Las cosas muestran lo mejor de sí cuando se les mira en contraste a su opuesto complementario. La luz de la mañana no sería tan clara si no naciera de la penumbra y la caída del sol no sería tan majestuosa si no estuviera envuelta ya en la premonición nocturna. Renacer es arrancarle a la muerte un grito de esperanza, pero Eduardo Paredes Ocampo (México), Irina Soto-Mejía (Bolivia), Pedro López Fernández (España), Gerardo Viana (El Salvador) y Rocío del Águila Gracey (Perú) nos recuerdan que también se renace del dolor, de la caída, del pasado cuando nos hace trizas, del infortunio, del encierro y del absurdo de la guerra. Si en los versos de las voces convocadas retumba el tambor de la muerte, es porque de su ritmo sordo renacerá lustroso el canto de la vida.
Lo recorrido
Regadas
por los más recónditos confines
de la tierra,
las partes
de mi cuerpo desmembrado
pugnan
por volverse a aglutinar
y juntas, otra vez,
formarme quien fui
antes de que
lo irreconciliable del ayer
y sus adioses
me cercenaran.
Piernas, dedos, vejiga
inician su diáspora
buscando ensamblarse
en torno
del corazón,
quien sigue latiendo,
llamando, nostálgico,
a su séquito
de entrañas.
Imantados
por sus diástoles y sístoles,
como por una señal de SOS,
se arrastran
órganos y extremidades
por carreteras y terracerías,
cruzando desiertos y selvas,
pidiendo autostop y pernoctando
en cobertizos improvisados o a cielo abierto
al resguardo
de un centenar de estrellas.
Uno a uno, llegarán,
sucios y magullados,
exhaustos de un peregrinaje
que secuestró
el solaz
de la juventud.
Pero pese a pulirse a la perfección,
pese a erguirse
a mi imagen y semejanza
–al milímetro emulándome–,
muy otro
me harán:
indelebles,
las cicatrices de lo recorrido
calan
hasta convertirse
en el porqué del respiro,
en su prerrogativa,
en cada sinónimo
que pudiera ocurrírseme
de ser.
Tarde me percato
de que el dedo chico del pie izquierdo
nunca llegó
(alguien con más suerte
amanecerá
con polidactilia).
Dos poemas
El año en que nací
ななへ
愛に出来る事がまだあるかい*
me morí cinco veces
la primera vez, no la recuerdo
la segunda vez, en la morgue
no podía encontrar ni tu cuerpo ni el mío
la tercera,
la que no supo vivir en esa ciudad,
abandonó el barco.
la cuarta,
la vaga sensación de haber sobrevivido
aunque no sabía para qué
(no supe empezar de nuevo)
en la quinta,
la puerta estaba abierta
flores sobre el escritorio y a sus pies
mi cuerpo velándose durante nueve meses.
Aun así, un brotecito verde: eres fruto.
* Nana: ¿Será que todavía existe algo que el amor pueda hacer?
Heridas y cicatrices
Los lugares son celosos.
Tokio expulsa a Columbus/
Columbus arrincona a Salta/
Salta borró a Cochabamba/
Hakozaki/Kasuya/Chofugaoka/Fuda/
1194/254/1299/1299/304/
Me decías
¿de dónde sos?
hace 17 años de esa pregunta.
¿de dónde?
10 años
¿de dónde viniste?
7 años
¿de dónde?
de Esa estación de tren.
Ese bus.
Ese aeropuerto.
Todos tus huesos hechos polvo:
en una cajita.
Cabellos y dientes sueltos.
Labios cosidos, ya no hay palabras.
El río me está arrastrando,
la sangre llama.
Todos tus muertos en tu día de muerto
y yo he sobrevivido, pero ¿para qué?
cada día desde más lejos.
perdón a mis muertos.
aún vivo, y he de morir tan lejos.
Dos poemas
Que pudieron y no son
Somos carne de ajetreo
y lo cierto es que es cayendo
desafecta y libre
mente
la manera en que uno siente que al final
nada está quieto
que ningún cuerpo cayendo
desafecta y libre
mente
siente acerca de sí mismo cuánto pesa
en realidad
Excluidos por supuesto los veintiún gramos del alma
Después de algún punto y aparte
uno siente de repente que comienza la caída
Y habrá que empezar del principio…
Desde el punto en el que un cuerpo (que llamamos cuerpo viejo)
se abalanza hacia el abismo hasta el punto en que otro cuerpo
(que llamamos cuerpo nuevo) coge al viejo por sorpresa lo releva
por sí mismo y este inicio para el nuevo para el viejo es su final
A este cuerpo resultante (al efecto y para el caso) le diremos el suplente
le diremos cuerpo nuevo
o diremos cuerpo dos
Y esto así cíclicamente:
modelar de nuevo el barro
la costilla del ancestro
También hay humanos fallidos como aquellos niños truncos
que aparecen por las piernas y sin más razón ni nada levan anclas
y se van
Sin dejarnos ver sus ojos
sin al menos la esperanza de poder llorarle a un nombre
Otro nombre para luego en la caja de los nombres
Muchas veces esta vida es un ábaco de ausencias
un esfuerzo improductivo por sumar los que no están
Una vida que no ha sido no es tampoco vida trunca
porque nada es sin origen
O dicho quizás de este modo: un destino no truncado
(y por tanto no caído) porque nunca se inició
Ausencias que no son destinos…
Desvirtuados inventarios por disloque en los sumandos
o sinos fallidos de ausencias
que pudieron
y no son
Ese gusto decadente
Cuanto menos trecho falta más temor nos da cargarlos
Es entonces que uno siente que en el lapso de un segundo
se acumula como grava el destiempo de la edad
Nos sucede que olvidamos la ordinal noción del tiempo
el deshielo de las horas
y el alcance relativo de los trechos
y las cifras
Va creciendo desde dentro esa muesca en la esperanza
del comienzo de caer
el desgaste del aroma en las frutas y en los frascos
el desdén de nuestras vidas
El humo comienza a ser eso que te avisa que en muy poco
el residuo es la ceniza
Asumimos como nuestro ese gusto decadente
de asomarnos por barrancos
de arrojarnos por los puentes
Compartimos ese anhelo
ese anhelo descendente de los barcos por hundirse
la funesta consecuencia de abrazar el infortunio
la jarapa en nuestros ojos de querer
no ver a nadie
y cerrarle el paso al aire
Y agostar la luz de todo
abatiendo la persiana como el gesto irrevocable
de lo poco que nos queda
como el último recurso
como el único
consuelo
Plumas y cartones
Achicorias amargas
Astro caliente,
derrama tu cólera
en el solsticio,
lisonjas en suplicios,
vientres quemados;
el vicio de la muerte
con la hoz entre
los huesos en bóvedas
cauterizados.
Último soplo dado
de la especie,
natura aprecie y salgan
achicorias amargas.
Origami
Escribí una oda
con tinta de cáscara
de nuez secada
en un viejo papiro
color magnolia.
Floreció con penurias
por el lejano
mar azul de tus ojos.
Estrujé el papel,
arranqué el reconcomio
de un coro fallecido
porque un cantico
o una oda no heroica
muere siendo origami.
Flama azul
La muerte de entes
en comunión del poder;
es la bala cruel
en la sien del soldado
que acata órdenes
de matar “revoltosos”,
un pobre ejecuta a otro
pobre con hambre.
Los rifles escupieron,
los escuadrones
escudriñaron el país.
Acuerdos de paz
que dejaron recados
de la posguerra,
el mismo cadáver soez
olor a orquídea.
Pulgarcito pariste
hijos heridos,
soldados asesinos,
hombres a morir
por la patria manchada,
rebeldes con sed
buscaron en las llamas
lo que estaba en cenizas.
Tres poemas
*
El tiempo circular rige
la monotonía de mis pasos
respirar cada día bajo el mar de la noche
quiero lavar mis penas
en el Pacífico
pero naufrago en sus orillas.
La luna presagia
los peces que nacen entre mis piernas
herencia que traspasa los márgenes
de mi cuerpo
en ruinas
tránsito quebrado.
Aún no es demasiado tarde
para buscar otra orilla.
*
En el encierro descubro
imperfecciones cotidianas
sutiles brechas de tiempo
-estacionado-
de mi propio yo
sumergido en el silencio
de la alcoba
de la monotonía
Te extraño y te sostengo
en todos los recuerdos
ahogados en el pasado
que vuelven a llamarme
desesperados gritos
que siguen mis pasos
traspié y soledad
La cuarentena empezó
antes de siquiera inocularme
antes de darme cuenta
del abrazo de la soledad
*
Este cielo fugitivo nos aplasta
Incluso así soporto la soledad
sin angustiarme.
El caos
se cuela por las hendiduras
de la guarida.
Allá afuera aguarda
inerte, invisible
aquella boca
gigante desdentada
ruge insaciable
me llama a gritos.
Todas llevamos a cuestas
duelos imborrables
pasos marchitos
la medida exacta entre un abrazo.
Hay muertos que aún me reclaman
por un trozo de pan
para saciar el hambre eterna
…y este encierro
no podrá borrarlos…