Foto: Daniela Duque Rincón
Personal del área de la salud mental
En presencia de profesionales de la salud mental
en los pabellones propios de recintos destinados a la salud mental
llenos de brillantes focos halógenos
rodeados de paredes incoloras
todo soportado por perfectos grupos electrógenos
como corresponde a las pulcras instituciones dedicadas a la salud mental
llenas de una pléyade de funcionarios dedicados a la salud mental
especialistas en las artes de la burocracia
especialistas en la aplicación de sedantes y supositorios
especialistas en la lectura de largos discursos
especialistas en el paseo de documentos voluminosos
especialistas en el agendamiento de reuniones infructuosas
especialistas en la escrituración
especialistas en la redacción
especialistas en la censuración
especialistas en la maquillación de cadáveres tumefactos
especialistas en la evitación del contacto visual
congénitos incapaces del contacto físico
acarreadores de bandejas divididas
expertos imitadores de sonrisas
duchos repetidores de palabras
vestidos con sus uniformes funcionarios
las barbas llenas de migas
los bozos llenos de sal
las chaquetas acumulando rastros de cuero cabelludo
los botones resistiendo el embate de panzas henchidas
los motivos otoñales de las blusas disimulando carnes flácidas y pliegues escarados
se preparan tras bambalinas
ocultos tras los blancos biombos propios de las instituciones de salud mental
entre sábanas y aceros
los instrumentos estériles propios de la salud mental
cauterio electrodos regulador de carga de voltaje
cinchas de cuero
(sus propias manos enguantadas instrumento propio de la salud mental)
para dar la bienvenida a los neófitos miembros
de las instituciones de salud mental
(siempre una en el bolsillo
donde habita la delgada sierra quirúrgica
de uso habitual en las instituciones de salud mental)
ATM
Imperaba la lógica del dinero
y hasta el título de cliente te quitaron
tú no eres mi cliente
te dijeron
tú no puedes pagar lo que yo valgo
sentenciaron
(habías entregado tus monedas)
mis clientes habitan antiguos edificios cubiertos de hiedra
se preciaron
mis clientes son las grandes corporaciones
se revelaron
palabras rebotan en las enormes galerías
de entes abstractos destinados a generar riqueza abstracta
para fines pretendidamente concretos
ecos se apagan en las bóvedas vacías
mientras el bisonte americano
pasta taciturno en las llanuras
Numenius phaeopus (fragmento)
en el camino me crucé con las aves migratorias
respetuosas, guardaron silencio riguroso
Valdivia
Tras el marco abierto del portal
se repartían comensales variopintos
hombres de overol, gorro de lana
rudos, alegres y enjundiosos
trabajadores de ropas gruesas y aceitadas
Mas no se sabía,
entre los ingredientes de este cocimiento
si eran borrachos habituales
o estaba sumidos en profundos pensamientos
charlando con sus vasos gruesos
rebalsados de licores calurosos
aunque las paredes se despegaban de a pedazos
ni una mosca volaba en los salones
fragante
hacía una Princesa malabares
tratando a cada cliente enamorado
por su nombre
mientras acarreaba platillos rebosantes.
Desconocidas eran
gallinas felices quinoa o kale
bastaban los de siempre
jugos de uva y agua destilada.
Mi aliento dejaba ir sus últimos vapores,
de mi cuerpo y de mi alma entregué lo que quedaba
me inyectaron una cazuela
intravenosa
una docena de empanadas
Mientras tanto otra de las Infantas
tomadora de jotes
iniciada
copera, mesera, humilde artista culinaria
sobre su marmita revolvía perejiles
hechicera experta ya graduada
Algo de mi alma regresaba.
Me vi en la obligación de solicitar
una nueva inyección de vitaminas
con lo poco de fuerzas que quedaban
subí la mesa coja, trepé al borde del plato
lleno de suero tambaleante y derramado.
Me zambullí en sus caldos adiposos
nadé desnudo, hombre rana
entre su bosque de cilantro submarino
palpé la carne blanca de la papa
descubriendo arroces adosados
como estrella a sus suaves superficies
en apnea atravesé
el estrecho canal del osobuco
por la orilla de fondo coralino
hasta acariciar del otro lado
la corteza ablandada del zapallo.
Con los cabellos estilando
emergí a la superficie bautizado
y tal como la bruja cocinera
por la Bomba y sus bomberos rescatado.
Tomás Enrique Carbone Vidal es abogado de la Universidad de Chile y autor del libro-objeto “Fabulario” (autoedición publicada en 2020). Escribe narrativa y poesía. Asiduo a ferias de las pulgas y mercados, siempre encuentra cosas gratis en las calles de Brooklyn. No puede vivir sin una bici y sus raquetas.