Carlos Egaña | Enrique Aureng Silva
Ilustración por Ludwig Kirchner
“The future is already here – it’s just not evenly distributed,” escribió William Gibson, padre del cíberpunk para algunos, en 2003. De cierto modo, los escritos de Michel Nieva (Buenos Aires, 1988) vuelven a tal aforismo constantemente. Eso sí, desde una perspectiva profundamente latinoamericana. Son pocos quienes exploran con avidez la ciencia ficción en América del Sur, y Nieva comprende que el espacio geográfico, sus vicios y su humor son inescapables al hacerlo. Tuvimos la suerte de reunirnos en las “catacumbas” de 19 University Place, diagonal a Washington Square Park, para conversar sobre sus manías. Aquí, pues, el registro de nuestros intercambios.
Has publicado dos novelas de ciencia ficción, ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? y Ascenso y apogeo del imperio argentino. Tenemos la impresión, eso sí, de que la producción de textos en este género ha sido muy escasa en América Latina. ¿Por qué escribir ciencia ficción, pues, desde el continente americano? ¿Crees que has tenido dificultades particulares por tu nacionalidad en relación a esta búsqueda?
Con respecto a la dificultad, siento que fue lo contrario. Al haber tan escasa producción, tuve la libertad de poder trabajar sin el peso de una tradición. Porque en cualquier otro género hubiera tenido el peso de otras escritoras y escritores que en Latinoamérica, y en mi formación, tuvieron un peso fuerte —no sé, Borges, Bolaño, César Aira—, y la ciencia ficción me permitía escapar de esas influencias para poder escribir con más libertad, o al menos ocultándolas. Y con respecto a la otra pregunta, últimamente he estado pensando en una frase de Harold Bloom, que dice que Shakespeare es el creador de lo humano, y que toda la literatura occidental es la modulación de las pasiones que Shakespeare sincera como lo que entendemos como humano. Entonces yo pensaba que la visión de Bloom es ultra eurocéntrica, siempre pensando en la literatura europea y norteamericana, y me pregunté qué pasa con lo no-humano —porque la colonización de América es justamente la historia de considerar poblaciones, y también geografías, como no-humanas— y la ciencia ficción, en ese sentido, me pareció que ofrecía herramientas interesantes para pensar la historia de Argentina o de Latinoamérica en general desde un nuevo ángulo.
En ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos?, mencionas que en una Argentina del futuro, ciertos androides han salido al mercado para ayudar al ser humano con distintas tareas. Al principio, mencionas cinco, sin lugar a dudas inspirados en la tradición folclórica, literaria y política de la Argentina. ¿Por qué estas referencias históricas en un libro de ciencia ficción? Es más, ¿cuál es la relación, para ti, entre la historia y la ciencia ficción en general?
A mí una vez me dijeron, medio en chiste, que lo que yo escribo es ciencia ficción “gauchopunk”: no supe qué significaba pero me lo apropié. Yo creo que surgió de un error de lectura, porque a mí en la secundaria me obligaban a leer a Sarmiento —que en Argentina es un autor canónico— y yo en ese momento estaba leyendo mucha ciencia ficción y además tenía que leer el Facundo, que es sobre el desierto argentino. Y me parecía sumamente tedioso cómo se enseñaba esa versión ultra canónica. Entonces se me ocurrió usar los imaginarios de la ciencia ficción como un desierto apocalíptico del futuro para pensar lo que era Argentina. Obviamente en la escuela me reprobaron, porque todo aquello era un desvío, parecía que no había leído el Facundo (y en efecto así fue). Pero pensé que era interesante la distorsión que ofrecía la ciencia ficción para re-pensar la historia de mi país.
A mediados de la misma novela, la narración sobre el androide –más bien, gauchoide– llamado Chuma pareciera detenerse para dar pie a otros relatos: las peripecias de un Sarmiento zombi, por ejemplo. ¿Por qué esta ruptura dentro de la novela? ¿Crees que las narraciones lineales son, de cierta manera, demodé? ¿Cómo concibes en tu proceso creativo la estructura de un texto?
Me parece interesante cómo algunos temas de la ciencia ficción se pueden introducir como un procedimiento de escritura. Por ejemplo, en este caso es una droga la que permite la estructura recursiva. Justo terminé una novela en la que hago un videojuego que permite la narración dentro de otra narración. Me gusta explotar estas figuras de la ciencia ficción que también tienen que ver con la experiencia contemporánea, fragmentaria. Piglia, en el prólogo de su Antología Personal, habla de cómo está estructurada la memoria en la novela del siglo XX. Y menciona a Proust, que trabajaría con una memoria psicoanalítica, es decir, basada en reacciones involuntarias. Entonces, según Piglia, la memoria del siglo XXI sería una memoria paranoica. Como aparece en un cuento de Philip Dick, We Can Remember It for You Wholesale –en el que se basa la película Total Recall. Bueno, en ese cuento, una persona descubre que tiene un chip en la cabeza y empieza a sospechar de sus propios recuerdos. La cuestión de la familiaridad con la tecnología y la sobredosis de información que al mismo tiempo produce una alienación de lo que está tan presente en la propia experiencia. Pienso en el rol que todo eso juega a la hora de estructurar narraciones de ciencia ficción.
Ya que mencionamos al Sarmiento zombi, queda claro en un libro de ensayos tuyo, Tecnología y barbarie, que el autor/expresidente ocupa un lugar importante en tus inquietudes. Pero sabemos que Sarmiento ha sido revisado, releído y criticado por décadas ya. ¿Por qué seguir conversando sobre su obra, tanto literaria como política? Para bien o para mal, ¿son Sarmiento y Facundo, su magnum opus, componentes fundamentales de la argentinidad?
Piglia dice que Sarmiento estructuró la sintaxis del pensamiento argentino —y de cierta manera del pensamiento de toda latinoamérica— al pensar en binarismos. Siempre o civilización o barbarie (puede ser peronismo-antiperonismo, kirchnerismo-antikirchnerismo), pero siempre la realidad argentina estructurada con base en esos antagonismos. Entonces me parece que Sarmiento es un autor muy importante para poder repensar toda la tradición. Además, tengo una obsesión medio neurótica, que no sabría explicar, pero que me hace siempre recaer en él. Desde él surgen un montón de problemas de la tradición argentina: la cuestión indígena, el racismo, la necesidad de tomar influencias europeas y norteamericanas para poder pensar la realidad nacional. Creo que es un autor interesante con el que discutir o buscar espejos para pensar el presente.
En el mismo libro de ensayos, acuñas el término “vi(r)opolítica)” a partir de la biopolítica foucaultiana y la gestión de gobiernos y corporaciones de nuestro presente pandémico, del COVID-19 en relación a nuestras vidas y nuestro rol en la sociedad. ¿Podrías desarrollar un poco más el concepto, así como explicar su necesidad para comprender nuestros tiempos?
Con respecto a ese ensayo, yo ya tenía terminado el libro, que tiene los virus como uno de los temas principales. Y en realidad lo había escrito tratando de pensar temas muy abstrusos para poder entender la realidad de una manera algo distorsionada, que no tuviera muy explícita la relación con el presente. De repente llegó la pandemia y se despertó el interés por el tema de los virus, y también por el de los viajes inmóviles, que se trata en el libro. Entonces el editor dijo que un libro que tuviera los virus como tema pero que no hablara de la pandemia iba a ser tomado como una estafa, y me sugirió que escribiera sobre la pandemia. Yo ya venía investigando, y como me interesa la biopolítica, y me gusta inventar palabras (risas), se me ocurrió inventar ese término y hacer un juego de palabras e incluirlo en el texto: banalizando a la vez ese concepto tan europeo, y pensando desde el sur la biopolítica también.
Hoy día te encuentras haciendo un PhD en Español y Portugués en la Universidad de Nueva York. ¿Son similares tu proceso de escritura creativa y tu proceso de escritura académica? ¿Parten de las mismas obsesiones, o se dan de formas distintas?
Estoy interesado en poder volver las dos facetas complementarias. Eso fue lo que traté con el libro de ensayos. A mí me gustan muchos escritores y escritoras que toman la reflexión como parte de su trabajo literario. En Argentina está la tradición de Borges, Aira, Saer: que al mismo tiempo que escribían ficción, tenían una vena ensayística. Se complementan. Hay una frase de Spinoza que dice que el cuerpo es el pensamiento del alma y el alma son las afecciones del cuerpo. Me gusta pensar así la ficción y el ensayo: el ensayo como un pensamiento de la ficción y la literatura como una ficción del pensamiento.
Por último, el año pasado fuiste seleccionado por la revista Granta como uno de los mejores escritores en español con menos de 35 años. ¿De qué manera esto ha afectado tu producción literaria, tu relación con el mundo editorial?
Fue una sorpresa muy grande. Yo había publicado en una editorial muy pequeña en Buenos Aires, que si bien tiene su consideración dentro de la escena local, afuera no tiene mucho impacto y sus tiradas son bastante limitadas. Entonces aparecer en esa lista que tiene un gran peso en la escena literaria fue un gran cambio. Me abrió bastantes puertas. Otro autor que quedó seleccionado –Martín Felipe Castagnet—decía que es un premio que te abre un montón de puertas sin necesidad de que las toques. Me abrió a un público más amplio y la posibilidad de publicar en editoriales más grandes. También se veía en este premio la diferencia entre Latinoamérica y Europa, porque la gente europea que quedó seleccionada ya tenía agentes y publicaba en grandes editoriales, que no era lo que sucedía con nosotros los latinoamericanos, porque nosotros publicábamos en editoriales independientes, sin estar tan “profesionalizados”. Lo que también nos da más libertad para escribir, sin tanta presión.
Michel Nieva (Buenos Aires, Argentina · 1988) estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y actualmente es becario doctoral y docente en la Universidad de Nueva York. Publicó el poemario Papelera de Reciclaje (2011), las novelas ¿Sueñan los gauchoides con ñandúes eléctricos? (2013), Ascenso y Apogeo del Imperio Argentino (2018) y, el más reciente, de ensayos, Tecnología y Barbarie. Ocho ensayos sobre monos, virus, bacterias, escritura no humana y ciencia ficción (2020). Además, escribió el guión del videojuego en 8 bits Elige tu propio gauchoide (https://www.pungas.space/gauchoide/), basado en el universo de sus libros de ciencia ficción. En 2021 fue elegido por la revista Granta como uno de lxs mejores narradorxs jóvenes en español. Fue traducido al búlgaro, al inglés y al italiano.