no se extingue ni siquiera cuando esto signifique renunciar a la vida.
ORFEO: Habían reconocido que el estado de Eurídice era irreversible y que mi voluntad no era matarla sino cumplir con la suya.
JUEZ: Nadie puede impedir el ejercicio de un derecho. El derecho a la salud, como toda libertad, significa también el derecho a perderla.
ORFEO: Diecisiete años atrás yo me había vuelto Orfeo y Eurídice una muerta viva. Durante diecisiete años me había dado vuelta para arrancarla de su calvario pero durante diecisiete años no había ocurrido nada. Eurídice, acariciada durante años sin poder devolver esas caricias, a la que había hablado sin recibir nunca respuesta, ahora podía morir, marchar hacia su destino. Ahora yo podía llorarla de una vez y para siempre.
21. El último aseo
Ella arranca el piso blanco y lo usa como vestido mientras retrocede.
EURÍDICE: Ahora mi cintura es estrecha. Vas a tener que achicar el vestido. Mi lado derecho está paralizado, tené cuidado con el cierre. Poneme el vestido blanco de algodón, el que me regaló la abuela, va a quedar bien con los zapatos. Yo amaba esos zapatos. Me hicieron bailar y correr. A vos te gustaban tanto. Apurate, hace años que el pijama ya no me calienta. Quitame ese pijama. Quiero dormir, con el vestido blanco y los zapatos.
Orfeo la peina.
ORFEO: Hoy es un día feliz, esta es la última vez que te peino, mi amor. Ahora podemos apagarte. Mañana ya no estarás. No te peinaré más, no estaré aquí para ver este desgarro que no termina. Te peino por última vez, te apagamos, te apagamos. Fuera los pensamientos, fuera las lágrimas, fuera todo. Ahora vas a poder morir. Adiós Eurídice adiós.
22. La muerte
ORFEO: En el hospital había una multitud que gritaba. Gritaban todos. Los que me defendían y los que me atacaban.
MULTITUD: Déjenla vivir… Déjenla morir… Es una persona asesinos… ¿Qué dicen si no la conocen?… Podría tener hijos… Déjenla morir… ¿Por qué deciden ustedes?… Agua para Eurídice…. Déjenla que se apague… ¿Y si un día se despierta?… ustedes nunca la vieron…. Agua para Eurídice…. Dicen que puede hablar, miren qué hermosa es… Debe marcharse, dejen que se vaya… ¿Despertate Eurídice, despertate, no ves que te están matando? Cada uno puede elegir su destino… Detengan la mano asesina…
Orfeo se sienta, Eurídice se acuesta encima de él.
ORFEO: ¿Qué saben ustedes de Eurídice, mi mujer? ¿De aquello que pensaba y quería? ¿De aquello que nos prometimos? ¿Qué saben ustedes de su accidente? ¿De su calvario? ¿Qué saben ustedes de mí, de mi amor? ¿Qué saben de nuestras promesas?
Se arrastran hacia atrás, ella encima de él.
EURÍDICE: ¿Vinieron por mí? ¿Luego de todo este tiempo? Gracias por haberme tenido en cuenta. Yo no siento más el tiempo. No siento las campanas de la Iglesia, las dos, las tres, las cuatro. No siento la espera del día siguiente, de su fiebre, su esperanza. No me cubran con sus pensamientos. Desnuda, desnuda, desnuda, impúdicamente desnuda en la gris belleza que proclaman sin haberme visto nunca. Piedad, amor, compasión, son trapos que ustedes cosen sobre mí. Son sus glorias, no las mías. Pueden irse ahora. Déjenme sola. Sola, desnuda y digna. ¿Todavía están ahí? ¿Quieren acompañarme o vinieron a buscarme? Soy su cómplice ahora, su amiga y enemiga. Elijan ustedes. Gracias por interesarse en mí. Ahora cuídense ustedes.
Se alzan.
ORFEO: La enfermedad no es una bandera, es un drama. El dolor no tiene sentido. No hay buenos y malos. Sólo personas con sufrimientos indecibles abandonados por todos. Yo había encontrado el médico que nos iba a ayudar a realizar el procedimiento.
DOCTOR: La asistiremos 24 horas sobre 24, suspenderemos la alimentación y reduciremos el malestar con analgésicos, saliva artificial y solución fisiológica.
ORFEO: ¿No sufrirá hambre y sed?
DOCTOR: Ella no siente ni hambre ni sed.
ORFEO: ¿Cuánto tiempo va a pasar?
DOCTOR: Por lo que sabemos el proceso puede durar siete días.
ORFEO: Le quitamos la sonda, los tubos. A la mañana siguiente volví a casa, debía buscar unos papeles, quería pasar con ella los últimos días de su vida. El teléfono, de nuevo el teléfono. 17 años atrás había sonado el teléfono: el accidente. Ahora suena de nuevo.
DOCTOR: Orfeo, Eurídice partió. Atravesó el río. Tu Eurídice ahora descansa.
ORFEO: ¿Pero cómo? Antes de ayer le quitaron la sonda. Me habían dicho que iba a pasar una semana.
DOCTOR: Su corazón no resistió.
ORFEO: Yo no estaba, yo no estaba.
DOCTOR: Se apagó, Orfeo, se apagó. Mejor así, amigo mío.
ORFEO: Dolor, alivio, cansancio. Ahora finalmente puedo llorar. Cumplí la promesa, amor mío. Estás muerta. Puedo decirte adiós finalmente. Basta insultos, basta injurias en nombre de la piedad. Ningún canto, ningún grito. Silencio, amor mío, finalmente silencio.
23. Autopsia
DOCTOR: La causa de muerte de Eurídice fue paro cardíaco por deshidratación, compatible con el protocolo. La autopsia reveló las condiciones deterioradas de su cuerpo. Como consecuencia de la parálisis y de estar siempre acostada, los pulmones de Eurídice estaban osificados. El cerebro presentaba lesiones gravísimas que confirmaban que Eurídice, desde el momento del accidente, había irremediablemente perdido sus funciones de conocimiento y de comunicación.
24. Dirán de vos
ORFEO: Dirán de vos que eras la bella durmiente.
EURÍDICE: Dirán de vos que me negabas las curas.
ORFEO: Dirán de vos que podías tener hijos
EURÍDICE: Dirán de vos que me mataste.
ORFEO: De vos dirán que sólo había que tener paciencia.
EURÍDICE: De vos dirán que eras cobarde.
ORFEO: Te volverás una bandera.
EURÍDICE: También vos te volverás una bandera.
ORFEO: Hubiéramos paseado.
EURÍDICE: Hubiéramos ido a París.
ORFEO: Hubiéramos adoptado hijos.
EURÍDICE: Los hubiéramos criado.
ORFEO: Nos hubiéramos peleado por pavadas.
EURÍDICE: Nos hubiéramos disculpado.
ORFEO: Hubiéramos hecho el amor.
EURÍDICE: Hubiera soportado tus canciones.
ORFEO: Hubiéramos envejecido juntos.
EURÍDICE: Hubiéramos muerto juntos, como mueren los amantes.
ORFEO: A mí el dolor, a vos la nada.
EURÍDICE : A vos el dolor, a mí la nada.
Se quedan quietos como en la foto inicial.
ORFEO: A nosotros el amor, el camino largo.
EURÍDICE: A nosotros el amor, el camino largo. ¿Te acordás de esta foto?
ORFEO: Me la acuerdo.
FIN
César Brie (Buenos Aires, Argentina · 1954) radicó en su país natal hasta los 19 años. Fue uno de los fundadores de la Comuna Baires, cuyos miembros huyeron en 1974 luego de que un comando paramilitar secuestrara y torturara salvajemente a uno de sus integrantes. Ese mismo año, César partió a Italia y fue en Milán donde escribió Persiguiendo el Sol, una radiografía implacable de la derrota de su generación. En 1980 se mudó a Dinamarca, país en el que conoció a su esposa, Iben Nagel Rasmussen. En 1991, inició un proyecto para el cual había estado ahorrado durante 5 años: El Teatro de los Andes de Bolivia. Ahí permaneció 19 años y realizó Humillados y Ofendidos, un documental que denuncia la violencia de Estado en contra de los campesinos de Chuquisaca, lo cual le valió una golpiza y la amenazas de asesinar a sus hijas y esposa. Realizó también el documental Tahuamanu, el cual se centra en la masacre de Pando del 11 de septiembre del 2008, y donde se denuncia la corresponsabilidad objetiva de un grupo paramilitar organizado por un caudillo local aliado con el gobierno de Evo Morales. En 2010 dejó Bolivia y actualmente vive entre Italia y Argentina.