José Ramón Fernández y Jorge Eines
ESCENA 0: EL HIMNO
El hábitat del Trinche parece un museo desorganizado, mezcla del vestuario de algún club de segunda división y una casa que no se alcanza a dibujar. Un banco largo de madera, un balde que servirá también para sentarse, pilas de diarios y revistas y recuerdos que se huelen en el aire. El Trinche se masajea los pies doloridos mientras mira al Otro que toca algo extraño en la guitarra. El Trinche le silba el himno nacional como un desafío. El Otro larga la viola y se prende en el contrapunto hasta que termina desaforado, cantando frente a una hinchada imaginaria. El Trinche lo para.
TRINCHE: ¡No! No hay que amar una camiseta…
EL OTRO: ¿Seguro?
TRINCHE: Eso hace que uno ame el resultado y no el juego. Cualquier idiota puede jugar mal y ganar, pero muy pocos pueden jugar bien y, a veces, hasta perder ¿Entendés?
EL OTRO: Pero usted es argentino.
TRINCHE: Sí, es mi país. Pero no necesito gritárselo a otros. Parece que le escupimos el himno al de enfrente. Estas no son guerras. La camiseta de distinto color es para no confundirse y saber a quién pasarle la pelota.
EL OTRO: Entonces: sale un chico, lleva puesta una camiseta de fútbol que le queda grande. ¿Y sabe qué número tiene en la espalda? El número cinco. (Es el chico). Salgo a la cancha, a la cancha grande, a la cancha de verdad, donde juegan los jugadores de verdad, con una pelota de verdad, una de cuero, un número cinco. Y la tribuna está llena de gente, llenísima. Y allá está mi papá, mi papá que me mira, mi papá que se murió el año pasado y que quería que yo jugara en este club, de cinco. Y entonces entra una vieja. La vieja canta una canción y yo juego a la pelota y la vieja canta.
Trinche canta.
ESCENA 1: YO
EL OTRO: (Como un locutor) “Es difícil de comprender. Un jugador de esta magnitud oculto detrás de una camiseta azul de un equipo de segunda división. Su manera de entender el fútbol no es la de nuestro tiempo. Nadie es capaz de ser tan claro y radical. No adocenarse. Ser superior en valentía crítica y espíritu creador, subversivo y peligroso…”
TRICHE: Nietzsche… Está citando a Nietzsche el muy hijo de puta… Está citando a Nietzsche, y me utiliza a mí que soy la última mierda de las mierdas para citar un filósofo que leyó esa mañana y que le vino como anillo al dedo para hacerse el intelectual. Pero qué hijo de puta… No hay nada que le guste más a un periodista deportivo que lo confundan con un filósofo. Andate a la mierda… Ladrón… Andá a citar a Nietzche a la concha de tu hermana (Al otro).
EL OTRO: Entonces lo sacamos…
TRINCHE: Lo sacamos…
EL OTRO: Lo sacamos.
TRINCHE: Lo sacamos.
EL OTRO: Lo sacamos.
EL OTRO: No tengo una sola imagen de usted jugando, por eso tengo que poner estas cosas.
TRINCHE: Estoy muerto, porque acá si no salís en la televisión no existís, y yo no existí nunca, soy un invento de los futboleros románticos.
El Otro le acerca los botines. Trinche se resiste, pero los agarra.
EL OTRO: “La vida sin música es un error, una tarea inútil, un exilio”. Nietzsche.
TRINCHE: “La vida sin fútbol es un error”. Eso lo digo yo y no soy ningún filósofo. (Piensa). Tengo veintidós libros.
EL OTRO: Once titulares y once suplentes.
TRINCHE: Los he leído muchas veces y he discutido mucho con ellos. Por eso están gastados y nunca juntos. Andan por la casa, a veces no soy capaz de encontrarlos. Hay que tener pocos libros. Don Quijote tenía trescientos y se volvió loco. Eso me dijeron.
EL OTRO: Usted no se va a volver loco.
TRINCHE: ¿Te parece? Si pudiera tocar la pelota leería menos. Con esta pierna no puedo ni correr. Si toco una pelota me parto en dos. Entreno a unos pibes. Pero en 30 años de entrenar a los pibes, hasta tenés tiempo para la filosofía, y no es que lea filosofía, pero a Nietzsche, a Platón, a Kant, a Freud lo encontrás en cualquier quiosco. Nietzsche es el único que hace filosofía a pelotazos, por eso es el que más me gusta.
EL OTRO: ¿Y Menotti?
TRINCHE: Giancarlo Menotti, director de ópera.
EL OTRO: No, César Luis Menotti.
TRINCHE: Para la lírica yo sería un barítono atenorado.
EL OTRO: ¿Cómo lo sabe?
TRINCHE: Fui probando, pero me gustó más el fútbol.
EL OTRO: ¿Y Menotti?
TRINCHE: El Flaco.
EL OTRO: Sí, el Flaco.
TRINCHE: El Flaco cuando parás de correr te empieza a hablar de filosofía.
EL OTRO: ¿Cómo se lleva con César Luis Menotti?
TRINCHE: No me llevo.
EL OTRO: No se lleva, pero lo llamó para la selección y usted no fue.
TRINCHE: Sí fui.
EL OTRO: No, lo llamó para la selección y no apareció.
TRINCHE: Sí, estuve en el hotel. Pero luego venía la concentración.
EL OTRO: Y usted se fue a pescar.
TRINCHE: Es mentira… A mí no me gusta pescar. ¿Sabés por qué no fui?… Porque no tenía ganas.
EL OTRO: El señor Menotti lo llamó para la selección y usted no fue porque no tenía ganas.
TRINCHE: No tenía ganas.
EL OTRO: No tenía ganas.
TRINCHE: No tenía ganas.
EL OTRO: El caballero no tenía ganas.
TRINCHE: ¡No! Tomátelas, Menotti… Vos mucho bla bla, pero te llenaste de guita… Yo no… Yo no…Yo no… Yo no…
[…]
ESCENA 5: EL NO GOL
EL OTRO: Eh… Hay una pregunta que me gustaría hacerle y no me atrevo. Hay una pregunta que quiero hacerle. ¿Puedo?
TRINCHE: No, ya viste lo que pasó con el inglés, no.
EL OTRO: Pero es muy importante para mí, es sobre la historia del no gol.
TRINCHE: Ah sí. Esa no te puedo decir que no fue, porque de esa me acuerdo. Se acuerda todo el mundo (enciende la radio).
EL OTRO: (Como un relator) Pelota en el medio del campo… Recibe por la izquierda, por fuera del área grande, Botelli… Amaga hacia adentro, pero se va para afuera… Se va hasta el fondo… El pase de la muerte… Buen centro… ¡Uy!… Sí… Sí… Gol… No, no es gol… Sale jugando el Trinche desde la línea del gol… No la revienta hacia arriba… Va por la tercera gambeta… Madre mía, qué atrevimiento… Qué clase… Qué jugador… Ni Federico Sachi hacía esto…
TRINCHE: (Apaga la radio) Kant le pide al hombre que sea libre, que no se deje determinar por ningún motivo ajeno a su voluntad. Y entonces, tiene que actuar de tal modo que el acto pueda ser elevado a norma universal de conducta. Yo eso lo entendí. ¡Qué tal! (Enciende la radio).
EL OTRO: Ya está fuera del área grande y ahora… Ahora… La tiró muy lejos… Como si no hubiera servido para nada salir jugando desde la línea del gol…
EL TRINCHE: Esa fue la primera vez que me atreví, el anticipo. Lo siguiente fue el “no gol”. Hubo compañeros que me quisieron pegar, no lo entendían. Me tuvieron que proteger los del otro equipo. Menos mal que después metimos tres goles. Fue el mejor gol de mi vida. El que no marqué.
EL OTRO: (Niño) Hacía una tarde linda, hacía calor, pero cuando parabas de correr te daba el aire en la cara y era genial. Se la pasaron al Trinche en el medio de la cancha, se la pasó el Diez, que siempre le daba a la bola como si lo quisiera matar, la pasó muy fuerte, pero el Trinche la durmió. Se quitó al que lo marcaba con una media gambeta y empezó a correr. Le quedaba todo el campo contrario para correr, empezó a correr más y más y con la velocidad que llevaba, todos llegaban tarde. La fue cambiando de pie y al arquero lo quebró, la cintura a la izquierda, la pelota a la derecha, esa que le salía bien a Ronaldo, Ronaldo el gordo, el bueno, antes de joderse las rodillas en Italia. El que más lo había corrido se tropezó con el arquero, y entonces el Trinche se quedó solo, solo, a diez centímetros de la línea. Tenía que empujarla nada más.
TRINCHE: Para qué servía ya meter el gol. Ya era gol. La pisé y me volví para mi campo.
EL OTRO: ¿Y se extraña de que quisieran pegarle?
TRINCHE: Ya es gol, me paro con la pelota debajo de mi pie izquierdo, la aguanto y no la empujo… Y qué, es gol o no es gol. Si me obligan, es gol, pero si yo tomo la decisión es gol para mí, aunque no suba el marcador. No acepto las reglas que me digan cuándo es gol… Yo soy la regla que decide… Yo soy el gol.
EL OTRO: Eso es el imperativo categórico. Immanuel Kant.
TRINCHE: Lo del imperativo categórico te lo debo. (Pausa). Lo que quiero decir es que yo no soy diferente si la pelota entra o no entra.
EL OTRO: Que el gol es el juego y el juego es una manera de ser. Tenes que decidir que es tu vida: jugar o vender. Jugar o venderse. En el fútbol, en la vida, en todo.
TRINCHE: Si pibe, lo entendiste. Entendiste todo.