Ana Pessoa y Juliana Muñoz Toro
La escritora portuguesa Ana Pessoa acaba de publicar Mary John, una novela escrita en forma de carta de (des)amor. Algunos dicen que pertenece al género juvenil, otros pensamos que es parte de una literatura universal que hoy traemos, en un corto fragmento, a esta revista*.
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Julio Pirata,
Aquí estoy.
Ahora sí decidí escribirte. Llegué a casa me senté y escribí esto. Fui al cine con Sonia y Carolina. No conoces a mis amigas, pero ellas te conocen a ti. A veces todavía hablo de ti.
Sonia preguntó: ¿Piensas en él?
Yo dije: A veces. Más debería haber dicho: Todos los días. Debería haber dicho: Todos los minutos de todas las horas de todos los días. Porque pienso en ti todos los minutos de todas las horas de todos los días.
No debería ser así, ¿o sí?
Pues no.
A veces creo que no estoy pensando en ti, que estoy completamente concentrada en una discusión sobre las alteraciones climáticas o sobre el ex novio de Sonia, pero al final de ella estás tú, contra una esquina de mi cabeza.
Sonia preguntó: ¿Te gustaría verlo?
Dije: No.
¿En serio?
En serio.
En aquel momento yo tenía la certeza de eso, pero ahora ya no la tengo, Julio.
A una parte de mí le gustaría decirte: Vete a freír espárragos. Pero la otra parte continúa corriendo detrás de ti en la plazoleta.
Soy dos personas al mismo tiempo. Tengo dos cabezas, dos corazones.
Es culpa tuya, Pirata.
Te pasas la vida detrás de mí. Pareces un insecto siempre encima de mis oídos. Y yo no quiero tu zumbido en todas las esquinas de todas las calles, Julio. ¿Entiendes?
Sonia me preguntó por qué razón continúo tan aferrada al pasado, tan aferrada a ti. Yo dije: No sé. Sonia preguntó: ¿Quién es Julio de todos modos? Traté de explicarle, pero no lo conseguí.
¿Quién eres, Julio?
Ando en busca de la respuesta desde el primer momento. Desde la primera pregunta.
Vine a pie para la casa y pensé en ti todo el tiempo. Tú y yo en el siglo pasado. Tú y yo en la Edad Media, en la Antigüedad Clásica, en el parque infantil de la Plazoleta. ¿Te acuerdas de eso?
Yo sentada en la cima de la media luna y tú sentado en la arena. Yo mucho más alta que tú porque estaba sentada en la cima de la media luna.
Tú preguntaste: ¿Eres un niño o una niña?
Y esta fue la primera pregunta de todas, Julio Pirata, la pregunta más antigua, y yo anduve todos estos años en busca de la respuesta.
¿Entonces?
¿Entonces qué?
¿Eres niño o niña?
No te voy a decir.
¡Yo creo eres una niña!
¿Por qué?
Porque eres tonta.
Tú también eres tonto y eres un niño.
Pero tú pareces una niña.
¿Y cuál es el problema?
No juego con las niñas.
¡Pero soy un niño!
Mi primera mentira. Me miraste, te miré. Dos preguntas, dos enigmas. Preguntaste: ¿Cómo es que te llamas? Yo dije: Juan. Y esto ya no era una mentira. Toda la gente me trata como Juan, menos tú, que me tratas como Mary John, y mi tutora de Matemática, que me trata como Juanita.
Tú y yo en el parque infantil. El primer día. La primera hora.
Revolcamos la arena en busca de tesoros. Encontramos monedas, conchas, un gancho de cabello, una media, una llave pequeñita.
Éramos piratas.
Dijiste que yo podía quedarme con la llave pequeñita. Yo dije: Estoy agradecida. Tus ojos abiertos de par en par. Me apuntaste con el dedo índice. Dijiste: ¡Eh, eres una niña! Tu voz abierta de par en par.
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