Por: Alexander Castillo Morales
El libro digital ARDE prosigue con el espíritu de la protestas de 2019 en Chile en favor de una nueva constitución, con lo cual disiente de la idea de que el arte no debería tener compromiso político. Conversamos con Tamym Maulén coordinador y director general de este proyecto sobre el papel del arte y los artistas frente a problemas sociales, la elaboración del libro y su impacto.
¿Cómo surgió la idea de actuar artísticamente frente a un hecho de gran relevancia social? ¿Cuál fue la razón para estar comprometido con esta causa?
Primero que todo, ARDE (Acción Revolucionaria De Escritorxs) nació de la necesidad urgente de manifestarnos lxs escritorxs, artistas y ciudadanxs chilenxs frente a circunstancias políticas y sociales de las cuales era imposible mantenerse al margen. Corría el mes de agosto de 2020 y se avecinaba el plebiscito más importante de los últimos tiempos en Chile: aprobar o rechazar la creación de una nueva constitución para el país, que viniera a reemplazar, de una buena vez, sin maquillajes ni artilugios, la ilegítima constitución hasta ahora vigente, creada en la dictadura militar y carente de toda participación ciudadana. Fruto de esta constitución, devienen en gran parte (y me atrevería a decir todas) las injusticias e iniquidades sociales a las que el pueblo de Chile dijo “basta” el 18 de octubre de 2019. Con este panorama y con un referéndum ad portas el 25 de octubre, sentimos que se hacía muy necesario desde el arte poder unir energías, crear colectividad, unión y sincronía para manifestarnos con fuerza y sin miedos por el Apruebo a una nueva constitución para Chile mediante la palabra escrita. El pueblo se manifestó en la calle luchando, resistiendo, siendo agraviado. Ocurrieron cosas terribles y el pueblo siguió dando batalla. Las calles se llenaron, las ciudades se tiñeron de una rebeldía nunca vista y el arte se tomó los espacios públicos con danzas, poesía y grafitis. Sin embargo, la prensa oficialista, los grandes medios televisivos y escritos manejados de la extrema derecha, continuaron haciendo lo suyo: mentir y desinformar.
¿ARDE surgió de manera planificada o fue espontánea?
Surgió espontáneamente como un espacio donde la gente, lxs artistas y escritorxs, pudieron expresarse sin censura y contar sus verdades, sus historias, las vivencias de lo que realmente pasaba en las calles y en sus corazones. Por algún motivo, no se había conformado un espacio para plasmar todas las palabras que muchxs tenían por decir. Si tuviera que resumirlo en una frase sería: “¡no quisimos guardar más silencio!”. La historia de Chile ha sido la historia del silencio. Pero esta nueva generación ya se hartó de ser cómplices pasivos y hay un fuego que ya no se puede controlar más: el fuego del compromiso. Como seres creadores, tenemos plena conciencia del lugar que habitamos y de lo que queremos construir. Si alguien daña a una parte, está dañando al todo en su conjunto. Por ello, ARDE fue el espacio para que todas esas voces comprometidas con su realidad, ansiosas por construir un mejor país, lograran juntarse y unirse en un solo clamor por justicia y dignidad. Si me pregunta la razón por la cual estar comprometidos, le respondería invirtiendo la frase: es el estar comprometidos nuestra gran razón. Fue así como más de 430 escritorxs participaron en una creación colectiva, algo pocas veces visto antes. Estoy convencido en que venimos desarrollando, desde hace años, un cambio de paradigma desde una escritura individual a una escritura colectiva. Creo que ARDE ha demostrado que ello es un hecho vivo, una utopía en tiempo presente.
En el libro se aprecia mucho corazón entre quienes desarrollaron el proyecto y quienes participaron. ¿Cómo fue la convocatoria y cómo orientaron tal fuerza emocional?
La verdad es que sí, hubo mucho talento, pero sobre todo mucho corazón. Trabajamos sin pausas por dos meses y lo que se creó fue algo extraordinario. Todo el equipo de ARDE puso lo mejor de sí en este proyecto, de manera totalmente voluntaria, y esa energía logramos transmitirla a los cientos de participantes. Comenzamos el 25 de agosto con una convocatoria abierta que invitaba a escribir un texto libre por el Apruebo. Ese fue el comienzo de todo. Pero había algo más: era un llamado a unirnos en un momento clave de la historia y a estar presentes, a no callarnos. Entonces, no era un simple llamado a escribir y mostrar nuestras creaciones artísticas: era un directo llamado político a participar activamente del proceso social, a ser partes de la historia misma. Esto fue muy importante, porque no se trataba entonces de un mero proyecto con fines estéticos, sino de un desafío político.
Creamos una página en Instagram como plataforma. La información comenzó a circular y de forma muy rápida comenzaron a llegar los textos, todos increíbles y de gran calidad, los cuales fuimos publicando uno a uno para darle movimiento al proyecto. Al final, llegaron tantos escritos que no alcanzamos a publicarlos todos en el Instagram pero sí fueron incluidos en el libro ARDE. Creo que la clave de la alta convocatoria fue canalizar una energía que estaba en el aire. Yo me encontraba (y me encuentro aún) a miles de kilómetros de Chile. Sin embargo, esa energía podía sentirla; existían unas ganas enormes de expresión, pero no había, quizás, una plataforma de unión para poder hacerlo.
Desde el estallido social el 18/10, la necesidad por manifestarnos fue grandísima. Muchos quienes no pudimos estar en la calle, ocupamos nuestras redes sociales para expresarnos respecto a las graves violaciones a los derechos humanos y las enormes injusticias que por décadas habíamos estado padeciendo. Las Fuerzas Armadas actuaron con una violencia terrible y se cometieron atrocidades. Por muy inocuo que fuera, escribir un texto, un twitter, un post de Instagram, era nuestra forma de expresión, de gritar nuestro descontento. En la calle se jugaba el verdadero partido, pero quienes no podíamos estar ahí intentábamos crear conciencia desde el lugar que fuera. Yo soy un convencido de que todo suma y de que cada grano de arena sirve para conformar la playa. Lo que faltaba quizás y quedó demostrado con ARDE, es que si le encuentras un lugar en el mundo a esa playa, es más fácil conformarla. ARDE se transformó así en un canal, en un puente, en un medium donde toda esa energía maravillosa y rebelde que quería expresarse a través de la palabra, pudo encontrar su lugar para hacerlo.
La política genera muchísimo apasionamiento y esto se percibe en el libro, ¿qué papel juega la razón?
Efectivamente, lo político está en todo. Creo que este es un tiempo para reflexionar sobre el peso que tiene la incidencia política (no la politiquería de los políticos, por supuesto) y de asimilar esa vieja frase “todo acto es un acto político”. Porque es cierto y no podemos escapar a ello; antes bien, tenemos que aprender a resignificarlo. Una de las formas más violentas que tiene el poder es que normaliza las injusticias y las inequidades de tal forma que se invisibilizan. Una de las formas de normalización que ocurrieron en Chile desde la dictadura militar, fue la no-participación ciudadana en la política. Se normalizó el hecho de que otrxs tomaran las decisiones por nosotrxs y, por efecto de ello, nadie se oponía a un sistema representativo que paradójicamente no representaba a nadie. Por su puesto, en ese tiempo fue a punta de metralla. Ya en democracia, se nos enseñó a ser ciudadanos pasivos que solo una vez al año, con suerte, podíamos ejercer nuestro derecho en las urnas. Si algo nos deja todo este proceso histórico, es que como ciudadanxs y artistas debemos retomar nuestro rol activo y dejar de ver la política y la democracia como un hecho delegativo. Hoy queremos crear una nueva política participativa, inclusiva, donde tengamos la oportunidad de elegir el camino que queremos para nuestro país. Hay mucha conciencia, mucha razón, mucha seriedad en esto. Es una alegría ver cómo las juntas de vecinos, los encuentros comunales y las asambleas han ido creciendo de una manera poderosa en todo este tiempo. No debemos soltar más lo que hasta ahora hemos logrado, ahí esta la clave de este proceso. En definitiva, volver a ser ciudadanxs dignxs y no meros números, entes de consumo, deudores, empleados, espectadores pasivos y todo lo que el sistema capital nos ha hecho creer que somos.
El diseño, la edición y la fotografía son de gran calidad, ¿cómo fueron estos procesos?
Tengo la fortuna de trabajar desde hace años con grandes artistas, que además son grandes amigos. De hecho, esa es la mejor parte: el trabajo deja de ser trabajo y se transforma en un proceso creativo muy divertido e inspirador. La pasamos bien y eso se nota en el resultado. Creo que esta fue nuestra premisa para encarar el proceso creativo: aunque sea la temática dolorosa e intensa -como en este caso- hay que dejarse llevar por un espíritu lúdico y dejar fluir las ideas. Entre estos valiosos seres está Maxi Andrade, poeta y artista quien estuvo a cargo del diseño general del libro. Con Maxi hemos editado decenas de libros y tenemos gran experiencia trabajando juntos. Esto nos sirvió de mucho, pues esta edición fue realmente algo “inédito”, para jugar también con el término: hicimos un libro de más de 600 páginas en un par de días. ¡Locura! Fue realmente algo alucinante. También formó parte del equipo Paulette Vásquez Montes, artista y docente, quien estuvo a cargo de la edición y corrección de textos: solo me puedo sacar el sombrero y felicitar mil veces su trabajo, que fue realmente inmenso y de una calidad excelente.
Las fotografías son otro acierto de este volumen, las hicieron diversos artistas chilenxs pertenecientes a distintas regiones del país. Las imágenes sumadas a los textos van recreando a lo largo del libro la historia de la revuelta social en Chile, como un pergamino que va desplegando sus capas de significado. Aprovecho para agradecer a todxs quienes participaron de este proceso, pues son muchxs (Paris Hache, Ninfa María, Camila Sentis, Chamorro Arch, entre muchos más) y quisiera destacar el gran trabajo en equipo que se produjo, carente de todo egocentrismo. En definitiva, este proceso de edición nos abrió una puerta maravillosa: la del crear colectivamente.
Este libro refleja valor y acción frente a dinámicas sociales que requieren que los artistas participen de forma más directa, ¿cómo ve esa tensión entre un arte activista y uno aséptico? ¿Cómo ve el riesgo de caer en el panfleto?
¡Que viva el panfleto! Honestamente, soy un ferviente defensor del panfleto. La historia escrita podría ser una especie de enorme panfleto si se mira de manera detallada y con la mente abierta. Ninguna revolución moderna habría sido posible sin la ayuda de estos escritos sorprendentes, informativos y enormemente creativos, los cuales circulaban como una luz de esperanza en días oscuros. Estoy exagerando, pero no tanto. Mucho se habla en literatura, en talleres, en recetarios, de lo negativo que es caer en el panfleto. Mi pensamiento es que, si un artista escribe un panfleto, este deja de serlo de inmediato, pues se trasforma en un artefacto “otro”, en un hecho distinto y más complejo, que para definirlo requeriría otro análisis. Cuando el escritor boliviano Víctor Hugo Vizcarra era consultado por su arte panfletario, este respondía: “yo no soy artista, soy artillero”. Creo que hay muchos mitos en torno al panfleto. Antes que atacarlo o evadirlo prefiero tomarlo, usarlo y resignificarlo. En este sentido, la tensión entre un arte activista y uno aséptico es una frontera aún por explorar, grandísima, de la cual puede nacer una gran literatura.
¿En Chile hay un movimiento de artistas o la gente del común se está apropiando de lenguajes artísticos para exigir, no para quejarse?
Creo que lo más importante de este movimiento social es que es de la propia gente, del pueblo, de lxs ciudadanos. No de los políticos, no de los partidos y mucho menos del gobierno. Son lxs jóvenes, la propia gente, quienes han dicho basta y nadie puede ni podrá apropiarse de sus logros: lo han hecho luchando en la calle, en las marchas y en cada manifestación. Por su parte, lxs artistas (salvo quizás algunas excepciones de aquellos que buscan mantener su statu quo en medios escritos y televisivos o por conflictos de interés) hemos sido siempre marginales y también pertenecemos al pueblo, somos parte del movimiento. Las políticas culturales estatales nunca han querido en realidad a sus artistas, nunca se han preocupado de ellos verdaderamente, nunca les han ofrecido nada a sus artistas más que limosnas bajo el eufemismo de fondos concursables o Fondart. Es ahora la gente la que se apropió tanto de los lenguajes artísticos como de los discursos y seguirán siendo lxs protagonistxs. Estamos frente a un nuevo escenario de empoderamiento ciudadano y estoy feliz que así sea.
Entiendo que para este libro no hubo remuneración para los escritores y fotógrafos que participaron. ¿Se puede considerar que este proyecto es una disidencia frente a las dinámicas de mercado de las industrias artísticas?
Totalmente. Toda la revuelta social en Chile es una gran disidencia contra el mercado, contra el sistema capital, el neoliberalismo, el colonialismo, el patriarcado, el clasismo y el racismo, y por supuesto contra todo régimen que busque la explotación del ser humano y los recursos naturales. ARDE es parte de aquello. Buscamos un cambio de paradigma y tratamos de actuar acorde a ello. No hubo un solo peso de por medio en este proyecto, ni para el equipo de trabajo ni para lxs artistas convocados. Es una cosa de espíritu y de conciencia. Por supuesto que somos una disidencia frente a todo arte como objeto de consumo. No nos interesa formar parte de ese establishment, por el contrario, quisiéramos construir uno opuesto, integrador, donde el dinero no sea el protagonista. Concuerdo contigo en que el arte y la cultura han caído en dinámicas de mercado. Las industrias editoriales y todo eso. Es un tema que da para mucho. Sin embargo, nuestro foco no está puesto ahí porque es un espacio donde nunca nos interesó estar y al que nunca fuimos invitados. Por lo tanto, y al igual que el movimiento social, estamos en la construcción de nuevos caminos.
En cuanto a la difusión, ¿qué impacto ha tenido el libro? ¿Cómo ha sido la respuesta de los sectores reaccionarios?
El libro causó un real impacto y sigue teniéndolo. No fue una sorpresa porque de alguna manera era lo que esperábamos, pero sí es interesante el fenómeno y nos deja muchas enseñanzas. Aprender a alzar la voz sin miedo, o con miedo, pero hacerlo igual, es una lección de vida. Ha habido miles de descargas (el libro también es de libre y gratuito acceso) y es una gran satisfacción. Mucha gente que lo lee me felicita, me cuenta lo asombroso que ha sido descubrir tantas voces diversas unidas por una causa y que lo quiere compartir. Yo les respondo: ¡adelante, a compartirlo entonces! La respuesta de los sectores reaccionarios luego del resultado del plebiscito nacional, el cual contó con una participación histórica por parte de lxs chilenxs y una derrota nunca antes vista para la elite de un 80% contra el 20%, los sorprendió muchísimo y fue un golpe del cual no se han podido recomponer. Los sectores conservadores, por décadas, nos hicieron creer que éramos un país dividido, un país polarizado, pero el resultado de la elección es tan elocuente y aplastantemente que no da pie a interpretaciones: no estamos divididos, estamos más unidos que nunca contra una mínima fracción de millonarios que siguen controlando las leyes del país. Por supuesto, pese a la contundente derrota, ellos siguen con sus nefastas estrategias, totalmente asustados en perder sus privilegios y statu quo. Pero el país habló claro y lo seguirá haciendo. Ya no hay vuelta atrás.
¿Cómo valora el resultado de este trabajo y qué sigue?
Lo evalúo como algo positivo, claro está. Sin duda, siempre un trabajo puede mejorar y trataremos en el futuro de aprender de los errores con sabiduría y seguir cosechando lecciones. ARDE se enmarca en el proyecto ANTIYÓ (antiyo.cl) que es un proyecto colectivo que vengo desarrollando desde 2018 pero que este año cobró más fuerza. La propuesta tiene que ver con salirnos del ego ilusorio para conformar proyectos colectivos donde prime el compañerismo y donde las acciones realizadas tengan incidencia en el diario vivir. ARDE fue un proyecto que cumplió totalmente con esta filosofía del arte y de la acción. Además, durante la pandemia, desde el mes de mayo y sin pausas, nos hemos estado reuniendo en tres diferentes talleres de escritura creativa, de manera virtual. Los participantes han sido parte del proyecto LEA (Laboratorio de Escritura de las Américas) que desarrollamos por diez años seguidos, publicando más de 35 libros colectivos. Ahora, con ANTIYÓ, lo que haremos será publicar, de la misma forma digital que fue editado ARDE, tres libros colectivos y sin autor que serán el resultado material de estos talleres. Como es casi obvio, las temáticas de estos libros giran en torno a la revolución chilena y lo que ha sido este año pandémico. Uno de ellos se llama “Futuro Ninguno” y esperemos podamos presentarlo antes que finalice el 2020. También se viene una publicación colectiva panamericana. Así, de a poco, se irá agrandando el catálogo de ANTIYÓ y esperamos seguir ideando proyectos de participación ciudadana, unión, colectividad, amor, amistad, arte y sobre todo, revolución y rebeldía. A eso es a lo que vinimos.