En un paso subterráneo de la Plaza de Oriente. Sobre un lecho de cartones y tapadas con periódicos y trapos descansan la NIÑA mendiga y la MADRE mendiga.
NIÑA.- Madre…
MADRE.- ¿Qué?
NIÑA.- No me puedo dormir.
MADRE.- Pues, duérmete.
Pausa
NIÑA.-No me puedo dormir.
MADRE.- Pues te jodes.
Pausa
NIÑA.-Madre…
Pausa
NIÑA.- Madre…
MADRE.- ¿Quéeee?
NIÑA.- No se ponga así.
MADRE.- Ya sé que no te puedes dormir… y vas a conseguir que no durmamos ninguna de las dos. ¿Es eso lo que quieres?
NIÑA.- No, si no es eso…
MADRE.- ¿No es eso?
NIÑA.- No. Es que estoy pensando.
MADRE.- ¿Pensando? ¿Y cómo te ha dado por ahí?
NIÑA.- Como no me puedo dormir…
MADRE.- Ya. Pues piensa para ti. Callada, ¿vale?
Pausa
MADRE.- Joder.
NIÑA.- ¿Qué pasa?
MADRE.- Que ya lo has conseguido. Que no me puedo dormir. Me he desvelao.
NIÑA.- ¿Y eso que es?
MADRE.- Pues que no te puedes dormir.
NIÑA.- Ah… Desvelao… qué raro…
Pausa
NIÑA.- Tenía que ser al revés…
MADRE.- ¿Al revés?
NIÑA.- Nivelao, o algo así. No, nivelao no, que quiere decir lo mismo.
MADRE.- ¿Lo mismo que qué?
NIÑA.- Que desvelao, ni-velao, que no tienen velas.
MADRE.- Joder…, anda, duérmete cari, que es muy tarde.
NIÑA.- Y no podemos estar toda la noche en vela.
MADRE.- Exactamente… muy bien dicho.
NIÑA.- ¿Lo ve? Entonces tendría que ser al revés.
MADRE.- ¿Al revés el qué?
NIÑA.- Madre, si estamos en vela no podemos estar desvelaos.
MADRE.- Ay, Jesús…
NIÑA.- ¿No?
Pausa
NIÑA.- ¿No tengo razón? En vela – desvelao ¿no?
MADRE.- La tienes, la tienes… Anda, duérmete y no pienses tanto.
NIÑA.- Es que estoy desvelá… Amás, que no hemos cenao.
MADRE.- Porque no había…
NIÑA.- Ya…
MADRE.- ¿Te has bebido el vaso de agua? Eso quita el hambre.
NIÑA.- Dos. Dos me he bebío.
MADRE.- Te he dicho que no bebas dos.
NIÑA.- Es pa ver si me hacía efecto, como ayer tampoco cenamos…
MADRE.- A ver si aluego te vas a mear…
NIÑA.- No se preocupe, madre, me aguanto. Yo pa aguantar soy muy sufrida. Vamos, que me lo aguanto to.
MADRE.- Eso es bueno, cari, los pobres hemos nacío pa aguantar.
NIÑA.- ¿Sí? ¿Pa eso hemos nacido?
MADRE.- Pa eso y pa comer jamón, pero no nos lo dan…
Pausa
NIÑA.- ¿Por qué, ma? ¿Por qué no nos lo dan?
MADRE.- Porque no hay pa tos, hija, por eso no nos lo dan.
NIÑA.- No hay pa tos…
MADRE.- No hay.
NIÑA.- ¿En Navidad tampoco? Porque en Navidad dan mucho jamón. Jamón, jamón, dan mucho jamón.
MADRE.- Cállate coño, me está doliendo la tripa ¿no ves que no hemos cenao?
NIÑA.- ¿Y por qué no reparten el jamón que sobra en Navidad? A lo mejor había pa tós.
MADRE.- No se puede.
NIÑA.- ¿No se puede?
MADRE.- Está prohibido
NIÑA.- ¿Por qué?
MADRE.- Porque eso es comunismo.
NIÑA.- ¿Y qué?
MADRE.- Pues que está prohibido, ya te lo he dicho.
Pausa
NIÑA.- ¿Y quién lo ha prohibido?
MADRE.- El rey
NIÑA.- ¿El rey?
MADRE.- El rey.
NIÑA.- Ah…
MADRE.- Venga, cari, duérmete, cielo.
Pausa
NIÑA.- El rey seguro que come jamón.
MADRE.- No te jode… Pues claro.
NIÑA.- ¿Y a ti te parece bien?
MADRE.- Yo si pudiera haría lo mismo. Y no le daba a nadie. Jamón y macarrones. Joder, qué macarrones me comía ahora…
NIÑA.- Bébase un vaso de agua…
MADRE.- Ya me he bebido dos.
NIÑA.- A ver si se va a mear.
MADRE.- Imposible.
NIÑA.- Pues no será la primera vez.
MADRE.- ¿Cómo me voy a mear si estoy despierta? Yo no me meo despierta.
NIÑA.- Ya.
MADRE.- Esa vez es que estaba un poco… que había bebido, vaya.
NIÑA.- Ya.
Pausa
MADRE.- Joder, ahora la que no puede dormir soy yo.
NIÑA.- Madre, ¿le puedo hacer una pregunta?
MADRE.- Dispara.
NIÑA.- Antes ha dicho usted que si fuese rey no le daría jamón a nadie.
MADRE.- A nadie, cojones, a nadie…
NIÑA.- ¿Y a mí tampoco?
MADRE.- A ti sí, cari, ¿cómo no te voy a dar jamón a ti? Me lo sacaría de la boca,
NIÑA.- No, no, yo lo quiero seco. Bien seco.
MADRE.- Vale, pues seco.
NIÑA.- Es que me gusta seco. La parte esa negra, la que está más dura. Esa es la que me gusta.
MADRE.- Pues muy bien, tomo nota: la parte dura.
NIÑA.- Esa es la que está más buena. Seguro que al rey le encanta.
Pausa
NIÑA.- Madre, ¿Usted cree que el rey es bueno?
MADRE.- Pa mí que sí. Tiene cara.
NIÑA.- El príncipe es muy guapo. Y muy alto.
MADRE.- Alto de cojones. Parece una grúa.
NIÑA.- A mí me gusta verle en los telediarios. Sale con los negros, con los chinos, con los alemanes, a todos les saca la cabeza. ¡Qué tío!
MADRE.- Sí, es un orgullo nacional, ¿Y tú cuándo ves los telediarios?
NIÑA.- Cuando puedo. Me gusta enterarme de las cosas. ¿Sabía usted que Barcelona se está cayendo a pedazos? Han hecho unos túneles pa meter los trenes y por ahí se están cayendo las casas.
MADRE.- Si ya los han cerrao, tonta, los túneles…
NIÑA.- ¿Ya?
MADRE.- Ya. No los iban a dejar así to la vida. Aunque las casas fueran de los pobres…
NIÑA.- ¿Los catalanes son pobres?
MADRE.- No, hija. Los catalanes no tienen un pelo de tontos. Las casas no eran suyas.
NIÑA.- ¿Ah no?
MADRE.- Bueno, las casas sí, pero los que vivían dentro eran como nosotros. Pringaos.
NIÑA.- Pobrecillos.
MADRE.- Te he dicho que no vayas al bar del Aníbal, ¿Cómo te lo tengo que decir? No me gusta que veas tantos telediarios. Se te llena la cabeza de ideas.
NIÑA.- Seguro que los catalanes comen jamón.
MADRE.- No cambies de tema. Te he dicho que no vayas. ¿Te lo he dicho o no te lo he dicho?
NIÑA.- Me lo ha dicho.
MADRE.- No me gusta cómo te mira ese hombre.
NIÑA.- Yo voy por si cae algo. A veces cae algo. Me ha dicho que me va a dar un hueso de jamón. Un hueso de esos que le han cortado la carne, pero que todavía tiene cosa…
MADRE.- Al Aníbal no le creas nada. Ese hombre no es bueno.
NIÑA.- Pues me lo ha prometido.
MADRE.- ¿El hueso entero? Pues yo no lo he visto.
NIÑA.- Es que se me olvidó.
MADRE.- ¿El hueso se te olvidó? ¿Y me lo dices así? La madre que te parió. Pero ¿Cómo se te puede olvidar un hueso tan bueno?
NIÑA.- Es que me puse nerviosa. No se enfade, madre, pero me puse muy nerviosa.
MADRE.- Bueno, anda… no pasa nada, venga. Duérmete. Es la falta de costumbre. Es natural. Al rey no le hubiese pasado.
NIÑA.- ¿Al rey también le dan los huesos?
MADRE.- No. Él se lleva el jamón entero.
NIÑA.- Pues no me parece bien. A él le regalan el jamón y a mí sólo un hueso.
MADRE.- Y encima te lo olvidas.
NIÑA.- Pues no me parece justo. ¿Por qué le tienen que dar el jamón entero al rey?
MADRE.- Porque lo paga, cojones. Que tampoco se lo regalan. Lo paga con su pasta.
NIÑA.- Tiene mucha ¿Verdad?
MADRE.- Toma, claro. El que más.
NIÑA.- ¿Cuánto?
MADRE.- ¿El rey? ¿Pa qué lo quieres saber?
NIÑA.- Por curiosidad.
MADRE.- Pues mucho. Yo qué sé… Un millón. O dos.
NIÑA.- ¿Y por qué le han dao tanto? ¿Por salir en la televisión?
MADRE.- Hace más cosas. También sale en los sellos.
NIÑA.- ¿Y qué más hace?
MADRE.- Pues hija… lo principal… mandar.
NIÑA.- ¿Y por eso le dan un millón?
MADRE.- No creas que es tan fácil. Y amás, que se estará todo el mundo acordando de él: me cago en el puto rey, me cago en el puto rey.
NIÑA.- Nadie dice eso.
MADRE.- Alguno lo dirá.
NIÑA.- Nadie. En España el rey es muy querido. ¿A ti no te gusta el rey?
MADRE.- Ya te lo he dicho, es una buena persona. Y además es un poco como tú.
NIÑA.- ¿Como yo? ¿En qué?
MADRE.- Al pobre… también le ha dao un aire.
NIÑA.- ¿También? ¿Y qué aire es ese? Usted siempre me dice lo del aire, pero, ¿qué aire es ese?
MADRE.- El aire de la sierra.
NIÑA.- De la sierra…
MADRE.- Ese.
NIÑA.- ¿Y qué tiene de malo?
MADRE.- Pues que corta. Como es de la sierra, corta que no veas. Cuando tú naciste soplaba el aire… y al rey también le ha cortado el rollo.
Pausa
MADRE.- Pero ¿qué importa? Guapos sois los dos cantidá. Y tú la más guapa. Más que las princesas.
NIÑA.- Si yo le pidiera jamón al rey ¿usté cree que me lo daría?
MADRE.- Fijo. La próxima vez que le veas, se lo pides y salimos de dudas.
NIÑA.- ¿Se está riendo de mí, madre? ¿Se cree que soy tonta?
MADRE.- Tonta no, hija, no digas eso. Una cosa es que te haya dao un aire, y otra que seas tonta. Y tú de tonta nada. Como el rey. Porque tú has tenido mala suerte en la vida. Pero podrías ser infanta.
NIÑA.- ¿Y eso qué es?
MADRE.- Como las hijas del rey. Infantas, les dicen.
NIÑA.- ¿No les dicen princesas?
MADRE.- También.
Pausa
NIÑA.- Infantas… Y les han puesto una calle ¿verdad?
MADRE.- Y un parking.
NIÑA.- Pero el parking será de los concejales. Aníbal dice que los concejales le roban a todo el mundo con el parking.
MADRE.- Te he dicho que no vayas al bar de Aníbal.
NIÑA.- Y si el parking es de las infantas, ¿Por qué se lo tienen que llevar los concejales?
MADRE.- Hija, son cosas de la política. Ya lo entenderás cuando seas mayor,
Pausa
NIÑA.- Madre, ¿Quién roba más? ¿El alcalde o el rey?
MADRE.- El alcalde, cari, el rey no roba nada. Se lo dan por mandar, ya te lo he dicho, es un trabajo.
NIÑA.- ¿Y el alcalde no trabaja?
MADRE.- No. El alcalde es un político.
NIÑA.- ¿Y le dejan robar?
MADRE.- El mundo es así. Unos trabajan, como el rey. Otros roban… Y otros, los que somos pobres, ni trabajamos ni robamos.
NIÑA.- ¿Por qué?
MADRE.- Porque no nos dejan. Pa eso tienen a la policía y a la Guardia Civil. Pa jodernos a tos y que no nos llevemos el jamón.
NIÑA.- ¡Qué cabrones!MADRE.- Habla bien, cari, no me gusta que digas palabrotas. Pero sí, tienes razón. Son una banda de hijos de puta.
NIÑA.- A mí me gustaría ser ladrona.
MADRE.- A mí también. Pero a lo grande….Fundar un banco, cosas así…
Pausa
MADRE.- ¡Qué hijos de la gran puta!
NIÑA.- No se cabree madre, que me da mal ejemplo.
MADRE.- Es verdad, hija, pero es que se me llevan los demonios. Nosotras aquí con la barriga vacía sin pegar ojo, y ellos no veas cómo se tienen que estar poniendo. Como cerdos.
NIÑA.- Putos concejales.
MADRE.- Te he dicho que hables bien. Se puede decir to sin necesidad de malas palabras.
NIÑA.- ¿Se puede decir to?
MADRE.- Yo creo que sí.
NIÑA.- Yo siempre tengo la sensación de que me queda algo por decir.
MADRE.- ¿El qué?
NIÑA.- No sé.
MADRE.- Anda, cari, duérmete.
Pausa
NIÑA.- A los polis ¿también les pagan?
MADRE.- Pues claro.
NIÑA.- Entonces ¿tampoco roban?
MADRE.- No roban pero son unos hijos de puta. Los peores. Ya te lo he dicho. No te olvides nunca de que por su culpa se murió tu padre.
NIÑA.- Pero… Ellos no le mataron.
MADRE.- Como si lo hicieran. Le metieron en la cárcel y allí pilló el virus y la palmó.
NIÑA.- ¿Ellos le pegaron el virus?
MADRE.- Cari, te lo he contado diez veces. Si no le hubieran metido en la cárcel no hubiera pillado el virus.
NIÑA.- Pero papá estaba robando una gasolinera.
MADRE.- Normal. Era su trabajo.
NIÑA.- ¿Era concejal?
MADRE.- Era un hombre con lo que hay que tener. Y punto.
Pausa
NIÑA.- ¿Y el Aníbal?
MADRE.- ¿Qué pasa con el Aníbal?
NIÑA.- ¿A ese por qué le han dao el dinero?
MADRE.- Porque tiene un bar.
NIÑA.- Pero digo antes. Antes del bar. Cuando no tenía bar.
MADRE.- Al Aníbal le tocó la lotería. Y cuando te toca te dan mucho dinero.
NIÑA.- ¿Y a nosotros cuándo nos toca?
MADRE.- Cuando juguemos. Si juegas a lo mejor te toca.
NIÑA.- ¿Y usted juega, madre?
MADRE.- Yo no. El juego es un vicio, ya te lo he dicho. Si tu padre no hubiera jugado tanto, otro gallo nos cantaría.
NIÑA.- A usted todo lo bueno le parece vicio.
MADRE.- Porque lo es.
NIÑA.- ¿Usted cree que el Aníbal me dará el hueso?
MADRE.- Yo no creo ná.
NIÑA.- Me lo ha prometido. Y yo he hecho to lo que me dijo.
MADRE.- ¿Sí? ¿Y qué te dijo?
NIÑA. – Na. Que hacíamos un trato.
MADRE.- ¿Qué trato?
Pausa
MADRE.- ¿Qué trato has hecho con el Aníbal?
NIÑA.- Na, madre. Cosas mías.
La madre se incorpora.
MADRE.- ¿Qué te ha hecho ese hijoputa?
Pausa
MADRE.- ¿No me lo vas a decir?
NIÑA.- Me da vergüenza, madre.
MADRE.- ¿Te ha levantado la falda?
La niña asiente.
MADRE.- ¿Te ha tocao?
La niña se encoje de hombros.
NIÑA.- Es que tenía mucho frío.
MADRE.- ¿Qué trato has hecho con ese perro?
NIÑA.- Que me dejaba pasar adonde el brasero. Y que me daba el hueso del jamón.
MADRE.- ¿Y tú qué hiciste?
NIÑA.- Yo ná, madre. Quedarme quieta.
MADRE.- ¿Y te hizo daño?
NIÑA.- Muy poco, madre. Sólo cuando me metió la pezuña.
MADRE.- ¿Cómo la pezuña?
NIÑA.- Se llama así, madre. Lo negro del jamón. Pero no lo negro bueno, lo que me gusta a mí…. No. Lo negro de la pata. La pezuña.
MADRE.- ¿Te ha metido la pezuña…? No, no me digas nada… Pero, ¿cómo se puede tener tan mala entraña? ¿cómo se puede ser tan canalla? To los ricos son iguales…
La madre se pone en pie.
MADRE.- Quédate aquí. Y no te muevas.
NIÑA.- ¿Se va usté madre? ¡No me deje sola, que me da miedo!
MADRE.- Quédate aquí. Será solo un momento. Le voy a meter a ese hijoputa la pezuña por donde yo me sé.
NIÑA.- No, madre, que se va a cabrear y no nos va a dar el jamón. Madre…. Espere, que voy con usté…
MADRE.- Y no me va a dar el hueso, me va a dar el jamón entero. Y dos raciones de bravas. ¡Y una de pulpo! ¿A ti te gusta el pulpo?
NIÑA.- No sé, madre. ¿Es de comer? Ah, pues entonces me gustará…
MADRE.- ¡Será hijo de puta! Y una botella de cava pa mi sola.
NIÑA.- ¿Y pa mí, madre? ¿A mí no me va a dar?
MADRE.- Pa ti coca cola que está muy buena.
NIÑA.- Madre, pero ¿de verdad nos va a dar un jamón el Aníbal?
MADRE.- ¡Por mis muertos que nos lo va a dar!
NIÑA.- ¡Qué ilusión! Ya estoy, ya estoy, Es que se me sale este zapato… Madre, ¿y el rey no dirá nada?
MADRE.- ¿Y qué va a decir?
NIÑA.- ¿No le parecerá mal que nos den el jamón?
MADRE.- No, hija, para ná. Al contrario, se alegrará. El rey no tiene malicia. Ya te he dicho que es como tú. Venga, vamos. Hoy es nuestro día de suerte.