Eïrïc nos comparte cuatro ejemplos de poesía queer contestataria, rebeldísima, chocante, escalofriante y honestamente brutal. La sinceridad de sus narraciones en verso gesta la imperativa del cambio, la necesidad de destruir a los sujetos e instituciones eclesiásticas y heteropatriarcales que oprimen a los inconformes y se aprovechan de la inocencia: Busco un cambio de nombre que me afecte la esperanza. La justicia y el amor siguen siendo los nortes poéticos para lo queer, pero Eïrïc nos sobrelleva con un desafío apabullante, centrípeto en su gravedad, plural en su alcance. ¿Quién más de nosotres perderá el miedo y se unirá al coro?
El beso
En el primero de mis recuerdos está mi madre enguantada
metiéndole la mano derecha a mi padre a gatas
mi padre gimiendo duele, cógelo con más calma, deja que me abra
mi madre diciéndole puta, maricón, te gusta esto, no lo niegues
y mi diminuta erección de una pulgada a simple vista
porque hay una regla de los pobres que dicta
que a los niños menores de cierta edad
no hay que vestirlos para estar en la casa o ir a la playa.
Mi madre y mi padre terminan
y esa noche me baño con papá.
Unas cuantas gotas rojas salen de su ano libre, planchado y terso
para caer en el agua turbia de la ducha.
No pasa nada, me dice, y le creo.
Otra vez se me erecta la pulgada y papá se ríe
déjame enjabonarte
su mano se pasea por mi ano
siento el cosquilleo de un dedo juguetón que quiere entrar en mis cavidades
un dedo explorador con la excusa de que estés bien limpio, papito, como debe ser
un dedo que se inserta hasta llegar a la próstata infante, minúscula, impotente.
Me besa en la boca, papá tiene labios suaves, muy suaves y una lengua seca
que me pasa por el paladar
y cierro los ojos
lo dejo que me explore el duodeno con su dedo
porque en ese beso
siento una casa, una muralla, un parasol para la lluvia.
En ese beso
soy un niño
y esta es mi familia.
Uttrechland
Mi padre era pescador lejos de casa, en Uttrechland,
en las playas rocosas de Dinamarca
donde el sol no otorga vitamina D
y los espejos traen demonios de un cielo vacío de emociones.
Allá mi padre tenía otro nombre
una vida mejor con mejores hijos
mejor esposa
mejor perro
y luego el trópico lo volvió loco―dice un viejo vecino suyo
Finway, de los cabellos oscuros,
el que tocaba trompeta religiosamente a las 7:00 p. m. los sábados.
En fin, que mi padre pescaba
a veces peces, a veces hombres que llevaba a un camastro
en una casucha de ladrillo abandonada por los vikingos
desde tiempos inmemoriales.
Allí removía espinazo y espinas
cocía la carne de sus amantes
bajaba su comida con leche.
Mi padre ha desaparecido y ya no existe.
Es lo que le sucede al cuerpo cuando las cenizas se van al cosmos
(mi madre pagó una exorbitante suma por lanzarlas al espacio sideral
en un cohete, con un astronauta que fue su amante cuando mi padre
convalecía en cama en un hospital, antes de su eventual muerte
en medio de su último grito).
El astronauta, al regreso, me tocó las partes en el baño
luego el amante fue mi amante
y mi nuevo padrastro me llenó de leche y sol
porque yo, como mi padre, fui pescador de hombres
como torrente de aguaviva Irunkandji
que provocaba la muerte en segundos.
Yo también tenía mi ponzoña.
Un día, Finway, de los cabellos oscuros,
me dijo que fue la única víctima de mi padre en sobrevivir.
Me enseñó la marca de su beso:
un pedazo de carne extraído del muslo adentro
y un testículo carente.
No pude evitarlo y lo besé
para luego entregarme a su miembro
flácido por el miedo
erecto por la atención
gaviota de tres aires que no pierde nunca su compás
rodaballo de siete mares que no se estanca nunca en estuario alguno.
Finway me regaló el primer beso voluntario.
Luego mi madre se nos unió en un triángulo necesario.
Un día, regresamos a Uttrechland y la descubrimos desierta.
Ya nadie quedaba que hubiera conocido a mi padre
el pescador caníbal homosexual
salvo nosotros tres,
y entonces
en un pacto
nos matamos, solo para borrar la evidencia.
Excepto que yo no pude,
aquí estoy
recordando.
La inhóspita habitación de los puentes
a mi esposo, José Negrón Chino,
por nuestras pesadillas debajo de un puente.
Estos huesos que hemos encontrado
no pertenecen a ritual de santos o dioses menores,
son los míos, cabeza de gallina
alma de cuero
sonrisa caída.
Los tambores continúan en mi cabeza
y te entrego mis huesos,
no quiero vivir bajo el puente de la Placita de Santurce
ni verme obligado a construir una casa con basura
en la playa frente al Capitolio.
Te entrego mis huesos,
hermano amado
esposo
novio mejor amigo.
Escribe en mis huesos,
talla palabras de poder
de alguna esperanza desesperada,
sobreviviremos
sobreviviremos
sobreviviremos
para poder levantarme de este limbo.
Los tambores continúan en mi cabeza
y no quiero que el mar me reclame.
Sálvame, amado,
escribe en mis huesos
y sálvame de la desintegración de los hongos.
Salva la definición
que escogimos juntos,
sálvame y sálvate,
mi peor infierno es tu sufrimiento
tus hambres
tus carencias, amado.
Yo escogí protegerte, amarte, salvarte,
y todavía falta para fallarte.
Escribe en mis huesos,
talla palabras de poder contra el mar,
la arena, la basura y la inhóspita habitación de los puentes,
sobreviviremos
sobreviviremos
sobreviviremos.
Escribe, amor,
para no volverme cabeza de gallina
alma de cuero
sonrisa caída.
La despedida del nombre
Busco un plan de justicia que me afecte el corazón.
Un cambio de nombre que borre las penetraciones
los verdaderos horrores de la niñez
los yugos y las imposiciones de los padres.
Busco un cambio de nombre que me afecte la esperanza.
Hacerle frente a los hombres de fe
cuando vienen a mi cama en la oscuridad
para acostarse a mi lado
y tocarme los entuertos.
Porque esta vez
no huiremos
no huiremos
no huiremos.
Busco un plan de justicia que me despeje el pecho.
Un cambio de nombre que elimine los animales con cara de demonio de mis sueños
los verdaderos cucos debajo de la cama
que se visten de padre
para sembrarme el terror por trece años.
Busco un cambio de nombre que me transfiera el ardor.
Hacerle frente a mis ganas de ser víctima de violación
cuando en la oscuridad de los parques
busco violencia sexual
porque yo, como tú, quiero ser reconstituido
a la imagen de otro hombre.
Nunca más nos violarán:
esta vez
no tendremos miedo
no tendremos miedo
no tendremos miedo.
Busco un plan de justicia que ilumine mis manos
como huesos de ángel y sangre de oscuridad
que se niegan a rezar y se ponen a la obra.
Puede que aparezcan los fantasmas de ojos rojos
pero no tendremos miedo,
levantaremos nuestras linternas,
antorchas, encendedores, velas, fósforos,
con la luz y la frente en alto
nos cambiaremos los nombres a los verdaderos,
gritaremos con el león en nuestros corazones
mientras nos tomamos la mano
porque seremos
miles de pequeños cachorros,
morderemos, tiraremos puños, patadas, piedras,
y nos defenderemos de los padres, los curas, los reverendos,
los pastores de báculos cazadores
y las madres que consienten,
y no habrá un solo reino al que no llegue nuestra voz de desafío
porque seremos
una sola voz
una sola voz
una
sola
voz.