Por Camila Urioste
Escena 1:
Living-comedor del Departamento de Alicia y Amor. En el suelo junto a la entrada hay un cadáver cubierto de plástico azul, en la esquina del fondo los restos quemados de un cuerpo, una mujer mayor acostada en el sillón, en bata de hospital, ahogándose y hablando suavemente por teléfono, y una mujer doctora vestida de astronauta con dificultades para respirar ha colapsado debajo de la mesa del comedor. Los cadáveres y personas moribundas son como parte del mobiliario.
Audio de Whatsapp 1: Bueno chicos, hoy me han dado el curso de formación de protección frente a coronavirus, vale, y hay algunas cosas que le estoy contando a toda la gente que mínimamente me importa, vosotros por supuesto, porque hay muchísimas cosas que la gente no está tomando en cuenta, y son una fuente de contagio total. Lo primero que les quiero decir es: el supermercado es literalmente una trampa mortal. Pero una trampa mortal.
Entonces si podéis evitar por todos los medios ir al supermercado, evitad ir al supermercado. ¿Por qué os lo digo? El otro día fui al supermercado y vi a dos vecinas, que estaban a un metro y medio, bien, respetando los límites de separación, pero una le dijo a la otra “Ay, fulanita, tal y cual, no nos podemos dar besos pero te mando un beso” y cogió la tía y se llevó la mano a la boca y lanzó un beso al aire. O sea, esa mano, si la señora fuese positiva, está contaminada. Y después la señora fue por el supermercado con esa mano tocando los yogures, tocando el pan Bimbo, tocando tal y cual, incluso las frutas sin guantes. Vale. Con lo cual, qué hay que hacer cuando uno va al supermercado. Tú vas al supermercado sin guantes, vale, no hace falta. Coge lo que tengas que coger y la clave es: coge lo que tengas que coger pero jamás, en ningún momento hasta que llegues a casa y te laves las manos como os voy a contar, lo que tienes que hacer es no llevarte las manos a la cara bajo ningún concepto. Puedes coger lo que quieras, da igual que lo haya tocado la señora que contaminó todo. Tú coge lo que tengas que coger, lo metes en la bolsa, pagas y te vas para casa. Bien…
Alicia llega al departamento con bolsas de mercado, usando barbijo y lentes de protección, y guantes de látex en las manos, cubierta de pies a cabeza por un ponchillo de plástico con capucha. Deja las bolsas de mercado en la puerta de la casa. Se saca cuidadosamente el poncho de plástico que la cubre. Lo cuelga en un perchero junto a la puerta. Se saca el barbijo y lo bota en la cesta de basura. Toma un espray de un estante junto a la puerta y rocía las bolsas de mercado. Rocía también abundantemente el ponchillo de plástico. Se saca los zapatos y los fumiga en detalle. Se pone pantuflas. Se saca uno de los guantes de látex y lo bota en la cesta. Está por sacarse el otro. Piensa un momento. Se lame toda la mano cubierta por el guante, cuidando de lamer todos los recovecos, la palma, el dorso, los dedos hasta la punta. Se saca el guante lamido y lo bota en la cesta.
Audio de Whatsapp: (Continúa) En casa coges las bolsas de plástico que has usado del supermercado y las tiras. A la basura. Después, cualquier envoltorio de cualquier producto que pudiese haber tocado otra persona, que se puede quitar, lo quitas. Véase: bolsas de plástico que envuelven zanahorias, verduras, bolsas de plástico que envuelven frutas, cualquier cosa. Incluso el plástico que envuelve el pan bimbo, si podeis lo tiráis, y metéis el pan bimbo en cajitas de estas de metal o por ejemplo bricks de leche. Si el brick de leche no se lo puedo quitar a la leche, vale, y lo pudo haber tocado esta señora. Pues entonces lo lavas con agua y jabón, o se desinfecta de alguna manera. Vale. El virus tiene una envuelta lipídica que el jabón, cualquier jabón, se lo carga, vale. Así que ese es el punto débil del virus, que cualquier desinfectante por lo mínimo que sea, se lo carga, vale. Entonces, una vez
Amor: (desde el dormitorio) ¿Amor?
Alicia se sobresalta.
Alicia: ¡Sí!
Amor: (Desde el dormitorio) ¿Cómo te fue?
¿Encontraste el dentífrico de aloe?
Alicia: ¡Sí!
Alicia se quita el guante lamido y lo bota a la cesta de basura. Va al sillón, pisando uno de los cadáveres, y se tumba sobre la señora que se ahoga eternamente.
Alicia se mira las manos. Largamente.
…que habéis quitado la envuelta que se pueda quitar a todos los productos y hayáis limpiado con agua y jabón o lo que sea lo que no se pueden quitar, ahí, os vais a lavar las manos bien, bien unos cuantos minutos por todas partes, ranuras de los dedos, todo y ahí es cuando ya os podéis tocar la cara si queréis, o lo que sea. Vale. Eso es importantísimo, porque nos ha dicho que este país se va a contagiar por las manos, no por las putas mascarillas.
Vale.
El audio se corta abruptamente. Entra una llamada por Facetime a la computadora laptop que está sobre el escritorio. Alicia va a la mesa y atiende la llamada. Al sentarse, coloca los pies sobre la doctora colapsada.
Alicia: Hola mami.
Mami en Facetime: ¿Conseguiste carne?
Alicia: Sí. Carne de soya. La fila era muy larga para la otra.
Mami en Facetime: Qué barbaridad. Tienes que consumir hierro. ¿Viste el audio que te mandé al Whatsaap?
Alicia: ¿El de fortalecer el sistema inmunológico con jengibre y limón?
Mami en Facetime: Sí.
Alicia: ¿Qué tiene que ver con la carne?
Mami en Facetime: ¿Cómo vas a fortalecer tu sistema inmunológico si tienes anemia? ¡Así no hay limón que valga!
Alicia: Dale. ¿Y tú cómo estás?
Mami en Facetime: Bien. Te lavaste bien las manos al llegar del mercado?
Alicia: Usé guantes.
Mami en Facetime: ¿Ya los tiraste?
Alicia mira el cesto de basura.
Alicia: Ya los tiré.
Mami en Facetime: Te sacaste la ropa y la metiste a la canasta de ropa sucia.
Alicia: Usé ponchillo. He recibido todos tus audios y videos de Whatsaap, estoy muy bien informada. Estoy demasiado bien informada.
Mami en Facetime: No se puede estar demasiado informada.
Alicia: Sí se puede. Sé cuántos cadáveres quemaron en las calles de Guayaquil esta semana, las morgues no pueden hacerse cargo de los muertos; sé cómo se escucha una persona ahogándose en una cama de hospital sin respirador; sé cómo se ve un médico disfrazado de teletubi que está a punto de colapsar junto con el sistema sanitario de su ciudad; sé que una mujer de mi edad en Nueva York se despidió de su madre moribunda por Facetime, que no le pudo acariciar la cabeza ni sostener la mano mientras se moría. Lo que no sé es cómo estás tú porque cuando te pregunto cómo estás tú me respondes con instrucciones para lavarme las manos.
Silencio largo.
Mami en Facetime: Estoy bien.
Alicia: ¿Lograste ir a hacer compras?
Un latido, luego:
Mami en Facetime: Sí.
Alicia: ¿Estás mintiendo?
Mami en Facetime: Prefiero no salir.
Alicia: ¿Y qué vas a comer? Puedo ir a dejarte comida.
Mami en Facetime: ¡Es demasiado lejos! No hay autos, ¿en qué vas a venir? No, además con lo bien que sigues instrucciones seguro ya estás infectada.
Alicia: Ojalá.
Mami en Facetime: ¿Qué?
Alicia: He estado pensando en cuentos de hada en cuarentena, ¿quieres que te cuente uno?
Mami en Facetime: ¿Dijiste ojalá?
Alicia: Caperucita roja: La abuelita necesita que alguien le haga las compras en el mercado pero la presidenta de Bolivia ha dictado cuarentena obligatoria militarizada. Caperucita, que vive del otro lado de la ciudad, atraviesa la selva de cemento a media noche, llevando una canastita con pan, leche, vino tinto, limones, vitamina C y un tarro de dulce de leche, evitando puntos de control y patrullas. Unas cuadras antes de llegar a casa de la abuela, es interceptada por el lobo feroz: un rufián con barbijo de bandana y oscuras intenciones (robarse la canastita).
Entra Amor en pantuflas, pantalón de pijama y musculosa. Parece Brando en Un Tranvía llamado deseo. Se detiene al ver a Alicia, como si la hubiera descubierto infraganti.
Mami en Facetime: Dijiste ojalá. ¿Ojalá qué?
Alicia cierra la laptop. Amor se acerca a Alicia, le toca la mejilla como sintiendo la temperatura, le olfatea el cuello. La mira de nuevo.
Alicia: ¿Qué te pasa?
Amor: Estás chaposa.
Alicia: Me insolé. Hacía calor.
Amor: Tardaste bastante.
Alicia: Había cola.
Amor: Bueno, bastante para una salida al mercado. Para un rapidito en la casa del vecino, debe haber estado bien.
Alicia: ¿Qué rapidito en dónde?
Amor: ¿Cuándo es la última vez que te pusiste así, toda chaposa? ¿Te acuerdas?
Silencio.
Amor: ¿Cuándo?
Alicia: No tiene nada que ver.
Amor: ¿No?
Alicia se sienta en el sillón, encima de la señora moribunda.
Alicia: Estás enfermo. ¿Te das cuenta lo enfermo que estás?
Amor le dedica una sonrisa sarcástica, va hacia la puerta de la casa, toma las bolsas de mercado y se las lleva a la cocina. Se escuchan sonidos de desempaque, de puertas y cajones que se abren y cierran, del grifo siendo abierto y cerrado.
Alicia: Se me ocurrió una idea para cuentos de hadas en cuarentena. ¿Quieres escuchar uno?
Amor: (Desde la cocina) Dale. Si no te parece que estoy demasiado enfermo, claro.
Alicia: La bella durmiente. Cuando la princesa Aurora nace, el hada Maléfica le lanza un hechizo: al cumplir 16 años tomará sopa de murciélago y se contagiará de un virus que la hará dormir para siempre, no sin antes recorrer todo el reino estornudando y tosiendo y, así, contagiando a todos los ciudadanos que, a su vez, caerá dormidos. La única cura para el virus es un beso de amor verdadero. Entonces, el Príncipe de un reino vecino…
Alicia se queda callada. Amor sale de la cocina, secándose las manos con un trapo.
Amor: El príncipe de un reino vecino…
Alicia: No sé. Logra ser inmune al virus, no sé cómo. Tal vez se toma una sopa de murciélago en el palacio de Maléfica, confiando en sus altísimas defensas construidas a base de jengibre y limón en ayunas, y entonces, inmune a la enfermedad, va al palacio y besa a Aurora sin barbijo y salva al reino.
Amor: Ah.
Alicia: Ah. Pero no se queda ahí. El Príncipe Inmune recorre el planeta acompañando a las personas en sus lechos de muerte. Y asistiendo a los funerales silenciosos y vacíos. El Príncipe Inmune se da cuenta de que la inmunidad es un súper poder, y lo usa para acariciar la cabeza de las ancianas y susurrarles cosas lindas mientras mueren.
Amor: Te olvidaste el aceite.
Alicia: Perdón.
Escena 2.
Alicia mira por la ventana. La mujer sobre el sillón sigue agonizando recatadamente, los cadáveres siguen muertos en sus sitios.
Amor entra. Abraza a Alicia por detrás. Ella se apoya en él y lo acaricia.
Él le mete la mano entre las piernas.
Audio de Whatsaap 2: Apreciados amigos muy buenas tardes, un saludo muy cordial, nuevamente el Dr. Yecid Maldonado Rodríguez, especialista en Medicina Complementaria y Nutrición. Saludándolos a esta hora de la mañana para darles información muy vital, que creo que va a servir mucho si prestamos atención a ella. No pretendo ser alarmista en ningún momento, pero sí considero que el virus es real y lo peor de eso es que parece, pareciera que es un virus de ingeniería bio genética con algunos fines, unos fines muy oscuros. Así que el virus está ahí, y no nos queda otra que cuidarnos. Es muy importante entender que los virus según la medicina tradicional china, se contagian, se reproducen y se contagian gracias al clima frío, pero son poco resistentes al clima caliente. Entonces, lo mismo sucede a nivel interno en nuestro cuerpo. Nuestros
Amor se vuelve a entrar al cuarto.
Alicia sigue mirando por la ventana.
Alicia Se pone la mano a la frente, se sobresalta. Se toca la mejilla. Corre al baño saltando por encima de los cadáveres. cuerpos padecen de síndrome de frío. Los virus van a tener el terreno para
reproducirse. Para contagiar. Y si el cuerpo humano no padece ese síndrome de frío, le va a quedar mucho más difícil arraigarse en nuestro tracto respiratorio. Tenemos que mantener el cuerpo caliente. Cuando se habla del cuerpo caliente, no es solamente ponernos una chaqueta, sino que hay que calentar el cuerpo desde adentro, y para ello tenemos que recurrir a un tipo de alimentación que va a hacer que nuestro cuerpo se caliente, entonces, por favor, las infusiones aromáticas vamos a ponerles canela y clavo de ahora en adelante. Infusiones aromáticas que calienten los pulmones, la pulmonaria, ¿sí? El romero, el tomillo es una de las plantas más extraordinarias para calentar pulmones, el orégano es una planta también que calienta pulmones. La hoja de la cebolla larga, la hoja de la cebolla larga con esa babita, la cebolla morada, la cebolla rosada, la cebolla que llamamos blanca cabezona, esa no tanto, pero también utilizarla, ¿Si?
Se corta el audio de Whatsapp. Alicia vuelve del baño con un termómetro en la boca.
Se saca el termómetro y lo mira. Largamente. Lo pone sobre la mesa.
Alicia abre de nuevo la laptop. Suena una llamada entrante.
Alicia: Hola, mami.
Mami en Facetime: No te hagas a la sueca. Dijiste ojalá. ¿Ojalá te contagies el coronavirus?
Alicia: Ma, no te conté antes, pero me despidieron.
Mami en Facetime: La puta madre.
Alicia: Sí.
Mami en Facetime: ¿Y Martín?
Alicia: A Martín también lo despidieron.
Mami en Facetime: Si al menos hubieras tenido hijos… Alicia: ¿Qué?
Mami en Facetime: Tendrías derecho al bono familiar.
Alicia: Estoy pensando en otra forma de ganar dinero. Que no implique bonos. Ni intromisión en mi salud sexual y reproductiva.
Mami en Facetime: ¿Cuánto necesitas?
Alicia: ¡Nada! No te estoy pidiendo nada. Tengo una idea.
Mami en Facetime: No me gusta. ¡No me gusta!
Alicia: Voy a ser el Príncipe Inmune. Voy a contagiarme de coronavirus, voy a sanarme y haré que me den un certificado o un carnet, o algo, que certifique mi inmunidad. Y entonces voy a ofrecer Servicios Integrales de Acompañamiento en Crisis Sanitaria. Voy a ir a los hospitales donde la gente se está muriendo sola, y voy a acompañarlos. Voy a acariciar a las personas que se están muriendo, voy a cantarles, voy a tomarles de la mano.
Mami en Facetime: A cambio de dinero.
Alicia: Sí. A cambio de dinero. Iré también a los cementerios a ofrecer consuelo, abrazos, llanto que pueda salpicar sin contagiar a nadie, un cuerpo en luto para despedir al muerto hasta su última morada.
Mami en Facetime: No puedes cobrar por eso.
Alicia: Tengo PayPal.
Mami en Facetime: Es demasiado arriesgado, gente de tu edad también se muere por coronavirus. Ayer murió una enfermera en Santa Cruz, ¡tres años menor que vos!
Alicia: He subido mis defensas con jengibre y limón, he alcalinizado mi cuerpo con bicarbonato de sodio en ayunas, he calentado mis pulmones con infusiones aromáticas. Estoy lista.
Mami en Facetime: Alicia Bilbao. Eres una desatinada.
Alicia: Siempre quise ganar dinero de algo que me gusta hacer. Tener mis propios horarios. Ser mi propio jefe.
Mami en Facetime: ¡Desatinada!
Alicia: Trabajo bien bajo presión. Sobre todo presión emocional. Trabajo muy bien bajo presión emocional.
Mami en Facetime: ¡¡Desatinada!!
Alicia: Luego de un tiempo puedo reclutar a otros como yo: sobrevivientes del coronavirus sin empleo. Seremos legión. Seremos una transnacional del acompañamiento emocional. Y lo mejor de todo, ¿sabes qué es?
Mami en Facetime la ignora.
Alicia: Que si tú te enfermas, podré estar ahí. Cuidarte. Hasta podríamos evitar que vayas al hospital, yo podría cuidarte en tu casa hasta que te sanaras. Pero si eso no funcionara, si te pusieras grave y tuvieras que ir al hospital, yo iría contigo, estaría a tu lado. Hasta el último minuto.
Silencio en Facetime. Luego:
Mami en Facetime: Estás diciendo… que…. me voy a morir. Tengo los días contados. ¿Eso estás diciendo?
Alicia pone el termómetro electrónico frente a la cámara.
Alicia: Estoy diciendo que tengo fiebre. Ahora me voy a meter a la cama. Voy a descansar, y mantenerme hidratada hasta que pase. Y cuando pase, lo primero que haré es irte a visitar. Te llevaré vino y dulce de leche en una canasta.
Mami en Facetime: Desatinada.
Alicia: Chau mami.
Alicia cierra la laptop. La doctora colapsada bajo la mesa se levanta. Le muestra a Alicia los pulgares en señal hacia abajo en señal de desaprobación y sale. Los cadáveres se levantan del suelo. Hacen una especie de cortés reverencia y se van. La anciana moribunda se levanta del sillón. Le da un beso a Alicia en la frente. Sale. Alicia mira a su alrededor a la sala vacía.
Fin