Por: Yamila Transtenvot
( NOTA DE LA AUTORA: Un – al final de un diálogo indica una interrupción a mitad de frase)
Escena 1
Voz en off:
Algunos diálogos que aparecen en el presente informe son transcripciones directas de audios que se encuentran en poder de la Oficina de Servicios Estratégicos.
Algunas frases permanecen inaudibles. Otras anotaciones realizadas al calor de los hechos.
A saber: debido a mi estatus de infiltrado, me vi obligado a comportarme de manera alternativa, desafiando mis límites personales, being empujado lejos de mi zona de confort. Es por ello que llegó cierto punto de la noche, el alcohol que me vi obligado a consumir (¡Dios, cómo beben los alemanes!) Empezó a sensibilizarme de un modo particular.
Anotaciones como esta: “ La bruma de la noche parece aullar como un lobo herido” no deben ser tenidas en cuenta.
A quien lea el presente informe: omita este tipo de frases.
–
Voz en Off:
16 de septiembre de 1932, La Falda, Provincia de Córdoba.
Hotel Edén. Noche. Festejo de las bodas de Plata del matrimonio Eichhorn.
Agente encubierto: Charles Review.
22:05 hs. Recepción del Hotel Edén. Hall enorme. Unas puertas altas cierran el paso a la sala principal del Hotel donde comen y beben los comensales de la cena de gala. Los hermanos Eichhorn, dueños del hotel; los Herbert y los Kreautner; Ernesto Tornquist, prestamista; (A) ida Eichhorn, la más entusiasta de todos, junto a su marido Walter, entre otros.
La recepción está vacía. Por altoparlante suena un discurso electoral de Adolf Hitler. Se transcriben las últimas frases del mismo, en idioma inteligible:
“… No queremos ser los representantes de solo una ocupación, una clase, una religión o una tierra. Pero queremos educar de tal manera al pueblo alemán para que sobre todo, pueda aprovechar y aprender que no hay vida sin justicia, sin poder, y no hay poder sin fuerza, y que toda la fuerza deberá ser original de nuestro propio pueblo ”.
Un golpe. Se abre la puerta de calle e irrumpen corriendo un niño y el cochero de la señora y el señor Eichhorn. El niño lleva un elemento punzante en la mano.
Cochero :
¡Vení acá!
Pendejo maleducado.
Te voy a sacar las ganas de andar jodiendo con los coches…
No.
No. No, no, no, no toques eso.
Te voy a-
Niño :
Si me amenaza de nuevo,
le tiro el jarrón
y se parte en pedazos.
Cochero :
En pedazos a lo de tu santa madre te voy a llevar.
¡Bajá eso, vale más que tu vida!
En paquetitos de 3 kilos te devuelvo a tu casa.
Niño :
Si me sigue amenazando,
tiro este jarrón pituco ahora mismo
y la que se te va armar, Judas.
Cochero :
Jodido que sos.
Vamos a conversar claro. Tranquilos.
Bajalo y te doy un pedazo de pan.
Mirá, no tengo nada en las manos.
Bajá el jarrón, te doy pan y te rajás.
Yo no hablo y acá no pasó nada.
Ahí está. Despacito. Bien.
Apoyalo en el piso, sí.
¡Ahora vas a ver lo que-
Voz en off:
En unos segundos aparece la señora (A) ida, dueña del hogar, multifacética, enigmática, impenetrable.
(A) ida Eichhorn :
¡Aníbal, qué es este escándalo, für die Liebe Gottes ! Te escucho gritar desde la sala de al lado.
Cochero :
Frau (A) ida, es el mocoso.
Estuvo merodeando entre los coches estacionados y-
Niño :
Señora, que la bondad la acompañe.
Soy un niño, tengo tan solo 10 años, piedad.
No tengo padre, pero tengo mucha hambre.
Vine a pedir.
Pedir es mi trabajo.
Cochero :
Señora, se está haciendo el pobrecito
pero mire, tiene un punzón en su mano derecha y estaba pinchando-
Niño :
Lo llevo conmigo para recoger alguna raíz comestible.
A veces las encuentro en la sierra, oh.
Cochero :
Mulero mentiroso, hijo de
(A) ida Eichhorn :
¡Ni se le ocurra terminar esa frase en mi presencia, Aníbal!
Ni las palabras pueden estropear esta noche ¿Está claro?
Déjeme que lo vea.
Acérquese. Eso.
¡Pero si es un niño rubio!
Hermoso. Qué carita tiene usted.
Una desgracia que haya gente sin comer.
¿Qué le parece, Aníbal?
Se necesitan dirigentes fuertes que alimenten a los niños que serán los adultos del mañana.
¡Pero si no es más que una víctima!
¿No es usted solo una víctima?
¿No-es-us-ted-so-lo una víctima?
Voz en off:
La señora le quita el punzón de la mano y le suelta la cara con un solo movimiento coordinado. La precisión con que la señora Eichhorn ejecuta el movimiento es absolutamente cautivadora. Es una maravilla de movimiento.
(A) ida Eichhorn :
¡Preste para acá!
Llénele la boca de pan y haga que desaparezca.
Quiero decir, acompáñelo hasta los límites del hotel y no le quite los ojos de encima hasta que lo vea perderse en el horizonte.
Cochero :
Sí, señora.
( A) ida Eichhorn :
Ay, la espera.
Si al menos tuviéramos alguna noticia de él.
Si supiéramos que su barco atracó.
O si se atrasó por mal clima.
O si tuvo algún disturbio a la salida de Munich.
Se me turba el corazón de solo pensar…
Voz en Off:
Ingresa por una escalera lateral, la señora Helga van Muller
(A) ida Eichhorn :
¡Heeelga!
Helga van Muller :
¡(A) Ida, querida!
Se acabó el jabón en el baño del primer piso.
(A) ida Eichhorn :
¿Cuál de todos?
El hotel tiene 23 baños, solo 12 están en el primer piso.
Ja ja ja.
Helga van Muller :
Ja ja ja.
(A) ida Eichhorn :
Ja ja ja.
Helga van Muller :
Es maravilloso lo que tu esposo ha hecho con el hotel.
Y me imagino que vos tuviste algo que ver con la decoración ¿verdad?
Me causa mucha impresión esta recepción.
¡Cuántos marcos colgados!
¡Y sin retratos! ¿Cuántos son en total?
(A) ida Eichhorn :
Treinta mil.
¡Todos para el Führer!
Helga van Muller :
¡Qué maravilla!
¿Y pensás ponerles algún retrato?
Parecen marcos fantasma así colgados todos en la pared
pero sin nada que mostrar…
No me malinterpretes,
es una apuesta estética pretenciosa y arriesgada
aunque algo perturbadora, la verdad.
(A) ida Eichhorn :
Por supuesto que así será, tonta.
Cada marco portará la imagen de los pasajeros más ilustres que pisen el Edén.
Empezando por Adolf Hitler.
Helga van Muller :
Hablando del mismísimo, aquí entre nos…
¿Ya se encuentra en el hotel?
( A) ida Eichhorn :
Helga …
sabés que Walter no me permite dar ninguna información al respecto.
Ni a vos ni a nadie.
Pero estate segura de que falta muy poco para que Adolf aparezca entre nosotros.
Helga van Muller :
Ah, (A) ida,
sus palabras me conmueven hasta los tuétanos.
No sé qué será de mí cuando lo vea por primera vez.
De verdad no lo sé.
Quizás caiga desmayada
o me agarre un ataque de epilepsia, que me ponga los ojos en blanco y me afloje el intestino.
Quizás se me doblen las rodillas,
el pelo se me caiga
y se me duerma la lengua al punto de que comience a sangrarme de tanto mordérmela sin darme cuenta.
No lo sé.
Tal vez mis ojos renuncien a la vista y me quede ciega.
Sus ideas sobre Alemania…
La pasión con la que defiende nuestros valores, es admirable.
Él es el líder que habíamos estado esperando.
¡Alemania se merecía un mesías de su calibre!
(A) ida Eichhorn :
¡Ni burgueses, ni comunistas!
¡Nacionalistas y socialistas!
Ya viene, Helga,
estará aquí en menos de lo que canta un gallo.
¿Hiciste tu aporte?
Helga Van Müller :
Mi marido lo hizo.
Y fue muy generoso.
¿Ustedes se encargan de la transferencia?
(A) ida Eichhorn :
En unos días estarán en mi cuenta bancaria,
que está en manos del señor Goebbels.
Es más fácil así.
Helga Van Müller :
Una gran ayuda le están dando al partido.
Ahí viene Walter.
¡Walter!
Voz en off:
Walter Eichhorn abre las puertas del salón principal. Va acompañado por un general de la aviación alemana.
Walter Eichhorn :
Señoras …
les presento a Sigmund Schumagger, aviador y militar.
(A) ida Eichhorn :
¡Qué gusto!
Creo que nadie nos había presentado antes.
Sigmund Schumagger :
Señoras. Respecto al tema anterior, Walter,
entiéndame usted a mí.
Soy viejo
¿Qué más puedo hacer por mi país?
Aquí está todo por hacer.
Lo cual quiere decir que nada está hecho.
Es una tierra sin padre ni madre. Sin tradición.
Lo cual quiere decir que no carga con el peso de una historia, anda sin contracturas por así decirlo.
Es una tierra salvaje,
uno puede tomar y dejar cuanto le plazca.
Lo que quiere decir que es una tierra incoherente.
Sin columna vertebral.
Mire, la gente del pueblo es vergonzosa.
Pero nos quieren mucho, porque les damos trabajo y un poco de pan. Ah, ¡Cómo nos quieren!
Además, en Alemania los impuestos me matarían.
Aquí, con un octavo del dinero que traigo
puedo construir una casa de ocho habitaciones para mi mujer y para mí, con miras a la sierra, como en mis sueños.
¿Le conté de mis sueños?
Hágame acordar que le cuente.
Sueño todas las noches, sueños muy extraños, muy vívidos.
Esta casa la soñé repetidas veces.
El salón principal tendrá un ventanal semicircular, como si fuera la vista de la cabina de un avión.
Contrataré una buena cocinera alemana, de grandes muslos y caderas anchas.
Walter Eichhorn :
Entonces no piensa volver nunca.
Sigmund Schumagger :
¡Que me entierren envuelto en la bandera alemana!
Volveré siempre, de eso no tenga duda.
Pero por hoy ya estoy hecho.
No se ofenda.
Ahora me retiro.
Helga Van Müller :
¿No se queda a ver al Führer?
Sigmund Schumagger :
Querida,
dudo mucho que el Führer pise alguna vez este hotel.
Helga Van Müller :
¿Cómo dice? Si ya está aquí.
Walter Eichhorn :
¿Ya llegó?
(A) ida Eichhorn :
Helga, Helga … yo no he dicho eso, exactamente.
Sigmund Schumagger :
Con su permiso. señoras, señor.
Voz en off:
Se abren las puertas del salón y la recepción se llena con la presencia de los invitados. Distinguidos señores, en su mayoría de procedencia alemana pero también argentinos. Llega el sonido de unas notas musicales que vienen de dentro. Ruido de copas que chocan, taconeo y zapatos que se arrastran por el piso de mármol del hotel. El brillo de la luna se cuela por los ventanales y forma aureolas en el piso pero solo yo las veo. Yo soy el que está cerca de las ventanas, mirando al oeste. Walter y (A) ida se apartan del resto.
Walter Eichhorn :
¿Tuviste alguna noticia?
(A) ida Eichhorn :
Ninguna.
Helga está borracha. Va a arruinarlo todo.
Ya es bastante tarde. Deberíamos hacer algo, Walter.
Walter Eichhorn :
Que preparen las habitaciones para todos los invitados y sirvamos más alcohol.
La música puede durar toda la noche.
La gente la pasará bien,
llegue o no llegue.
Voz en off :
(A) ida no se equivoca, efectivamente Helga se encuentra en estado de ebriedad.
Helga Van Müller :
¡El Führer está en el Hotel!
Oh, hermanos.
El Fürer ya llegó y está en el hotel.
(A) ida Eichhorn:
Helga, ¡Bajate de esa silla ya!
Helga Van Müller :
No me tires del vestido, querida.
(A) ida Eichhorn:
Entonces te bajas de la silla ya.
Helga Van Müller :
Al rato le hago.
¡Señores!
¡El Führer está en el Hotel!
¡Viva el Führer!
Todos :
¡Viva!
Helga Van Müller :
¡Viva El Edén!
Todos :
¡Viva!
Helga Van Müller :
¡El baño del primer piso se ha quedado sin jabón!
Todos :
¡Buuu!
(A) ida Eichhorn :
¡Ya arreglaremos lo del jabón!
Helga, no digas buu.
bajate de la silla, por favor…
Sigmund Schumagger :
Querido Walter,
no he podido partir.
Al parecer, todas las ruedas están bajas.
Walter Eichhorn :
Tomá.
Las llaves de mi Volkswagen.
Mañana pasaré a buscarlo por tu casa.
Sigmund Schumagger :
Walter, no estás entendiendo.
Todos los coches tienen las ruedas pinchadas.
Walter Eichhorn :
¿Todos?
–
Escena 2
Voz en off:
El audio se corta aquí, por algún motivo. Trataré de explicar cómo siguió la noche en base a mis notas.
Desde los altos ventanales que fortifican la entrada del Edén, se ven las impenetrables sierras que parecen contener todo el aliento del mundo. La bruma de la noche aúlla como un lobo herido.
Los invitados se reunieron en la recepción y una vez que el alcohol comenzó a correr, la gente se puso más y más ansiosa.
La señora (A) ida Eichhorn, que como siempre circulaba por las inmediaciones con elegante premura, propuso una competencia de canto donde se recitaron las clásicas marchas militares alemanas, como “Viejos Camaradas” y “Pepita Marsch”, que sonaron repetidas veces, con el acompañamiento de un bandoneón francés ejecutado por un empleado del hotel.
Finalmente, formando una ronda, los invitados entonaron el himno de Alemania.
Una vez concluido el himno, Helga Van Müller propuso emprender una búsqueda del Führer por el hotel.
El primero en encontrarlo, en vez de llevarse una recompensa, se escondería con él.
Y así cada invitado hasta llegar al último.
Esto quiere decir que, para el final del juego, todos los invitados, menos uno, compartirían escondite con el Führer.
El simulacro termina cuando el pobre diablo que queda solo haya dado rienda suelta a su desesperación.
Al parecer, es un típico juego alemán.
01:22 hs, recuperamos el audio.
Helga Van Müller :
¡SARDINASSSSSS!
(A) ida Eichhorn:
Bajate, Helga, mar maldita.
Bruno Eichhorn :
Dejala, mejor así.
(A) ida Eichhorn :
¡Ay, Bruno, me gusta el gusto!
Bruno Eichhorn :
Cuñada.
Dejá que los invitados se diviertan en el hotel.
Es una distracción útil.
(A) ida Eichhorn :
¡Ay, Bruno!
¿Por qué nos castiga así el tiempo?
Bruno Eichhorn :
El tiempo es el verdugo por excelencia.
(A) ida Eichhorn :
No empieces con tus cursilerías, te pido por favor.
No ves que empiezo a perder la esperanza.
Bruno Eichhorn :
(A) Ida querida,
esta noche es el Führer.
¿No te amo?
Alemania crea al Führer esta noche.
El Führer somos nosotros,
vive en el corazón de cada alemán que añora su tierra.
(A) ida Eichhorn :
Bruno, el Führer es una persona de carne y hueso.
Bruno Eichhorn :
El Führer es lo que nosotros queramos que sea.
(A) ida Eichhorn :
¡Cómo podés decir eso! Sus palabras hijo
Bruno Eichhorn :
Ah, sus palabras … un traje italiano confeccionado a medida.
(A) ida Eichhorn:
¿Qué me decís del coraje para enfrentar-
Bruno Eichhorn:
Coraje es el sobrenombre de quien tiene unos amigos poderosísimos.
(A) ida Eichhorn :
Pero ímpetu-
Bruno Eichhorn :
Ah, ímpetu …
sí, tiene ímpetu.
Es un gran hombre.
(A) Ida Eichhorn:
Bueno, ahí tenés. El ímpetu lo es todo.
Bruno Eichhorn:
Sí, quizás.
Yo lo llamaría hambre.
Los hambrientos dominan el mundo, le dan la forma en la que el resto vivimos.
Una de tus sirvientas me increpó esta mañana. Se quejó de los salarios y prometió incitar una nueva huelga el verano que viene.
(A) Ida Eichhorn:
Haremos lo mismo que el verano pasado, reclutaremos a las pasajeras del hotel ya sus hijas para que ayuden en la cocina. Funcionó divinamente la última vez.
Bruno Eichhorn:
Escupió el piso y dijo que algún día todo esto iba a ser suyo.
(A) ida Eichhorn:
¿El hotel?
Bruno Eichhorn:
Le dije:
Muy bien, entonces tu rancho será mío. Pero en un año este palacio será tu rancho y mi rancho, ¡lo convertiré en un palacio!
El mundo le pertenece a los hambrientos, cuña-
Voz en off:
Un chirrido y la luz se funde. Volvemos a perder el audio. Lo que sigue es lo que recuerdo. Escucho gritos provenientes de distintas partes del hotel y ruido de algunos objetos cayendo. En general, pánico. Golpe de puertas. Ingresa el cochero, agitado, igual que al principio.
–
Cochero :
Señora, cortaron los cables.
(A) ida Eichhorn :
¡¿Quiénes?!
Cochero :
Debió ser alguien del pueblo, ¿Quién más?
(A) ida Eichhorn :
¡Pero por qué tanto odio!
Cochero :
Algo más.
Hay un hombre.
Dice que es un mensajero del Führer.
Trae algo para el señor Walter y el señor Bruno.
(A) ida Eichhorn :
¡Oh, oh!
hágalo pasar, vaya…
¡Cuidado el escalón, hombre!
Cochero :
Disculpe señora, estoy bien. Ahora se lo traigo.
(A) ida Eichhorn :
¡Finalmente una noticia buena!
Bruno Eichhorn :
Controlate, querida.
Voy a ir a ayudar a los pasajeros.
Deberías hacer lo mismo.
Voz en Off:
(A) ida Eichhorn permanece parada a pasos de la puerta de salida , que continúa abierta. En este punto somos solo ella y yo, más atrás. Bueno, también hay pasajeros circulando a tientas. Y Bruno Eichhorn que se desplaza lentamente como si tratara de evitar pisar vidrio roto.
L a penumbra ilumina el rostro de (A) ida Eichhorn.
(A) ida Eichhorn parece una niña iluminada por una luz muy tenue. Su pelo oscuro recogido y sus ojos grandes que no pestañean, por un segundo más parece joven.
Pasa un determinado tiempo. Se escuchan las corridas en los piso superiores, pero ella permanece inmóvil frente a la puerta.
Tararea una de las marchas que se escuchó durante el Karaoke. Su pequeño pie derecho zapatea solo con la punta del zapato. Sigue sin pestañear. Sus ojos amplían el grosor y las lágrimas se le suman hasta el límite, sin derramarse.
Entra el enviado del Führer
El mensajero :
¡Señora, traigo un paquete para su marido!
(A) ida Eichhorn :
¿Qué es?
El mensajero :
¡Del Führer!
A ) ida Eichhorn:
¡Del Führer!
Se lo recibo yo.
El mensajero :
Señora Eichhorn …
(A) ida Eichhorn :
¡ ¿Qué?!
El mensajero :
Las órdenes dicen que entregue este presente al señor.
(A) ida Eichhorn :
Preste para acá.
(A ) ida Eichhorn :
Es un cuadro. ¡Es un retrato del Führer!
Hay una carta…
” Lieber Freund:
Me apena no poder estar con ustedes. Les envío este, mi autorretrato hecho por mí.
Con la esperanza de veros algún día,
Adolf Hitler ”.
¡Un autorretrato! ¡Aún mejor de lo que esperaba!
¿Cómo supo exactamente lo que yo quería?
–
* Algunos hechos:
Existe un informe de la CIA sobre el Hotel Edén.
(A) ida, Walter y Bruno Eichhorn fueron dueños del Hotel desde 1912, hasta 1945.
En 1914, los Eichhorn decidieron lotear y subarrendar los terrenos pertenecientes al Edén para solventar los costos imposibles del negocio hotelero.
El loteo de esas tierras ayudó a la consolidación y crecimiento de La Falda.
Durante una velada de 1932, los automóviles de varios de los participantes de la fiesta sufrieron pinchaduras de neumáticos.
También fue apedreada un águila nazi que colgaba de la entrada del hotel.
El mencionado informe de la CIA confirma la existencia de una cuenta bancaria a manos de Goebels, que tenía como titular a (A) ida Eichhorn.
La suma que contenía dicha cuenta era de treinta mil marcos alemanes.