“Me acuerdo, no me acuerdo, ¿qué año era aquel?” Ya los hombres habían regresado de la guerra y las madres se quedaban en casa hablando entre ellas de la guerra, una época antigua cuando ellas trabajaban en fábricas y manejaban ambulancias. En aquel año había televisión de dos o tres canales, dependiendo del pueblo. Cada domingo a las siete de la noche salía en la televisión el Ed Sullivan Show y a las ocho salía el GE Hour con Ronald Reagan y cuando los mirábamos comíamos TV dinners que mi madre nos servía en TV trays en el TV room. Además en la televisión había noticias de lo que estaba pasando en el sur del país, como Montgomery Bus Boycott con Rosa Parks y Dr. Martin Luther King Jr.
Ya no había polio porque descubrieron una vacuna. Todavía había sarampión, paperas y varicela pero, según los padres, no pasaba nada con esas enfermedades ligeras. Ya vendían pocos discos de 78 porque los de 45 y 33 estaban de moda. Elvis Presley escandalizó a los padres que solían escuchar a Frank Sinatra y a Tony Bennett. Antes de cenar, los padres tomaban martinis y los niños tomaban Coca Cola o 7Up. Los niños sabían cómo hacer un cocktail desde los ocho años y los hacían y servían para las fiestas de los padres. Casi todos los padres y madres fumaban cigarrillos sin filtros como Pall Mall, Chesterfield, Lucky Strike (makes fine tobacco) y Camel (I´d walk a mile for a camel).
En la prensa se hablaba mucho de La Guerra Fría y toda la gente tenía miedo de Rusia y de los comunistas. En Washington DC, McCarthy cazaba a los comunistas, a los ex comunistas, a los amigos de los comunistas y a los amigos de amigos de los comunistas y ex comunistas, y nadie decía nada porque había televisión y lavadoras y refrigeradores y dos coches para cada familia.
En el sur de Estados Unidos, donde los negros no podían votar ni ir a la escuela con blancos, había baños separados y a veces los blancos mataban a un negro por mirar a una mujer blanca y nadie decía nada porque había televisión y lavadoras y refrigeradores y dos coches para cada familia.
Ike, un hombre genial fue presidente y Nikita Kruschev fue primer ministro de Rusia. Abrieron Disneylandia en California y Kruschev no podía ir por problemas de la seguridad y estaba muy enojado por eso.
Los niños con hambre no vivían en nuestro país sino en China y cada niño estadounidense debía comer todo lo que quedaba en el plato por los chinos hambrientos y para respetar a los padres y a los abuelos que habían sobrevivido la Depresión y los años de la guerra sin carne ni huevos ni medias. Cada niño tenía al menos un abuelo o tío abuelo que había caminado 5 millas de ida y vuelta a la escuela en periodo de nieve o lluvia sin quejarse y por eso los niños debían estar agradecidos por tener la oportunidad de ir a la escuela. Los abuelos no habían tenido televisión, que ya estaba destruyendo a la sociedad. Ellos habían tenido que trabajar en la granja antes de la escuela y todo el verano, pero en ese año, del que no me acuerdo, todos los niños íbamos a la piscina pública cada día en el verano e íbamos al cine cada sábado por la tarde y actuábamos como si nada. Los abuelos nos decían que no habríamos sobrevivido si hubiéramos tenido que trabajar como ellos, porque en su época la niñez no era estar de vacaciones sino una preparación para tener responsabilidad como adultos, pero nosotros muy consentidos no sabíamos nada sobre la responsabilidad.
Aunque después de las dos guerras los europeos no tenían nada de nada, no tenían televisión, ni lavadoras, ni refrigeradores, ni dos coches para cada familia, aun así tenían la sofisticación. De Europa venían películas complejas como “El séptimo sello” y “Fresas salvajes”, libros como Bonjour tristesse, comida como pizza, cigarrillos Gauloises y vino fino. Los estadounidenses podíamos actuar como si hubiéramos sido europeos sin la inconveniencia de vivir en un lugar destruido por las dos guerras. En nuestra casa siempre tomábamos vino en la hora de la cena.