Los viajes trascienden la geografía; son doquier y reescritura, es decir, contingencia.
En Tristes trópicos, de 1955, Claude Lévi-Strauss afirmó que cualquier viaje se inscribía simultánea y forzosamente en el espacio, el tiempo y la jerarquía social. Y puesto que el espacio encierra en sí mismo ya tres dimensiones, serían necesarias por consiguiente cinco dimensiones, como mínimo, para hacerse una representación cabal de la experiencia viajera. En la siguiente historia bereber, la cual comienza en la ciudad marroquí de Tiznit —lugar de encrucijada entre el Sáhara, el océano Atlántico y la cordillera del Atlas—, los protagonistas son dos o más hombres, otra posible dimensión del viaje y el equívoco reflejo de la luna en el agua:
En cierta ocasión un hombre de Tiznit se puso en camino y, poco después de partir, cuando empezaba a notar la fatiga, llegó a un campo yermo en el que únicamente había una yegua. Enjuta y demacrada, acartonada como un odre antiguo, parecía estar hecha sólo de piel y huesos.
El hombre tomó aire y reanudó la marcha. Al cabo de un rato arribó a un lugar donde pacía una yegua muy gorda que, sin embargo, no aceptaba la comida ofrecida por su dueño. Más lejos aún llamó su atención un carnero que arremetía contra las rocas; hastiado de la intemperie, pretendía pasar la noche a resguardo del frío. Tras reiniciar su camino, el hombre vio una serpiente que se adentraba en un agujero del que, sin embargo, no podía salir.
Cuando llevaba ya mucho tiempo de viaje, se encontró con un campesino que había contemplado la imagen de la luna reflejada en el fondo de un pozo e intentaba rescatarla en vano.
Más allá se acuclillaba un viejo, el cual llamó al caminante y le dijo:
“Te explicaré todo lo que has visto en tu camino desde Tiznit.
Aquella enjuta yegua representaba al hombre rico cuyos hermanos nada poseen, mientras que la yegua gorda representaba al hombre pobre cuyos hermanos son ricos.
La serpiente que se deslizaba sin poder entrar ni salir es la imagen de la palabra, la cual –una vez pronunciada y escuchada– no puede volverse atrás.
Por su parte, el carnero que golpeaba el peñasco simboliza el individuo que cambia constantemente de hogar.
¿Y qué significa ese labrador que has visto junto al pozo, aquel que pretende salvar a la luna? Cuando lance la cuerda al fondo y esta quede aplastada por una piedra, tirará con todas sus fuerzas hasta acabar rompiendo la soga. Caerá al suelo y, al hacerlo, observará a la auténtica luna brillar en lo alto del cielo, pensando que la ha salvado. En efecto, este hombre es un bullicioso. No obstante, la luna asomada en el agua representa otro viaje. Aquel que, mientras tú creías hallarte en movimiento, empezó a desprenderse con sutileza de ti y cuyo centro te está aguardando desde el principio”.
La historia termina aquí y no aclara si el viajero continuó su marcha, regresó a Tiznit o si en esa época los árboles, las piedras, los ríos y la luna empleaban todavía el lenguaje de los hombres; de los hombres y los espejos heridos.