* Del latín conversari: vivir, dar vueltas en compañía.
Prefijo: completamente, globalmente. Versare: girar
I
lo único que sé es que huyen
salen espantados
se dan de cabeza contra el borde
de una tetera
dan curvas y saltos alrededor
del aire
se esconden en las bocas
clausuradas por el frío
abren manijas de puertas que dan
a corredores sin luz
imitan
las edades del vidrio cuando se resquebraja
al sur de un país
o al norte de un cuerpo
se hacen una península
alargan la partida
rodean dedos
inventan piernas
miran
de cerca, de reojo o de frente
la curvatura de cada cielo
y se asemejan mucho más
a la intención de jamás volver a ser nombrados
que a su imagen solitaria y
sin espejo.
II
cuidar de ti mismo era perforar la isla.
para empezar,
tomaste sus coordenadas
y las estiraste hasta que alcanzaran
los ojos de los transeúntes
te preguntaste si eso sanaría
la tos del invierno y el silencio impuesto por el retraso del tren.
luego vino el ejercicio de erosionar el pocillo hasta diseminar
sus dunas y bendecir su comunión
con las grietas de la paredes:
fósiles de hormiga se resquebrajaron y el cemento
se hinchó como pan hundido en leche.
no es una casa
no es una casa
es la isla adormecida
la isla irradiando un
calor casi humano
calor de la roca al fondo
frontera de los hombres.
ahora te ocupas de los alimentos: el pescado, la manzana, el huevo.
los moldeas sobre la mesa rojiza
y los ubicas como corolas en los platos
en una espléndida cena disecada.
ya no hay nadie
no hay nadie
has trocado a los
animales de amor
por cuerpos de cal
y estalactitas meciéndose en las lámparas.
el ánimo se extingue en minúsculas cabezas de sílex
rodando sobre la madera.
ahora la isla está llena
su dimensión es agua.
te hundes sin resistir
eres la mosca
al borde
en la ventana
para terminar y salvarte
subes al cúmulo de sal
que estalla en mapa
e inventas el canto
de los astros solos
esa es tu tarea.
III
sabes que nadie conoce este muelle
donde te has tumbado
desconcertado de tu propia voz.
sabes que nadie ha vuelto a
esta playa
repleta de niños
aplastando cangrejos.
los más pequeños son los que golpean
con mayor devoción.
cuerpo viejo
cuerpo futuro el que emanará
de los caparazones rotos.
en el único niño que no golpea
te reconoces.
intenta decirte algo
pero tiene las palabras tiesas
entre los dientes.
VII
cuando yo nací no cantó ningún pájaro,
mi madre no alcanzó a ponerse la bata,
las noticias no se habían alterado en la misma
página cuadrangular
y la cuerda frente a la ventana de la cocina
seguía a punto de romperse.
también recuerdo que ese día
los habitantes desquiciados
animaloides cuasihumanos
jugaban a cortar
los otros hilos,
los tendidos para el equilibrio.
nos ayudaron a salir.
todos a la vez
presiona, puja, haz fuerza:
cuatro dromedarios
y dos pequeñas criaturas
con reminiscencias de gallo y de ballena
gritaron con ella,
pelearon
gladiadores
despojándose de una parte de sí
en cada golpe,
no de la más cálida,
ni de la más punzante
sino
de la menos
comprensible:
exilio de cuerdas
tornillos
y raíces.
en el suelo un reguero
y todo el grupo exhausto.
“es un cuerpo capaz de cantar”
comprobó el médico
que llegó tarde
a husmear el salón vacío.