- The Guardian Post: Shock e impugnación social. Testimonio del atentado. Universidad de Ohio. Ciudad de Cincinnati.
- 08:23 hrs. Explosión. Ella está quieta junto a mí. Me mira. Suda y tiembla. Intenta sostener su cuerpo y luego vuelve a mirarme como si pensara que puedo ayudar en algo. Pero ambos sabemos que por lo menos hoy, no será así.
- Avanzo con precaución hasta acercarme a ella todo lo posible. En mi cabeza suena Long distance call de Muddy Waters. Intento cantarla, pero algo va mal esta mañana para recordar.
- Pienso en lo que nos llevó a estar juntos esta mañana sin saberlo. Pero luego ella dice: “No es una experiencia agradable en la vida de nadie estar aquí”. Lo sé, el incendio es solo el pretexto para mantenernos cerca un instante mientras seguimos vivos y ya.
- Entonces la tomo de la mano. Nos desplazamos unos pasos atrás perdiendo el equilibrio como una pareja ebria que intenta sostener un paso de baile en la pista. Luego comienza a gritar. Luego la devuelvo a su sitio. Ahora alguien nos apunta con un arma en la cabeza. Nos pide que quedemos inmóviles por seguridad de los dos. Conmoción generalizada. Parálisis facial. Alaridos de hombres y mujeres y automóviles que hacen sonar sus sirenas.
- En un momento todo se ha convertido en un laboratorio fallido de impugnación al orden social. Ahora veo sus ojos y están en blanco. Le digo: “¿Lucía, estas ahí?”. O no sé si lo digo o sólo quise haberlo pensado. En todo caso, Lucia no responde.
- Un flash de cámara fotográfica nos ilumina el rostro. Luego: el colapso. Luego, el silencio y el comienzo de una guerra que no acabará sino hasta la muerte de quien ocupa el puesto de presidente.
- Ella es Lucía. Estudiante de la carrera de Estudios Antropológicos del estado de Ohio. Y esta es la última fotografía de nosotros que al día siguiente publicó la prensa.
- Yo he querido vivir en un estado de excepción: 7 de marzo del 2017. 20:10 hrs. Rebeca y Octavio. Entrevista: primer encuentro. Centro de Brooklyn, NY.
-Avanzo por la avenida principal hasta doblar en la esquina de la calle Sexta. Continúo por la desviación del call center hacia el sitio donde acordamos encontrarnos.
-Llueve en Brooklyn. No es sencillo encontrar taxi en ningún sitio y estoy diez minutos demorada.
-Miro el reloj. Acordamos estar aquí a las 20 hrs. Me resguardo de la lluvia bajo un parabús. No la conozco, pero ahora por lo menos sé que no será puntual.
-Tampoco conozco a Octavio. He leído su articulo en la columna semanal del diario. El escrito ha ganado críticas favorables, pero también ha reabierto una polémica en torno a los actos terroristas contra comunidades latinas en New York.
-Rebeca es periodista. Me ha llamado para entrevistarnos sobre lo que puedo entender se trata de un “boicot técnico” sobre el artículo basado en las declaraciones de Hank Looper publicadas la mañana del martes en el Guardian Post.
-Octavio es mexicano, no rebasa los veinticinco. Escribe eventualmente para algunos medios electrónicos que le han dado cierta importancia entre jóvenes estudiantes de las comunidades latinas y, por lo que se sabe, habla mal el inglés.
-Bien. Aquí está Rebeca. La reconozco por el impermeable rojo que me dijo que llevaría. Así que entramos al café.
– ¿Leíste el artículo?
-Lo leí. Pero hay algunas cosas que quisiera entender…
– ¿Cómo cuáles?
-Principalmente lo que hablas sobre la privación de los derechos a las comunidades migrantes asentadas de manera ilegal. El estado de precariedad. Lo que consideras “la desconfiguración de la república” luego del período electoral y los siete puntos a manera de escaleta, estos donde agrupas, quizá maliciosa u oportunistamente, las declaraciones de Hank, el joven sobreviviente de la explosión antes de la muerte de Lucía.
-Creo que es más oportunista. Maliciosa fue ya la intención de hacer explotar un aula llena de estudiantes indocumentados que, en el peor de los casos, tenían derecho a estudiar. ¿No crees?
-Encendí ya la grabadora. ¿Te molesta? Bien. Luego, en el fragmento último dices: “No volverán aquellos culpables que incendiaron el estado de excepción, para devolverlo en cenizas repartidas, etcétera, etcétera…” ¿Te refieres a lo sucedido en Oregon?
-No, me refiero a la explosión en Cincinnati.
-Disculpa, pero en la explosión de Cincinnati no hubo culpables reconocidos ante la ley.
-Susceptibles a condena no, pero los hubo, reconocidos e identificables.
-Pero si hablas de un estado de excepción, los escenarios legales no existen.
-Hablo de una sociedad que sigue identificando a sus culpables aunque estos no reciban su castigo.
– ¿Y es cómodo decirlo así?
-No he dicho lo contrario. Yo siempre he querido vivir en un estado de excepción.
(Risas).
(Risas de los dos, y parece ahora que esto funciona).
-Bueno… En realidad, nadie querría vivir en un estado así.
-No, nadie.
– ¿Quiénes fueron esos culpables, Octavio?
III. Los señalados culpables: Crónica de la omisión en la sentencias que dieron paso al estallido del odio racial durante el periodo de elección presidencial.
La nota dice: 1 de marzo del 2017. En la universidad de Cincinnati, explotó un aula con treinta estudiantes, en su mayoría de origen hispano. La facultad donde ocurrieron los hechos era la de Antropología. Ante ello, los responsables fueron señalados como los directivos de las llamadas Campus house o casas de lideres estudiantiles, en su mayoría controlados por el estado y con antecedentes de discriminación racial y violencia de género en sus procesos de selección. En las indagatorias de averiguación previa, cuando se les preguntó a estos grupos sobre su presunta participación en los hechos, contestaron que “los culpables habían sido los padres por haberlos engendrado”.
– ¿Qué utilizaron para hacerlo, Octavio?
-Aparatos explosivos.
-¿Construidos por ellos mismos?
-No lo creo. Seguro con asesoría de alguien.
– ¿De quién?
-De organizaciones.
– ¿Qué organizaciones?
-Organizaciones raciales.
– ¿Que operan bajo apoyo del Estado?
-Pues por lo menos con su consentimiento.
-¿Cuál fue la repercusión? ¿Qué pasó con los familiares?
-Nada. Los familiares de las víctimas se manifestaron tres horas frente a la rectoría. Durante los siguientes días se convocó a marchas y plantones. Hubo protestas solidarias en otras universidades del país como Berkeley, Michigan, Cornell y Johns Hopkins. Los familiares de las víctimas se establecieron en una zona de riesgo de la que pronto quisieron salir. No era conveniente para nadie. Al cabo del tiempo no hay nada que pueda comprobar la implicación de los culpables en los hechos.
– ¿Cuál fue el saldo final?
-Parece poco: Catorce heridos y dos estudiantes muertos. Los muertos: Lucía Parra, de origen mexicano, y Thomson Locks, afroamericano.
- Lucía y Thomson: Itinerarios. Desplazamientos sobre un mapa clandestino de la ciudad. 1 de marzo del 2017. Distrito de Hamilton.
7:40 hrs. Salieron de su casa el jueves 1 de marzo.
8:02 hrs. Llegaron al aula seis de la escuela superior de Antropología de la Universidad de Cincinnati, ubicada en 2600 Clifton Avenue, condado de Hamilton, en el Estado de Ohio.
8:12 hrs. Llovía. Lucía vestía ropa deportiva. De padres inmigrantes, llevaba dos años cursando la universidad en los Estados Unidos. Tenía 22 años. Thomson tenía 21, también vestía ropa deportiva. Era afroamericano, de origen musulmán.
8:16 hrs. Mientras la asignatura de etnografía general transcurría, se encontraban ya los 33 estudiantes inscritos en el período.
8:23 hrs. La puerta de acceso principal fue bloqueada y se detonó el primer artefacto.
8:26 hrs. Detonación del segundo. De los 33 estudiantes, 30 lograron escapar por las ventanas con signos de asfixia a consecuencia del humo provocado por las detonaciones. Ocho fueron rescatados con heridas de gravedad, entre ellos Hank Looper, que se encontraba junto a Lucía en el momento del atentado. Detrás suyo, Thomson había muerto segundos antes.
8:47 hrs. Lucía fue trasladada al St. Francis Hospital, donde, una hora mas tarde, murió. Las cenizas están en proceso de ser trasladadas a México.
-Ahora hemos salido del lugar. Luego de la entrevista pido a Rebeca que nos veamos otra vez. Ella acepta.
-Pero esta vez en Columbus.
– ¿Qué dices?
-Que lo mejor será ir allá, unirse a las protestas y trabajar sobre un estudio minucioso del caso.
-Y sí. Al día siguiente, por la noche salíamos en mi auto para atravesar Pensilvania y llegar a Ohio en un plazo no mayor a siete horas.
-¿Qué piensas hacer ahora?
-No sé. Tal vez un movimiento -dijo mientras llenaba de combustible el tanque de su auto y la tarde caía.
- Viaje a Columbus: Primer acercamiento entre Rebeca y Octavio en la habitación numero seis de un hotel de Harrisburg. Carretera a Colorado.
-Estaciono el auto. Llegamos al hotel y tomamos la habitación número seis.
-Dormimos en camas separadas.
-Sí. Rebeca finge dormir. Toda la noche he pensado que ella está frente a mí, desnuda con un arma en la mano. Me apunta.
-Me ha estado mirando durante la noche. No he podido dormir.
-Siento que avanza hacia mí y entonces comienzo a retroceder. Esta operación se repite dos veces. Luego ella queda inmóvil y al cabo de un tiempo salta sobre la pared y de la pared salta sobre mí. Esta operación se repite tres veces.
-Octavio tampoco ha dormido. Ha pasado la noche fumando, leyendo. Ha comenzado a amanecer y necesitamos continuar el camino.
-Estoy aquí derrumbado. Apago el cigarrillo. Me incorporo. La lluvia no para de caer. Voy al viejo escritorio y comienzo a escribir. Ahora y en menos de lo esperado, el cuerpo de ella está sobre mí.
-Esta operación se repite una sola vez.
– ¿Un café?
-Que sean dos.
-Luego tomamos el auto y nos vamos de ahí.
- Esta no es la ciudad que pensamos: El accidente de elegir repentinamente otra dirección. 9 de marzo. 17 hrs. Arribo a Cincinnati. Amusement Park, centro de la ciudad.
-No era ésta la ciudad que tenía que recibirnos. Quizá llegamos tarde o elegimos la opción menos adecuada. Ahora estamos aquí frente a un contingente de madres que reclaman justicia para sus hijos y nadie sabe en realidad si tengamos algo que decir o sea mejor regresar. Las protestas se han sumado a la visita del recién nombrado presidente de los Estados Unidos y las calles son un carnaval de la ira y el desconcierto. Digo a Octavio que aquí finalmente nos esperaban. Que este era nuestro sitio. El me observa y asiente con la mirada mientras una organización por los derechos migratorios comienza a estallar la tribuna.
-Rebeca registra todo lo que está a su alcance. Mucho se ha hablado de las reacciones que ha traído esto en consecuencia, pero por primera vez escucho la proclama colectiva de un sector desafiando la alternativa cada vez mas cercana que amenaza al mundo: un farsante sin escrúpulos llegando al poder.
VII. Manifestaciones. 12 de marzo del 2017.
-Esta es la temporada de caza para los nuestros. La jornada violenta de las persecuciones incentivadas por el discurso de odio contra comunidades migrantes infundido por el candidato republicano que ha llegado al poder. Ahora reviso el material recopilado mientras Octavio se encarga de la música y los aperitivos. Nos resguardamos en el cubículo dos de la Facultad de Antropología. Organizamos acciones de protesta, pintas, pegas y jornadas de información social para los próximos días de la semana.
-Poníamos a The Offspring en el cubículo. Nos enfriábamos las ideas metiendo la cabeza al congelador del frigo. Necesitábamos pensar frio. En la pizarra de apuntes se lee: “Una manifestación no es necesariamente una protesta. Una manifestación es un instrumento político de la transformación social”.
-Se ha congregado un número importante de comunidad estudiantil protestando por la muerte y agresiones de estudiantes en un ánimo claro de repudio hacia las políticas migratorias impuestas. Levantamos una mesa de demanda civil que luego es referida al Departamento de Justicia por parte de pasantes de la Facultad de Derecho.
-Hemos reunido causas suficientes para volver a tomar las calles. Nuestra causa es suficiente y deliberada en el derecho de crear un manifiesto a partir de la renuncia a los estatutos de control y discriminación impuestos por el gobierno de Trump, basado en las siguientes propuestas:
- Organizar un movimiento que desde las ciencias antropológicas venga a significar un estudio pormenorizado de la condición de desigualdad y discriminación asociada por las plataformas legales, sumando resistencias y acuerdos con la sociedad civil, principalmente la estudiantil, residentes y deportados.
- Que todo lo que se diga o se haga tenga que ver con pretender un cambio, una modificación, una observación que posibilite la articulación de estrategias.
- Que de verdad se haga.
VIII. Manifestación estudiantil y proclama pública frente al edificio de rectoría de la Universidad de Cincinnati con la presencia de diferentes comisiones y actores sociales.
-La manifestación ha salido por la calle 40 desde Halffter hasta Wiesse Street. Avanzando hacia el edificio de rectoría, el contingente toma dirección al poniente. Ya se alcanzan a oír expresiones de apoyo y repudio por parte de los automovilistas.
-Llegan los chorros de agua y el gas pimienta. El contingente retrocede y antes de tomar Parque Central comienzan los enfrentamientos y el fuego en las barricadas. Rebeca se ha colocado en mis hombros y pierdo el equilibrio con frecuencia. Ahí están sus noches largas y oscuras. Sus capitales incendiadas. Y sus millones de refugiados necesitados de asilo. Ahí está su comercio internacional y sus banderas amuralladas de estrellas.
-Finalmente el contingente ha llegado a rectoría. Somos poco más de quinientas personas. Hemos pedido al consejo estudiantil de la Facultad de Antropología que dé lectura al documento.
-Rebeca sube a lo alto de uno de los autos estacionados frente al acceso principal del edificio. Comienza a leer lo que consideramos podrá ser un momento histórico en la lucha universitaria de este país.
XIX. Manifiesto Anthropology: Génesis, florecimiento y adaptaciones.
Era esa nuestra única manera de decirle al mundo que estábamos vivos. Nuestra forma de mirar nuevas expresiones de comportamiento humano interesados por la variabilidad histórica y la diversidad cultural de los fenómenos políticos, incluidas las formas absurdas y perversas de gobierno como las que vivimos. Hemos tomado no sólo como referencia sino como forma de lucha el Discurso de la Desigualdad de Rousseau, arriesgando un estudio de realidades comparativas puestas al servicio de la discusión y el consenso general. Una Estructura de las revoluciones científicas, en un intento por explicar y analizar la dualidad existente entre los conceptos de naturaleza y cultura, a la par del extenso y complejo escenario de diversidad humana que vivimos. En la actualidad tenemos más conciencia del concepto de diversidad que de unidad. Por ello la antropología en determinadas etapas ha actuado a favor del estudio de otros pueblos y sus episodios de racismo. La cuestión es intentar no discriminar a nada ni a nadie por el solo hecho que supone ser diferente. Eso hizo cambiar la mirada de las cosas que pensamos podían ser importantes en este mundo, en esta vida, en este país, como responsables auténticos de un cambio que, aunque no consolidado, pueda ofrecer expectativas de continuidad colectiva.
Movimiento Anthropology/Cincinnati. Septiembre del 2017
- El activismo de las galaxias. (Crónica escrita por Octavio dos días antes de la desaparición de Rebeca luego de leer el manifiesto en Cincinnati)
Rebeca había salido deprisa esta mañana y en la manifestación convocada frente al edificio de rectoría, se había instalado junto a otras chicas mostrando un sistema solar sobre sus pechos desnudos. Me acerqué y le dije: “Nena, eso no ha ayudado demasiado a mejorar nuestra relación con la policía en este país, debes saberlo”. Pero no me escuchó. Rebeca con esta acción dejaba al descubierto uno de los misterios más grandes que tratan de resolver los hombres: cómo es el interior oculto de una mujer. Luego de eso preguntaba: ¿Qué planeta somos? ¿En qué planeta queremos vivir? ¿Qué galaxias posibles podemos construir? Luego de subir al auto a leer el manifiesto, Rebeca se extravió entre la multitud y no apareció más. A la mañana siguiente, salió su foto en las principales planas del diario local, desnuda, con una galaxia pintada por todo el cuerpo. La han pasado también por televisión, su madre lo ha visto y la ha telefoneado nerviosa. Ahora no sé si la vuelva a ver.
Semanas atrás, habíamos conseguido alquilar un pequeño apartamento a las afueras de la ciudad y teníamos un gato. Ahí, ella había ocupado su tiempo en construir un planeta habitable para los dos. Un planeta que pueda también en cualquier momento ser visitado por un meteorito que lo lleve todo al olvido. Al final acordamos que las cosas no son como deberían ser. Los hombres y las mujeres de este país no han establecido aún el decreto de la sobrevivencia en pareja dentro de otras galaxias. Hicimos el amor dos veces esa noche y sentimos una necesidad absoluta de volver a ser los mismos, aunque ser los mismos tenga el interés de provocar una explosión que contemple la anulación de nuestras demandas. De los acontecimientos y las coordenadas trazadas que no llegaron a concretarse, nadie podrá hablar demasiado, pero sí de cómo se interrumpieron por un momento los crímenes políticos en este país, del modo en cómo convocamos a sacudir las calles. Biografías extintas decomisadas en otra zona no codificada de la historia y ante todo esto el reflujo de la maquinaria que se alimenta de cuerpos para producir materia prima que expulse el jabón líquido que se ofrece en los baños públicos de las embajadas. Ahora cerrando un poco los ojos, me doy cuenta que nuestros cuerpos se exhibían en un aparador a la venta de los coleccionistas de sueños sin cumplir. Que éste fue el decreto de un tiempo de humanidad correspondida en episodios breves de encuentro, una pequeña trayectoria como espora diminuta en el espacio. Que hoy nuestras biografías mínimas se archivan en un expediente no consultado por nadie, ni por nada inferior a nuestra suerte; que esta vez, el “hagan algo por nosotros” no era precisamente lo que necesitábamos escuchar y que finalmente el país encontrará su forma adecuada de instalarse en la memoria extraviada del universo.
Antes de volver a Brooklyn, dejé esta nota a Rebeca pegada en el refrigerador:
No regreses nunca.