Cuando el año académico 2018-2019 dio comienzo en NYU toda la universidad se vio cubierta por un solo lema: LOOK BACK/MOVE FOWARD. Este sencillo gesto, que luego se acompañaría de un ciclo de charlas, exhibiciones, eventos de todo tipo y enormes pegatinas con imágenes de los movimientos LGBT+ de los EEEUU en la mayoría de los edificios universitarios, pretende celebrar los 50 años de las revueltas de Stonewall; acaso el más icónico de todos los sucesos que, según el imaginario colectivo, dio pie a la lucha por los Derechos Humanos de nuestras comunidades.
Para ponernos en perspectiva, Greenwich Village era, para ese entonces, un epicentro para el pensamiento liberal donde gravitaban personas que se oponían a la guerra, que participaban de los movimientos feministas, de la cultura hippie, de la contracultura de los 60 y del movimiento de derechos civiles afroamericanos. Es precisamente ese ambiente —y la proliferación de bares Speakeasy controlados por la mafia italiana durante la Ley Seca— lo que permitió que, pese a la constante represión policial, el barrio fuera asumido como un lugar de encuentro para personas marginalizadas: gays, lesbianas, transgéneros y transexuales, negrxs y latinxs. (Valga mencionar aquí, para ponernos en contexto, que la homosexualidad era considerada como subversiva y anti-estadounidense, propensos al chantaje y sin la estabilidad emocional de las “personas normales” y que, según la Asociación Americana de Psiquiatría, era un trastorno sociopático). Son justamente estas minorías las que, por supuesto, terminan rebelándose contra el abuso policial, y del Estado, y dan pie a toda una cadena de eventos que al día de hoy no ha logrado el reconocimiento pleno de sus derechos. Porque, si bien se han logrado avances que benefician a mayormente a las primeras letras de nuestro acrónimo, a aquellas que más fácilmente pueden integrarse al heteropatriarcado, quedan pendientes, sobretodo, importantes deudas con les miembres más cuir de nuestras comunidades.
Debería ser obvio que no fue aquí donde todo el movimiento activista LGBT+ comenzó. Ciertamente hubo esfuerzos colectivos previos como la Sociedad Mattachine y su piquete frente a Casa Blanca en el 65, Las hijas de Billitis en San Francisco y otras sociedades “homófilas” que crearon revistas y redes con diferentes perfiles y visibilidad; muchas de ellas integradas por veteranos de Vietnam que reclamaban ser tan iguales como sus homónimos heterosexuales. En cambio, las revueltas de Stonewall —que no fueron organizadas, aunque se le adjudicaron a ciertos grupos como la Sociedad Democrática Estudiantil o las Panteras Negras— de alguna manera marcaron un hito contundente, no solo para las comunidades LGBt+ y para la ciudad de Nueva York, sino para la humanidad. Si bien las revueltas no iniciaron concertadamente, rápido se produjo una unión que cruzó fronteras sociales, raciales y de identidad de género para combatir una norma social y abusiva. Eso, nos queda como aprendizaje y como norte: nunca sublevarnos ante la injusticia.
Como parte de la comunidad universitaria de NYU, la revista Temporales se une no solo al compromiso de celebrar las diversidades identitarias y sexuales, o los acontecimientos de aquellas revueltas. Siendo un programa de Escritura Creativa en Español desde los Estados Unidos, creemos firmemente en afianzar las contribuciones de les latinxs, no solo en el gesto político del activismo, sino en lo político de nuestras contribuciones culturales al mundo cuir, reconociendo que los aportes literarios y culturales son, un gesto de activismo cultural que se registra y que se inserta como un potente flanco en esta lucha por nuestros Derechos Humanos.
Aprendamos del pasado, movilicémonos juntos hacia un futuro más justo.