la savia corriendo con la irreflexión de las cosas vivas.
Wacquez
VOCES
EL DRAMATURGO
EL NOVÍSIMO
LUGAR
El calor infernal de ciudad en un país del Caribe en pleno verano.
DÍA DOS: Y BUSCAMOS TUMBAS DE ILUSTRES, SOBRE LAS QUE POSAS COMO UNA PUTA DE MIERDA
quedamos en VEINTITRÉS Y DOCE, cruzamos la avenida y vamos a comer a un restaurante pollo, arroz, ensalada y dos cervezas, una para ti y otra para mí, una comida horrible, yo como muy poco, casi todo te lo comes tú, cruzamos la calle y llegamos a las oficinas de la escuela de cine, muy cerca de veintitrés y doce, quieres entrar a la escuela de cine, porque ahora quieres probar con el cine a ver si te resulta algo, probar con todo hasta dar con el clavo en algo, preguntas por las fechas de las pruebas de admisión, te espero en el pasillo en la oficina, la que atiende la oficina es una negra gorda, no recuerdo si hace calor o no, la temperatura sigue siendo infernal, no sé qué ropa llevo, la verdad no recuerdo casi nada, te espero sentado en el pasillo de la oficina de información junto a esa negra gorda que limpia, le pregunto muchas cosas y solo me responde sí, sí, sí, sí, sí, sí, y cuando le pregunto dónde vive me dice el nombre de un barrio que no alcanzo a entender, es una mujer con retraso, su manera de responder es extraña, padece serios problemas de lenguaje.
VAMOS A LA NECRÓPOLIS, luego a la plaza, luego a la universidad, luego a las librerías y volvemos a buscar lugar donde comer, porque vuelves a tener hambre, entramos a un restaurante cerca de la librería donde compro un libro de T B y otro sobre G M , pero la comida es muy cara, busquemos otro lugar más barato, conozco un lugar donde venden perritos calientes, pero hay que comerlos en la calle, no me importa, sigues callado y misterioso, entramos a una galería comercial en ruinas, vas directamente donde venden libros, unos puestos de venta de libros de viejo, y comienzas a buscar, yo no sé lo que buscas, no me lo dices, simplemente te sigo, porque no logro saber qué buscas tanto, sigues muy serio, y yo junto a ti finjo que busco algún libro, aunque no busco libros, simplemente imito la costumbre, imito lo que conviene, copio tus gestos y no quedar vacío, sin acción, imito tu conducta o no hago nada, quedo en blanco, o hago lo que otros, imito como un mono, en fin; en ese centro comercial en ruinas es donde hay puestos de perritos calientes, cuando ya te cansas de buscar esos libros que solo tú sabes qué libros son, y cuando yo me canso de remedar esa conducta idiota de buscar libros, bajamos por una escalera del centro comercial en ruinas o subimos, ya no me acuerdo, y a la salida nos topamos con un quiosco, que parece más un quiosco de helados que un quiosco de perritos calientes, y preguntas por los perritos calientes, un mulato gordo te atiende, apenas entiendo lo que hablan, porque hablas muy bajito, con tu voz delgada de adolescente virgen, y el mulato habla rápido y con mucho acento, sé que no es ese el lugar donde quieres comer, porque la conversación es breve y cortante, cuando bajamos a la vereda no me explicas nada y sigues sin decirme nada, porque piensas que entiendo la conversación con el mulato, pero no entiendo nada, seguimos buscando otro lugar donde comer, caminamos, es un día de lluvia intermitente, llueve cuando recorremos la necrópolis, llueve cuando buscamos lugar dónde comer, deja de llover cuando vamos de librería en librería porque quieres regalarme una edición de tu libro, pero tu libro no está a la venta, nadie vende tus libros en este puto país, porque tus libros no existen, no recuerdo si comemos ese día, creo que sí, sí, entramos en un restorán, recuerdo que nos queremos sentar y comer porque hemos caminado todo el santo día, pero dónde nos sentamos y qué comemos no me acuerdo, llegamos a la avenida del coppelia y allí esperas que tome el autobús, y no te vas hasta que subo al autobús y desde la vereda me dices chao con la mano y yo desde el autobús te digo chao con la mano, sí, antes de la despedida comemos en un lugar, pero no sé dónde, recuerdo haber caminado todo el largo trecho desde la última librería hasta el paradero del autobús sin comer nada, es de noche cuando me dejas en la parada del autobús, son las 8.30, seguro me equivoco, porque no me acuerdo de nada, no, no hacemos nada importante ese día solo caminar sin hablar, nada importante, solo caminar, sí, caminar, sí, seguro me equivoco porque no sé si lo que digo ocurrió.
LUEGO DE LA CONVERSACIÓN CON LOS JÓVENES DRAMATURGOS caminamos por la avenida de los presidentes y no paramos de caminar hasta llegar a la residencia y cuando llegamos a la residencia caminamos y caminamos por las calles del country club, hablamos de V P, de R A , de la dramaturgia contemporánea de S K y de otros que no me acuerdo, tienes un libro de V P que me regalas porque tienes dos, prometes grabarme en un pendrive cosas de R A , de dramaturgos contemporáneos, como si yo no conociera nada de dramaturgos contemporáneos, algunos de sus trabajos, etcétera, llegamos a la biblioteca de la residencia, sacas los archivos de tus carpetas y los metes en un pendrive, te lo dejo una vez que revise toda la información me dices, eso nunca sucede, pero ya no importa, luego que volvemos de recorrer todo el country club, vas a la residencia, subes a tu pieza, a tu celda, y traes el libro de V P y me lo das, escríbeme una dedicatoria, te sientas a lo indio sobre el pasto, sacas tu lápiz color rojo y con la mano izquierda escribes algo muy cursi y relamido, que tiene que ver con el sol y con la idea de hacer carne la dramaturgia de V P , me pasas el libro, leo la dedicatoria y me dan ganas de vomitar; caminamos de nuevo todo el country club y llegamos a una carretera y nos despedimos, me despido dándote un apretón de manos, avanzo un buen trecho, me doy vueltas y me despido con el brazo en alto.
PIERDES EL PENDRIVE Y LO BUSCAS COMO LOCO en los pastos del country club, pierdes la tapa de plástico del pendrive, o el pendrive, ya no sé, y lo buscas como loco en los pastos cercanos a la biblioteca, porque fue allí donde se me debió de haber caído, claro, claro, claro, debió de ser allí, corres a la cafetería, o al casino, ya no me acuerdo cómo se dice en tu país ese lugar donde se come poco y mal, porque allí en la cafetería se me debió de haber caído, claro, claro, claro, sí, seguro que debió de ser allí, tranquilo, ya aparecerá, a la cafetería no te acompaño, me quedo solo de pie sobre el pasto del country club, afuera de la biblioteca, a la sombra de una ceiba centenaria donde manuela juega a balancearse como tarzán.
ME PIDES INCANSABLEMENTE UNA MÁQUINA, una máquina, una máquina, una máquina para continuar con tu trabajo, tu tesis, que no es otra cosa que escribir un texto de teatro biográfico sobre un joven poeta suicida, caminamos la necrópolis entera buscando su tumba y no la encontramos, y te da rabia no hallar la tumba de ese poeta suicida, y por más que preguntas a los empleados del cementerio, no te hacen caso, a quién le interesa la tumba de un poeta suicida, no te hacen caso, te dan indicaciones vagas, no conocen a ese poeta suicida, no lo han escuchado en su vida, eso te pasa porque te empeñas en trabajar con gente que nadie conoce, eso no es problema, es solo eso, un vacío de información que debes llenar, es tu elección trabajar con gente desconocida, es natural que sea tarea difícil, por no decir imposible, encontrar a alguien que llene tu vacío, y es natural que no haya nadie en este cementerio que sepa algo de aquel poeta suicida, si apenas te escuchan, no entienden tus preguntas sobre ese poeta suicida, insistes hasta que uno de los negros nos acompaña al patio donde posiblemente descansa el poeta suicida, busca en un mapa de toda la necrópolis la tumba del poeta suicida, pero el seudónimo del poeta suicida no es un nombre civil, es un nombre de mentira, y nadie que haya muerto joven, sin reconocimiento como artista o poeta o lo que sea, es enterrado con un nombre de mentira, porque su nombre de mentira no es un nombre de verdad, y los otros que son los que deciden en cosas donde ya no se puede tener decisión propia porque uno está muerto, en casos como por ejemplo el nombre que hay que escribir como epitafio (nombre, frase, etc.), deciden escribir el nombre real de ese poeta suicida, porque el nombre real es la única seña para saber de quién son esos restos mortales, etcétera, es lo que quiero que entiendas mientras recorremos las calles de la necrópolis cansados y mojados, y cansados y mojados olvidamos a tu poeta suicida y buscamos tumbas de ilustres, sobre las que posas como una puta de mierda y me pides que te haga fotos posando como una puta de mierda en esas tumbas de los próceres de tu tierra, sobre tumbas ilustres derramas tu anatomía provocativa y sensual como una ramera, me dices mientras acomodas tu en-verga-dura sobre la lápida de loynaz que vas a colgar tus fotos en fb, y me dices que colgarás todas las fotos en tu fb, y que elegirás una de esas fotos, la más caliente, las más provocativa, para ilustrar un artículo que escribes sobre no sé qué tema y voy a colocar tu nombre como autor de mi retrato, me dices, y sigues diciendo esas cosas mientras te restriegas sobre la lápida de loynaz buscando la postura más erótica, poniendo en evidencia todo tu arsenal físico, calentando al máximo el lente de mi cámara, enseñándome tu mejor ángulo como una furcia cualquiera, una mierda todo, una mierda.
DÍA SIETE: EL CONVERSATORIO O EL BRILLO ÁCIDO DE MIS OJOS SOLITARIO EN MEDIO DE LAS SILLAS BLANCAS DESORDENADAS
ATRAVIESO LA CALLE Y ENTRO A UNA GASOLINERA A COMPRAR CERVEZA, compro unas cuantas, bien heladas por favor, ¿cuánto es?, tome, las latas las meto en el bolso, cruzo nuevamente la calle, llego al caserón señorial, ya no estás allí, porque preparas en no sé qué piso del caserón señorial la lectura de un texto de no sé quién, trato de hablar con la gente y no puedo, entro a los círculos de conversación y los círculos de conversación se cierran o se abren, y siempre quedo fuera de los círculos de conversación, me dicen que tengo que hablar, un breve conversatorio con algunos que escriben teatro, o simplemente que escriben cualquier cosa, a estas alturas todo da igual, ¿gente joven? sí, gente joven, ¿solo hombres?, no, una que otra mujer, sí, no más de treinta años, llego a la sala como puedo, entro y habla otra persona y luego yo, no recuerdo qué persona habla primero, no sé para qué vine, tengo el libro, el párrafo del libro que citaré entre mis manos, no, en mi bolso, no tengo ganas de estar aquí, leo un párrafo breve del libro de P , no sé qué leo, lo he revisado tanto tiempo que ya me lo sé casi de memoria, el pasaje, lo que tengo que leer, no saco nada con colocar el libro frente mío porque repito el párrafo de memoria, o lo invento, ya no sé, leo ese párrafo del libro de P solo para justificar todo lo que escribo, porque no tengo discurso, a estas alturas el discurso se me agotó, un negro pregunta algo relacionado con la injustificada importancia que doy a las palabras, un bobo que no me escucha, que no me cree, que desconfía, no estoy aquí para convencer a nadie, que cada uno crea lo que quiera creer, no sé cómo explicar eso que minutos antes dije, lo de la importancia que doy a las palabras, me doy vueltas en argumentos vanos, absurdos, pueriles, tontos, reviso el libro sin revisarlo, etcétera, desconfío de lo que comienzo a decir, no me sirve de nada, de nada, de nada, el caserón se remece, abajo en el teatro un travesti presenta el evento entre gritos de locas comunistas, y no me nombran porque no existo, para qué, no vale la pena, no vale la pena, para qué, si todas esas locas de mierda que gritan vienen a este caserón a follar (culear), para qué, para qué, las sillas son de plástico, ya lo dije, blancas, tengo mi bolso blanco, no, azul, donde guardo el libro de P. que me sé de memoria y que no me sirve de nada, farfullo una explicación tonta sobre las palabras en el teatro, pero no convenzo al mulato que pregunta, O. al final me felicita por las palabras, lo miro con cara de estás loco viejo, he dicho puras tonteras, cállate mejor, subo a ver la lectura, es en una pieza pequeña en el último piso del caserón señorial, tal vez una pieza para invitados del otrora aristocrático caserón, o una pieza de servicio, en el techo del caserón, subir, subir, subir, subir por una estrecha escalera empinada hasta ese cuarto de servicio, la lectura se hace al final de la pieza, son hombres todos, los que leen, uno mayor, tu actor fetiche, porque siempre te has enamorado de viejos, ¿te folla, no?, sí, seguro que sí, leen un texto que no recuerdo, algo sin importancia, como mi argumento sobre el valor de las palabras, igual de deshilachado, diriges sentado desde el público, yo casi desaparezco, ya no existo, aunque sigo a tu lado, ya no existo, mueves la boca en silencio, como si repitieras el texto que van diciendo tus pupilos, incluido el actor, el hombre mayor, tu amante viejo que lo hace fatal, todos lo hacen fatal, pero estás satisfecho, porque hacen caso a tus órdenes, los diriges como marionetas sentado desde tu silla blanca de plástico, no sé si aplaudir o quedarme quieto, porque en eso no hay nada, vacío como mi defensa de las palabras, una mierda, nada, me quedo sentado en medio de la sala y comienza el ruido de las sillas blancas de plástico, cuando la gente sale, tú, más delgado que nunca, más maraco que nunca, recoges todo, yo sentado sigo derrumbándome, abismado por el ridículo espectáculo de tu lectura, recoges como una sirvienta vieja tus telas inútiles, solitario en medio de tu escenografía inútil, de tu texto inútil, de tu interpretación inútil, de tu falta de tino para unir una palabra con otra, de tu falta de talento y sensibilidad, en medio de toda tu mediocridad, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera, saco de mi bolso una cerveza y comienzo a emborracharme, en medio de las sillas blancas de plástico desordenadas y cuando me ves hacer eso, beber cerveza otra vez, y distingues el brillo ácido de mis ojos, solitario en medio de las sillas desordenadas, como tu fracaso, corres y bajas con tu escenografía inútil agarrada como un tesoro que hay que proteger de mi destrucción, de mi ira, de mi locura, de mi alcoholismo, me temes cuando clavo la pupila en tu cuerpo nervioso e inexperto, así, así, así, así, así, y resuelves arrancar como mujer aterrorizada, una tontera, una tontera, etcétera, todo es una tontera, digo solo en medio de la sala vacía, en medio de las sillas blancas de plástico desordenadas, escucho tus pasos que bajan las escaleras, con los abalorios inútiles de tu escenografía inútil, de tu cabeza teatral inútil, eres un niño, lo sé y eso parece disculparte, mentira, no te disculpa de nada, de nada, de nada, nada, quedo solo emborrachándome en ese caserón señorial, perdido en medio de las sillas de plástico blancas desordenadas una a una, una a una, una a una, una a una, una a una… paso la tarde pensando cómo describir lo horrible, niñito de mi corazón, mientras las sillas blancas de plástico van desapareciendo una a una, una a una, una a una, una a una, una a una, una a una, una, cero.
DÍA CERO: CUANDO LOS DÍAS SE ACUMULEN VOLVERÉ A TODO LO QUE SUPONGO OCURRIÓ
DRAMATURGO
¿Por qué no llegas a buscarme al aeropuerto?
NOVÍSIMO
Sé que me escribiste un montón de emails y sé también que yo no respondí ninguno, y sigues abrigando la esperanza de encontrarte con una respuesta mía, porque entiendes la situación de mi país y por eso sigues esperando.
DRAMATURGO
Tengo la camiseta completamente mojada, por el esfuerzo de arrastrar la maleta casi un kilómetro, por el calor húmedo, por la lluvia, son las cuatro de la mañana y no me sirven tus explicaciones. Me siento en la cama. ¿Puedo fumar?
NOVÍSIMO
Aquí todos fuman porque no hay ventanas, por el calor no hay ventanas, no hay vidrios en las ventanas, solo persianas clavadas en las ventanas, que se pueden abrir o cerrar a gusto.
DRAMATURGO
Escucho tu inútil explicación y me meto en la espiral que dibuja el humo de mi cigarrillo. Siéntate aquí. Me dejas que te abrace porque quiero cortar ese frío que me parte, qué joven, qué frágil, y el frío cada vez más. Los dos sin saber en el frío, encerrados detrás de las persianas. Antes que te sientes en la cama, te beso largamente y huelo tu cuello a jabón, tu pelo, tu cara blanca de niña.
NOVÍSIMO
Respondo tu beso, con mi olor a jabón barato en mi cuello, llevo chanclas, una polera blanca con letras, un pantalón corto azul, de licra, me siento a tu lado.
DRAMATURGO
Sigo sudado, mojado.
NOVÍSIMO
Quítate la polera.
DRAMATURGO
No quiero. Es una polera azul o amarilla, empapada en sudor, nos besamos largamente.
NOVÍSIMO
Tienes la espalda suave.
DRAMATURGO
Sí, la espalda suave, la espalda suave.
NOVÍSIMO
Metes tu lengua en mi boca. Primero me resisto, como esa vez en el ascensor, como la primera vez en la plaza bonita, pero no te digo como la primera vez: nonodejémoslo, no, no te digo eso.
DRAMATURGO
Abres lentamente la boca y te dejas besar.
NOVÍSIMO
Antes de la sesión de besos hablamos largo rato sentados frente a frente. Midiéndonos, calibrándonos. Vuelvo al tema de la máquina que necesito para terminar de escribir mi estudio, es un texto sobre un poeta suicida. Me entregas tus libros, mi regalo.
DRAMATURGO
Hablas, me miras y sé lo que quieres. No quieres mis libros ni la máquina para terminar tu estudio sobre tu poeta suicida, ni la máquina ni tu estudio te interesan ahora. Hablas entre beso y beso y miras, con tus gafas, de pie, antes de reanudar la sesión de besos miras largamente, cruzas los brazos, me miras y vuelves a tus estúpidas explicaciones. Ya no me interesa porque es una sorpresa verte de nuevo después de casi un mes. Ya se me olvida que quedo solo en el aeropuerto. No me interesan tus palabras. Solo quiero verte así, así. Porque cuando llego a esta pieza, a esta celda, no espero verte de nuevo, solo busco dormir y soñar, y es una sorpresa verte aparecer por esa puerta.
NOVÍSIMO
Sí, llego lento, con sigilo, golpeo la puerta y lento me abres.
DRAMATURGO
Deslizo la delgada lámina y apareces.
NOVÍSIMO
Cruzado de brazos comienzo a explicarte, porque en situaciones como esta no puedo parar de hablar con mi voz de mujer.
DRAMATURGO
Te hago entrar como si fuera mi casa esta celda, celda como tu cuarto y sigues hablando cuando cierro la puerta.
NOVÍSIMO
Tú de pie nervioso.
DRAMATURGO
Sí, muy nervioso.
NOVÍSIMO
Con la polera sudada, yo con mi polera blanca, mis short azules de licra, mis gafas, mi pelo peinado corto y mi olor profundo a jabón barato, con la cara recién lavada. Son las cuatro de la mañana.
DRAMATURGO
No, son las cinco de la mañana y la noche sigue muy oscura.
NOVÍSIMO
Yo de pie nervioso. Nervioso. Y tú con la polera sudada.
DRAMATURGO
Sí, terminé empapado después de cruzar todo el country club, sin errores, siguiendo el mapa, la indicaciones del mulato que me recibe en la entrada y pregunta mi nombre, siempre siguiendo en línea recta cruzando pastos y barrizales, y llego a esta habitación con dos camas, sin sábanas, sin colchas, con almohadas sin fundas, a esta celda como tu celda al otro lado del mundo, al otro lado del country club. Y al rato de haber llegado apareces. Golpeas suavemente la puerta y pienso en otra persona, cualquier otra. Mientras desempaco me digo que es mejor no verte hoy, porque quiero dormir, esta noche no, mañana quizás sí, sí, mejor nos vemos mañana, nadie viene por mí, nadie, pero eso ya no importa, giro la manija y abro la puerta, y todas las palabras anteriores se me borran porque apareces en short de licra y tus gafas y tu profundo olor a jabón, tu cara recién lavada, para despertar, porque seguro dormías, o no, no sé, con tus compañeros de celda, las dos literas enfrentadas, insomne con los tres hombres, con los tres hombres ante los que simulas dormir, en medio de los olores de los cuerpos de esos tres hombres que te rodean y ante los que simulas dormir.
NOVÍSIMO
Siempre he sido un viejo, por eso no duermo, y tomo pastillas que me deja mi padre médico, las pastillas que te dejaré cuando te marches para que duermas y te olvides de todo.
DRAMATURGO
Pero ahora no eres un viejo, eres una niña con short de licra y chanclas, una niña que se ha levantado a media noche para recibirme, que se ha lavado la cara y ha corrido los cien metros que separan tu celda de mi celda, una niña sin trenzas, una niña de pelo corto y gafas que se deja besar de a poco, de a poco abres la boca y dejas que mi lengua entre en tu boca, despacito, despacito, no me dices nonono, como en el ascensor, como en la placita bonita, tus nononos ceden y mi lengua entra en tu boca despacito.
NOVÍSIMO
Nos tendemos en la cama, comenzamos a besarnos, vuelvo a oler el jabón en mi cuello, lo encuentro dulce, dulcísimo y suave, no tengo internet y por eso no respondo tus correos, vivo de una manera distinta a cómo viven los demás, etcétera, eso es lo que quiero decirte, por eso vengo a verte, realmente quiero que estés aquí conmigo. Quiero otra cosa. No, no me entiendes, busco otra cosa, no tengo interés en nada, solo mi estudio, el estudio sobre el poeta suicida, la escritura, mi investigación, el estudio, busco otra cosa, otra cosa.
DRAMATURGO
Recalcas tu falta de interés por cualquier cosa que no sea tu maldito estudio sobre el poeta suicida, y yo sigo escribiéndote tonteras, alimentando mi águila muerta.
NOVÍSIMO
Sentados, sigues besándome y yo no paro de hablar, excitado, mojado, me tocas, casi mojado.
DRAMATURGO
¿Quieres que me desvista?, ¿después de pasarte los libros, mi regalo para ti, lo mejor de mí, mis libros, sentados frente a frente, me gritas que quieres quitarme la ropa? ¿Por qué no me dijiste que había que traer sábanas? Mi celda son dos camas peladas, solo colchón y almohadas, sin sábanas. ¿Por qué no me dices nada? No es tu interés decirme lo de las sábanas, y al día siguiente, te olvidas por completo del asunto de las sábanas, de las camas peladas, y de las almohadas sin funda, me dices que no puedes venir porque tienes muchas cosas que hacer, mentira, me gritas que hago el ridículo hablando con toda la gente con la que me cruzo, que no tengo para qué hablar y hablar sin parar con cualquiera, que soy un loco, que estoy loco, que no debo decirle a nadie que visitas mi celda, mi cuarto, mi pieza, que nadie puede saber que duermes conmigo, porque está prohibido este tipo de relaciones, porque los comunistas siempre han sentido asco por los maricones, como tú y como yo, y enrojeces de ira cuando te enteras que voy a buscarte al edificio donde duermes, a la galería donde duermes, sí, voy a buscarte a la galería donde duermes porque quiero verte, sé que cometo errores, muchos errores, lo sé, es la vía que me obligas seguir, cometiendo errores y más errores llego adonde simulas dormir, es la única salida que me dejas, cometer errores e ir a buscarte tropezando entre un suceso y otro, tropezando hasta caerme de borracho y rodar por las escaleras.
NOVÍSIMO
Lo sigo besando y le grito que se quite la ropa, porque no puedo más de caliente, no me haces caso, tengo vergüenza de mi boca triste, etcétera, me dices, cursilerías de dramaturgo viejo fracasado, no seas tonto, eres un tontito, te grito que estoy muy mojado, mojado entero, pero eso tampoco te calienta, recuerdo todo, recuerdo todo, mi olor a jabón que inunda los colchones sin sábanas, las almohadas sin fundas y mis libros nuevos entre mis brazos, mientras sigues besándome y envenenándome con tu odio.
DRAMATURGO
Todo lo demás, la avalancha, la conversación y los besos calientes sobre la cama son el comienzo de los acontecimientos, porque diriges todo, diriges mientras simulas dormir en tu celda junto a tus tres hombres con quienes compartes lecho, diriges mientras dejas que meta mi lengua en tu boca, despacito, y yo solo quiero que todo ocurra rápido, caigo en el ritmo que impones a tus actos, no tengo medios para anular tu acción, el tiempo avanza según tu ritmo, tu indiferencia, tu indiferencia, tu rechazo, tu apatía, tu interés, tu apatía, tu interés, tu rechazo, tu interés, tu apatía, un caos lo que descubro esa noche con la polera sudada en medio de tu boca, un desorden que nace en esa celda donde mal dormí las siete noches siguientes.