Por: José Antonio García Sandoval
(Guion para cortometraje)
Premisa: los ritos de violencia, ya sean cristianos o de otras culturas, se actualizan cotidianamente.
Línea argumental
EL GÜERO (25), miembro de una banda del narcotráfico en un estado del occidente de México, es invitado a su última cena, en que será traicionado y sacrificado por sus cómplices. Renace como nube.
Argumento
Una célula del narcotráfico liderada por LA YEGUA (35) ha preparado una celada para matar a su compañero EL GÜERO (25), por exceso de protagonismo. Como había algo de afecto, y cierta idea del honor, quisieron despedirlo con una “última cena”, una última loquera, primero con una chivada (celebración rústica en que se asan dulces elotes tiernos, con leña de huizaches y mezquites), y luego con la promesa de mujeres. Al menos así se moriría bien “anestesiado”.
Ya con la lumbrada dispuesta, el jefe manda al NIÑO-SEÑOR (17), un “morro del narco”, (Javier Valdez dixit) a buscarlo a su casa. Resulta que salió en la mañana a venadear con su sobrino MAX (30), que es un ingeniero chilango que, para su mala fortuna, está de visita.
Cuando está dando cuentas a su jefe, ya de vuelta en la chivada, EL DIFUNTO (18), otro joven miembro de la banda, ve que tanto el GÜERO (25) como MAX (30) se acercan a caballo por un camino. Como vienen armados, porque anduvieron cazando, por un momento, los traidores dudan de que EL GÜERO (25) se haya enterado de la trampa, pero LA YEGUA (35) pone en orden a sus esbirros y los manda a seguir el plan. Cuando se encuentran con los dos grupos, LA YEGUA (35) los invita a la bacanal.
Una hora después, con la promesa de que en los Hervideros, lugar donde hay ojos de aguas termales, habrá mujeres, emprenden todos el camino, aquel que sin saberlo, será la marcha fúnebre para EL GÜERO (25) y el infortunado MAX (30).
De camino, paran en una tienda para abastecerse de más alcohol, y cosa extraña, de un kilo de huevos. LA YEGUA (35) explica que serán para un juego. Cuando se reanuda la marcha, en la caja de la camioneta MAX (30), NIÑO-SEÑOR (17) Y EL DIFUNTO (18) platican acerca del la situación del crimen tanto en esa región de México como en la capital del país.
Ya en los Hervideros, se inicia el juego. LA YEGUA (35) tira los huevos a un ojo de agua. Y dice que dará 100 dólares al que logre dar a un blanquillo con un balazo. DIFUNTO (18), GÜERO (25) y LA YEGUA (35) aciertan, aunque este, al segundo intento. NIÑO-SEÑOR (17) falla. Cuando le dice a la SOMBRA (22) que es su turno, este mata al GÜERO (25). Era la señal convenida. Tiran su cuerpo a la poza termal. También el de MAX (30), pero vivo. Le dicen que si recupera el billete que le había dado al GÜERO (25) por acertar, le perdonará la vida. Este intenta no ahogarse, y sacar el billete del agua hirviendo. Finalmente, EL DIFUNTO (18) lo remata de dos tiros. El vapor de los sacrificados, como en una leyenda purépecha, se eleva al cielo y se confunde con las nubes.
PERFILES
GÜERO: 25 años. 1.70, cuerpo atlético. Nació en la capital del estado del Occidente. El menor de 10 hijos. Siempre fue bueno para “el trompo”. Un don Juan ranchero. Tiene 4 hijos de distintas mujeres. Terminó la prepa. Ha logrado hacerse de contactos en las gasolineras gracias a su “labia” y su carisma. Cierto día, en un baile, un valentón le buscó pleito de “a gratis”. Él le estuvo diciendo: “Cálmese, compa”. Entonces, después de un rato, como no hubo remedio, le dio sus “madrazos”, pero hasta eso tuvo compasión y no se manchó, aunque ya tenía al bravucón a su merced, tirado en el piso. El punto es que algunos narcos, desde la sombras, presenciaron la acción, asintieron con la cabeza, y le dijeron: “Muchacho, ¿quieres jalar con nosotros?”. Desde ese momento, lo invitaron a sus fiestas, a sus business, de sus drogas. Conoció armas: desde con las que se matan perros hasta con las que los gringos locos se meten a balacear en las escuelas. Mujeres de favores. No es que tuviera mucho poder, pero hasta el punto en que se narra la historia, comenzaba a acariciarlo de “a de veras”.
MAX. 30 años. 1.90 y panzón. Nació en el Estado de México. Sobrino del GÜERO (25), por parte de la madre. Estudió ingeniería en informática en el IPN. Trabaja en un corporativo multinacional en Santa Fe. Los fines de semana gasta un cuarto de su quincena en bares o en boletos para ver partidos del Cruz Azul. Pasa el tiempo libre jugando Xbox 360. Tiene una casa del Infonavit en Querétaro. Salió de vacaciones a Egipto una vez. En la preparatoria escuchaba a The Doors y tenía el pelo largo. Todavía los escucha, pero ahora tiene el pelo corto y además escucha a Mon Laferte. Ahora usa trajes y corbata. Tiene un auto que sacó a 5 años, pero terminó de pagarlo en tres años. En las fiestas navideñas, casi siempre va a visitar a su familia a dicho estado del Occidente, a ponerse pedo.
LA YEGUA. 35 años. 1.75 de estatura. Musculoso y panzón. Nació en ídem que GÜERO, donde creció sin la figura paterna, que emigró a los Estados Unidos, cuando él era niño y ya nunca regresó. Su madre mantuvo a él y otros 4 hermanos con una pequeña tienda, donde fía. Estudió hasta la secundaria, de donde fue expulsado por golpear a un profesor. Fue enviado con su tío materno a Chicago, donde trabajó limpiando parabrisas de los rascacielos; se destacó por su valentía. Tuvo una hija con una afroamericana a la que apodaban LA YEGUA, de ahí le viene el apodo. Aprendió inglés. Lo deportaron por DUI. De regreso en México, a los 22 años, se enroló en el narcotráfico donde fue ascendiendo puestos gracias a su arrojo, carisma y sangre fría. Es el jefe de plaza de la zona en que se ubica el municipio donde se desarrollan las acciones.
EL DIFUNTO. 18 años. Nació en ídem. 1.90, flaco y de tez morena clara, casi pálida. Estudió hasta el primer año de telesecundaria. Cuando hay trabajo, ayuda su padre, pescador, a despellejar las ranas que luego se vende en la capital. Hace poco se junta con tipos que a su mamá no le parecen buena influencia. Posee un celular de gama baja y siempre tiene que tener saldo. Bebe cerveza y fuma una cajetilla de cigarros a diario. Tiene excelente puntería.
EL NIÑO-SEÑOR. Joven de 17 años. Nacido en idem. Terminó la primaria. Tiene un niño de 3 años, con una chica de un pueblo vecino. Trabajó en una maquiladora en la capital que cerró debido a que el jefe fue secuestrado. Le ayudó un tiempo a su papá en el campo, sembrando y cosechando maíz, pero apenas sale para sobrevivir. Se junta con EL DIFUNTO y otros cerca de la plaza. Toma alcohol y cigarrillos. Ahora fuma mariguana y últimamente conoció el “crico”. Sirve de halcón. Recibe cuatro mil pesos a la quincena pero van dos que no le pagan. Gana más dinero revendiendo droga. Tiene una motoneta que le dejó empeñada un adicto.
LA SOMBRA. Tiene un número privado. Ojos azules, pelo rizado y corto, sin tatuajes. Se dice de él que “es un cholillo”, tan malo, que una vez intento matar a su papá. Nació en San Antonio pero huyó a México porque lo están buscando por un asesinato allá. Nadie sabe su nombre verdadero. Tiene 22 años. Probablemente es hijo de un argentino y de una mexicana. Su figura en los ranchos de por ahí cerca es un tanto mítica, aparece y desaparece por temporadas. Se dice que vive en el monte a salto de mata, otros dicen que en un cobertizo, en el rancho de un político, tío lejano suyo. No tiene cara de asesino, tradicional. Cuando quiere hablar de cosas “más pesadas” habla en inglés con LA YEGUA. Le gusta el gansta rap, y los corridos viejitos, pero se enternece con How Deep is Your Love de los Bee Gees.
ESCALETA
1. Es el atardecer en un municipio de un estado del occidente de México, y en el horizonte sin nubes hay intensos colores morados, violetas y vinos. Son aproximadamente las 17:00. LA YEGUA (35) organiza a sus esbirros, EL NIÑO-SEÑOR (17) y EL DIFUNTO (18) para una chivada, que será la última cena de EL GÜERO (25). El jefe (35) manda al NIÑO-SEÑOR (17) por bastimentos y a buscar al próximo inmolado a su casa.
2. EL NIÑO-SEÑOR (17) llega a las afueras de la casa del GÜERO (25), le chifla y no sale. Le grita y una voz desde dentro le responde que no está. Salió desde la mañana. El adolescente le deja el recado de que lo invitan a una lumbrada, con motivo del cumpleaños de unos amigos en común.
3. EL NIÑO-SEÑOR (17) regresa una hora después, alrededor de las seis de la tarda. Al ser interrogado por LA YEGUA (35) sobre el paradero del GÜERO (25), aquél (17) le responde que anda salió a casar venados al cerro. Mientras el NIÑO-SEÑOR (17) se excusaba por su excesiva tardanza, EL DIFUNTO (18) divisa que EL GÜERO (25) y MAX (30) vienen de regreso del cerro a lomo de sus caballos, por otro camino, armados con rifles. El adolescente (18) se pone nervioso, pensando que a lo mejor ya saben del complot, pero LA YEGUA (35) lo reprende y le dice que mantenga la calma; y ordena a sus esbirros a seguir el plan.
4. EL GÜERO (25) Y MAX (30) se apean y amarran a sus caballos cerca de la fogata. Son aproximadamente las 18:30. Aquél (30) presenta a su sobrino (30) con los demás. Se inicia una plática entre ellos para probar la umbría del Chilango, según los términos de su propio universo, machista y violento. EL NIÑO-SEÑOR (17) le invitará de su droga, pero como es invitado de honor, LA YEGUA (35) revira la oferta con perico, ya que el cristal que le ofreció el adolescente es para junkies acabadísimos. El jefe manda a ADOLFILLO (17) a buscar el material en un escondite, y les pregunta a los familiares sobre cómo les fue en la caza. EL GÜERO (25) le cuenta que, también por deferencia, le dejó al Chilango dispararle a un venado desde muy cerquita, que el capitalino sí acertó el tiro, pero no en pleno, y que el animal no murió, sino que se desbarrancó. LA YEGUA (35), con malicia, da a entender que a las presas fáciles hay que matarlas en cortito. En eso regresa el NIÑO-SEÑOR (17) con la coca.
5. Son aproximadamente las 19:30. Todos los hombres abordan la camioneta para dirigirse a los Hervideros, a continuar la fiesta. Ahí los alcanzarán los Zavalillas, con unas mujeres. Van repartidos de esta manera. En la cabina: manejando LA YEGUA (35), en medio EL GÜERO (25), y en la ventana, LA SOMBRA (22). En la caja van: DIFUNTO (18), NIÑO-SEÑOR (17) y MAX (30). Unos 15 minutos después se paran en la tienda de SALUD para ver si les fía un whiskey, pero como la dueña es intransigente, el jefe de la pandilla da dinero a los más jóvenes para que compren más alcohol. Mientras ellos se bajan, en el interior de la cabina platican acerca de la puntería del DIFUNTO. Cuando terminan de comprar, LA YEGUA lo regresa a que compre un kilo de huevos, para una especie de juego que tendrá lugar en las aguas termales.
6. En el trayecto de la tienda a los Hervideros, en la batea de la camioneta se desarrolla una plática entre NIÑO-SEÑOR (17), DIFUNTO (18) y MAX (30), en que se sinceran un poco acerca de la inseguridad en “México”, o sea, la Ciudad de México, y aquel estado del Occidente; en suma: en la capital del país el resultado del sistema económico les deja a los delincuentes menores migajas; en la provincia, el sistema económico-moral-paternalista provoca que ante la ausencia de gobierno el narco asuma tal papel, con sus respectivos excesos de poder. La gente no sabe a dónde hacerse. Los sentimientos afloran por la belleza abrumadora del paisaje y de la noche. En un momento, NIÑO-SEÑOR pide que le suban a una canción que suena desde la cabina, ante lo cual le responden que se calle. Todos ríen.
7. A las 8:20 más o menos, llegan a los ojos de agua. Allí LA YEGUA (35) convoca a un brindis y luego, mientras esperan a las chicas y a los festejados, los hermanos Zavala, propone un concurso de tiro. Arroja los huevos al agua hirviente y dice que a aquel que logre darle un balazo a un blanquillo le dará 100 dólares. Primero, a petición del GÜERO (25), intenta EL DIFUNTO (18), y acierta. Después el NIÑO-SEÑOR (17), y falla. Luego, EL GÜERO, (25) y atina. LA YEGUA dispara un tiro y acierta de rebote, tira el segundo y acierta. Finalmente da la señal para que tire LA SOMBRA (22) y este mata al GÜERO (18) que, a órdenes de LA YEGUA (35), es tirado al ojo de agua. MAX es arrojado vivo. Es rematado por el DIFUNTO (18). Ambos se subliman en nubes.
GUION
CENA RÚSTICA
1. EXTERIOR PAISAJE SEMIÁRIDO. ESTEPARIO.
Al fondo una fila de sauces que bordean una acequia. A la sombra de árboles espinosos, tres hombres alrededor de una fogata reciente. Crepitaciones de leña. Elotes maduros y dulces asándose en una pila de ramas secas de huizaches y mezquites. Espinas blancas y cenizas volando en el aire, a través de ellas, se ven difuminados hombres de jeans y camisas y gorras gastadas de sol. Más arriba los párpados rosados de la muerte que se prepara para salir de caza.
LA YEGUA
¿Cómo quedaron aquellos?
EL DIFUNTO
Todo listo, mi Yegua, ya están apalabrados. Al rato vienen.
LA YEGUA
No deso no, baboso, digo de mi pinche equipazo, los poderosísimos Limoneros.
EL DIFUNTO
Ya, ya. Esos pendejos volvieron a perder. Primero iban ganando, pero como siempre, les dieron la vuelta.
EL NIÑO-SEÑOR
Yo por eso veo el box.
LA YEGUA
¿Y a ti quién te preguntó, cabrón? ¿No te digo, vale? A ver, mejor jálate por aquel camarada. Y de regreso, pasas por unos cartones ancá mi tía Modesta, le dices que luego nos arreglamos.
EL NIÑO-SEÑOR
Ya no nos quiere fiar. Ya casi le vaciamos el refri, acuérdate de antier, que veníamos del baile de La Mora, ya bien noche, que le sacamos otros tres cartones, casi a güevo, hasta tú te tuviste que bajar.
EL DIFUNTO
Neta.
LA YEGUA
Bueno, pues. ¿Voy a tener que ir yo, o qué? Ahí están las llaves pegadas en la troca. Díganle a mi madrina que son para su ahijado preferido, que ya sabe. Es más, ve nomás tú.
Tú, mi Muerto, te quedas conmigo, para que cuides la lumbrada… Y no sé te olvide aquél, ¡eh!
CUT TO.
2. EXTERIOR. AFUERA DE UNA CASA DE CAMPO.
Detrás de una barda de adobe se ve una caballeriza sin caballos, un borrego solitario que pasta un pasto ralo. En espejo se ve la troca Ford 88 que se acerca y se estaciona. Se escuchan chiflidos en clave por un rato. Luego la figura del NIÑO-SEÑOR (17) que baja y se acerca a la barda.
EL NIÑO-SEÑOR
¡Güero! ¡Güüüüero!
UNA VOZ (desde dentro).
No está. ¿Quién es? ¿Adolfillo?
EL NIÑO-SEÑOR
Eeeh, ah sí, buenas tardes, don, ¿cómo está?, ¿no está el Pecoso?
UNA VOZ
Agarró para el monte desde la mañana con su sobrino. Ya no ha de tardar. ¿Qué querías?
EL NIÑO-SEÑOR
Nada.
UNA VOZ
¿Cómo que nada?
EL NIÑO-SEÑOR
Bueno, si le puede decir que… venía… estamos en una chivada allá por el cajón, por donde comienza la vereda de los sauces, ya ve que es el cumpleaños de los Zavalillas. A ver si le puede decir, por favorcito, al Pecas, ahora que se vuelva del cerro.
UNA VOZ
¡Ya ves!
CUT TO.
3. EXTERIOR. PAISAJE SEMIÁRIDO. ESTEPARIO.
Casi el mismo escenario que en ESCENA 1, una hora más tarde. El horizonte más azul y morado que rosa. A lo lejos, cruzando un puente se nota la camioneta de LA YEGUA que regresa, conducida por el NIÑO-SEÑOR (17). Mientras se acerca levanta polvo. Se alcanza a escuchar reggaetón a volumen alto y que antes de estar muy cerca de la fogata le bajaron el volumen desde la cabina.
LA YEGUA
Mira, ahí viene este cabrón. Y solito, el muy pendejo, a ver qué pretexto inventa el baboso.
EL DIFUNTO (mueve los brazos hacia arriba en señal de “¿Qué paso?”).
Pinche Adolfillo… ¿Y ´ora?
EL NIÑO-SEÑOR (Se estaciona cerca, desciende, corre, olvida algo, va a la caja, regresa corriendo con dos cartones y se dirige hacia ellos).
No estaba, señor. Que dice su jefe que agarró pa´l monte desde la mañana, a lo mejor anda venadeando, que ya no tarda mucho.
LA YEGUA
Luego, ¿por qué tardaste tanto? Si todo está aquí nomás cruzando el puente. Seguro te fuiste de pinche mamón a la plaza. Aparte te oí, cabrón, cómo le andabas trepando a tu pinche música de jotos, si revientas mis cajones, te voy a cobrar mis bafles al triple, hijo de la riata.
EL NIÑO-SEÑOR
No, ya venía de regreso, te lo juro, pero se me habían olvidado las chelitas y me tuve que regresar. Luego en lo que convencí a tu madrina…
EL DIFUNTO (voltea por el lado de los sauces).
Creo que por allá viene el PECOSO (25) pero con otro compa… Sí ¡Aguados, que vienen con sus rifles!
LA YEGUA (por primera vez, con otra voz).
Aquí todos en calma. Ese bato sabe nada. Solo que uno de ustedes haya ido de puta borrega. Han de venir bajando del monte. Aquí todo normal. Tú: termina de bajar todo lo demás. Es más: tú también ve a ayudarle. Pero, primero, pásenme una chela.
4. EXTERIOR. PAISAJE ÍDEM QUE EN ESCENA 3.
EL GÜERO (25) y MAX (30) se apean de sus caballos. Los atan a unos mezquites. Cuelgan sus morrales también. EL GÜERO (25) se acerca primero al grupo, mientras que su sobrino, MAX (30), se queda unos pasos atrás.
GÜERO
¿Qué pasó, mi “Aironjors”? (Lo abraza).
LA YEGUA (dándole palmadas).
Aquí nomás, esperando a ver a qué hora te aparecías, pinche Pecoso. Ya te estábamos esperando… Bueno, y aquel vale, qué, no dice hola, o qué.
GÜERO
Es que es chilango… Ya ves, como son jotos, todos, y también, rateros. Cuídate la cartera, eh. A ver tú, jálate, no andes de reina… Este es mi sobrino.
NIÑO-SEÑOR
¿Sobrino? ¿No será al revés?
GÜERO
No. Allá en México como comen puros Chococrispis, por eso creció así y con esa pinche panza.
MAX (Saluda).
¿Qué onda?
LA YEGUA
¿Qué onda? ¡Qué pasó!, vale. ¿No serás puto? ¡Para qué invitas mariquitas, pinche Pecas! ¿Apoco sí le jalas? ¿Eres machín, o no?
GÜERO
Sí, a güevo. ¿O no, mi Max?
MAX (Esforzándose).
Simón.
NIÑO-SEÑOR (hace el amague de sacar algo de su chamarra).
¿Quieres?
LA YEGUA
¿Qué vas a hacer tú, pinche zonzo? Esa madre es para los homeless, para los gringos que viven en los parques, abajo de los puentes, o para los pendejos como tú. ¡No te digo!… Mejor arrímate la bolsa que está en el pedrerío, por el hormiguero, ya sabes, pues.
Jálense unas sillas. Acérquense a la lumbrada.
Tú, DIFUNTO, invítales de mientras una chela, han de tener sed… Bueno, ¿y cómo les fue allá en el monte?
GÜERO
¿Qué crees que le pasó a este vale? Teníamos a un venadito como de aquí a donde está esa peña, bien cerquita. No nos había mirado. Estábamos escondidos atrás de unas jaras, y que le digo con la mirada: “¿Tú o yo?”, y entre mí que pienso: “bueno, pues que sea el Chilango, ¿no?, el sobrino, el invitado, bueno, pues que tire él… y que se acomoda…
LA YEGUA
… y que le jerra.
MAX
Nel.
GÜERO
No, ni madres, no le jerró… Bueno. Más o menos. Le dio de refilón en uno de los cuartos. Alcanzó a correr. Pero cuando lo íbamos a rematar, se desbarrancó. Nomás lo vimos cómo se cayó hasta el fondo de la cañada y luego un ruido seco, como cuando te sacan el aire de un golpe acá abajo en esta parte del estómago. Como un almohadazo con paja y talco. Pobre. Mejor lo hubiéramos terminado de matar nosotros.
LA YEGUA
Cuando tienes a la presa entre tus manos… ¿Te acuerdas, Pecoso, del trabajito en Xochipécuaro? Así como accionaste aquella vez debe ser, sin pensarlo. Le hubieras jalado tú mero.
GÜERO
Lo que sí matamos fueron dos iguanas. Ahí están en el morral.
EL DIFUNTO (llega corriendo).
Ahí está ya el encargo, y también el espejo de la verdad, jefe.
LA YEGUA
Pásale eso al Chilango, a ver sicierto.
GÜERO
Ni le digas, ese gordo es rebueno para la cal.
CUT TO.
5. INTERIOR. CABINA DE LA FORD 88.
Hora y media después desde la escena anterior. Adentro van LA YEGUA (35), EL GÜERO (25) y LA SOMBRA (22). Suenan corridos de los ochentas, de una estación local. En el EXTERIOR, en la cabina de la camioneta, van EL NIÑO-SEÑOR (17), EL DIFUNTO (18) y MAX (30), que platican entre ellos, y a veces, se comunican con los del INT. a través de la ventanita que divide ambos ambientes.
GÜERO
¿Quién va a cuidarme los caballos?
LA YEGUA
Ahorita le mando mensaje al pinche Pelos de chacamu, para que los guarde en tu corral. Vale, a´más ¿quién crees que se va a atrever a robárselos? Ya sabes cómo le iría al jijo de la riata. Más bien deberías de venderme a la Cubanita, está rechula. Se me figura a la que dejé en Chicago, con ese par de piernononones y su cabello negrísimo. Ya hasta me estoy enfierrando de puro recordar… Pero vas a ver las que conseguí para al rato.
GÜERO
Ajúa… Yegua, me cae de a madres, que hasta te la regalaba. Pero ya sabes que me la dejó mi ma, antes de morirse.
LA SOMBRA
Si vale, sabes que esos pedos son sagrados.
LA YEGUA (Se estaciona al lado de una tienda. Abre la ventanita que comunica la cabina con la caja de la troca).
A ver tú, DIFUNTO, pídele un whiskey a Salud.
DIFUNTO
Esa doña sí no fía.
LA YEGUA (sacando su cartera).
Toma pues. Compras tres botellas mejor, tres cartones más y unos hielos. Ah, y cigarros. Tú, pinche Adolfillo, acomídete.
DIFUNTO y NIÑO-SEÑOR
¡Sobres, pues!
LA YEGUA
¿Cómo ves a esos dos vales?
GÜERO
Algo “chacos”.
LA YEGUA
¿Cómo “chacos”?
GÜERO
Sí, chatos. Verdes. Chaquetitos. Como que el Adolfillo ya quedó medio “foqueado”. Parece que se le van a saltar los ojos al vale. Y el DIFUNTO está bien pinche flaco, yo creo no aguanta un buen vergazo. Se ha de doblar lueguito.
LA SOMBRA
Pero vieras qué buen tino tiene el bato ese.
GÜERO
¿Neta?
LA SOMBRA
¿O no, mi YEGUA?
YEGUA (Asiente apuntándole a DIFUNTO con el dedo, que, seguido del NIÑO-SEÑOR, van saliendo de la tienda).
Yes, he has it.
GÜERO
Jajaja. Si apenas si puede con dos cartones, mira cómo se pandean sus patas, hasta le ha de costar trabajo cargar con un fierro. (Grita hacia la calle) ¡Órale, DIFUNTO, póngase chingón!
YEGUA
Dirás lo que sea, pinche Pecoso. Pero nada más le da sus jalones al foco y como que se reinicia. Parece zombie-matón-de-película el idiota este. Por eso no lo regaño tanto con su cricrí.
SOMBRA
Sí, vale.
YEGUA (gritando).
¡Ah, se me olvidaba! Regrésate, DIFUNTO, a comprar un kilo de huevos!
GÜERO
¿Güevos pa´ qué?
YEGUA
Un jueguito en los Hervideros.
CUT TO.
6. EXTERIOR. CAJA DE LA FORD.
Camino a los Hervideros, va la Ford por un camino de terracería. El cielo es claro y constelado. La luna señorea. Se ve, de repente, uno que otro mezquite, huizaches. Al principio la tierra es roja. Después, la camioneta se sale del camino y toma una vereda donde la tierra es suelta, casi arenisca. Los fanales de la camioneta van alumbrando arbustos desérticos, enjambres de moscos. El final del camino se adivina por el vapor sulfurado. Todo este tiempo se escucharán de fondo las llantas botando piedrecitas, luego rodando lento sobre talco; grillos, renacuajos, un búho y un coyote lejano, el zumbido de moscos y desde el interior de la cabina, la música de la radio y la conversación apagada de LA YEGUA (35), EL GÜERO (25) y a veces LA SOMBRA (22).
NIÑO-SEÑOR (preguntándole a Max)
¿Tons qué mi Gordo, allá en México asaltan de a madres, no?
MAX
¡No pues si acá es bien seguro!
NIÑO-SEÑOR
Aquí se les cobra su mochada a los negocios; es como su seguridad privada, ¿ves? Pero no miras a la rata quitándole el monedero a la doña de las tortillas. En cambio, los chilangos son bien taimados. Te descuidas y… es más, ¿dónde está mi chela? (Mira con ilusión a Max, que sonríe, tomando de su cerveza).
DIFUNTO
Viví un tiempo en el DF, por la Villa, le ayudaba a un tío con su pollería. No vas a creer, vale, que en medio año, me asaltaron dos veces y en mero día de pago.
MAX
Seguro salías bien pedo… Y la verdad es que… mira, allá en México, como tú dices, tienes que formar parte de un río de gente igual a toda, con tu cara de decepción y tu máscara de maldad. No verte muy diferente a todos. Tons yo creo te veías así como dicen muy “paisa” y pues la rata luego luego se dio cuenta. O a lo mejor hablaste. Y pues “fuiste”.
NIÑO-SEÑOR
(En voz más baja).
Acá más o menos. Yo tuve un jefe, le daba trabajo a varias personas. No es que pagara mucho. Yo andaba de costurero. Y no me aguantaba la carrilla con estos compas. Me decían “joto”, cuando me veían con todo el viejerío bajando de la ven de la empresa que nos traían desde la capirucha y nos dejaban en las tardes en la plaza del pueblo. Pero me valía madres. Tengo una hija, ¿ves? Pues bueno. Un día que se le ocurre al patrón comprarse una camionetita usada, ni de mucho lujo. Llegó la maña y lo secuestraron. Su familia se quedó sin feria y tuvo que huir del país. Y yo, ¿ves? Sé que está mal esto que hacemos, pero en qué otra cosa trabajo, ¿en el campo? No se gana ni madres. (Tocando la ventanita). ¡Súbele a esa rolita!
(Le responden desde dentro de la cabina).
¡Cállese pendejo!
TODOS
(En la caja de la troca, menos, al principio, el NIÑO-SEÑOR, aunque después se une).
Jajaja.
DIFUNTO
¿Y tú, MAX, tienes hijos?
MAX
No. Es un pedo.
DIFUNTO
Al rato van a traer a unas amigas. Ya vas a mirarlas… pinche Chilango. Es cumple de los Zavalillas, ellos las van a invitar del Bar que andan administrando. Este güey es repuñal.
NIÑO-SEÑOR
No soy puñal. Soy fiel. Aparte mi esposa es tu prima, cabrón.
DIFUNTO
Así es como debe ser.
NIÑO-SEÑOR
Llegamos.
CUT TO.
7. EXTERIOR. NOCHE. OJO DE AGUA TERMAL. PAISAJE SEMIÁRIDO.
10 minutos después. La camioneta se ve al fondo estacionada, con los fanales prendidos, bajo frondas espinosas. Los hombres se distribuyeron, uno al lado del otro, a un medio metro de distancia, en una porción del perímetro de un ojo de agua. Es grande, como de 5 metros de diámetro. Huele a azufre. Hay vapor. Los hombres miran como poseídos las grandes, pequeñas y medianas burbujas que ascienden y eructan en la piel de la poza, tratando de ver de dónde se originan, si es que se logra divisar el fondo. Aluzan con sus celulares. Se empoza la vista en el misterio, entres piedras calcáreas, esqueletos de ramas, huesos de animales descaminados y sus sombras que danzan allá en el fondo, según se mueve la mano con los móviles.
LA YEGUA
Vamos a brindar por este día, por esta noche. ¡Salud, vales! (Chocan sus chelas, o sus vasitos de plástico con whiskey con hielo).
TODOS
¡Salud!
LA YEGUA
(Tira a la poza hirviente los huevos, que comienzan a danzar).
Ya me mandaron mensaje. No tardan. Mientras llega el viejerío, le voy a dar 100 dólares a quien le atine a un huevo.
(Saca un fajo de billetes y los muestra).
Vas tú primero, NIÑO-SEÑOR.
EL GÜERO
No, a ver que le tire primero EL DIFUNTO, a ver sicierto. Todavía no lo he visto yo.
DIFUNTO
(Saca una 38, apunta por unos segundos y dispara, mientras los demás iluminan con sus celulares. Le da a un huevo que, por unos momentos y por acción de las burbujas brincó a la superficie, y todavía no estaba hervido. Vuelan y se esparcen pedacitos de cáscara invisibles. La yema y la clara se desparraman y terminan de cocerse en el agua. Todos miran sorprendidos).
Jajaja. A güevo. Soy una pinche riata. Una verga.
TODOS.
¡Salud, pinche DIFUNTO!
LA YEGUA
Ahí van tus 100, cabrón.
LA SOMBRA
Vas, NIÑO-SEÑOR.
NIÑO-SEÑOR
(Saca también una 38, apunta y dispara. Aunque pasa cerca de uno de los danzantes huevos, solo se ve el camino de la bala que se pierde en el fondo de la poza).
¡Chale! Por poquito.
LA YEGUA
Ni modo. Ya ves. Ya no le metas a esas mamadas. Mejor date un pinche pericazo. (Y le arrima una bolsa). Vas tú, mi PECOSO.
PECOSO
Dejé mi rifle con los caballos.
(El DIFUNTO duda, casi imperceptiblemente, pero le ofrece su 38).
Chido, mi DIFUNTO. A ver…
(Entonces apunta y dispara. Le da a un huevo que estaba debajo del agua, este se quiebra, pero como ya estaba aglo cocido, el efecto no es tan dramático como con el disparo del DIFUNTO).
¡A güevo! Soy una chingonería.
LA YEGUA
Muy bien, pinche GÜERITO, ahí te van tus 100. ¡Salud! (Todos brindan) Ahora voy yo.
(Saca su pistola personalizada a la usanza. Apunta y dispara. Al principio no le da, pero en un movimiento extraño, la bala rebota en una piedra y le da a un huevo que, oh extrañeza, no se rompe sino que, como bola de billar, se impulsa en otra dirección bajo el agua. Nadie sabe qué hacer o qué decir, por unos momentos. Entonces, LA YEGUA dispara por segunda vez y rompe un huevo).
¡A huevo!
TODOS
¡Salud!
LA YEGUA
(Pasa la botella de whiskey).
Todos denle un trago. Y dense un pinche pericazo. (Se espera que la botella y la bolsa pasen por todos).
Ahora sí SOMBRA. Sigues tú. A la de 3. (Comienza a contar).
Uno…
SOMBRA
(Saca su 45 y sin pensarlo le dispara al GÜERO en la cabeza, que cae fulminado).
Carnal.
LA YEGUA
Dos… ¡Salud! Jajajaja. Ahora sigues tú, Max. ¿Qué prefieres? ¿Matarte o que te matemos nosotros?
MAX
(Sorprendido, pálido y lloroso; inmóvil).
…
LA YEGUA
Mientras, ustedes, avienten al Pinche Pecoso a la fosa. (NIÑO-SEÑOR y DIFUNTO arrastran el cadáver del GÜERO lo ruedan al ojo de agua). Ah, qué pendejo que soy. Se me olvidó el billete que le di. Te tardaste, pinche panzón. Si me traes mi billete de vuelta, te perdono la vida.
MAX
(No se había dado cuenta que LA SOMBRA ya estaba detrás de él, y en eso lo empuja al ojo de agua).
¡No!
(Al principio se notaba que quería buscar el billete entre la ropa de su tío, manoteando y pataleando contra el suplicio del agua hirviendo y la esperanza de querer llegar nadando a la orilla que sea, entre resuellos y gritos horribles).
LA YEGUA
Ya acábalo, DIFUNTO.
DIFUNTO (apunta y dispara dos veces; cesan los quejidos).
Fade out de imágenes. Poco rato más tarde, voces femeninas y música de corridos. Se reanuda esta imagen: del ojo de agua se levantan vapores espesos que ascienden y llegan hasta el cielo, donde, en la noche fría, abajo de la noche constelada y la obesa luna, van formándose cirros como manchas de blanca pintura al óleo.
FIN