I.
Su cuerpo pesa,
como un abrigo mojado.
De sus huesos
no hay quien pueda escapar.
II.
Añicos de explosiones mudas
Recopilo los pedazos de huesos
que se van rompiendo
Escurro mis heridas en el agua de la tina
Calmando mi piel abrasada
por la sal del Caribe.
Me dejo flotar,
para no sentir el peso
de mis fragmentos.
III.
Al despertar
me levanto caliente
sofocada
trato de desengancharme de las sabanas
que como serpientes de algodón
se enredaron entre mis piernas.
Pero hay algo más que de mi se abraza.
Un animal que ha dormido conmigo toda la noche.
Calor incómodo
que permea mi piel
una criatura que me ha respirado encima
en la madrugada.
Mi pelo huele a humo y hierro
y esta enredado.
Me siento en la cama
la mañana apenas llegando a mi ventana y
trato de acomodar los pedazos sueltos
de mí.
Costillas desalineadas,
vértebras curveadas de mi cuello,
dedos de mis pies,
y los tantos huesos rotos
fragmentos de mi desnudez.
Dolor
Animal que me mira en la oscuridad.
Ha dormido encima de mí,
enroscado en mi columna vertebral
y ahora se aferra a mi cuerpo.
Su boca salvaje busca mi pecho
lame mi cuello,
y sus ojos me ruegan una caricia.
Siento como el calor sigue creciendo,
yo cada segundo más y más caliente.
El Dolor aguanta mi mirada afiebrada,
abro la boca y en un salto está dentro de mí.
Respira y soy yo la que suelto el aire.
Flexiona sus garras que ahora son mis costillas
una por una
siento como aprietan mis pulmones.
y me dejan sin poder gritar.