CEDÍA QUE LA PALABRA
es una cosa y si es una cosa
lo más probable es que sea
como la oreja una herida
o esos paréntesis entre la ceja y la pestaña
para lo visto
cómo confiar en un aceite
así de transparente y claro
luego de sopaipillas
pasadas y empanadas
fritas las papas y refritas
cedía que la palabra
es un encierro narrado con aire
entonces solo caben dos opciones
para la palabra maltrecha
y devaluada porque esto se trata
de cuánto compra
o de mirar las nubes en la luna
y decir a qué se parecen
creaturas de mar carroza con caballos
un jinete con una herida en la cabeza
bordes de cinta adhesiva recién quitada
del aviso se arrienda bajo el influjo del alcohol la lluvia
la primera opción aislar las venas
que la irrigan presionando pulgares
sacar todo lo que no sea
la herida misma
pus cuchillos
y sellarla con un parche curita
por ejemplo para que deje
de sangrar y no moje ni se lea
ya como herida la palabra
se piense un parche como
cualquier otro los miles
de parches producidos
por los niños de china
otro respondía que no que
la sal pica pimienta y la salpica
aquí verde y ají
del gas por tubería al fuego
en la sartén saltan las sales
sobre la herida que no sana
cuando se escribe con condón
pero quién querrá leerlo cuando llegue raja del trabajo
en esta esquina la palabra del poder
y en esta otra el poder de la palabra
la segunda opción es abrirla
ensancharla más allá de la carne haciendo un océano de ese punto
rojo nadar crol en ella hasta más adentro gritando en cada boqueo
estilo mariposa de donde el cuerpo supiera que estaba herido
traspasarlo si es posible dejar a la sangre de los peces brotando
en oleadas que pasen por ahí hasta por casualidad rumbo a otros
miembros que la requieran algas incluso por las calles submarinas
un maremoto que por la herida abierta de la palabra manen todas
las palabras una sobre otra mojando hasta los cerros tan opacas
que no se viera el rojo volviéndose el café de grano de los troncos
por capas y leerlas todas horizontales como paisajes y verticales
retratos del fracaso pasional porque nadie lee menos un graznido
de pájaro viniendo a la tierra revuelta cuando es maleza aún y nada
en la sangre hasta aletearla amarilla del aromo y del aroma de la azul
herida el arma y presagia a un extraño en el gimnasio de la muerte
pero lo de aislarla lo cedía sinceramente como opción
palabra
blanca y hueso
fuera
del cuerpo la
noche amanece
limpia como la hija
en el primer día de clases
parche en la boca
ambas palabras un castigo
una herida la segunda
a lavársela con jabón
diciéndolo
sin lectura ni más sangre de la prometida por ella como herida
otro respondía que no que
somos mucha gente y más los lugares sin gente
y ojo el grano del papel ha enterrado el resto de los sentidos
arrastrando la quinua y el cuscús fuera de donde estira la toalla
cedía
devolverle a los poros lo que las palabras
les robaron el mundo nada menos
si no me toco un pie con el otro no sé si estoy
descalzo devolvérselo en uso de las mismas palabras
vida para las lenguas manos narices y orejas muertas
vida a través de su propio asesino
con perdón sin olvido
los agujeros en la piel para que entre el día pulsando
en los tapones
la sombra sobre la palabra sombra
me engaña la creo un doblez del libro de anatomía traducir así
páginas transparentes de órganos huesos piel una sobre otra
al tacto tácito
cuando invoca un recuerdo es que lo crea
había perdido la sana costumbre
de ponerle nombre a las cosas que quiero
que la palabra deje de llegar tarde a ellas a puro nombrarlas
con los ojos y solo ven un lugar a la vez
cuántos seres sabrán que hoy es domingo
que el amaretto del helado ya está en la almendra
y la chorrea la almendra anticipando el sol
como las flores del aromo
cabecita de aromo me cedía también cachancho
si es una cooosa exclama cuando le parezco tier
no nombraron colores los antiguos
en rojo negro y blanco aglutinaron
los que vieron importa si mate o brillante si seco o húmedo
no tomaron piscola los antiguos
y un hielo en la piscola parece un ojo de los tuyos
nunca olvido una cara
esto que escribo viajó al futuro en que se lee
y para hacerlo es al pasado donde viajas
a mi pasado no al de los antiguos
pero nada es tan espantoso como quien lo cuenta cree que es
la nostalgia un cuchillo de cocina
o la mancha que limpias con el dedo
y ya no está en el dedo ni en la mesa
cedía que el fin es el fracaso pero el fracaso no es el fin
el ánfora pecera el macetero las cajas de herramientas costureros
cuántas cosas existen que no necesitamos
para decirte cuánto vales requiero números y puntos
comas y aquí no hay
que la calle me calle
entre lo que las cosas dicen
y yo golpeo de ventanas y nada más podría
leer del soplo si es que apago la música o se mete
entre lo que las cosas dicen
y
Imagen: Juan José Richards