Manhattan
Solamente quería sostener la mierda de Wendy, ofrendarle mis manos a su culito cagón. Estaba enamorado, primera vez que sentía ese ardor. Por noches no me dejó dormir, supe del amor y el insomnio al mismo tiempo.
Vamos al baño Wendy no ahí no siéntate aquí déjame sostenerte no te limpies quédate embarrada orina también si quieres.
Fueron Luigi y Toñito los primeros en fijarse en ella. Yo seguí su liderazgo. Antes de eso mantenía la mente ocupada en otras cosas: en limpiar a los negros.
Éramos todos blanquitos y llegó un negrito a jugar con sus soldaditos su papito lo quería mucho le daba abracitos cuando lo dejaba en la escuelita negro de mierda mojón andante a ti no te agarro ni de verga.
Irene fue la de la idea: haz que lo boten, me dijo.
Qué perra. Le dije a la maestra que los soldaditos eran míos y el negrito me los había quitado. Ya la televisión nos había educado, la maestra tomaría al negrito por ladrón, ¿quién no? Pero no fue el caso. Me mandaron al rincón de los bobos y me violaron por racista.
Irene sólo observaba. Al final me sentí de lo peor, pobre negrito no conocía el mal y aquí que queríamos hacerlo botar de la escuela, por negro.
Me abrí las nalgas lo más que pude, el cabrón tenía rolo de culebra, me metió un soldadito al mismo tiempo que su mamba.
Di que eres mi negra, di que eres mi negra.
Soy tu negra, dame un besito.
Me abofeteó al tiempo que me decía:
no seas marico.
Manuela, quiero tener una aventura contigo. No que pongas los cuernos. Tengamos un romance. Algo donde seamos sólo tú y yo. Quiero perderme contigo. Caminar por el río contigo, que se te haga tarde para coger el metro, que tengas que pasar la noche en mi casa y no dejarte dormir hasta que te quites la ropa. Quiero que me mees encima.
Después de tener a Felipe el negrito dentro mío, comencé a llenar mis fantasías de Wendy también con él. Empecé a tener sueños húmedos.
Éramos los tres cagando y presentando nuestra mierda ante el público en el auditorio de la escuela. Íbamos vestidos con bolsas plásticas, nos agachábamos y subíamos. Había unas regaderas colgando del techo y el conserje de la escuela las ponía a correr agua con pimienta. Todo se convierte en mierda líquida, aparecen cubetas y la gente comienza a bañarse. Corean nuestros nombres y se cagan entre ellos. Rescato una flor de entre el mierdero y no sé a cuál de los dos dársela, ¿Wendy o Felipe? ¿Quién me quiere más?
Un día nos llevaron de paseo a la playa. Entonces mis sueños húmedos se hicieron realidad. Yo le tenía pavor al agua, uno de los novios chilenos de mi mamá intentó ahogarme una vez. Estábamos en una piscina de algún lugar remoto, yo sentado en la orilla, él boca arriba flotando y zas que me jala.
No me dejes Eduardo me hundo me ahogo te saco del agua si me bajas el short no pendejo tú no me gustas además eres el novio de mi mamá y eres chileno a mí me gustan los cubanos se me bajan las pantaletas cuando dicen guaguancó o tostón si no me acaricias el pecho no te saco del agua está bien Eduardo te acaricio el pecho comencé a besarlo en la maraña de pelos y él que me hunde la cabeza bien abajo en el agua ahora bájame el short date la vuelta y dame el potito nunca había cogido bajo el agua me di cuenta que a mi mamá le gustaban los pipes pequeños eso o en el agua se sentían diez centímetros menos.
Así que cuando estuve en la playa con mis compañeros, no estaba seguro de si meterme en el agua. Wendy y Felipe el negrito me llevaron hasta la orilla y después más adentro, y después otro poquito hasta que estuvimos saltando las olas todos llenos de una felicidad infantil. Vino una ola muy grande y nuestras manos se desunieron. Quería morirme en la inmensidad del mar y su mordida profunda pero la imagen de mi mamá acudió a mí, feliz y con otra excusa para emborracharse. Pataleé bien duro y subí a la superficie pidiendo auxilio, salí de lo hondo en brazos de un surfista cubano. En medio del ensueño le pregunté cuánto faltaba para llegar a la orilla, cuánto tiempo más iba a estar en sus brazos.
Él acercó su bemba colorada a la mía seca por la sal que había tragado y me dijo: cállate la boca, coño de tu madre.
Llegamos a la orilla donde Wendy y Felipe el negrito nos estaban esperando.
Son cincuenta pesos, nos dijo el surfista cubano.
Como no teníamos plata nos hundió la cabeza en la arena. Agua, sal y arena formaron estiércol en mi estómago, me dieron unas ganas inmensas de cagar. No podía irme, había que esperar a que los demás compañeros terminaran de jugar. Caminé un par de horas aguantándome la caca hasta que ya no pude. Cagué la pura sal que comenzó a chorreárseme por las piernas y a tatuarse en mis medias blancas. Al principio sentí vergüenza y traté de huir al baño, la fila era muy larga y me coleé hasta el principio.
Usted está cagado, no puede entrar así.
Usted está cagado, comencé a repetir esta frase en trance.
De repente toda la fila me siguió y los guie hacia el mar sediento.
Usted está cagado íbamos mugiendo.
Wendy y Felipe el negrito entendieron mi profecía, comenzaron a lamerme las piernas, me quitaron las medias y las exprimieron sobre mi cabeza. El éxtasis fue total cuando comenzó a caer la noche y los cuerpos comenzaron a ahogarse.
Usted está cagado repetían mientras desaparecían en el vacío.
Atisbé una mariposa medio fosforescente, medio muerta y medio enterrada en la arena, la tomé y se la coloqué detrás de la oreja a Wendy, antes de sumirme en la inconsciencia.
En la escuela organizaron un concurso literario, Felipe se llevó el primer lugar. Su cuento fue tan bueno que los maestros decidieron representarlo para el acto de fin de año. Claro, nadie había leído el cuento y le dieron el premio porque era el único negro. El director del acto se limitó a decirnos que lo leyéramos nosotros. Me dieron el papel principal y fue el día más feliz de mi vida. Todos los representantes fueron a vernos, no hubo ensayos así que la representación fue un tanto improvisada.
En un día caluroso dos gallinas se encuentran, una le dice a la otra: ¿a quién esperas? A nadie responde gallina número dos. Entonces vámonos de aquí dice gallina uno. No puedo, estoy esperando a alguien. Dijiste que no estás esperando a nadie, te pregunté que a quién esperabas y dijiste a nadie, replicó gallina uno. No estoy esperando a nadie, dijo gallina número dos notablemente molesta, ¿es que acaso no me crees cuando te digo que a nadie espero? Gallina primera volvió a repetir: entonces vámonos de aquí. Y gallina segunda replicó: no puedo, estoy esperando a alguien.
La molestia del público se comenzó a sentir cuando este diálogo se sostuvo por treinta minutos más, todavía no entraba en acción mi personaje principal, que era el granjero que les torcía el cuello a las gallinas, las despellejaba y hacía un caldo para alimentar a su hija con cáncer de útero terminal, que él había embarazado con su nieta a la que todavía la hija no había dado a luz.
El público no aguantó más y comenzaron a vociferar amenazas, mi madre lideraba la protesta y los preparaba para llenar bolsas de supermercado con mierda. El director logró calmar a la horda siniestra con la promesa de que iríamos tras bastidores y en un cuarto de hora regresaríamos con una mejor performance. Salazar me dijo:
Damian tú eres el personaje principal te toca improvisar los demás te seguimos pero por qué yo Salazar tú eres el director y no te leíste la verga esa a mí me parece que está muy bien las gallinas son becketteanas y la parte de cuando el útero de la niña por fin estalla y aparece un bebé unicornio es genial es mejor que cualquier cosa que se haya escrito recientemente.
Recordé entonces uno de los relatos que mi madre solía leerme antes de dormir, uno de un tal Ulises. En esta historia un adolescente sueña con asesinar a su madre. El día de hacer su sueño realidad llega y es constatado por una enorme erección que tiene mientras juega videojuegos. La estrangula con un alambre. Le parte los sesos con un candelabro y cuando está bien muerta se la coge y le acaba dentro como a ella le gustaba.
En fin. Esta era la historia que íbamos a representar. Las vidas de nuestros representantes estaban por cambiar, ya nadie hablaría de política nunca más. Nuestro estrellato sería el pan paradisíaco de cada día.
Tú querías hablar de dios, ¿verdad? Hablemos de dios y del enjambre de leche que cayó sobre dos aviones y los hizo estrellarse en los elefantes rosas del tío Sam se viene el verdadero estado fascista y lloverán aviones sobre los techos de los pobres ¡Duce! ¡Duce! ¡Duce! ¡Duce! ¡Duce! Ya vivimos en una nación fascista y es la hora de la fiesta ¡Duce! ¡Duce! ¡Duce! ¡Duce! ¡Duce!
Esto gritaba la última mujer en pie en medio de la autopista abandonada. Los árabes llegaron y los mataron a todos con un gas árabe. Nuestra representación de fin de año desató el gran apocalipsis soñado por los gringos. Los representantes quedaron atónitos cuando me terminé de coger a Wendy que hacía de mi madre, y mi mamaíta de verdad terminó de cargar las bolsas con mierda.
Desgraciado esto es lo que aprendes en la escuela ponte a trabajar para que se te ponga la piel en carne viva.
La mamá de Luigi y sus dos maridos le prendieron fuego al escenario y Francisco y su círculo de caníbales empezaron a devorar a la gente.
¡Muerte a los peruanos! Gritó alguien desde el fondo de un abismo. ¡Los peruanos le han hecho esto a nuestros niños!
Los rituales de protesta se extendieron por toda la ciudad y aunque la CIA logró contener a los caníbales, el hashtag #cojanlaconchaesumadre inició una revolución en internet.
Quiero que se mueran todas esas pobres mierdas de dictadores para yo establecer el supremo estado fascista sin las cortinas de sus clichés bulímicos me han robado mi vida y el spleen de Paris mamahuevos el papo el papo triunfará mamapapos arriba la totonocracia.
Así continuó gritando la última mujer en pie. Cuando los medios se llenaron con la noticia de nuestra obra se declaró un estado de emergencia en cincuenta países. Nuestra escuela fue allanada por distintos grupos radicales, desde hippies hasta millennials, pasando por punketos, hípsters, veganos, los hare krishna, todos se cagaban y masturbaban enfrente de nuestra escuela con pancartas en contra de la xenofobia y el maltrato infantil.
Luigi, Toñito, Irene, Wendy, Felipe y yo corríamos detrás de una caravana de sobrevivientes. Había que esquivar los escombros que llovían del cielo y suspendernos en el aire con las habilidades ninjas que acabábamos de aprender para sortear los círculos de fuego que escupían los dragones de dos cabezas. Gran parte del planeta se la había tragado el hoyo negro que abrió el camino a otra dimensión por la que pretendían escapar los ricos y los inmigrantes ilegales, pero resultó ser un túnel de ida y vuelta por el que regresaron Hitler y Mao Tse tung. En tres cuartos de hora el nuevo Reich había comenzado y las primeras víctimas fueron las poblaciones de sirenas que el padre de Alejandrito lideraba. Cuentan que en Asia por el advenimiento de la peste causada por nuestra obra, la gente salió en marejadas a la calle vistiendo tan sólo pañales y en contra respuesta otra red de creyentes les dio la vuelta a sus pieles. No contentos con esto ambos polos se entrelazaron e hicieron orgías. Las orgías también se extendieron y fue cuando cobraron vida todas las criaturas mitológicas; por cada orgasmo que tenía Godzilla la tierra se agrietaba un poco, era el spleen de París del que hablaba la última mujer en pie. Los asiáticos se deprimieron y se convirtió en un síndrome cuando vieron que la realidad del fin del mundo superó sus expectativas, se deprimieron y salieron en pañales a saquear las calles y las pieles volteadas abandonaron sus talleres de trabajo, el calentamiento global cesó por instantes y el himno de la alegría retumbó en la Antártida. Todas las murallas cayeron y las falsas geografías borraron sus líneas, todos éramos una gran masa de mierda uniforme viajando a la velocidad de la luz hacia el desagüe del fin de los tiempos.
A Wendy no le sentó bien el ritmo de la orgía y cogió una infección muy fuerte.
Quiero morir como murió mi mamá, este fue su último deseo.
Raquíticos como estábamos nadie se quiso comer a Wendy, la cargamos en brazos lo más que pudimos. Hallamos un trozo de mar, tal vez un último afán de regalo proveniente de Waleska y se la entregamos a las olas rotas con la esperanza de que aún quedara algo de vida en este océano que le diera la paz que merecía.
Nadie sabe en qué momento perdimos a Toñito, pero de no haber sido por él jamás hubiésemos podido regresar a casa. A sabiendas de que nada detendría la imaginería gringa y ya comenzaban a llegarnos rumores sobre los zombis decidimos morir en casa y ver una última vez las ruinas de nuestra amada escuela. Toñito empleó todas sus artimañas de combate cuando nos tropezamos con la última estampida de caníbales chilenos, entre los cuales creí atisbar el rostro de mi amado Chicho. Toñito hizo aparecer un torbellino de hámsteres que pudo hacer lo que la CIA tantas veces intentó con tanto fracaso, y resultó que, para acabar de una vez por todas con la tribu de chilenos, los hámsteres debían roer el corazón de ésta, que se encontraba dentro del prepucio de Eduardo, el novio de mi madre.
Felipe y yo fuimos los últimos sobrevivientes de nuestro escuadrón legendario.
Damian dime la verdad la primera vez que me viste deseaste que yo fuera blanco esto me preguntó Felipe entre sus últimos suspiros mentí y le dije que no mentí para que se marchara en paz sin saber que ser negro era un pecado y es que al morir el alma de Felipe salió disparada trazó un arcoíris en el cielo negrito como él una explosión de colores que bien podían confundirse con fuegos artificiales en el desfile de nuestra victoria pero no tan sólo era la celebración del alma de un negro más blanca que su sonrisa pero no más blanca que el semen que me dejó dentro aquél día en que me enamoré de él ni más blanca que la piel de la última mujer que ya comenzaba a gritar sus consignas fascistas a lo lejos.
*
Un coro de espíritus empezó a cantarme al tiempo que mi cuerpo se hinchaba y explotaba por dentro, si acaso era sangre lo que expelían mis órganos, sentía ese olor a pez que impregnaba a los gemelos, intenté hablar y sí, oí el estertor de la muerte del que tanto se habla. De lo último que me di cuenta fue que mis dientes se habían desprendido de mi boca y estaban dentro de mis puños cerrados, ¿no?, apretando fuerte esas rocas que custodiaron mi voz, como en un último gesto de rebeldía hacia las leyes de nuestra aventura. Morí con una última contradicción, mi cuerpo se helaba y tal cual, todo era nieve a mi alrededor, una avalancha de despedida, adiós hasta otra vida, reencarnaré en una historia semipragmática, semivivida, semitransitoria, mi cuerpo se helaba y tal cual, si acaso era sangre lo que expelían mis órganos. Ya no se movería, alcancé a sentirlo morir, alcancé a intuir que los puños quedaron abiertos y mi boca desdentada sería el último gesto dibujado hacia el cual se hundiría la noche. Una última contradicción, mi cuerpo y ya no digo cuerpo se helaba, ya no se movería, pero el coro de voces celebraba otra escala de la imaginación, invocaban un pasado y ya no digo pasado, en el que los seres que quedaban detrás de la avalancha, si acaso seres, deleitarían sus celdas, eso que yo ya no sentía, ¿no? Digo voces como si todavía pudiera decirlo, pero en aquel momento era cierto, si algo fue cierto, que para el deleite de lo que quedaba detrás, estos cantores, pájaros migrándome, avalancha, frío, si acaso, como si todavía, alcancé a sentirlo, intuí. Estos cantores se sumergían en el frío viento y tatuaban con la tinta más transitoria de la eternidad, las leyes de nuestra aventura. Pájaros migrándome que celebraban otra escala de la imaginación. Adónde ahora, cómo ahora, cuándo ahora y no digo ahora cómo cuándo, todo lo que vive detenido en el gesto de una mano que nombra. Ya no se movería, no más gesto ni mentón ni el globo aerostático sin aire. Pájaros migrándome, pájaros migrándome, el puro pájaro, ¿no? Y la astilla, un graznido como el de un copo de nieve incrustándose precisamente en otro copo de nieve del que sale precisamente un pájaro graznido. Y sí, oí.
Me gusta estar tirado siempre en la arena o en bicicleta perseguir a Manuela.
Después de muertos habíamos cambiado en el sentido más trágico de un cambio: habíamos perdido el gusto por el sexo. Las chicas seguían practicándolo entre ellas aún sin placer, total, estaban acostumbradas a eso. A nosotros se nos estaba coagulando el semen, la piel se nos iba agrietando de tanto contar fonemas, de tanto transcribir expedientes académicos. Era nuestra labor social, nuestro granito de arena para contribuir a la nueva civilización que estábamos formando.
Sebastián y Camilo trabajaban más a prisa cuando nos tocaba el turno en la fábrica por las tardes. Iban levitando, transportando los bloques de un lugar a otro con soltura, botando baba como el par de mongólicos que eran. Veo, gritaban a veces mientras se estrellaban contra algún escombro y una columna de cemento mataba, ahora sí definitivamente, a tres pobres infelices que jugaban a maquillar a una gallina clueca.
Las noches de los viernes nos reuníamos en las ruinas de la playa aquella, donde tuvimos nuestro ritual de amor. Invocábamos el espíritu de Waleska, nuestra diosa del deseo, pero jamás regresó. En el lugar del mar había quedado una especie de sustancia viscosa que nos arrojábamos a la cara cuando comenzaba la hora del juego.
A la víbora víbora de la mar por aquí podrán follar y armábamos una pirámide de cuerpos sin ningún resultado ni tan siquiera tibio sólo cuando acabose de construir el centro de la ciudad algo en nosotros comenzó a soltarse.
Digamos que Guillermo el feto fue el más afortunado de nuestra resurrección. Era un feto libidinoso que inyectaba la lascivia. Soñaba con alcanzar un mayor desarrollo, pero el médico de nuestro recinto le dijo que le quedaban máximo nueve meses de vida. Pobre el feto Guillermo, confrontar dos veces la muerte siendo apenas un feto no era fácil. Se te pegaba a las piernas como para sentir lo que era un pedazo de carne. Tenía algo de bigote y apenas unos colmillitos con los que te raspaba la piel. Su sueño era crecer, ser alguien de bien. Cagar, mear, tirar. Comer mofongos. Ir al museo y llorar falsamente por un cuadro. En él depositamos nuestras reservas de esperanza, si él lograba tan siquiera sacar un bracito, nuestras nuevas vidas estarían colmadas de una felicidad clandestina.
Cuando acabamos de construir el centro de la ciudad Sebastián y Camilo fueron enviados en una expedición secreta. Se rumoraba que iban a colaborar al exterminio de los mongólicos que se estaba llevando a cabo en la frontera. Irene había cometido algunas fallas al traernos de vuelta, en lugar de petróleo las entrañas de la tierra estaban ahora cargadas con Coca Cola. Fallas infantiles dignas de nuestra edad, más crudas en los países árabes donde ahora a los hombres no les crecía la barba y tenían jorobas de camello. Más tarde nos enteramos que la labor de los gemelos sí tenía que ver con esto. Extraer Coca Cola y llevarla a la frontera donde estaban regando a los retrasados mentales con ella. Cámaras de Coca Cola con las que regaban a los retrasados mentales para ver si salían flotando. Los que lo conseguían eran enviados a las fábricas, eran la mejor mano de obra en los nuevos tiempos. Síndrome de Down y Coca Cola daban máquinas de trabajo magníficas. Era la recreación del último siglo y esto nos libraba de nuestra nostalgia ansiosa. Nos hacía sentirnos un trocito más cerca de lo que alguna vez habíamos sido. Con la carne retrasada que no salía flotando alimentaban a los mismos mongólicos, que los hacía más retrasados mentales y más trabajadores.
¡Vuelan los más sanos! ¡Hacia la noche vuelan!
Otra vez las protestas y las consignas.
¡También tenemos derecho a volar por los cielos!
Las autoridades temían que la situación se fuera otra vez de control. Nosotros no entendíamos si los manifestantes estaban luchando por los derechos de los trabajadores o por sus propios derechos a ser usados como mongólicos.
Terminamos la jornada laboral y volvimos a la playa. Nada de sexo, pero el centro de la ciudad estaba acabado y presentíamos que algo estaba por cambiar, algo estaba por hacer clic. Guillermo se deslizaba risueño por la arena, a veces lo confundíamos con la viscosidad y terminaba embarrado en uno de nosotros. No se te despegaba hasta que hubiese conseguido el clímax fetal, hasta que sus dientecitos hubiesen tallado el boceto de una esvástica en nuestros cuerpos. Fue ahí, cuando el feto hubo acabado que nos pidió que regresáramos al centro donde estaban ocurriendo las manifestaciones. Fue ahí que pronunció el discurso que nos liberó de las garras del celibato siniestro.
Ustedes que tienen ojos para ver al enemigo, dijo. Se quejan vilmente, se quejan sin el espasmo del que yo soy apenas capaz. Hemos vuelto de la muerte y este es nuestro Paraíso, esta es la gloria: el enemigo canta y nos devela su recorrido. Nos devela su guarida y nos invita a entrar en ella a descuartizarlo.
A algunos empezó a brotarnos semen por los poros.
El enemigo está sediento y nuestra sangre es un veneno.
Los manifestantes se frotaban unos contra otros.
¡A un feto se le combate con otro feto! ¡Vamos adelante a luchar!
Cucas cucas y más cucas escupían semen pantaletas recién lavadas terminaban destruidas.
Le he puesto a todos mis calcetines tu nombre.
Estábamos en un concierto de alguna sinfónica reconocida la sinfónica de Viena puede ser estábamos en la Viena misma sala de conciertos común y corriente asientos rojos balcones por todas partes la orquesta preparándose comiendo sus sándwiches afinando los instrumentos se apagan las luces se enciende un farol de luz blanca en esta esquina la sinfónica de Viena y en esta otra esquina la nieta de Nina Simone toses toses toses toses toses toses eructos toses la nieta de Nina Simone separa los labios y una voz de otra época ruge tiemblan las paredes de la sala toses toses toses ruge y la sala se llena de viento vuelven las luces un gordo flatulento que es parte de la orquesta chasquea los dedos de las manos y los instrumentos salen volando miles de violines se tocan solos en el aire es el espíritu de Bach gritan los huevones Brahms vive chillan otros silencio la orquesta está lista la nieta de Nina Simone está envuelta en una neblina espesa la mitad de la sala queda vacía cuando por fin empieza el concierto somos los elegidos a los que alguna vez les ha sangrado el fondo del culo podemos cambiarnos de asientos recibir el estallido de la música libremente por toda la sala giramos con la orquesta trazamos ángulos inimaginables para todo aquel que se ha quedado fuera escaramuza escaramuza alguien que nos encuentre en este infinito perdido alguien que nos encuentre danzando con la muerte llega el intermedio yo termino sentado al lado de una mujer que me roza codo con codo aparto el mío y me enfoco en una revista que tengo en las manos cómo hacer feliz a tres payasos en una misma noche dice en la portada cómo vestir coronas de reyes y reinar sin que te lancen mierda de burro a la cara dice en letras más pequeñas estoy meando sentado tengo los pantalones abajo y llevo tacones codo con codo me rozan otra vez codo a codo me dicen te quiero no tengas miedo nada malo te va a pasar no acabo de mear y grito rujo y vuelo como los violines de Bach huevones Brahms vive rujo codo a codo me han estirado el cuero y estoy más desnudo que un árbol caigo sentado en otra dimensión parece el purgatorio en el que estuvimos es un cuarto lleno de juguetes afuera sigue el concierto o es una especie de fiesta de abuelitas adentro se me aliviana el cuero codo a codo la mujer se ha transportado conmigo te quiero dice y me masturba te quiero y jala te quiero y me muestra su juguete engranamos al Ken con la Barbie estás segura que quieres hacerlo sin algodones pregunto no me responde y tiembla tiemblo con ella y escucho dentro de su pecho traigo algodones traigo algodones traigo algodones qué rico sentirte mami balbuceo y sale corriendo se encierra en un baño el estruendo de la fiesta se hace insoportable la busco y corremos por un bosque estamos persiguiendo un tren la alcanzo la tiro al suelo rodamos cuesta abajo por un barranco rodamos y rodamos por qué huyes le digo rodamos y rodamos tengo un infarto dentro del vientre rodamos y rodamos se dice mariposas digo rodamos y rodamos mi padre se murió de un infarto rodamos y rodamos de tanto comer se le paró el estómago rodamos y rodamos se dice el corazón digo rodamos y rodamos de pie caímos cerca de unos rieles abandonados voy a dibujarte trenes con mis poderes mágicos le digo se dicen poderes mágicos contesta la amo la amo la amo y llueven mariposas llueven estómagos albinos termina el intermedio la nieta de Nina Simone canta sobre la tristeza canta canta canta canta sobre los amores perdidos sobre un ejército de soldados dominicanos que trataron de poseer los cuerpos sin cabeza los cuerpos hechos de arena del desierto de momias travestis sin cabeza momias travestis sin sexo las buscaron poseer sin éxito buscaron buscaron buscaron y no las encontraron encontraron en su lugar tesoros tanquetas de guerra espejismos de acuarelas encontraron una elefanta inmensa la encadenaron pateaba la encadenaron y se la llevaron arrastrada por el desierto para que las momias travestis vinieran y la reclamaran la arrastraron por el desierto sin éxito nunca nadie vino nunca salvo cuando vino el enanito prehistórico armado salvaje hambriento pero eso no lo cuentan los dominicanos no lo canta la nieta de Nina Simone sólo canta canta canta canta sobre los cien mil caimanes que usaron para rastrear a las momias sobre el hoyo negro que crearon cavando y dividió al desierto en dos no canta sobre los muertos deshidratados no canta sobre el sexo entre ellos mismos en fin no canta sobre los musulmanes que se encontraron en el desierto termina el concierto aplausos orgía entre la orquesta sacrifican a la nieta de Nina Simone y quedo muy triste en esta esquina los vencedores anuncia el foco de luz en esta esquina los vencedores de la tristeza la rabia y su supremacía vencen gana la rabia y nos conviene llenos de rabia trabajaremos mejor el día de mañana llenos de rabia alzaremos de nuevo nuestros monumentos históricos y llenos de rabia arrasaremos con todo de nuevo y llenos de rabia nos quedaremos esta vez en el más allá para siempre pero vence la rabia y estamos tristes yo estoy triste triste triste y lloramos y otra vez el mar seco aparece ante nosotros y lloramos lloramos de rabia lloramos de tristeza por capricho lloramos por la nieta de Nina Simone lloramos por el fin del concierto lloramos porque no pare la música lloramos por los dominicanos que se perdieron la fiesta con las momias travestis y otra vez el bosque otra vez el barranco rodamos y rodamos y otra vez hago trenes para ti y otra vez corres y rodamos dentro del baño qué pasó qué sucede te preguntan las abuelitas no puede darte un infarto a esa edad tan joven tu padre ha de haber muerto por sífilis o por cirrosis tu padre que era puto que era alcohólico pero no por un infarto no por comer mucho piensas por un instante y respondes con esa voz más clara que tus fluidos respondes con un baño de medusas respondes con un rugido como si tuvieses a la nieta de Nina Simone dentro respondes que no y sales corriendo yo trato de perseguirte una vez más y las abuelitas me detienen déjala que huya no insistas más no volverá ya no y me encierran en nuestra habitación de delirio me encierran sin ti y tus algodones dentro hay un prostíbulo chino abajo nuestro me dicen las chinas te cogen y te hacen vieja nosotras tenemos diez años apenas salvo tu madre que está aquí ahí viene mírala las chinas le han hecho esto mírala coger con la china mírala desvanecerse entre sus arrugas la miro y estoy triste y lloro y estamos tristes todas las prostitutas chinas comienzan a llegar huele a totona china en el aire huele a que alguien está mintiendo huele a mar ahora sí huele al rastro de medusas que dejó la mujer que amo ahora sí huele al mar que llenamos con nuestras lágrimas todo el concierto fue para recuperar nuestro mar de tristeza pero no puedo ir al mar no puedo reunirme con mis compañeros estoy atrapado observando el método de exterminación chino no hay vuelta atrás tres payasos tristes llegan y las chinas se los cogen los veo desaparecer entre arrugas pero llega un tropel de rusos también las mujeres llevan coronas los hombres llevan colas de burro se cagan en las prostitutas chinas se cagan en los restos arrugados de los payasos y mi madre se cagan en mí pero me liberan una de las rusas me pone su corona me siguen cagando huele a mierda rusa huele al método de exterminio ruso escapo y sigo el rastro de medusa al fin el mar ya lleno de nuestras lágrimas de tristeza en nuestra memoria retumba el rugido de la nieta de Nina Simone retumba el colapso del holocausto que vivimos al fin el mar comienzo de todo principio en la arena hallamos algo aún de aquella sustancia viscosa nos la arrojamos y jugamos a la víbora víbora al fin el mar cargamos a Guillermo el feto y nos despedimos entregamos sus no restos al mar buen viaje Guille tu destino siempre fue tener un cuerpo de agua ser puro con el mar descubrir sus secretos buen viaje Guille hazte pez hazte estrellita de mar hazte delfín Guille tal vez volveremos a verte en otra vida tal vez volveremos a verte antes de que todo estalle antes de que
nuestra rabia y nuestra tristeza se fundan y nos convirtamos en rayos fulminantes de luz antes de que nos convirtamos en cometas asteroides planetas que implosionan, mierda.
*
Ha llegado mi padre de traficar carne y cuero de Colombia. Trae consigo un montón de películas piratas, medicinas para la esquizofrenia, un peluche de Winnie Pooh. Mi padre ha perdido casi el habla por completo, tan sólo repite una frase: comparte la china. Eso es lo único que dice. No importa mucho, ha venido a hacerse cargo de mí, pero yo sé cuidarme solo. Comparte la china. Como si supiera lo que pasó con mi mamá. Como si también él quisiese ese destino. Comparte la china. Comparte la china.