Ilustración por Jaque Jours
Colección de After Five Studios
Cada día leemos en los diarios sobre sucesos que dejarán una huella indeleble en el curso de la historia: nuevas enfermedades globales, nuevas guerras, nuevos síntomas de la catástrofe climática. En esta época impredecible que nos ahoga, a veces dan ganas de refugiarse en la serenidad de lo inmediato, lo tangible, para respirar un aire menos denso. Sin embargo, desde el cuerpo, la empatía, la contemplación, el autorreconocimiento y la nostalgia, los autores y las autoras convocadas para esta edición nos recuerdan que cuando la poesía evoca el misterio de lo cotidiano no persigue un artificio escapista. Todo lo contrario, mirar el sol, cuidar una planta, tuitear, gozar nuestro cuerpo, resignificar nuestras labores domésticas y nuestros hábitos de ocio o reinventar nuestros trayectos por la ciudad, son todos momentos potencialmente cargados de un profundo sentido transgresor. Reconocernos mediante la vocación poética en un entorno común, tan hermoso como frágil, es resistir. La poesía siempre le hará frente a la barbarie.
ARTURO LOERA
Necesitamos un nuevo código para la revolución
Si Mario consume un hongo
tenemos esperanza.
Si Mario consigue la flor
del fuego
nos estaremos acercando al fascismo.
Si Mario perdona la vida de sus enemigos
recuperaremos la esperanza.
Si Mario logra salvar a la Princesa
habremos perdido.
Pero si Mario olvida todo
y decide quemar el castillo
tendremos que buscar un nuevo código
para la revolución.
Barcelona 92
Un poema que sea Derek Redmon. Un poema que se ha preparado toda su vida para este momento, el favorito. Un poema que llegue a la semifinal en los juegos olímpicos de Barcelona, un poema que se lesione el tendón a la mitad de la carrera, un poema que olvide todos sus sueños, todo el sentido de su vida. Un poema que llore sobre la pista. Un poema que caiga y llore de frustración, que se levante roto y corra en puntas con el dolor por delante, con la ayuda de su padre, con la ayuda del padre que ha vivido la vida del poema que es Derek Redmon. Un poema que se apoye de los otros. Un poema que grite en el camino, que se detenga, que abrace. Un poema al que se le vean los dientes, un poema vencido, lento. Un poema como un anillo dorado en el hombro de un amigo. Un poema que se canse. Un poema exhausto. Un poema que llegue a la meta último, completo.
BÁRBARA BELLOC
El sonido (fragmentos)
Apenas sale el sol, mi deber es ir al río y lavar lo que vamos rescatando (pantalones, chalecos, banderas, calzoncillos). Hoy tenemos menos hombres que vestir que ayer.
Inclinada sobre la orilla saco la ropa del balde y la lavo sobre una piedra chata que coloqué en el lugar especialmente. La espuma se escurre rápido: el curso del río es veloz, el jabón se gasta. Todo se acaba. Menos el hambre y los bombardeos. Y las manchas, que se agrandan al contacto con el agua. Cada vez hay más heridos. ¡Y cada día menos ropa para vestir a los combatientes!
A los enfermos los envolvemos con las sábanas descartadas por los oficiales de alto rango, y a los que tienen fiebre los acostamos en los catres al fondo de la enfermería, envueltos y con la cara tapada. Es la orden que nos dieron. El cúmulo de afiebrados semeja una cantidad de muebles listos para una mudanza. La ropa sucia de sangre infectada, semen y otros fluidos se quema lejos del campamento, por temor al contagio.
A veces, mientras lavo, levanto la cabeza y miro el cielo diamantino. Nunca vi una piedra preciosa, ni creo que vaya a verla. Y ahí está el cielo de mil ojos, mirándome. Recuerdo lo que escuché. Escuché decir que un diamante solo se puede cortar con el filo de otro diamante. Miro el cielo con las manos metidas en el agua, aferrando la tela para que no se la lleve el río. Pienso que las piedras preciosas están bañadas en sangre, la sangre de los que las sacaron de las entrañas de la tierra, la de los que compraron los esclavos, la de los que los vendieron. Y la sangre ensucia. La tristeza pesa como un manto de lana sucia sobre mis hombros agobiados. Si empiezo a llorar, me contengo. Para consolarme, canto la vieja canción: Cuando deje de importar lo propio y lo ajeno, / cuando sobre la tierra solo quedemos los dos, / llegará el último amanecer del mundo / y caeremos en un abismo de miles de años.
1998. Petróleo
La oscilación del precio del petróleo no es materia poética.
El impacto biológico del glifosato no es materia poética.
La cotización de reservas acuíferas en Wall Street no es materia poética.
La Lista Roja de animales en peligro no es materia poética.
La soberanía alimentaria no es materia poética.
La sobrepoblación no es materia poética.
El día que la lírica recupere su flor será coronada la reina de Marte.
DIEGO ANDREU ORTEGA
Disfrutamos vivir lejos
Tomamos micro
Miramos por la ventana
Disfrutamos vivir lejos
Escuchamos música
Descubrimos
canciones que en el futuro
nos traerán a este momento
Pasamos por encima de los baches
Se caen las verduras de un saco
Ruedan, algunas saltan
Se estrellan contra los vidrios
& contra las palabras
Q. E. P. D. COMPAÑERO
NUNCA TE OLVIDAREMOS
La papa más grande
se atasca en el freno
Chocamos, la micro se desarma
Una rueda sale volando
Rebota contra el cielo & sus nubes negras
Revienta la lluvia
Esperamos otra micro
Inventamos sucesos
canciones & futuros
Disfrutamos vivir lejos
Aparecemos
Hacemos bromas suicidas
porque así reímos
Bailamos a veces
Corremos
solo cuando es necesario
Nos dibujamos
Nos escribimos
Tenemos trazos tiritones
& faltas de ortografía
Así quemamos el papel
es nuestra manera
de hacer señales de humo
para aparecer.
LEODAN MORALES
Lavar
Escribo al son de los acordes de la lavadora.
Lentos
ruidos que van y vienen,
vienen y van
hipnóticos
y acuosos…
Sucio líquido viscoso,
purificas las telas que ayer corrían por mi
cuerpo;
nuestro cuerpo.
¿Qué es la vida si no la
monotonía
de lavar los martes por la
noche?
Atrás queda la adrenalina de una juventud desenfrenada
/ Masturbarme y eyacular en exceso /
mi ropa manchada de crujiente semen
(propio y ajeno)
gotas de esperma destrozadas por el jabón (que jura) acaba con todo,
hasta con el tiempo.
Aroma lavanda
traviste
el olor de la cerveza.
¡Infame adultez que desquitas tu hambre de juventud con las rodillas!
¡Acuso a los años de traerme a esta época sin
PREPARACIÓN,
AVISO
O ADVERTENCIA!
*Ropa incolora manchada de amnesia insomne*
*Playeras en un ciclo aparte*
*Calzones y calcetines durante el proceso final*
Odio la viscosidad del suavizante,
no será jamás tan deliciosa como la cálida saliva que recorría
arriba
y abajo
mi erección.
Centrifugo la ropa al ritmo de mi nuevo
anillo vibrador,
recién he descubierto sus beneficios y
bondades.
(Auto)Cosquilleo mis genitales en la
soledad
amarga de esperar que la lavadora termine su trabajo.
Eyaculo entre los placenteros temblores que la silicona regala a mi
pene.
/ $65 bien invertidos /
La edad me ha borrado la
vergüenza
de comprar orgasmos sintéticos en la
farmacia.
Cae el agua de nuevo.
Cae con ella
el letargo de existir.
Aprendí a racionar el jabón que uso cada martes por la noche.
Raciono la música que consume mi tiempo,
dosifico los días (cada vez más escasos) que desperdicio en VIVIR.
Mensajes,
correos,
pendientes
y el dolor de cabeza que la rutina provoca.
El desagüe
¿Cuándo sucedió el funeral de mi espíritu?
¿Tender la ropa hoy o mañana?
El pan que olvidé tras el microondas
ha muerto.
Una fina capa de moho me ha dado la
noticia.
Casi es medianoche,
el pitido de la lavadora anuncia el final del proceso de lavado.
¿Tender la ropa hoy o mañana?
Las historias se entretejen entre los obligados procedimientos de higiene y el
insomnio.
La sensación limpia y fresca de la ropa se pierde al contacto con mis
dedos.
No espero nada de la madrugada,
ella no espera nada de mi tampoco,
logramos defraudarnos más allá de
nuestra
existencia.
He abandonado la ropa al interior del tambor. Simbolizo así mi resistencia y mi aversión al sistema que me ha engullido.
Acaba como todo acaba
El sueño recorre mi cuerpo,
ha llegado a tiempo,
no permitiré que escape a otras camas ni a otros
párpados.
Mañana,
mañana será otro día.
Mañana,
¿Mañana será otro día?
*Un calcetín perdido gime porque jamás será encontrado*
MARIANA ARRUBLA
Abundancia
Las suculentas ejercen sobre mí un encantamiento. También sobre Abelardo. Lo sé porque le encanta comerlas. Las olfatea con cautela y cuando el contacto de ellas con sus bigotes no lo satisface, clava sus colmillitos en la punta de la hoja y les hace una perforación por donde pierden la humedad. Para protegerlas del gato me toca ponerlas en la repisa más alta del balcón de atrás. Allí reciben la luz de la tarde y seguro saben calcular la hora a la que se oculta el sol.
Paso horas pensando qué recipiente convertir en matera para reproducirlas y verlas crecer a ritmos vertiginosos. Su fertilidad desbordante me hace creer que son hembras. Me gusta su riqueza, la independencia de la que son dueñas porque se saben llenar de agua. Son, como su forma lo insinúa, húmedas en su interior y su textura es similar a la de la uva, babosas, aunque un poco más como la arena.
Cuando viven cerca del mar se reparten en una línea paralela a la espuma que dejan las olas antes de volver. Permanecen en el límite donde el agua acaricia la playa. La sensación acuosa cuando te pones una de ellas en la boca sabe a sal.
Tienen, algunas, el poder de invocar flores. Crecen mirando al sol y buscando la tierra. Chupan mucha luz. Las cuido porque me recuerdan la abundancia.
Que todo me sea dado en forma de símbolo,
el mundo se empeñe en confundirme.
Que me crea capaz de engañar al sol.
Que los latidos de mi corazón sean desordenados,
el viento me exima de las categorías,
solo sea lenguaje los ojos que miran,
que pueda ser nube, intento de estrella, boca de león.
Que crea en lo oscuro,
en lo sospechoso
en lo opaco.
Que todo me sea dado en forma de símbolo
y en el misterio esté la razón.
Arturo Loera (Chihuahua, México · 1987) fue Ganador del Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2021 por el libro El siglo de los lotófagos, del Premio Binacional de Poesía Pellicer – Frost 2017 por el conjunto de poemas titulado Un montón de piedras. Algunos poemas suyos han sido traducidos al inglés y al italiano. Ha sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas y del FONCA en su programa de Jóvenes Creadores. Además es autor de los libros El poema vacío (ICM/Conaculta, 2013), Cámara de Gesell (Premio de poesía Editorial Praxis, 2013), La retórica del llanto (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2014), Ídolos (Montea, 2017) y Nada notable (Cuadrivio, 2018).
Bárbara Belloc (Buenos Aires, Argentina · 1968) publicó ocho libros de poesía, entre ellos: Canódromo (Bs. As., Zindo&Gafuri, 2015. Traducido al italiano por Lucia Cupertino: Cinodromo. Roma, Fili d’Aquilone, 2018. Tercer Premio Nacional de Poesía 2019); Andinista (Bs. As., Gog y Magog, 2009); Orang-utans (Bs. As., La Rara Argentina, 2000. Con Teresa Arijón y traducción al inglés de Hillary Gardner); Ira (Bs. As., Nusud, 1999). Codirige con Arijón y Manuel Hermelo el proyecto editorial pato-en-la-cara, que consiste en la publicación de doce títulos escogidos, y es coeditora, con T.A., Cristóbal Zapata (Ecuador) y Renato Rezende (Brasil) de la colección Nomadismos, pensamiento y escritos de artistas latinoamericanos, que cuenta con 25 libros en los 3 países. También coeditó, con Arijón y Silvia Ortiz, la compilación de poesía continental Panamericana (Cuenca, Dirección de Cultura, 2018). Sus poemas fueron publicados en antologías argentinas y en Brasil, Estados Unidos, Alemania, Italia, China y Eslovenia, con traducción, y España, México y Colombia.
Diego Andreu Ortega (Santiago de Chile · 1995) vivió su infancia y adolescencia entre Recoleta y Estación Central. Estudió algunos años de Licenciatura en Filosofía en la UC. Luego, en el 2018, cambia de rumbo y entra a Pedagogía en Castellano en la UMCE (ex Pedagógico). Es co fundador del colectivo artístico Piño Choroy, agrupación caracterizada por sus intervenciones callejeras y performáticas. Ha participado en diversos festivales y talleres literarios. También ha publicado en revistas y plataformas virtuales bajo el seudónimo de Diego Amapola. En el 2020 comienza a distribuir plaquettes con sus escritos, utilizando las redes sociales para venderlos. En el 2021 forma parte del proyecto ARDE. El mismo año es seleccionado para el Taller de Poesía Fundación Pablo Neruda. Actualmente trabaja como tutor y consejero académico para su casa de estudios e imparte clases en un preuniversitario de carácter popular.
Leodan Morales (Veracruz, México · 1990) Ha publicado su obra en diversos proyectos literarios físicos y virtuales, en México, Honduras, Perú y Colombia. Su trabajo ha sido presentado en la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma del Estado de México, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y el Centro de Creación Literaria “Xavier Villaurrutia”. Formó parte del 2do Encuentro de Arte Indígena y Artesanía Contemporánea, así como del XLI Encuentro Nacional de Arte Joven. Actualmente pertenece al grupo de Artistas Distinguidos de Naucalpan, y trabaja en la conformación de su primer poemario.
Mariana Arrubla Jaramillo (Medellín, Colombia) disfruta leer sobre todas las cosas. Parar el tiempo y detenerse en las figuras y formas que arman las palabras. Con ellas entiende lo subjetivo del límite y las posibilidades, casi infinitas, del lenguaje. Escribe con devoción buscando encontrar figuras poéticas en el mundo sucediendo, se detiene en las nuevas maneras que, día a día, se revelan al nombrar lo cotidiano, lo común y corriente. En Medellín se dedica a la gestión cultural y social. Le interesa la promoción de lectura y el estímulo de espacios que permitan el intercambio a través del arte. Escribe con la ambición de aportar a la construcción de colectividades diversas y plurales, a partir de la experiencia sensible.