(Fragmento: escenas I y II)
I
El departamento de Inés, joven migrante rusa. Inés, recién bañada, está a punto de sentarse a ver televisión. En una mesita tiene una tetera, una taza y un periódico ruso. Entra Casandra, una estafadora de feria que vive en el mismo edificio que Inés.
Casandra: ¡Inés!
Inés: (Con acento ruso.) Buenos días.
Casandra: ¿¡Buenos días!?, ¿qué te pasa?, es más del medio día: un sueño, te tengo que contar… y no, no son días, corresponde tardes…
Inés: No importa.
Casandra: Odio cuando la gente se equivoca al decir buenos días, o buenas tardes o lo que sea, pero ese no es el punto, tengo que contarte del sueño… Es Lucy, y el árbol y su mamá. ¿A qué viene?, ¿por qué viene?, ¿por qué ahora?
Inés: ¿Quién?
Casandra: ¡Lucy!
Inés: ¿Soñaste con Lucy? ¡Ah, qué lindo! ¿Viene, dices?
Casandra: ¿Y te da gusto?, no puedo creer que te dé gusto, vi una soga y una navaja y te da gusto, Inés, ¿sabes lo que está por comenzar…?
Inés: Claro que me da gusto. Hilda ya no está y Lucy regresa. Eso dices, ¿no?
Casandra: Pero no es la misma, creo que ella tuvo algo que ver con el suicidio…
Inés: ¡Llevábamos diez años viviendo como las esclavas de Hilda! No me importa su suicidio.
Casandra: No es cierto.
Inés: Claro que sí.
Casandra: Teníamos trabajo, teníamos un lugar, ella nos enseñó, nos cuidó, no seas…
Inés: Odio trabajar, odio que me digan qué hacer, y no lo voy a hacer más.
Casandra: Estás loca. (Abre el periódico y busca la noticia del suicidio de Hilda.)
Inés: Tú eres la loca.
Casandra: No tienes derecho, Hilda fue como una madre…
Inés: Nos usaba, de la peor manera, se aprovechaba de nosotras.
Casandra: Cuando Lucy ya no estuvo, Hilda nos tomó como sus hijas, se lo debemos.
Inés: No le debo nada a esa loca.
Casandra: No le digas así.
Inés: Le digo como quiero: Loca, estúpida, ciкa [suka]
Casandra: Deja de hablarme en ruso.
Inés: До свида́ния. [Da svi-dá-ni-ya.] До́брое у́тро. [Dó-bra-ye ú-tra.] Пока́. [Pa-ká.]
Casandra: ¡Estúpida, holgazana, loca de mierda!
Inés: Дрочила [Dro-chila] Ёб твою мать [yob tvoyu mat’]
Se escucha que tocan una puerta. Pausa.
Casandra: ¿Es aquí?
Inés: No. Es el departamento de a un lado.
Casandra: ¿El de Hilda?, te dije que lo teníamos que rentar.
Inés: Jamás viviría en el departamento de Hilda.
Casandra: Ya sé… nada de negocios ilegales, tratar de ser buenas personas.
Inés: Exacto. ¿Por qué alguien querría rentar ese departamento?
Casandra: Deberíamos irnos, empezar otra vida, en otro lado. (Se acuesta en el sillón.)
Inés: ¿Qué haces? No es hora de dormir, vamos a ver la tele, a tomar el té, ¿qué haces? Hay que celebrar que llega Lucy y que Hilda ya no estará nunca más.
Tocan a la puerta. Cambia el espacio, la luz, los sonidos.
II
El sueño de Casandra. De la puerta emana una luz espectral. La puerta se abre y ahí está Lucy. Se reconocen. La televisión se prende y muestra insectos, distorsiones de estos personajes.
Lucy: ¿Qué crees que va a pasar ahora?
Casandra: Yo sé qué va a pasar, veo el futuro, te puedo contestar si…
Lucy: Dime.
Casandra: Eres Lucy, y nos darás miedo, y no sabrás por qué, las cosas serán confusas, los ojos…
Lucy: ¿Los ojos?
Casandra: (Saca sus tijeras y busca hilos. Empieza a cortar.) Decimos una palabra y aniquilamos a una persona, sin que esa persona aniquilada por nosotros se dé cuenta de ese hecho mortal, ¿qué va a pasar?
Lucy: Esa es mi pregunta, y quisiera saber. ¿Qué va a pasar? Dilo. (Tose.)
Casandra: Si yo fuera tú, visitaría a un médico.
Lucy: Te llamé a ti.
Inés: ¿Qué crees que va a pasar ahora, Lucy?
Casandra: La asfixia te persigue.
Inés: No debes venir, Lucy, no hay nada a qué venir.
Casandra: ¿Qué pasó? ¿Qué cambió en tu mundo para que vinieras?
Lucy: Una mujer se suicidó a treinta pasos de mi casa.
Inés: El rumor de su suicidio corre como antílope herido.
Casandra: Va dejando rastros de hambre, sed…
Lucy: Se suicidó. Estaba ahí, balanceándose, había viento y yo…
Casandra: Una puede hacer lo que quiera pero lo que hacemos, aunque sea lo que queremos, y sobre todo porque es lo que queremos, tiene consecuencias, y esa mujer no era cualquier mujer, a ella tú la conocías…
Lucy: No… sí; ya no la conocía… ya no.
Casandra: Sí, y aquí alguien va a tener que pagar, tú la conocías, no me estás diciendo toda la verdad, dices que ella se mató, sola, por su cuenta, solita, pero no…
Lucy: ¿Puedes guardar silencio? Yo no quería que ella estuviera muerta. No quería que las cosas pasaran así.
Casandra: Sí querías.
Lucy: No importa, ya no importa.
Casandra: Tú la mataste, Lucy.
Inés: ¿Sí?
Lucy: No.
Casandra: Di la verdad, ¡vamos!
Lucy: Ella se mató, yo la vi matarse. La mujer suicida se colgó de un árbol. Un viejo árbol de alcornoque que estaba en el centro de un callejón empedrado.
Casandra: ¿Quién era ella?
Lucy: La mujer que desaparece cuando los gritos empiezan. La conocí, en eso tienes razón, pero tenía diez años de no verla.
Casandra: Era Hilda, y yo la conocí, Hilda era tu mamá, Lucy, y tú la mataste.
Lucy: (Tose y expulsa sangre. Se limpia.) Se suicidó. No soportaba más su vida y se suicidó, porque otras le hicieron la vida imposible. Y ellas son las responsables y ellas tienen que pagar y sobre ellas dejaré caer todo el enojo, aunque no lo merezcan, aunque sea un pretexto. Ellas la mataron: una mujer se balancea de la rama de un árbol y esa mujer era mi madre: Hilda. ¿Qué tenía que hacer ahí? ¿Qué recuerdo de mí la obligó a buscarme? Estaba equivocada. ¿Buscaba amor? ¿Sentía que su final estaba cerca y quería pedir disculpas? (Pausa.) ¿Eso es té? Hace años que no tomo el té, ni café. Me gusta tomar café mientras desaparece el sol en el horizonte.
Casandra: El viaje, el té, un café, la mujer y un árbol, guarda los símbolos, recuerda.
Lucy: Quiero mis cosas.
Inés: Sí.
Casandra: Quiere sus cosas.
Lucy: Quiero a mi mamá de vuelta, quiero mi vieja casa.
Inés: Sí.
Casandra: Quiere a su mamá de vuelta, el departamento horrible donde vivió escondida en los armarios. ¿Por qué quiere eso?
Inés: En Rusia cae mucha nieve y hay muchos incendios. (Se siente a ver la televisión.)
Lucy: No tengo un plan, no sé qué va a pasar. Quiero llegar y ver y decidir.
Inés: Mis ciudades favoritas son Moscú y San Petersburgo. Me encanta cruzar puentes.
Casandra: ¿Vamos a ir a Rusia?, en Rusia tengo amigos, una amiga, una amiga que se llama Lucy y escapó de su casa a los doce.
Inés: ¿En Rusia? No. ¿Por qué hizo eso?
Casandra: ¿Por qué?
Inés: ¿Por qué alguien hace lo que hace?
En el sueño de Casandra hay una máscara de insecto que camina en el fondo del espacio.
Lucy: Hilda murió, yo no sabía qué iba a hacer cuando la viera y lo que hice fue… la cuerda, el árbol, ¿de dónde saqué la fuerza?
Casandra: El tiempo es muy largo.
Lucy: Tenía doce años y estaba sola y quería que mi mamá me fuera a buscar. ¿Por qué no fue por mí? Yo quería que fuera por mí, que me buscara.
Casandra: Todos los días ella soñaba que su mamá iba a buscarla, le pedía perdón…
Lucy: Me pedía perdón, yo destruía esos cuartos, los departamentos infectados de vileza: ella iba a ser mi mamá otra vez y sólo para mí, me iba a abrazar.
Casandra: Y la iba a cuidar, tenía doce años.
Inés: ¿Es imposible que la gente cambie?
Casandra: Son lo que son.
Lucy: Son lo que decidieron ser. Las extrañé mucho.
Inés: ¿Es imposible ver otra cosa?
Casandra: ¿Y tú?
Lucy: Soy Lucy.
Inés: Atrás de las personas también hay una persona.
Lucy: ¿Es imposible llegar a ser otra?
Casandra: Hay una línea marcada para que camines tu vida, no podemos salir del camino, es así, es destino, es lo pactado, es un hilo que lleva tu nombre, ¿por qué la mataste?
Lucy: Llegó al pueblo, se paró afuera de mi casa y luego fue a colgarse del viejo árbol.
Inés: ¿Por qué se colgó?
Lucy: La intensa necesidad de destruir a alguien, de vengarse, de justicia.
Inés: Hay una palabra que te aniquila poco a poco… a ti también, Lucy.
Casandra: Tanto tiempo y no la pudiste perdonar, un demonio habita esta casa. (Sale.)
Lucy: Luego me fui, lloré. ¿Cómo no llorar ante eso? Ella seguía colgada y salir del pueblo y respirar un aire horrible. Después de diez años la volví a ver, ¿y qué pasó? ¿Dónde estaban los abrazos, las lágrimas de alegría, la felicidad de re encontrarnos?
Inés: El viento mueve un cuerpo suspendido entre el pasado y el coraje. La cabeza sin aire expresa una sonrisa. Así. (Se balancea y sonríe.)
Lucy: Un llavero de ballena, una foto arrugada y un pedazo de papel que decía Lucy, eso era todo lo que ella traía.
Inés: Lucy… no vengas, déjanos tranquilas, por favor. (Besa a Lucy y sale.)
Lucy: Un suicidio largamente planeado, no una casualidad. ¿Planeado por mí?
Casandra: (Entra con hilos, estambres, tijeras y alfileres.) Buenas noches, Lucy.
Lucy: Odio que las personas digan buenas noches cuando aún es de día.
Casandra: Hay que poner los alfileres en la tela.
Lucy: Para fijar la historia en la realidad. Su nombre era Hilda, era mi madre, nunca la conocí.
Casandra: Muy bien… (Tejiendo la trama futura, muy lento, sale.)
Lucy: En la foto arrugada estaba ella, muy joven y muy bonita y tenía una niña en brazos, una niña que era yo. Saqué la foto de la bolsa de su abrigo. Sentía que sus ojos me observaban. No me dio tiempo de cerrárselos. Ese día empezó la caída, el final de una larga caída, porque en ese instante, viendo la foto arrugada en una estación de tren, esperando un tren que me llevara a la ciudad donde murió mi padre, ahí, todo volvió: la rabia, la furia, el rencor, la necesidad de acabarlos a todos, la caída. Mi madre, la que guardaba silencio. Mi padre, el idiota. Mi tío, el hijo de puta. Salir del pueblo, respirar un aire horrible: la intensa necesidad de destruir a alguien.
El temblor de un tren llena de humo el espacio. Lucy viaja del pueblo donde murió Hilda a la ciudad donde murió su padre. Casandra despierta.