Experiencia vital que bordea lo indecible, el amor. Los textos de cinco poetas ofrecen expresiones del amor erótico, del amor familiar, del amor que se contempla a partir de una travesía por la naturaleza, que se trenza con cabuya, se siente como dedos de sogas hambrientas, se vive entre medicinas y olvido, cae como una hoja ocre. Aquí, la poesía de Grissel Gómez Estrada (México), Almudena Gavala (España), Yeni Zulena Millán (Colombia), Alexis Morales Valdera (Cuba), y Rodrigo Palominos Castro (Chile).
Fragmentos
I.
Distendidas
estas alas en reposo
han soltado lentamente
las sogas hambrientas de tus dedos
II.
No es este clavo
es la presencia oscilante del desierto
cadencia rojiza
que vibra en murmullos
murmullos calientes
apenas si pasan
no es este clavo
III.
Labios
de una línea apenas
decretando el aparcado final
IV.
Distendidas
estas alas en reposo
sobre espuma
han soltado lentamente
las sogas con hambre de tus dedos.
V.
Tal vez quisieras haber nacido en este cuerpo
como rama
pero desmontas en silencio
hace un calambre desmontas en silencio
hace un árbol desmontas en silencio
hace una estalactita desmontas en silencio
VI.
Precipitadas aureolas en selvas de virgen
suma el aura de tus pesadillas
aullido: senda en tu transitar sin luna
Alguien debe llegar antes
Alguien debe saberlo
VII.
Distendidas
sobre espuma
estas alas
han soltado lentamente
las sogas con hambre
de tus dedos.
Tres poemas
El deseo
mi todo,
mi esclavo, mi nada,
mi dueño.
Sentimiento
pegado a su espina,
corona de niña
nombre de esperanza.
El deseo
de noche
ayuno saciado,
roce de manos
penetrando en el cuerpo,
roce de tango,
acuarela de luces y sombras.
Pienso en todos, desde mi centro
y construyo mi querer poco a poco,
con lecciones de dos horas
recorro lo que falta y lo que sueño
y despierta mi madre
como ombligo del mundo.
Pienso en todos
y con todos
edifico la muralla de mi casa
donde falta tu hueco en la cama
(que ocupa mi amor en vilo)
sin azúcar ni sal
sin sal ni canela.
Pienso en todos
y duermo dejándome a un lado
rebuscando en el desván de la infancia
las pequeñas espinas
que me crecen en la mano.
Con 50 años enloqueció para recuperar la juventud
hasta retar al mismísimo tiempo
el dolor del silencio maduro
y delicado
de los atardeceres.
Y se hizo hombre
como nunca antes lo había sido,
y se deshizo del hombre como nunca antes lo hubiese querido;
volando hacia la vida
como un niño hacia la playa.
Tres poemas
**
Como trenzaba la cabuya
como trenzaba la iraca
como trenzaba su cabellera
delicado hilo auriplateado
une mi corazón cautivo
a tu infinito palpitado
la canción nos crece
nos mece
nos entreteje
abuela
**
Hilar y deshilar
hacer y deshacer
tramar y desentramar
era tu cuerpo
inexistente
lo que yacía en el telar
Penélope
y la aguja
apuntaba
hacia un único deseo
Último día sobre la tierra
He sido pájaro.
Hoy
moriré de altura.
Dos poemas
Mi abuela casi se despide
4 de septiembre de 1917
Quiero inventar con estos versos,
unos ángeles protectores
Soñando con pájaros azules que revolotean,
tirando piedras a las nubes,
se levanta.
Un día más entre la espesura,
entre palabras repetidas,
entre las telarañas de su mente.
¨Eres mi hermano¨ -me dice – fija su mirada,
una mirada que duele,
entre sus dedos, los truncos anillos,
anillos de frascos de medicinas,
pero son sus anillos y su aliento.
Su cuerpo no le pertenece,
se asoma a él desde otra dimensión,
y lo deja caer en la butaca,
y lo protege del agua.
No le interesa el alimento,
ni el pudor,
ni los perros,
ni la muerte.
Un manojo de recuerdos encorvados,
se arruga dentro de su noche,
y se levanta un día más,
tirando piedras a las nubes.
Después de las flores
Serán segados los pastos con dolor,
los tonos grises vestirán los árboles.
Después de las flores
solo el canto de la nostalgia.
Las sombras espantadas de las nubes,
se aprestarán sobre la distancia,
se despeñará una mariposa al espejismo,
entre las hojas calladas.
Después de las flores
hibernarán las crisálidas
en los retoños evocados.
No quedará tu soledad, ni tus plegarias,
ni tus estériles fluidos,
en estos días incoloros.
Después de las flores,
aún después,
el poeta sigue levantando su cadáver.
Caminamos en el puente del río Claro
Una hoja
de álamo
cae
sobre la casa.
como una hoja ocre.
En el jardín la maleza ondea con el viento.
Resuenan pasos de pies pequeños.
Atardece. El canto de los pájaros.
Estás todavía a mi lado.
La piedra de lo que pienso
cae
sobre la casa.
como la piedra de lo que pienso.
El sueño arrebolado de la nube
Ilumina el silencio azul de tu boca.
La casa forma el puente.
La piedra es el instante:
Caminamos en el puente del río Claro.
Vendrá el invierno: oscuro bosón de higgs.
En la ventana la barca del viento,
el oído de las palabras.
Una hoja
de álamo
cae
sobre la casa.
Olor a menta. El ruido de los pájaros ha cesado.
La noche extiende sus alas interminables.
Caminamos en el puente del río Claro.