CHICO.– Hoy he vomitado viendo las noticias. Lo hago para estar informado. Ver las noticias, no vomitar. Es la primera vez que me pasa. Normalmente miro la pantalla, la comida se queda suspendida entre el plato y la boca, grito un “¡Joder!”, un “¡Hostia, la madre que me…!”, recojo la mesa y salgo de casa. Y ando, ando mucho… Pero hoy he vomitado. He echado a correr a la plaza… el estómago encogido, la sangre martilleando las sienes… el corazón golpeando contra el tórax… Me he plantado delante de la chica de la ONG, y antes de que me soltara un “Mira qué chico tan simpático, ¿a que tú si tienes un minutito?”, le he gritado: ¿Kisai está bien?
SALVAMUNDOS.– ¿Quién?
CHICO.– Kisai. La he visto por la tele: la piel oscura cubierta de ceniza… el miedo en los ojos, ¿está bien?
SALVAMUNDOS.– Lo siento, tío, no sé de qué me hablas.
CHICO.– Kisai, veinte euros: tratamiento completo contra la desnutrición, mantenimiento de la escuela infantil, vacuna contra la polio… Pago veinte euros al mes para que Kisai esté bien, ¿está bien?
SALVAMUNDOS.– Ah, eres socio. Entonces, seguro, está bien.
CHICO.– Pero acabo de verla en las noticias…
SALVAMUNDOS.– A ver, tío, yo no he visto las noticias, que llevo aquí dos horas con la carpetita defendiendo los derechos de la infancia y mi relación sentimental, que a mi chico eso de estar todo el día abrazados bajo la manta hace semanas que ha dejado de parecerle romántico, y anda reclamando autonomía y calefacción central; pero que si tú no has dejado de pagar a la ONG, pues entonces el crío…
CHICO.– Kisai es niña.
SALVAMUNDOS.– Bueno, pero, ¿tú no has dejado de pagar la cuota?
CHICO.– Veinte al mes.
SALVAMUNDOS.– Pues entonces la cría está bien.
CHICO.– ¿Y la explosión?
SALVAMUNDOS.– Si no estás satisfecho con el servicio, mejor cancelas tu suscripción y cada uno por su lado…
CHICO.– No quiero cancelar la suscripción.
SALVAMUNDOS.– Porque no soy yo quien te obliga a quedarte…
CHICO.– Si no quiero cancelarla…
SALVAMUNDOS.– No soy una insensible, ¿sabes? Acostumbrarse al frío y los sabañones no le vuelve a una insensible, así que si la quieres cancelar… un socio menos y ya está, otro invierno sin calefacción. Si en el fondo yo sé que ese chico no me conviene, que si no lleva bien el invierno con manta, ¿cómo va a aguantar el verano sin aire acondicionado?
CHICO.– A ver, salvamundos callejera, que no quiero cancelar mi suscripción, lo que quiero es que Kisai esté bien.
SALVAMUNDOS.– (Pausa) La gente como tú… tío… es que me reventáis el corazón.
CHICO.– Ya… Pensarás que soy raro.
SALVAMUNDOS.– No, pero si cada vez hay más socios que me dicen lo mismo, que si se les muere el apadrinado que qué pasa, que si el apadrinamiento va para otro crío o si dejamos de cobrarles. Yo les digo que mejor cancelamos y hacemos otra suscripción, que así a mí me cuenta una más. Aunque mejor si no han matado a su apadrinado, que total, para cinco euros que me llevo… Pero, no te preocupes, que seguro que han llevado a la cría a un hospital de campaña y la están cuidando con los treinta euros que donas al mes.
CHICO.– Dono veinte.
SALVAMUNDOS.– Vale. Con suerte, alguien habrá estado donando treinta euros al mes y habremos implementado un hospital de campaña en la zona.
CHICO.– Pues qué mierda…
SALVAMUNDOS.– Al menos sabemos que la cría está a salvo de la polio. (Pausa) ¿Pintaba muy mal la cosa en las noticias?
CHICO.– He vomitado.
SALVAMUNDOS.– Yo vomito siempre. Por eso he dejado de ver el telediario. (Pausa.) Igual deberías hablar con alguien.
CHICO.– Estoy hablando contigo.
SALVAMUNDOS.– Con alguien en la zona. Mira…
CHICA.– ¿Qué derecho tienes a estar así?
SALVAMUNDOS.– Éste es el número del responsable en el exterior.
CHICA.– ¿Qué derecho tienes?
SALVAMUNDOS.– Pídele que te confirme si la cría está bien. Si ves que llamas y no da señal, es por la cobertura o porque está muerto. Aunque normalmente es cosa de la cobertura.
CHICA.– ¿Qué derecho tienes a estar así?
CHICO.– ¿Tengo yo la culpa de vomitar?
CHICA.– No la conocías de nada.
CHICO.– La conocía de la ONG.
CHICA.– Sólo la conoces por foto.
CHICO.– La he visto por la tele.
CHICA.– Ni siquiera sabes si es ella.
CHICO.– Lo sabré en cuanto haya cobertura en la zona. Joder… Joder, joder, joder… Mi vida no va a ser la misma sin Kisai.
CHICA.– Su vida no va a ser la misma.
CHICO.– Pero yo la voy a echar de menos.
CHICA.– Sus familiares la van a echar de menos, sus amigos la van a echar de menos, sus vecinos igual también la van a echar de menos, su perro o su gato la/
CHICO.– Si no han volado por los aires…
CHICA.– Si no han volado por los aires, claro. Es mentira eso de que la familia que muere unida permanece unida.
Silencio.
CHICA.– Puedes escribirle un mail.
CHICO.– No tiene para comer, ¿va a tener correo electrónico?
CHICA.– Al responsable de exteriores, para que se lo lea. Le has dado comida y educación, pero nunca le has dicho que la quieres.
CHICO.– La he salvado de la polio…
CHICA.– No es lo mismo.
CHICO.– ¿Y qué quieres que le diga? “Querida Kisai, te escribo desde España. España es… es…”
CHICA.– Hay comida.
CHICO.– “En España hay comida. Aunque aquí también se pasa hambre”.
CHICA.– Eso no se lo digas, no lo entendería.
CHICO.– “En España hay comida. Y una educación más deficiente que la que te estoy pagando—” Kisai habla inglés y ni siquiera va a un cole bilingüe.
CHICA.– Ya te digo…
CHICO.– “Espero que… espero que quien te llevaba en brazos te lave la ceniza de la cara. Y que vuelvas a cerrar los ojos, los tenías muy abiertos en las noticias. Espero que puedas cerrar los ojos para dormir. Te quiere, tu padrino”.
CHICA.– Mejor que abra bien los ojos por si hay otra explosión.
CHICO.– No jodas.
CHICA.– ¿Tengo yo la culpa de que haya bombas?
Silencio.
CHICO.– ¿Tú crees que si no fuera ella me sentiría así?
CHICA.– Qué va, si la bomba le estalla a otra niña y no a tu amadrinada, duele menos, aunque jode igual.
CHICO.– Joder… Joder, joder, joder…
CHICA.– ¿Te avisé o no te avisé?
CHICO.– Joder, joder, joder…
CHICA.– Te avisé, ¿verdad? Te avisé.
CHICO.– ¡Están en todas partes!
CHICA.– En la plaza, están en la plaza. Y tú pasas dos veces al día. Hay que ser muy fuerte para pasar dos veces al día por la plaza y no sucumbir a las salvamundos.
CHICO.– Cada día son más simpáticas…
CHICA.– Cada día son más simpáticas y tú eres fácilmente influenciable.
CHICO.– Oye, que tú tienes siete amadrinados.
CHICA.– Pero lo mío es por amor. Como cuando eres pequeña y quieres ser miss para salir por la tele con un vestido largo y decir que quieres la paz en el mundo, que es lo mejor que se puede desear, porque todas las mises lo dicen. Pero cuando mides uno sesenta y cinco con tacones y ves incierta la paz hasta en tu casa, decides que es mejor dedicarte a otra cosa. Y entonces, un día cualquiera, llega una chica guapa con una carpeta, te dice un par de tonterías, ¡y ya está!, descubres al amor de tu vida, que lo único que te exige son 10 euros al mes y un euro de inscripción. Y es tan maja que te dice que dejes lo del euro, que ya te lo pone ella, porque así gana cuatro, pero que te inscribas, que te mandarán toda la información; y recibes una foto de una niña, que es lo más parecido a tener una hija con ella. Y cuando miras la foto, no puedes evitar acordarte de la salvamundos, aunque la niña sea completamente negra. ¿A ti no te pasa?
CHICO.– ¿Babear por la salvamundos cuando miro la foto de Kisai? A ver… (Mira la foto de Kisai.) No, a mí no me pasa. ¿A ti?
CHICA.– A ver… (Mira la foto de Kisai.) ¡No puede ser! ¡Pero…! ¡Tú tienes una y es mucho más guapa que cualquiera de mis siete!
CHICO.– Te jodes.
CHICA.– Te jodes tú, que los míos no han salido en las noticias.
CHICO.– Eso no lo sabes.
CHICA.– Claro que no, no veo las noticias, me deprimen.
CHICO.– Pues ya tenéis algo el común.
CHICA.– ¿Con la salvamundos? ¿Qué más te ha dicho? ¿Su nombre, te ha dicho su nombre? ¿Tiene novia?
CHICO.– ¿No sabes su nombre?
CHICA.– ¿Tiene novia o no?
CHICO.– ¡Qué va!
CHICA.– Porque conmigo es maja-maja, y eso es que algo quiere.
CHICO.– Pero me ha dicho que está buscando otro curro.
CHICA.– ¡No! ¿Para qué?
CHICO.– Para calefacción, ya ves qué cosa…
CHICA.– ¿Cómo va a querer otro curro? Ella es el vínculo, la unión, el empalme con estos siete niños y un futuro globalizado y democrático, en el que crecerán sanos, y disfrutarán de los derechos de la infancia hasta los treinta y cinco, sin sufrir abusos ni explotación, salvo algún azote por no hacer los deberes antes de sentarnos los nueve a la mesa, como una familia intercultural cualquiera, a comer döner kebab y sushi y… brownie de chocolate; y despedir a mamá solidaria cada mañana con un achuchón en la puerta de casa, sabiendo que va a salvar el mundo, o a captar socios, que es lo más parecido a salvar el mundo estando el mundo como está.
SALVAMUNDOS.– No puedo aceptarla.
CHICO.– ¿Lo sabe ella?
SALVAMUNDOS.– De verdad, no puedo aceptarla.
CHICO.– ¿Sabe ella que es “el empalme”?
SALVAMUNDOS.– No puedo aceptarla, tía. Además, seguro que te hace falta.
CHICA.– ¿Para qué voy a querer yo la estufa?
SALVAMUNDOS.– Como dices que no tienes calefacción…
CHICA.– Es que me da una cosa verte aquí… en pleno invierno, pasando frío. Yo en casa tengo paredes.
SALVAMUNDOS.– ¿Y qué, me vengo todos los días con la estufa a captar socios?
CHICA.– Pesa un poco; pero es inalámbrica.
SALVAMUNDOS.– Tía, que trabajo para los huérfanos de una guerra que estalló por el control de la mayor reserva de gas natural del mundo.
CHICA.– Ah.
SALVAMUNDOS.– Que no digo que la guerra sea culpa de tu estufa, pero…
CHICA.– Pero mejor calefacción eléctrica.
SALVAMUNDOS.– Chica lista.
CHICA.– (Risa incómoda.) Uy, lista… (Pausa.) ¿Y qué hago con la estufa?
SALVAMUNDOS.– Si quieres, la donas a la ONG, que tenemos gente en la zona pasando frío y allí gas tienen de sobra.
CHICA.– Ah, pues guay…
SALVAMUNDOS.– Guay.
Risa incómoda. Silencio.
CHICA.– Y cuando acabe la guerra, ¿qué, te quedas sin curro?
SALVAMUNDOS.– Qué va… si en África hay sida para rato.
CHICA.– Si es que eres tan humanitaria…
SALVAMUNDOS.– Lo normal, tía, lo normal. ¿Qué pasaría si hubieses nacido en otra parte del mundo, sin comida, con tifus, con polio, con guerras…?
CHICA.– Pues… no sé… Que entonces no estaría hablando contigo.
SALVAMUNDOS.– Exacto. Que si tú y yo estamos hablando, es porque nos teníamos que encontrar.
CHICA.– Ya te digo…
SALVAMUNDOS.– Porque hay muchos niños que necesitan ayuda y nosotras estamos aquí para ayudarles.
CHICA.– Si es que es que te sale de dentro… lo de salvar el mundo.
SALVAMUNDOS.– A ver, que plantarse en la calle en pleno invierno con una carpetita a acosar a la gente no es vocacional… Yo creo que es algo que las madres te inculcan desde pequeña, que de cría yo comía hasta reventar porque en el mundo había muchos niños pasando hambre. Y aún hoy, a veces, me entran ganas de meterme en la cocina y ponerme a hacer sándwiches y partirlos en dos, y esas dos mitades en dos, y esos cuatro cuartos en dos, y esos ocho octavos en dos, y esos dieciséis dieci… die… como para que haya para todos, ¿sabes?, y me siento mejor.
CHICA.– Impresionante.
SALVAMUNDOS.– Gracias.
CHICA.– ¿Cuántos sándwiches has llegado a comerte de una vez?
SALVAMUNDOS.– Los sándwiches no son para comer, son para calmarse.
CHICA.– ¿Haces sándwiches y los tiras?
SALVAMUNDOS.– Hago sándwiches y me calmo.
CHICO.– Por la noche, la misma imagen en las noticias. Esta vez no vomito. La estaba esperando con el estómago vacío y los ojos bien abiertos. La piel oscura cubierta de ceniza, el asombro en la cara, el miedo en los ojos… ¿es ella? Enciendo el ordenador. Paso una y otra vez la imagen del telediario. La piel oscura cubierta de ceniza… Miro la foto de Kisai. Paso una y otra vez la imagen del telediario, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez hasta que amanece.
CHICA.– Anochece y sigo esperando en la plaza. Hace semanas que la salvamundos no aparece. Separación temporal, lo llamo. Tengo los dedos entumecidos y los labios morados. Estoy a punto de echarme a llorar… ¡quiero mi estufa! Debería dejar de pagar la manutención de alguno de nuestros hijos, a ver si me llama… ¡Soy una madre terrible…!
SALVAMUNDOS.– Siempre temí que mi chico me dejara por otra tía… pero ni siquiera me ha dejado por ella, ¡me ha dejado por su culpa! ¡Mierda de estufa! Casi morimos intoxicados. “¿Y tú por qué aceptas regalos de una asesina que ni siquiera conoces?”, “Pues por amor”, le digo, “Y porque no es normal ir preguntando a la gente que regala estufas si asesina o no. Además, que es una tía muy humanitaria, que tiene un par de críos amadrinados.” En fin… últimamente paso más frío que una tirita.
CHICO.– Llevo horas con la imagen parada… ¿Es ella?
CHICA.– Espero que no haya encontrado otro curro, ahora soy yo quien necesita ayuda humanitaria.
SALVAMUNDOS.– La manta abriga menos ahora que no está.
CHICA.– Espero… espero que esté bien.
SALVAMUNDOS.– Espero que esté bien.
CHICO.– Espero que esté bien.