En una conversación con el poeta peruano Roger Santiváñez, el autor nos compartió sus impresiones sobre su propia obra, en lo que está trabajando ahora y cuál es la forma en la que le gustaría ser leído. Fundador del Movimiento Kloaka y el grupo La Sagrada Familia (1982 y 1977), la poesía de Roger encuentra un centro en el sonido y en la naturaleza. Aquí los resultados de esa charla:
En una poesía como la tuya, en la que el sonido es casi el eje principal de tu trabajo, ¿cómo esperas que te lean?, ¿aspiras a que tus lectores lean tu poesía en voz alta?
Sí, eso me gustaría: que me leyeran en voz alta; pero -como actualmente se impone la lectura silenciosa- me conformo con eso. Y digamos que podría hacerse una lectura sonora en nuestra mente.
Ahora que llevas tantos años en Estados Unidos, ¿Perú todavía tiene un lugar en tu poesía?
Claro, siempre lo tiene: a través del lenguaje justamente. Podría decir que yo escribo en peruano. De allí que necesite viajar -por lo menos- una vez al año al Perú para volver a empaparme de nuestra lengua.
En esa naturaleza tan marcada en tu obra, ¿qué papel juega lo urbano?
Lo urbano casi nada últimamente -salvo como una memoria sesgada en algunas imágenes- ya que el entorno de mi poesía actual es el locus amenus de las bucólicas orillas del río Cooper en Collingswood, al sur de Nueva Jersey.
Sabemos de un nuevo proyecto del que no puedes hablar demasiado. Sin embargo, me gustaría que nos contarás más acerca de estas ideas de orden místico. ¿De dónde surgieron?
Yo tengo una muy fuerte formación cristiana. Mi mamá era súper católica y muy devota. Durante mi infancia, ella me llevaba todos los días a escuchar la misa de las 6 a.m. en la iglesia de la Virgen del Carmen en mi natal ciudad de Piura en la costa norte del Perú. De modo que yo tengo una acendrada visión religiosa del mundo y de la vida. En ese sentido, siempre he sentido mi poesía como una creación mística, en alabanza de Dios. El libro que escribo actualmente pretende captar la voz de Dios; en ese trance estoy en estos meses de efervescencia creativa.
¿Cómo es tu proceso de escritura?, ¿tienes una rutina en particular?
Escribo a diario, poseo una especie de disciplina con esto. Camino muy temprano a las orillas del río Cooper dedicado a la contemplación y a la escritura. Escribo a mano en mi libreta Moleskine, luego paso en limpio en la computadora y allí es donde corrijo el poema y se da propiamente la composición.
¿Estás en contacto con poetas jóvenes peruanos?, ¿te gustaría recomendarnos algunos?
Claro, te recomiendo los jóvenes poetas del grupo Poesía Sub 25 -Roberto Valdivia y Valeria Román- así como a otros que no están en grupo: Mario Pera por ejemplo.
¿Qué significa para ti escribir en una lengua viviendo en un país que habla otra?
Significa reivindicar mi lengua, amarla, preservarla. Crear belleza con ella.
Y para terminar Roger, ¿cómo ves la relación poesía – narrativa?, ¿crees en la hibridez?, ¿crees que una está por encima de otra?
No creo que ninguna esté encima de la otra. Me gusta la hibridez, la mezcla y la fusión. Creo que hacia eso vamos cada vez con más claridad y perfección. Es el desafío que nos impone la postrimería del tiempo y de nuestra época.