“Pasó tiempo. Una mañana soleada, como la del principio del cuento, miré la puerta
cerrada de la casa de enfrente y anoté esto en mi cuaderno: “Has recorrido una a una
las casas para no entrar en esta”. Una vez más aparecía el personaje del nadador. Tiré
de esa línea y salió un poema. Uno de esos textos enmarañados, que piden aire. Pensé
que podía llegar a abrir ese poema en una serie, y así darle el aire que necesitaba”.
(extracto del epílogo de “62 brazadas” escrito por la autora).
1
No busques hacer pie,
ahora es otro el arte:
sostenerse y avanzar, así es
ser nadador.
4
Lo que se deja atrás, lo que aún
no llega, no importa
es otro el tiempo, un estilo que fuerza
la mirada al costado: respirás.
5
Como quien se despierta y corre a lavarse la cara
y va más allá del espejo: no hay edad
hay un cuerpo que toma
contacto con el agua.
7
Los pies sobre la tierra, plantarte
al borde de otra pileta
con esa decisión de saltar, saltar
ahora: agua
quedarte adentro, en lo radiante
del día y al salir
decirlo en voz alta un día
radiante, así de simple
hablar del clima.
8
Una casa un cerco una casa es agua
lo que une
una cosa con otra,
seguís su curso.
9
Has puesto un límite a tu aventura
has elegido aguas domésticas.
10
En el centro del verano
no se piensa
más que en verano: el centro, el punto
¿más distante de qué?
No, no se piensa no se dice.
Es cuerpo,
se sumerge.
19
Como si la repetición construyera el deseo
como si del deseo de tu casa dependiera tu casa.
20
La palabra adentrarse
suena a movimiento continuo
no es sólo eso
también hay que pisar lo que separa
pasto, piedras
el agua del agua.
29
Cada brazada enturbia el agua.
Cuando recobra su nitidez
ya estás afuera.
34
No queda posibilidad de salto
entrar es apenas
un deslizamiento
raspa el borde de piedra.
35
Lo que ofrece el agua
es resistencia.
No esperes otra cosa del agua.
44
Y si al salir ya es de noche qué luz
te deja ver eso que cuelga de una rama
¿un vestido de verano?
tela que el viento mueve,
no se llega a soltar.
54
No estás donde deberías.
58
Donde termina esa pared comienza
la humedad de un jardín.
61
No estoy donde debería
decís, y volvés
la mirada hacia el cielo esas nubes
cambian
de lugar.
62
Una vez más el borde, una pileta
apenas flexionados los brazos
el cuerpo entero hacia adelante
¿Ves?, agua.
Ahora, saltá.