Esculpo en hielo una ciudad–reloj que se derrite.
Entre bloques de hielo y máquinas de helados.
Haré un breve prólogo de sentimientos negativos, espero que sea breve, y luego comenzaré a hablar de cosas importantes.
Cada persona debiera venir acompañada de un glosario.
Antes de decir
Hola, mi nombre es…
Antes de presentarse, uno debiera decir por ejemplo
Para mí la palabra CASA significa:
Un sitio para hacer inhabitable. Un lugar inestable, en el que nunca querré estar, del que siempre buscaré huir.
O debiera decir
Uso sin mayor distinción y de forma irresponsable las palabras SIEMPRE y NUNCA.
Uno debiera además recitar las palabras que no entiende antes de mencionar a qué se dedica o dónde vive o cuántos años tiene, decir por ejemplo, no entiendo el significado de:
Enliste palabras que no entienda.
También debiera confesar las palabras que se calla por temor, por vergüenza o porque no sabe cómo escribir. Decir por ejemplo:
Enliste las palabras que usualmente piensa y calla.
Incluso debiera presentarse diciendo lo que realmente piensa de ese momento en el que le preguntan ¿qué haces aquí?, o ¿cómo has estado? antes de responder lo que sea que responderá a la pregunta. Por ejemplo, ¿usted, cómo ha estado?
Uno debiera ser honesto y decir:
Si contesto tus preguntas, si te hago las mismas preguntas, por costumbre más que por cortesía, es para…
Y recitar de forma decente o no tanto las razones por las que se está permitiendo iniciar una charla con esta persona y no con otra, por las que está invirtiendo tiempo en esta conversación y no en otra, decir por ejemplo:
Aún a pesar de mi resistencia vuelvo a encontrarme en esta situación donde el ser social desea rescatar esta resignificación del humano-mueble… así que, no auguro una buena conversación, pero adelante. He estado bien, gracias. ¿Y usted? Usted espero que no vaya más allá de la respuesta acostumbrada, porque no estoy seguro de cómo reaccionar a más. Sólo me enseñaron a asentir con la cabeza. Agachar la cabeza.
Uno debiera intentar ser uno y no la acumulación de todos.
La palabra tú me significa “Yo”.
La palabra “Yo” me significa…
Un punto.
Un punto tridimensional.
Soy sólo una pelota.
Y
Los demás giran en torno a mí
Los demás son extensiones de mí
Habitan mi espacio
La palabra todos me significa “Ninguno”.
Confío en nosotros, pero desconfío de nosotros.
Así que nadie debería confiar en mí porque yo no puedo confiar en nadie.
Quizá aquí debiera mencionar que uso sin mayor distinción y de forma irresponsable las palabras “NADIE” y “TODOS”.
Me conozco desde tan poco
desde un X de hace X años al medio día
Rojizo y chillando.
No he cambiado mucho desde entonces,
además de la arruga del entrecejo,
la mancha de sol en el pómulo,
las ojeras,
y la flacidez,
soy la misma niña llorando a los tres años.
Aún así, todo el tiempo me desconozco.
Últimamente no nos siento parte de nada.
Un juego en el que nunca entramos.
La pieza de tetera en el rompecabezas de las pirámides egipcias.
¿Qué más nos puede pasar?
…
Que algo pase.
Por favor.
Alguien tosa.
Por favor debería ser una sola palabra.
Alguien tenga comezón.
Estamos aquí todos tan esperado que algo pase…
Que me recuerda…
Ya saben que me recuerda.
Yo
Espero en mi espacio
Espero en el otro
Tiendo a delegar mis responsabilidades al universo.
“Universo” está en esas palabras que no uso por temor a no saber explicar su significado.
Olvídenla o sólo asientan con la cabeza, como si me hubiera explicado, no pido que finjan que han entendido, pero si entendieron algo, pueden contármelo.
Esperé una vez y tuve una conversación con alguien que después de cinco años quería que construyéramos juntos un día familiar de domingo donde alguien menor que yo me llamara “papá”, y terminé contándolo como una anécdota que ejemplifica un plan inconcluso.
Esperé otra vez y conocí a alguien con quien después de un año y seis meses elaboraba el plan para cambiar al mundo a través de la revolución cotidiana, donde los veíamos a todos ustedes como los entes ignorantes, apáticos y egoístas que son, pero podrían dejar de ser; sin embargo terminé contándolo como esa anécdota que ejemplifica los planes inconclusos.
Esperé luego y me encontré con alguien que después de seis meses subiría a la nave conmigo para recorrer los sitios que hemos visto en Discovery Chanel y los que no, incluso compré un mapa, y… y si lo ven díganle que aún no zarpamos, y mientras tanto, sigo platicando esto como una anécdota que ejemplifica los planes inconclusos.
Últimamente tiendo a responsabilizar de mis fracasos a los demás.
Últimamente siento que con “últimamente” me refiero a toda mi vida.
No confío, nadie confía en esos pactos, esos acuerdos que propone una escena, o la vida, donde todos creemos en algo; pero tampoco nadie confía si no acordamos, si no pactamos nada. Así que podemos acordar, pactar que no nos creemos nada, que no nos confiamos nada, así no tendremos que esperar nada, ninguno de nadie. Eso es liberador, para mí y para ustedes ¿o no?
Yo preferiría creer que creo que no espero nada.
Espero creerlo.
Tendré un infarto dentro de poco tiempo.
Fulminante para mi edad.
No espero nada, sólo quería compartirlo.
Aunque honestamente con esto sólo quiero decir que me gustaría ser tan importante para ustedes como el calentamiento global, o la tercera guerra mundial, o el precio de la gasolina, o algo que sea realmente importante.
Necesito resetearme.
Si alguien sabe cómo hacerlo, lo agradeceré.
Necesito un enema de cuerpo completo.
Si alguien sabe cómo hacerlo, lo agradeceré.
Todas las noches rezo a Tom Yorke y le pido por nosotros.
Tom Yorke, ruega por nosotros.
La semana pasada planté un árbol y separaré la basura para tener fe.
Para mí la palabra “Fe”
Se refiere a la evasión de responsabilidades tales como la decisión de ser capaz o no de levantarse una mañana. Aunque honestamente también está en esas palabras que no uso por temor a que su significado se torne debate y me vea en la penosa necesidad de hablar más de lo que puedo, de defender un punto con mi propia saliva, con mi propio tiempo.
Durante tres, seis, tres, tres, cuatro… aproximadamente 19 años me enseñaron el No. Hablar sin levantar el índice. Entrar sin tocar la puerta. Levantarme si no he terminado el plato. Pedir permiso para ir al baño.
Me dijeron que no debía, que no podía, pero el otro día logré pensar que
pude –pretérito-
haber hecho – pretérito perfecto-
algo –pronombre indefinido-
distinto –adjetivo-
Soy dueño de lo que llevo en los bolsillos y de lo que desayuné esta mañana.
Nada más me pertenece.
Pretendo ahorrar para comprarme el pedazo de piso bajo mis plantas
Para darle un nombre propio
El mío, obviamente.
Para gobernarlo democráticamente.
Para probar mi propio modelo socialista.
Para invitar a alguien a pararse sin pasaporte sobre mis empeines.
Sé esperar,
Nací sin ombligo.
Soy ovíparo.
Fin del prólogo.
Comemos raspados de coco y fresa.
*”Cámara de refrigeración” de Sara Pinedo, es parte del proyecto “Después de Babel” del Colectivo TeatroSinParedes.