LEZCANO.– 16: “Domicilios de los árbitros de fútbol residentes en Madrid”. El color del circulito indica la categoría en que pita el colegiado.
MUÑOZ.– Hay otro con domicilios de jueces, ¿no? ¿El 31?
HERMIDA.– El 35.
LEZCANO.– Aquí está. Las viviendas también están marcadas por categorías. Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, Audiencia Nacional…
MUÑOZ.– ¿Cómo ha obtenido las direcciones particulares de todas esas personas?
HERMIDA.– No las he obtenido. Los datos me los suministran. Yo sólo les doy expresión gráfica.
MUÑOZ.– Es una de esas personas quien ha puesto en nuestro conocimiento la existencia de sus mapas. Considera que la publicación del lugar donde vive le pone en peligro.
HERMIDA.– ¿Un juez?
MUÑOZ.– Un árbitro.
HERMIDA.– Dudo que quien me encargó ese mapa tenga nada contra los árbitros.
MUÑOZ.– También se ha quejado una asociación vecinal. Están molestos con ése sobre embriaguez.
HERMIDA.– 89: “Número de alcohólicos por cada mil habitantes”.
MUÑOZ.– Los de ese barrio se sienten estigmatizados.
HERMIDA.– Lo siento.
MUÑOZ.– ¿Por qué en naranja? ¿Por qué la máxima concentración de borrachos en naranja?
HERMIDA.– El naranja tiene la particularidad de que…
LEZCANO.– ¿Acepta cualquier mapa que le encarguen?
HERMIDA.– De Madrid. Sólo de Madrid. No osaría hacer un mapa de otro lugar.
MUÑOZ.– Le gusta Madrid.
HERMIDA.– No. Pero es la ciudad que tengo en la cabeza. Puedo decirle el camino más corto entre Usera y La Vaguada y cuántos quioscos se va a encontrar de aquí al Museo del Prado.
LEZCANO.– Usted hace cualquier tipo de mapa de Madrid. No importa sobre qué.
HERMIDA.– Es la clave del negocio. Fue idea de mi hermana mayor, cuando perdí mi empleo en una editorial de libros escolares. Mi hermana me hizo ver que se hacen muchos mapas, toneladas de mapas, pero la mayoría no tienen nada que ver con los auténticos intereses de la gente. ¿De qué te vale la ubicación de los monumentos cuando lo tuyo es la filatelia? ¿Qué importan las zonas verdes si lo que te interesa es la pornografía? Fue mi hermana la que me dio la idea de los mapas personales. Yo no lo veía claro, pero pensé: ¿Qué tengo que perder? Mi hermano pequeño, que es informático, dio forma a la idea: www.mipropiomapa.com.
LEZCANO.– Son ustedes una familia muy unida.
HERMIDA.– La diferencia con hacer mapas para libros es que lo puedes modificar continuamente, conforme vas teniendo nuevos datos.
MUÑOZ.– Éste fue el primero, ¿no? “Tiendas de mascotas”.
HERMIDA.– Sí.
LEZCANO.– Trecientos doce mapas. Parece mentira que los haya hecho todos una sola persona, en menos de un mes.
HERMIDA.– En realidad he hecho más. Sólo se cuelga un mapa si así lo quiere el cliente. He hecho quinientos setenta y nueve. Si el negocio sigue creciendo, voy a tener que meter gente.
Silencio.
LEZCANO.– Quinientos setenta y nueve mapas en veintiséis días.
HERMIDA.– En veintitrés. Los domingos paro.
LEZCANO.– ¿Podemos hacer una prueba?
HERMIDA.– ¿?
MUÑOZ.– Una demostración. Nos gustaría ver cómo lo hace.
HERMIDA.– Claro.
MUÑOZ.– ¿Qué necesita? ¿Folio?, ¿cartulina?…
HERMIDA.– Din A-3.
MUÑOZ.– Din A-3. ¿Lápices? ¿Ceras?…
HERMIDA.– Lápices. Faber del 17.
MUÑOZ.– ¿Algo más? ¿Un café?
HERMIDA.– Gracias. Con leche, sin azúcar.
MUÑOZ.– ¿Te traigo algo a ti?
Lezcano niega. Muñoz sale. Silencio.
LEZCANO.– De modo que los datos se los suministran. El trabajo de campo, por así llamarlo, lo hace el cliente.
HERMIDA.– Así es.
LEZCANO.– 245: “Lugares donde ha estado el diputado Flórez desde el 1 de junio y tiempos que ha pasado en esos lugares”. Usted no ha seguido al diputado Flórez. Usted no ha estado en su despacho del Parlamento.
HERMIDA.– No, no.
LEZCANO.– El mapa lo firma “Colibrí”.
HERMIDA.– Debe de ser un alias.
LEZCANO.– Probablemente.
Silencio.
Algunos de sus clientes son auténticos enfermos.
HERMIDA.– La gente tiene problemas.
LEZCANO.– La mayoría de sus mapas son basura.
HERMIDA.– Muchos no tienen valor científico, ya lo sé. Algunos son pura fantasía. 48: “Refugios de hadas, duendes y gnomos”. 77: “Lugares por los que he caminado sonámbulo”. 142: “Mujeres con las que me he acostado”. Pero hay otros que…
LEZCANO.– La mayoría son mierda.
HERMIDA.– No digo que alguno no lo haya dibujado a disgusto. Pero ¿quién soy yo para decidir si un mapa debe hacerse o no?
Silencio. Hasta que vuelve Muñoz, que pone ante Hermida todo lo que éste pidió. Y un listado con palabras y cifras.
MUÑOZ.– Alijos requisados en Madrid en los últimos cinco años. Ahí tiene todo: puntos de venta, sustancias, cantidades y fechas.
Hermida se pone a trabajar. Muñoz mira el reloj. Silencio.
HERMIDA.– Lo más difícil es establecer el código. Lo difícil no es decidir si utilizas colores o sombreados o figuras geométricas. Lo difícil es expresar de la forma más sencilla posible la imagen que el cliente tiene en la cabeza. El mapa tiene que hablar a primera vista.
Sigue trabajando. Silencio.
LEZCANO.– 113: “Lugares donde se puede abuchear el himno nacional”.
MUÑOZ.– Es un negocio. El señor Hermida lo hace por dinero, no tiene una implicación ideológica en el asunto. Otra cosa es que se le pueda haber ido de las manos. Pero reconocerás que hay algunos mapas buenos, mapas útiles. 206: “Madrid para mendigos”. Dónde comer de gorra, dónde dormir gratis… Fíjate: puntos donde pedir limosna clasificados por colores.
HERMIDA.– El Madrid de los mendigos no es el mismo que el Madrid de los banqueros o el de los que hablan latín.
MUÑOZ.– 159: “Hoteles baratos limpios”. Me hubiera venido muy bien cuando el divorcio.
HERMIDA.– No es lo mismo Madrid cuando tienes quince años que cuando has cumplido cuarenta. Tu mapa cambia con tu vida.
MUÑOZ.– Con el divorcio, mi mapa de tiendas se transformó. Ya sólo entro donde haya ofertas. ¿Tú te acuerdas de cómo vestía yo antes?
HERMIDA.– “Comercios chinos”. “Dispensarios de metadona”. “Hombres estatua”. Hay quien cuelga su mapa porque puede ayudar a otros. “Tiendas donde el vendedor es agradable”. “Probabilidad de ser atracado en función de día de la semana y hora”.
Silencio. Hermida da por terminado el mapa. Muñoz mira el reloj. Lezcano y Muñoz observan el mapa.
MUÑOZ.– Es muy elocuente. Usted debería trabajar con nosotros.
HERMIDA.– En el colegio, es lo único que se me daba bien.
LEZCANO.– Algunos de estos mapas son útiles, desde luego. Pero útiles ¿para qué?
MUÑOZ.– Mi amigo piensa que algunos de sus mapas representan otra cosa de la que dicen representar. Por ejemplo, el 71: “Graffitis”. Lo que mi amigo ve aquí… ¿Por qué no se lo explicas tú mismo?
LEZCANO.– La mayoría de sus mapas son hojarasca, una cortina de humo para distraer de los importantes. Los importantes pueden ser los en apariencia más tontos. “Graffitis”, por ejemplo.
MUÑOZ.– Qué retorcido. Qué manía no conformarse nunca con la explicación más sencilla.
LEZCANO.– En lo que mi amigo y yo estamos de acuerdo es en que hay aquí material de sobra para ponerlo a usted ante un juez.
MUÑOZ.– Pero discrepamos sobre el precio que ese juez le haría pagar por haber dibujado estos mapas. Yo soy de la opinión de que la responsabilidad debe recaer en quien se los ha encargado.
LEZCANO.– En todo caso, el juez apreciará que nos revele sus fuentes. Localizaremos igual a todos estos tipos, pero lo haremos antes si usted nos dice lo que sabe de ellos.
MUÑOZ.– Dando por sentado que la mayoría de estos mapas, y por tanto sus inspiradores, son absolutamente inocentes.
LEZCANO.– ¿Tendría gracia, no? Que nos dibujase un mapa con los domicilios de sus clientes.
Silencio.
HERMIDA.– No puedo hacerlo. A la mayoría no los conozco. Cara a cara, quiero decir. La mayoría manda la información a través de correo electrónico, abonan la cuota en un número y ya está. Algunos sí, algunos quieren explicarse personalmente. Hay quien cree que sabe cómo hay que hacer su mapa, te vienen con esbozos que da risa verlos. Otros quieren verte porque necesitan aclararse, porque hay quien no sabe lo que quiere. Muchos vienen cargados de prejuicios. La gente desconfía de los mapas. ¿Para qué están hechos, el noventa por ciento de los mapas? Para hacer circular a la gente, para llevarte de un sitio a otro. Los mapas deberían ayudarte a saber dónde vives. Casi siempre se usan para lo contrario, para confundirte. Lo que la gente busca es un mapa que les diga la verdad. A veces es difícil, pero nadie ha quedado descontento, nadie ha pedido nunca que le devolvamos la cuota. Por primera vez en mi vida me siento útil. Ayer se lo decía a mi hermana: “Antes trabajaba para un jefe. Ahora trabajo para la gente”.
Silencio.
LEZCANO.– 71: “Bares donde no dejamos entrar moros”. 83: “Lugares donde puedo decir lo que pienso sobre los homosexuales”. 111: “Inmuebles vacíos okupables, clasificados por tiempo de desokupación”. 173: “Escenarios de la próxima guerra civil”.
MUÑOZ.– ¿Sabe que insultar, incitar al odio, marcar objetivos a los violentos, son delitos que se pagan con la cárcel?
LEZCANO.– Un mapa que señala dónde viven los jueces, ¿a quién puede interesarle?
MUÑOZ.– Si el diputado Flórez nunca ha estado en “El búho de Minerva”, nos encontramos ante una calumnia. Si ha estado en “El búho de Minerva”, se trata de un seguimiento ilegal, una violación de la intimidad, quizá un caso de chantaje, de espionaje o de terrorismo. Esos cargos recaerán sobre usted a menos que nos ayude a localizar a “Colibrí”.
Silencio.
HERMIDA.– Podría ser un taxista, tengo varios clientes taxistas. O alguien a quien interesa la política y ha elegido a Flórez como podía haber elegido a cualquier otro. Es lógico que a un votante le importe en qué emplean su tiempo los diputados. O quizá sea alguien que quiere ayudar a Flórez. Si Flórez ve este mapa, quizá decida corregirse, ampliar sus movimientos. “Colibrí” podría ser la esposa de Flórez, o el propio Flórez. Muchos mapas son autobiográficos. “Mis puestos de trabajo”. “Dónde desearía estar y nunca he estado”. “Dónde no tengo miedo”. “Dónde he visto a la chica pelirroja”. “Dónde me he cruzado con gente que leía a Dostoievski”. “Dónde yo, hombre negro de veintisiete años, he estado una hora sin que viniese a molestarme la policía”. “Lugares en que la palabra “Atalaya” causa extrañeza”. “Lugares donde me han hecho sentir como una mierda”. “Lugares donde he sido feliz”. Hay clientes que los utilizan como un diario, como una confesión. El mapa de los jueces… El mapa de los jueces quizá quiera hacernos ver que casi todos ellos viven en unos pocos barrios. Y que hay barrios donde no vive ninguno. Quizá quiera mostrar que gente que vive en unos barrios juzga a gente que vive en otros barrios. Si ustedes se fijan, los árbitros de Primera División también suelen residir en unos pocos barrios. Si se comparan los mapas de oficios –por ejemplo, el de banqueros y el de maestros de primaria-, pueden extraerse conclusiones. Quizá el que me encargó ese mapa tenga ese tipo de cosas en la cabeza. O no, no lo sé. Muchas veces, cuando dibujo un mapa, me cuesta entender los intereses que hay debajo. 232: “Lugares donde se reúnen comunistas”. ¿Lo ha hecho un comunista o uno al que no le gustan los comunistas? 253: “Mapa de mi madre”. Dónde se cortaba el pelo, dónde conoció a su marido, dónde está enterrada… También las casas de sus amantes y el lugar donde él la vio por última vez. ¿Un mapa de amor o de odio?… Se ve que muchos intentan decir cosas que nunca han podido decir. Yo sólo soy el traductor. Los colores, las flechas, no son más que eso, traducir lo que ellos tienen en la cabeza. A mí siempre me ha sido más fácil dibujar que hablar. Cuando salga de aquí y cuente a mi hermana todo esto, lo que ha sucedido aquí desde que entré por esa puerta, no diré nada. Haré un mapa.
LEZCANO.– ¿Un mapa de qué?
HERMIDA.– De este lugar y de nosotros en él. De dónde y cómo se ha movido cada uno. De lo que ha hecho y dicho cada uno en cada momento en cada lugar.
En el suelo, dibuja el mapa.