I-
Me aturde la continuidad de las cosas:
las despedidas que se prolongan
sin siquiera haberme topado
con la persona que intereso evadir.
Es como una llamada de exilio—
todos insisten en venir para ayudarte a empacar.
Tengo pocas cosas, repetidas muchas veces:
libros,
tiempo,
confluencia.
¿Debo romper la vajilla primero para empacarla
o la acomodo con cuidado
y la arrojo con fuerza
antes de integrarme al ciclo de vida?
Deseoso, regreso del retroceso con nada para declarar.
Uno sigue caminando en círculos,
pero cambia de lugar.
II-
Es lindo traspasar los lindes de la compañía
para entrar en complicidad.
Actuar como si tuviéramos un cadáver en el baúl
y aun así no respetar los límites de velocidad.
¿Cuán rápido podrás correr tras de mí
si voy montado en un carrito de helados/
en una moto/
en un coche invisible?
Y si cayera preso de una tribu caníbal
que me arrastra por mis greñas
de camino al caldero,
¿comerías de mí?
¿O acaso te expulsaron de la tribu
y te forzaron fuera del territorio?
¿Vivirás, como yo,
en una extensión de la imaginación sin límite?
Esa posibilidad me anima sobremanera.
Ya casi levanto al perro,
para que me arrastre hasta la puerta.
III-
Hablo de conceptos.
Sucede que experimenté una distracción prolongada
entre las horas en que comenzó a oscurecer
y la hora en que no ha amanecido aún.
Por eso olvidé llamar.
El motivo por el que escribo es:
¿si tuvieras que darle contenido a una intención,
optarías por asilar o azularme?
Yo he optado por divertirme hasta la destrucción.
¿Qué no rima con auxilio?
IV-
Me arrastré hasta la cama.
En la cama experimenté una grave sensación
de haber descuidado la distinción
entre hombre y umbral.
Bajo mi almohada tengo un catálogo de decálogos.
Imposibilita el sueño. Reposo, no más.
Hoy preparé un dinosaurio ilustrado con definiciones:
cola, cabeza, garras, burbuja de pensamiento.
Mi tesis es que los dinosaurios murieron por falta de imaginación colectiva.
No todo el mundo en el mundo duerme al mismo tiempo.
Yo no puedo dormir por mis principios.
Aún no he podido cruzar ese hombre,
caminar junto a otro umbral.
V-
Una ventana se derramaba.
Hizo un charquito a mis pies.
Lo brinqué.
Ahí lo tienes, mi niñez y mi mañana en un ovillo de imágenes
para echar a rodar y recoger luego, agradecido.
¿Si esto fuera una caverna, canallón,
cuánto durarían dos hombres cantándose
sin provisiones?
Nuestra canción no es una golosina.
Es como masticar vidrio, mi desaparecido bibliófilo.
¿Aún mueves los labios cuando lees?
Me sacaría los dientes.
Pero tú me haces sonreír.