Por Miguel Zamorano
¿Qué sucede en el interior de los hombres? «¿Por qué no lo expresan? ¿Están contentos, tristes o enfadados?». Con esta cita de Siri Hustvedt, abre el segundo libro del madrileño Alberto Marcos. Hombres de verdad (2020) —publicado en la editorial española dedicada exclusivamente al cuento, Páginas de Espuma— es un conjunto de relatos que explora las contradicciones de ser varón hoy en día. Sexualidad, religión y (bio)política atraviesan estos personajes, atrapados en su mayoría por el rol tradicional de lo masculino. Las contradicciones a las que se enfrentan estas identidades, en su gran mayoría entre lo queer y lo hegemónico, están relacionadas con su papel en territorios como el amor, el deseo o los miedos.
Alberto Marcos (1977) nació en Madrid. Es licenciado en Historia. Fue redactor y guionista de televisión, una labor que compaginó con diversos trabajos como autor y corrector para diferentes editoriales. Actualmente, trabaja como editor en Penguin Random House, en el sello de Plaza & Janés, y da clases de edición en el máster de la Universidad Autónoma de Madrid y en el de Gestión Cultural de la Universidad Complutense de Madrid. En 2013 publicó La vida en obras en Páginas de Espuma. Hombres de verdad es su segundo libro de cuentos.
¿Por qué eliges el relato como forma literaria?
El relato me permite un énfasis en la historia, en el estilo y en el conflicto de los personajes muy rica. Me permite hablar de muchas cosas y con una intensidad especial que a veces no tiene la novela. El segundo motivo es porque me gusta leer relatos. Al final, uno cuando escribe lo hace pensando en los escritores que le gustan, lee y tiene como referencia. Por último, creo que para escribir una novela se necesita más constancia. Un libro de relatos lo puedes escribir en un amplio espacio de tiempo. Cuando uno tiene un trabajo a tiempo completo es muy difícil encontrar esa constancia que exige la novela. En un sentido práctico, es cuestión de tiempo.
¿Cómo opera en tu escritura la doble faceta de editor y escritor?
Para mí la lectura de los textos de otros y la de los míos es totalmente diferente. Me cuesta mucho menos valorar un manuscrito ajeno que uno propio porque no está pegado a ti, no lo has parido tú y, por tanto, puedes juzgarlo con distancia. A eso precisamente me refería en la respuesta anterior: todo autor necesita un editor (un lector profesional) que pueda señalarle lo que funciona y lo que no en lo que escribe, y, aunque la experiencia puede ayudarte a ser un editor aceptable de tus propios textos, siempre será mejor que alguien de confianza los revise. Por lo tanto, yo, como escritor, trato de librarme de esa carga esquizofrénica de leer lo que escribo con dos sombreros puestos: confío en las personas que leerán mi texto cuando el primer borrador esté terminado.
¿Cómo pensaste la forma a la hora de construir Hombres de verdad?
En principio, es un libro pensado para que hubiera una dirección de lectura. Quería que los primeros relatos marcaran el tono del libro. Son más ligeros, tiene más humor en todos los sentidos. Y los últimos son más largos, más densos y sus voces tienen más peso. En el último relato el narrador es un hombre mayor de 65 años, que hace un repaso de su vida. Es la coda del libro, el que resumiría un poco lo que puede ser un hombre de verdad. Además, se contrapone con el primer relato, que es un chico joven de veintipocos, con una voz ligera y más coloquial, que apenas acaba de empezar su vida. Me gustaba que fueran voces tan diferentes, porque cierran el libro y le dan una estructura circular.
¿Cómo ha evolucionado tu escritura a lo largo de los años?
Empecé a ir a talleres literarios desde los dieciocho años hasta los treinta y tres. Aunque mi madre me ha enseñado relatos míos que escribí con seis o siete años. Pero no fue hasta más tarde que empecé a plantearme montar un libro de relatos. Ahora, la experiencia de escritura con este segundo libro ha sido muy diferente. El primero, que era muy personal, que hablaba de crecer y madura en las afueras de una gran ciudad en un mundo al que sentía que no pertenecía, lo escribí de una forma muy natural, sin tener un proyecto en el horizonte. Con el segundo, esta idea ha volado por los aires. Por eso siempre digo, y no solo con relatos sino también con novela, que el segundo libro siempre es más difícil que el primero, porque con el primero parece que te has estado preparando toda la vida.
¿Qué piensas de los talleres literarios?
Considero que los talleres literarios son una herramienta muy útil para el escritor, sobre todo cuando está empezando. No solo te ponen en contacto con otros autores, sino que además motivan a la hora de escribir y sirven como ágora en el que intercambiar lecturas. Pero lo más importante es que, gracias a los talleres, un escritor es capaz de recibir feedback directo, profesional y objetivo. La mayoría de las veces es más fácil juzgar lo que funciona y lo que no en nuestros textos cuando una visión externa los describe. Es la manera de ver desde fuera lo que hemos escrito y saber cuándo hemos conseguido transmitir lo que queremos. Es un proceso perfecto en el que ir afinando nuestra voz como narradores.
El material principal de los relatos del libro, podríamos decir que es la idea hegemónica de lo masculino y sus contradicciones en la época actual. Pero la mayoría de los personajes, además, son hombres homosexuales.
En realidad, no era mi intención. Yo tenía claro que quería que los relatos estuvieran protagonizados por hombres, pero no tenía tan claro que quería que fueran gais. Pero luego pensé, que si iba a hablar sobre lo que era ser un hombre en nuestro mundo contemporáneo era más interesante jugar con la relación que existe entre esta idea hegemónica de masculinidad e identidades con una sexualidad diferente a la heterosexual. Creo que ahí, había más riqueza y más conflicto. Aunque no es que quisiera hacer un libro donde se transmita un mensaje. En los relatos se ve la contradicción de hombres gais, que están repitiendo los mismos patrones tóxicos de la vieja masculinidad. Eso que vemos muchas veces cuando entramos en una aplicación de móvil y pone: «Solo gente masculina» o «MascXmasc».
La religión católica está también muy presente en tus relatos.
Yo no me di cuenta hasta que tenía más de la mitad de los relatos escritos. Una de las cosas de las que me di cuenta cuando volví a mi primer libro, es que no hablaba de religión, cuando para mí fue muy importante en mi juventud. Era tan creyente que ni siquiera me masturbaba. Y claro, eso estaba ligado mucho a mi sexualidad, que era básicamente de algo de lo que yo huía. La perpetuación de los roles tradicionales de género, tanto para el hombre como para la mujer, en uno de los pilares donde se ha fundamentado ha sido en la religión. Y creo que no había tocado este tema, un poco porque en el fondo me daba miedo.
También tratas el mundo de los afectos.
Tradicionalmente el mundo de los afectos ha estado en el ámbito de lo femenino. La mujer es la que cuida a los niños, a los ancianos y la que muestra compasión. Por tanto, si quería hablar de las contradicciones de la masculinidad tenía que tratar en mis ficciones el terreno de los afectos.
Lo femenino está presente en este libro cuando aparece la figura de la madre.
Hay pocos personajes femeninos, pero en el caso del relato donde aparecen las dos madres, quería que aparecieran en un conflicto con sus propios sentimientos a la hora de criar a sus hijos. De hecho, ambas son viudas. No quería que hubiera ningún hombre entre la relación con sus hijos. Están las dos solas ante la boda gay de sus dos hijos.
La mayoría de los personajes se mueven en un ambiente conservador.
Tengo la sensación de que los autores defienden mucho a sus protagonistas en sus obras de ficción. Quizás por un compromiso político o social con lo que están escribiendo. Yo entiendo porque es así, las personas lgtb llevamos muy poco tiempo con derechos. En el ámbito político, yo también peleo por eso. Pero en el de la ficción, lo que quería era poner a mis personajes en las mayores contradicciones posibles. Lo que me gusta es meterme en la cabeza de personajes que están totalmente equivocados en la vida. O a lo mejor no equivocados, pero sí perdidos.
Hay un relato dedicado a las redes sociales.
Una persona me preguntó si no tenía miedo de que el libro se quedara anticuado muy pronto. Pero cuando lo escribí, quise que las redes sociales estuvieran muy presentes. Ahora constituyen una forma de relacionarnos muy importante. Además, el tema de las redes sociales también es fabulosos para hablar sobre cómo ficcionamos nuestra propia vida. En las redes, no te están leyendo como un amigo o como alguien que cuenta una historia en un bar. Leen tu historia como si fuera un relato de ficción, como una película. Es decir, al final tu en las redes vives cosas que no son realmente ciertas. Tú mismo te montas una película, pero es que además los demás están validando esta película con los likes, los comentarios y la gran audiencia que de repente te escucha.
¿Cómo estás viviendo el actual estado del mundo?
La pandemia me propiciado tiempo para la lectura y para pensar en mi próximo libro de relatos, pero reconozco que no he encontrado la tranquilidad mental necesaria para escribir. Yo necesito estabilidad y una rutina estable para escribir, y eso es algo difícil de conseguir en este momento.
¿Cómo ves también el panorama literario ante esta crisis que estamos viviendo?
Uf, esta pregunta es muy complicada de responder. A estas alturas no sabemos cómo va a afectar la crisis al consumo de nada. No sabemos cuándo tiempo falta para alcanzar la normalidad, así que cualquier vaticinio es arriesgado. Es evidente que para las pequeñas librerías y las editoriales independientes es un golpe muy duro a sus cuentas anuales del año. Ya ha habido alguna librería que ha cerrado en España por culpa de esta crisis sanitaria. Además, tenemos datos objetivos: el cierre de las librerías y el confinamiento ha afectado directamente al consumo con lo que el mercado ha decrecido en estos meses. Paralelamente a ello ha aumentado el consumo de ebook. A medio plazo es probable que los actos literarios, presentaciones, firmas, etc., se vean reducidas a la mínima expresión. Pero, como con la compra de libros, la promoción online cobrará fuerza (de hecho, ya lo está haciendo).