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CALLES QUE NO SON DE BERLÍN. 11:00 AM.
“Teniendo en cuenta que la mejor forma de conocer una ciudad es andando por ella”, me voy a arrojar en ésta, y como en una competencia, ver cuál gana. Así que ahora estamos cero a cero. Yo en mi ciudad y tú en Berlín.
Entonces, dice la guía “mejor conoceremos la ciudad si se camina por ella, si se pierde uno por ella, no me queda otra opción que recomendar a todo aquel que esté interesado en conocer Berlín a fondo, el perderse por la ciudad con los ojos abiertos”. Esta tipa la que escribió esta mierda seguro que no fue a Berlín, esta imbécil, seguro estaba loca como yo e inventó un lugar a su antojo. Esta es una puta demente a la que también abandonaron.
Mira estoy en el centro de Berlín (no lo está). Estamos a la salida del metro Zoologischer Garten. Nada más salir del metro está la iglesia del Kaiser Wilhem, bombardeada en la segunda guerra mundial. El kaiser se murió y toda su familia también, los mataron a todos por…. No sé, ni me interesa. Tengo el pelo oscuro. Ninguno de mi raza estuvo ni estará en Alemania.
Bueno, entonces sales del metro y te encuentras con una fuente, no con esta rotonda, sigues derecho por la calle y te encuentras con la puerta de los elefantes y el acuarium. Entras y empiezas a ver los animales del zoológico, en donde hay todo tipo de animales, anda y ve los leones, los loros, los ciervos y las jirafas. Hazle gracias a los monos y luego vuelve unos pasos por donde entraste y te vas a encontrar con la zona de GEDÄCHTNISKIRCHE.
Bueno. Este el metro Kleistpark. Ahí tú sales y está lleno de lugares donde sirven copas y se puede bailar. También te puedes sentar y escuchar conciertos. Si sigues unos metros más te encuentras con la emisora de radio 100.
Y mira, si sales por el metro Kochstraße, por la salida Friedrichstr, sales exactamente enfrente del antiguo paso fronterizo denominado Checkpoint Charlie, en honor a los Ángeles de Charlie, fantástica película protagonizada por Cameron Díaz.
Desde este punto salen varias excursiones por la ciudad, si te apetece, camúflate entre los miles de japoneses curiosos de ciudades, simula que te duele la cabeza para hacer presión con tus dedos sobre tu cara y tira hacia fuera tus ojos.
También a esta salida tenemos la Anhalater Bahnof o mejor dicho las ruinas de la que fue una de las más importantes estaciones de esta ciudad, aunque ahora veas este peladero. Si quieres saber por qué esta estación fue tan importante, pregúntaselo a la gente que vive en Berlín, no a mí que sólo lo conozco por fotos y estoy parado en medio de la ciudad de la que te fuiste.
Si tomas el metro y te bajas en KOTTBUSSER y sigues por la calle que te encuentras te vas a topar con Bethanien, ahí tú veras la antiguas fachadas de la ciudad.
Si sales por el metro Richard Wagner Platz verás la residencia de verano que se le construyó a la reina Sofía Carlota… Es de estilo barroco como tú puedes ver y yo no, porque frente a mi hay una pizzería… Ahí te puedes encontrar con los apartamentos del rey Federico y la, esta, la Sofía Carlota… Este es el castillo de Charlottenburg. Seguro que este castillo se debe haber quemado unas tres o cuatros veces y si tienes suerte te lo encuentras ardiendo.
No quiero estar ni en el castillo Grunewald, ni el Bellevue, ni el Tegel. Quiero entrar a mi casa arrendada.
Quiero estar en mi casa. Viendo o rompiendo mis cuadros, no los de la Galería Anselm Dreher, ni los de la Michael Haas, ni los de la Galería de Silvia Menzel. No pienso en visitar un museo que me resuma la historia de nada, quiero estar cerca de mi historia, con la historia de mis calcetines y arropado por la chaqueta verde que me queda grande, quiero encerrarme y no salir más de mi cuarto desordenado. Y abrir la nevera y ver que estoy igual que esa Coca-Cola sin gas que no la tiro, porque me da pena ver una nevera vacía.
Quiero que las cosas de mi cuarto vuelvan a quererme y no se escapen más de mí. Necesito que mi lámpara se encienda. Que se quede conmigo y no en medio de miles de lámparas abandonadas en una tienducha de mierda.
Voy a darme el tiempo de liberarme encerrado en lo que conozco.
No quiero pasar por la puerta de Brandemburgo, quiero acertarle a la llave de mi portal.
Ducharme e ir a ver una mala obra de teatro, no me interesa tener una butaca reservada en el teatro Gorki. Quiero llamar a alguien que me conozca, ir a su casa, no quiero visitar la casa de Bertolt Brecht viendo donde se sentó y donde durmió, pensando en teatro, no tengo nada que hacer en la casa de Brecht.
Quiero ver algún artista de mi país y conversar un rato, no quiero hablar con los miles de artistillas ratones que abusan de las subvenciones del gobierno alemán.
Escuchar música de mi país y emocionarme de sus letras, de sus sinceras y tortuosas melodías, afloradas en las tenebrosas dictaduras…
Ir al video club y arrendarme un documental de mi país, no un documental setentero de Berlín.
(Corte)
Quiero escuchar la radio y reconocer mi lengua. Quiero hablar mi lengua, quiero que mi boca tenga a mi lengua, segura bajo el paladar. Pasar mi lengua por detrás de mis dientes, dejar de pasarla por picos ajenos. No quiero tirarme de la torre de la radio Funkturm, quiero tirarme de los puentes de esta ciudad y si son bajos me tiro y me vuelvo a tirar. No quiero hablar más del muro ese, quiero que vengas y te lleves tus cosas.
Voy a entrar. Haré una maleta, saldré y volveré a entrar de inmediato. Pensaré que llego de viaje, que vengo de verte. Quiero hablar con mi papá. De estas manos no va a salir un mundo, ni de este cuerpo otro, no tengo ganas ni siquiera de tener un cuerpo, quiero tener mi cuenta de la luz y la del gas pagada, quedarme leyendo toda la noche y hacerme sopas, quiero tener la cuenta del teléfono pagada por si alguna vez me llaman del extranjero. (Suena el teléfono, es su padre, entra a su casa y lo contesta).