Los hilos subterráneos es el nombre que lleva el diario inédito del autor Alejandro Sebastiani Verlezza. Diario que fluctúa entre diversidad de registros y preocupaciones. Para describirlo podríamos referirnos a estas páginas con un término que utiliza Armando Rojas Guardia para referirse a sus propios diarios, este es el de «pensario». Pues aquí no se enuncia la cotidianidad de un día a día, sino que más bien la voz que habla se preocupa por explorar, dudar y reflexionar sobre un sí mismo a través de una incesante conversación con la literatura y el arte.
Envoi
Me dio por soltarle las fechas a mi diario del año 2011 y así me quedaron estas páginas, algo discontinuas y fluctuantes; tal vez, digo yo, solo sea mi voz dando vueltas sobre sí misma, la demorada canción de los días que miran adentro y afuera. Así, rapsódica metamorfosis, van fluyendo paseos, amagos, curvas, probadas, desvelos, insistencias que van adelgazándose y tostándose como esos papeles secados por la lija parsimoniosa del tiempo. Ya mismo los pongo en tus manos, ocioso y muy desocupado lector. Aquí te va esta foto «carnet», tomada por mí mismo, pero revelada por la gracia de un impresor no menos vagabundo y alcahuete.
Febrero—«much music»
Los diarios
siempre
son grata compañía
nada piden
solamente están ahí
a la espera del fragmento que sacie
el fogonazo
la leve intuición
en algo se parecen al collage
estar ante la superficie
triza sobre triza
estar ante varias extrañezas
escombros
(la posibilidad de irlos levantando
encontrar el hilo)
arar la nada
llenarla
con tus grumos
contrastes
pensamientos
a medio
cuajar
quizá dé con el gran hueco
(«la ilusión pasajera
la ilusión pasajera»)
porque tanto hay intraducible
–los tránsitos de la extrañeza–
el duelo
la pena
nunca puede darse
en el centro
de la lejanía
o el júbilo
en el fondo
nada hay que traducir
estando es suficiente
con eso basta
y es lo más difícil
***
–Parábola sin parábola.
«Lugar de vacilación anterior al poema»
(María Fernanda Palacios)
Pudo haber sido pintor, escritor, músico, arquitecto, pero su gusto por la inmovilidad terminó confinándolo en una tienda de objetos antiguos (y esto le fascinaba). Para evadir las horas muertas, con morosidad, iba pegando en su pared recortes de revistas, estampillas, calcomanías, trozos de tarjetas, etiquetas. Había personas que visitaban la tienda solamente para ver sus avances ante el muro (trataban de encontrar los hilos subterráneos). Silencioso ante cualquier especulación, los fragmentos podían hablar solos, encaminarse hacia donde mejor le pareciera. Cuando alguien lo hacía vacilar con demasiadas preguntas, apenas soltaba una sonrisa cortés, quizá burlona.
*
Luego de las celebraciones
los tragos
y mi larga conversación con V
me tiré en la poltrona
puse much music
pasaban un especial sobre Lennon
–todas las número uno–
me quedé dormido frente al televisor
mientras sonaba
Jealous Guy
*
Oscilo
casi sin asidero
pero también necesito cierta concentración
que solo aparece en soledad
segunda piel
–casi hábito–
e s p a c i o s i n l í m i t e s
nada exige
solamente la gana
ciertos juegos
lecturas
pensamientos
sobre
el
collage
«investigaciones»
m i r a d a s P o n g e
*
y me gusta pensar
cómo eran las cosas
antes de yo estar aquí
qué música se escuchaba
cuáles eran los miedos
quiénes empezaban a vivir
empecé a dar todas estas vueltas
porque una vez
–de niño–
hice un comentario
–no recuerdo si a mi madre–
sobre algo que había ocurrido
mucho antes de yo nacer
y me quedó esa espinita
*
él
con ganas de evadirse
no tiene aparatos
–casi nada–
sus únicas conexiones
el radio
la ventana siempre abierta
escucha el alboroto
la alegría de los bares//
decir algo
apenas
apenas algo
que el propio
camino lo diga.
dejarse atrapar por ti
divina
sorpresa
*
Pienso en Nabokov. Qué clase de escritura puede salir de un ruso que vivió en Berlín, París y Estados Unidos, por no hablar de sus estancias intermedias en otros lugares. Los personajes de sus novelas entablan conversaciones sobre cómo y con qué acento se pronuncian las frases. Siempre hay rusos con acento alemán o francés. Esto me hace recordar a un profesor de inglés que tuve hace muchos años. Sabía italiano, portugués, ¿alemán?, español, francés, catalán y no recuerdo qué más. Su acento se había deformado de una forma muy curiosa. Él mismo lo decía: a veces no sé qué hablo. Sus clases estaban salpicadas de rarísimas tonalidades. Muchas veces no encontraba los equivalentes, peroraba sobre el significado de tal o cual expresión.
***
Últimamente he conocido a varios alumnos de Eleazar León. Con dos de ellos me encontré por casualidad, ayer, en Sabana Grande. El bar es un libro abierto, decía el poeta, ahora léelo, pues. Les dije que coincidí con él, hace muchísimo tiempo, en la Solano. Ni siquiera sabía que era Eleazar León (y eso fue lo mejor de todo, me cayó bastante bien). Calmo, quizá haciendo contrapeso a la euforia de los otros poetas que estaban en la mesa. Yo solo escuchaba. Al final del convite, apunté su teléfono y me invitó a su casa. Pero nunca fui, ni llamé. El último recuerdo: caminaba hacia su edificio, agarrado de Malena.
El poeta:
«La perversidad solía ser el privilegio de una minoría maldita. En los tiempos actuales se ha masificado. Lo excepcional, ahora, es ser sobrio y armonioso»
*
Vías de lectura:
La emocionada
la razón pura
el placer demorado
la voracidad asombrada
la nada del cumplir
la no lectura leyendo
la lenta continuidad
*
Tengo manojos de instantes
lo demás
no me interesa
bueno
tampoco los tengo
ellos llegan
y sorprenden
con eso basta
lo demás va por añadidura
–todo es absurdo transcurrir–
las horas no pasan
vuelan
es muy rápido
aturde
son tiempos raros
quizá siempre fue así
muchas distracciones
que evitan encontrarse
dejarse llevar
y no hacerlo
tenso péndulo
ola
a i r e
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Alirio Díaz dice que su primer libro fue el canto de los pájaros
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Acabo de ver la película sobre La leyenda del santo bebedor. Un poco dispersa y melancólica, me gusta más la nouvelle de J. Roth. Hay una escena que muestra el bar Tari-Bari, donde se desarrolla Confesiones de un asesino, otro de sus libros; los editores de Anagrama suelen decir que es su «novela rusa». Quizá sea cierto, porque desde que leí el capítulo del bar en Crimen y castigo, siempre sentí que Roth se agarró de ahí. De una Novela se puede sacar otra. Madeja, laberinto y espiral, la literatura como la secuencia infinita de vasos comunicantes que se desbordan y mezclan entre sí. Ruptura y continuidad que va por su propio camino, sustancia germinal que aparece quizá por obra del azar. La Odisea y el Ulises de Joyce, la Nadja de Breton y la Maga de Cortázar, los mitos griegos y Pavese, Virgilio y Broch, lo fáustico y Mann.
*
Won Kar-Wai
más allá de las posibles tramas
me quedo con las imágenes
los momentos suspendidos
siempre me pregunto por su equivalente
de pronto Proust
Durrell
o no sé
solo renunciar
a toda búsqueda de historias
quedarme con secuencias
ráfagas
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[mirada: no arte, no placer, no pasatiempo, apenas dejarse llevar por líneas sigilosas que van ofreciendo muros, pavimentos, rostros, cuerpos]
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–Gombrowicz y sus diabluras.
Testamento es un libro divertido, el polaco habla con desparpajo sobre sus problemas, turbulencias económicas, sentimentales, literarias. Rechaza todo lo que suene a Poder. Desconoce, dice, todo ismo. Lúcido, habla del fin de las ideologías. No cree en el marxismo. Tampoco en el existencialismo. Cree en la inmadurez, un «retroceso» hacia un estado de puro goce y juego. Rechaza cualquier rol: profesor, maestro, padre. También reconoce que ha caído en una trampa: es víctima de sí mismo. ¿Y quién no? Unas páginas suyas sobre Dante fueron despotricadas por Ungaretti (así habrán sido de provocadoras). No tiene pérdida este testamento. Pasó el polaco veinticinco años en Buenos Aires. Se declaró totalmente opuesto a Borges. «Gom» está en la vida, sostiene, el argentino en la literatura. Además, le parece intragable el grupo de Sur. Borges, dice, está rodeado por una pequeña secta que lo oye con avidez (¡ay!). Gombrowicz subsiste. Publica una que otra cosa en periódicos. Recibe ayudas, trabaja –a su pesar– en un banco. Tiene aventuras sexuales en callejuelas. Pasa muchas tardes en el café Rex. Allí, con Virgilio Piñera, se traduce su Ferdydurke Aclara que el azar se lo llevó de Polonia. Tenía treinta y cinco años. Extrañamente, habla muy poco sobre su amistad con Piñera. Apenas dice que fue de sus buenos amigos en Buenos Aires. De cierta manera, ese Testamento está organizado por Dominique de Roux. Inteligente, se borra del texto, apenas se siente su voz. Hace que Gombrowicz se despache. Sólo en sus momentos testarudos, le suelta: ¡es usted escurridizo como una anguila! Terco, incómodo, víctima de las gripes, intransigente, defensor a ultranza de esa creación, Gombrowicz; la historia de su familia contada desde la –su– distancia resulta cómica y algo trágica: nobleza polaca venida a menos, madre lectora que lo inició en el absurdo a través de intrincadas discusiones. Padre dominante y poderoso. Precoz lector, escritor a escondidas, hacía expediciones «secretas» con sus amigos por las calles «bajas» de Varsovia. Dice que detrás de las grandes tragedias se esconden otras, más pequeñas, discretas, casi imperceptibles (su visión de la historia como el gran fresco que también puede mirarse en detalle). En la edición se agregan algunas cartas dirigidas a Dominique. Le indica que busca en cada capítulo un tono oral. Dice no al magnetófono (usado por los periodistas de finales de los sesenta). Gombrowicz, siempre hacia la rebeldía, pero eso sí, cómo ejerce su autoritas. Querido Dominique, haga esto, haga lo otro, usted es un apresurado, no he recibido respuesta de la editorial, lea bien mis instrucciones, medite sobre ellas.
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(la ciudad como museo imposible: ruinas y levantamientos, algunas fuerzas empujan por destruir y otras por “contener”. A partir de esa tensión va apareciendo gente temerosa, desdibujada. jOdas: estamos en una JaUla. Los barrotes son invisibles. Se acabó el alpiste. Los pájaros nos miran risueños. Corren en bandadas. Nosotros aullamos. Ahora el laberinto no tiene muros –porque todo es laberinto. Se ha cumplido el anhelo. Esto no es una kenningard, tampoco una pipa. So? Im a loser, baby. New polution. Noc, noc, no hay ring –ni bell. La salvación no está en el exilio sino en la burla. La llave está escondida, yo me cansé de empujar)
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Imagen cortesía del autor.