Este semestre he volado bajo, Ilon Musk. No como tú, que vuelas alto, el que vuela más alto. El doble de alto que el señor Buffett, que partió volando a sus once años, cuando compró sus primeras acciones en 1941. Ahora él tiene 91 años, pero tú Ilon, tú a tus 50 has llegado a volar donde nadie nunca en la historia lo ha hecho. Vuelas en un lugar que solo ha sido imaginado hasta el cansancio. ¿A qué altura volamos los demás? ¿A qué altura volarás sobre mí en este semestre que terminará cuando termine de escribir entre 1500 y 2000 palabras? Uno que termina en mayo. Es la primera vez que un semestre termina en mayo para mí, Ilon Musk.
Me ha crecido el pelo, Ilon. Siento el cuello más corto que antes. Veo una doble pera donde antes no la había. Me he puesto más gordo. Como pedazos de pizza que cuestan un dólar. Son buenas, a ti te gustarían, a todo el mundo le gustan. Yo te puedo invitar. Pero mucha pizza me ha puesto fofo, Ilon.
Hoy por hoy estoy con alergia, con los ojos llorosos, rojos. Vivo con la nariz tapada, llena de mocos. Me despierto cansado. Si yo fuese tú, si yo fuese Ilon Musk, no viviría nunca más una primavera en mi vida. Me la saltaría. Viajaría solo por un par días a alguna primavera del mundo para ver flores. Me gustan las flores, Ilon. A veces, me paro a sacarles fotos a las flores de los árboles. Al cherry blossom y a esos tulipanes que parecen de plástico. Me cuesta entender la primavera de Nueva York. Es distinta de la primavera que conocía. ¿Sabes qué? Haría algo mejor, Ilon. Si yo fuera tú, desarrollaría un medicamento que me hiciera inmune a cualquier primavera. Eso haría si fuera tú.
Sí, estoy en Nueva York. Se supone que tengo que escribir, amasar el pan, como dice Leila Guerriero. Pero no sé qué masa es la que quiero amasar. No lo estoy haciendo. Ahora lo hago porque te estoy hablando Ilon; si no, no lo haría. Tú, en cambio, te ves bien. Supiste rejuvenecer tu cara cuadrada con tu nariz bien hecha, con tu frente amplia, sin ninguna mácula, sin ningún lunar. Me gusta verte reír. Cuando ríes pareces un duende de Navidad. ¿Te lo han dicho? Cuando ríes me recuerdas a Pin Pón, Ilon. Pin Pón, el muñeco, ¿lo conoces? Perdona que te lo diga, pero cuando no estás riendo pareces un robot. Si te hubieras postulado a presidente de curso hubiera votado por ti, Ilon. Quizás no te hubieras postulado. Una vez me postulé a presidente de curso, pero mis compañeros no votaron por mí. Tú hubieses votado por mí porque habrías sido mi amigo. ¿Habrás tenido alguna relación amorosa en el colegio? Yo nunca tuve una, y eso que no era un nerd como tú. Hoy día los nerd la llevan. Quizás pasaste desapercibido, pero no te preocupes: no eres Tony Stark, pero eres bacán. Tan bacán que te fumaste un pito en el podcast de ese pelado que la rompe en Spotify. Tan rockstar que el año pasado le dijiste al mundo entero que tenías Asperger en Saturday Night Live. No hay caso contigo (te confieso que a mí también me gustaría decir algo de mí en un programa de televisión, pero ¿quién soy yo?). Es tu momento. Todos están hablando de ti. Todos hablan de Ilon Musk.
Te compraste Twitter. Te costó 44 billones de dólares. ¿Sabes que nunca he sido fan de Twitter? Tú eres fan. Es tu red social favorita. La última vez que revisé tenías 91 millones de seguidores en Twitter. Yo tengo 31. Hace poco escribiste un tuit prometiendo “vencer a los bots o morir en el intento”. Leí que casi la mitad de tus seguidores son bots. Lo sabes mejor que nadie. Tú lo sabes todo. Sabes cuáles de las news son las fake. Leí un tuit que decía que la propuesta para enfrentar el cambio climático de Joe Biden es de 44.9 billones de dólares. Un poco más de lo que cuesta tu compra. ¿Será verdad, Ilon? No me mientas. Antes, cuando vivía en Chile, usaba Twitter para ver cuáles eran los trending topics. Te apuesto que no tienes idea cuáles son los de Chile, Ilon Musk.
Mi red social favorita es Tik Tok. Igual me da vergüenza contártelo. Paso horas metido. El otro día vi un Tik Tok de alguien hablando de ti. ¿Sabes qué decía? Decía que si imprimimos toda tu fortuna en billetes de 100 dólares, podríamos hacer tres columnas de billetes que lleguen al espacio desde la tierra y que aún sobrarían billetes para hacer dos columnas más que alcanzarían la cima del Everest. No solo eso, Ilon. En cuanto a la longitud, explicaba que si ponemos los billetes uno al lado del otro, podríamos hacer casi 1120 vueltas a la Tierra. No solo eso, Ilon. El tiktoker contaba que te podías comprar todos los equipos de la liga de fútbol americano, más todos los equipos de la NBA, y que te sobraría plata para comprarte Angola y que, aun así, te sobrarían un par de milloncitos de dólares. ¿Sabes cómo terminaba el Tik Tok? Decía que no ibas a vacilar en agregar dos opciones de proteína y guacamole a la hora de pedir un Chipotle. Una sola vez he ido al Chipotle y no me gustó tanto. Además, lo encontré caro. Llegué con las expectativas demasiado altas. Me gustaría darle una segunda oportunidad. ¿Cuando vas le echas dos opciones de proteína o solo una? ¿Carnitas o pollo asado? ¿Le echarías palta? Ah perdóname, Ilon, en mi país le decimos palta, no le decimos avocado.
Extraño Chile, Ilon. Tú no extrañas Sudáfrica. A mí me basta y me sobra con estar fuera de mi casa. Tengo ganas de volver, por eso quería hablar contigo. Para no extrañar. Mi papá, que no sabe nada de inglés, escribiría tu nombre como suena, con “i”, no con “e”. No te llegues a ofender por eso, Ilon Musk. No te lo permito. Me acuerdo que el año 2017 fuiste a Chile. No me fuiste a ver. Por ese entonces no volabas tan alto como lo haces ahora. Había 45 personas volando más alto que tú. Leí en la CNN que tu patrimonio supera el PIB de Chile. No andan muy bien las cosas por Chile, Ilon. La gente tiene miedo, y más miedo me da lo que mi mamá escribe en Twitter. ¿Cómo explicarte lo que pasa en Chile? Ya sé cómo. Te lo voy a explicar con una carta al director: “Imagina que hay un abuelo que va con su ñato al matrimonio de un pueblo vecino. Ocupan un burro para trasladarse. Los dos parten felices pero las personas, al verlos, comienzan a gritar: ¡pobre burro que debe soportar tanta carga! Entonces el abuelo se baja y siguen el camino con el nieto arriba. Después, al verlos, comienzan a gritar: ¡niño, ten compasión de tu anciano abuelo! El abuelo con el niño deciden intercambiar posiciones. En este nuevo escenario, escuchan: ¡viejo aprovechador, bájate del burro! Tras esto, ambos deciden caminar con el animal al lado. No pasó ni un minuto cuando escucharon lo siguiente: ¡qué estúpidos, tienen un burro y no lo usan!”. Ese es el drama de Chile, Ilon. Somos expertos en mirar la paja en el ojo ajeno. No sé por qué me di tanto tiempo y espacio para explicarte todo esto. Te apuesto que al final del día Chile te importa un pico. Dime que no te importa, está bien, nadie se va a ofender. Si al final te vas a ir a Marte.
¿Alguna vez te ha bajado la hueá, Ilon? Cuando te baja la hueá te compras lo que tú quieres y te haces feliz. A mí me baja la hueá y pienso que estoy perdiendo el tiempo, que he perdido plata, que la estoy perdiendo. No, no quiero tu plata, Ilon Musk. Me baja la hueá y me obligo a salir de la pieza. Abro el refrigerador buscando respuestas. Me como algo. Salgo de mi casa y camino. Siempre que salgo termino comprándome algo, Ilon. Un juguito de manzana, unos manís confitados, cualquier cosa que tenga azúcar. Gasto plata. Confío en que el tiempo no le dará la razón a la hueá. Pero me baja y lloro. ¿Qué haces tú cuando lloras? Tú no lloras. Cuando tienes un problema, vuelas de vuelta donde tu mamá, ¿cierto? Los vi juntos a inicios de mayo, en un evento, en la MET Gala. ¿Sabes qué? El otro día se organizó un evento de poesía acá. Todos mis compañeros leyeron, pero yo no leí, Ilon. No me atreví. No escribí nada para leer. No amaso poesía. Me hubiese encantado haber leído algo. Me arrepiento de no haber leído. Vivo arrepentido. Vivo en un constante ejercicio bestial de pensar en las cosas que no hice, que no hago. De imaginarme el tiempo que no fue, el tiempo que pasó en otro lugar. ¿Tienes tiempo, Ilon? ¿Cómo lo haces para ver a tus siete hijos? Tú no tienes tiempo, Ilon. Por eso te quieres escapar a Marte. Te caché. Leí en Wikipedia que perdiste a un hijo por el síndrome de la muerte súbita. Lo siento, Ilon Musk. Tuve que googlear de qué se trataba esa muerte, no la conocía. Este semestre sí he pensado en la muerte. No te asustes. En la muerte, no en matarme.
He leído este semestre, siempre se puede leer más, Ilon. ¿Te cuento algo? Los textos que he tenido que leer este semestre tienen una temática central que los atraviesa a todos: el dinero. Los eligió un profesor que murió este semestre, que se fue volando más alto que tú. A ti te gustarían los textos. Al final, a ti, Ilon Musk, te interesa el dinero, ¿o me vas a decir que no?